Pagamos por la electricidad 24 veces más de lo que cuesta producirla
Generar la energía que consume un hogar español medio al cabo del año cuesta menos de 35 euros, una cifra muy inferior a la mayoría de los recibos mensuales
La Confederación Hidrográfica del Ebro produce hidroelectricidad “ por entre 9 y 10 euros el megawatio/hora” en la central de El Pueyo de Jaca
Producir un kilowatio/hora de energía hidroeléctrica cuesta menos de un céntimo de euro. Ese es el coste de producción que tiene la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) en la central de El Pueyo de Jaca. El primer salto fluvial cuya titularidad ha revertido a favor del Estado tras caducar la concesión por la que varias compañías privadas lo explotaron a lo largo de más de medio siglo.
De las estimaciones de la CHE se deriva que producir la energía eléctrica que consume un hogar español medio al cabo del año, unos 3,5 megawatios/hora, según el IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía), vendría a costar menos de 35 euros, una cifra muy inferior a la que cualquier familia media paga en cualquiera de sus recibos mensuales.
Sin embargo, un reciente informe de Eurostat, la Oficina Europea de Estadística, señala que un hogar español termina pagando 237 euros por megawatio, un precio que multiplica casi por 24 el coste de producción y que rebasa tanto la media de la UE (208 euros el megawatio) como la de la zona euro (221). Es decir, que algo que cuesta menos de 35 sale por más de 800.
¿A qué se debe esa diferencia entre el coste de producción y el precio de venta? Entre otros factores, a la tolerancia de la Administración con el complejo, y difícilmente fiscalizable por los consumidores, sistema de facturación de las compañías que controlan el sector eléctrico, cuya privatización comenzó hace unas décadas, con el desmantelamiento del INI (Instituto Nacional de Industria).
Los recibos reseñan costes de producción mucho más elevados: 7,5 céntimos el kilowatio, a los que las compañías añaden peajes de acceso, márgenes de comercialización, tarifas por la energía contratada, costes de distribución, incentivos para las renovables, complejos conceptos como el “déficit de tarifa”, alquiler de equipos de medida y control y, para completar el cuadro, un impuesto específico del sector que, en lugar de ser autónomo, se integra en la base imponible sobre la que se aplica el IVA. Este último es del 21%, lo que sitúa a la energía como un producto de consumo estándar, no de primera necesidad.
“Entre nueve y diez euros en megawatio/hora” es, concretamente, el coste de producción de la energía que los técnicos de la CHE han estimado en los primeros meses de explotación del salto, según explicó un portavoz del organismo de cuenca. La Confederación se hizo cargo de las instalaciones a finales de julio de 2013.
Los costes de producción de la hidroelectricidad no son constantes, sino que dependen de varios factores como el caudal del río en cada periodo de cálculo y el rendimiento de las instalaciones. Este segundo sería, en este caso, netamente mejorable, ya que se trata de una central que opera desde hace más de 75 años, lo que eleva las necesidades de gasto en mantenimiento.
Un pleito abierto y once reversiones a la vista
La CHE, un organismo público que en los últimos años ha sido pionero en la gestión de agua, las actuaciones medioambientales y la participación ciudadana, abrió a finales de la pasada legislatura, en un proceso iniciado por su presidente Rafael Romeo y reforzado por su sucesor, Xavier de Pedro, dos campos de actuación pioneros en materia energética: la reversión de concesiones caducadas, recogida en el Plan Hidrológico de la Demarcación del Ebro, y la reclamación de la denominada energía reservada, un porcentaje de hasta el 25% de la producción que las compañías deben ceder, a precio de coste, para destinarlo a usos sociales y acciones de restitución territorial.
El tema de la energía reservada ha provocado un litigio millonario en torno al precio de la electricidad en el que las compañías reclaman una cuantía ocho veces superior a la que la CHE estima que les corresponde. El expediente sigue sin resolver después de que en agosto del año pasado cayera sobre la mesa de la ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina.
Mientras tanto, la CHE estima que en los próximos años asumirá, también por reversión por vencimiento de la concesión, la gestión de más de una decena de centrales hidroeléctricas de la cuenca, cuyos “beneficios se destinarán al desarrollo de los territorios que los generan, a la restauración ambiental, a la eficiencia y modernización de regadíos y a las necesidades energéticas del organismo”. Uno de ellos es el salto de Lafortunada, en el oscense río Cinqueta, que cuenta con una potencia instalada de 40 megawatios/hora.
Un negocio multimillonario basado en la potencia
La generación de hidroelectricidad supone un negocio multimillonario en la cuenca del Ebro, donde la potencia instalada ronda los 4,6 millones de kilowatios/hora y la producción estimada para este año rebasa los 5.000 millones, según un informe oficial.
El salto de El Pueyo de Jaca, localizado en el término de Panticosa, en la cuenca alta del río Gállego, arroja una producción media de 63 millones de kilowatios/hora al año, con una potencia instalada de 15.000. Según la CHE, “una primera valoración sitúa los beneficios de esta explotación entre 2 y 3 millones de euros anuales” que, desde hace casi dos años, van a parar directamente a las arcas públicas o son destinados a programas de restitución territorial.
http://www.eldiario.es/aragon/economia/Espana-electricidad-veces-cuesta-producirla_0_396160527.html