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Abuso de Poder - El Corte Inglés
No es posible que no sepan que los autómatas que responden a tus llamadas no te pasan jamás con un operador. Te repiten la misma cantinela hasta que cortan la llamada a los 20 minutos.
También tienen robots que responden a tus mensajes pidiéndote datos que ya tienen, pues le los has facilitado en tu primer correo y en tu primera respuesta a su demanda. Te los vuelven a solicitar y, en ocasiones, te piden que rellenes un formulario con los datos enviados ya varias veces. Y vuelta a empezar.
Entonces vas a Atención al Cliente, donde te razonan que ellos no pueden arreglar eso, que no es de su incumbencia y que vayas a Seguros, en la planta 5, donde te dicen que no saben de ese asunto y que te firijas a Seguros, en la planta cero. Allí te sueltan que no entienden como te mandan de la 5 a ellos, que son los mismos y, por lo tanto, que tampoco es su guerra y que vayas a Tarjetas, donde te sueltan que no saben de qué estás hablando, que vayas a Atención al Cliente. Tu origen.
Llegas calentito, con media mañana peloteado de un Departamento a otro, harto de subir y bajar escaleras; de pedir turno para que te atiendan...
Y mira: te toca la misma persona que te hizo iniciar ese ciclo sin fin, esa delirante Cinta de Moebius, y que se ofrece a acompañarte a la planta 5, donde te mandó hace tres horas.
¿Aceptas o pones una reclamación? Pues te va a dar igual: si aceptas la invitación las probabilidades de que siga por ahí la persona que te mandó a la planta baja oscilan entre la nada y el cero; pero si pides la hoja de Reclamación, la rellenas y entregas, empieza otra pesadilla: un robot, convenientemente programado, te manda un correo diciendo que tu asunto está en curso, te da un código y te proporciona dos teléfonos: uno donde no lo cogen -igual que siempre- y otro, que dice es del Supermercado, donde tampoco.
Vuelves a Atención al Cliente, pones otra reclamación y el proceso se reproduce: el robot te manda el mismo mensaje, con lo del Supermercado y los mismos teléfonos. Cambia el código, eso sí.
Resumiendo: desprecio absoluto al cliente; abuso de poder; procedimientos y procesos inútiles que no te hacen más que perder el tiempo. Y la paciencia.
Es increíble la deriva de esa organización hacia posiciones abusivas sin recato alguno.
Después de unos 40 años, he devuelto mi tarjeta. Nunca más.
También tienen robots que responden a tus mensajes pidiéndote datos que ya tienen, pues le los has facilitado en tu primer correo y en tu primera respuesta a su demanda. Te los vuelven a solicitar y, en ocasiones, te piden que rellenes un formulario con los datos enviados ya varias veces. Y vuelta a empezar.
Entonces vas a Atención al Cliente, donde te razonan que ellos no pueden arreglar eso, que no es de su incumbencia y que vayas a Seguros, en la planta 5, donde te dicen que no saben de ese asunto y que te firijas a Seguros, en la planta cero. Allí te sueltan que no entienden como te mandan de la 5 a ellos, que son los mismos y, por lo tanto, que tampoco es su guerra y que vayas a Tarjetas, donde te sueltan que no saben de qué estás hablando, que vayas a Atención al Cliente. Tu origen.
Llegas calentito, con media mañana peloteado de un Departamento a otro, harto de subir y bajar escaleras; de pedir turno para que te atiendan...
Y mira: te toca la misma persona que te hizo iniciar ese ciclo sin fin, esa delirante Cinta de Moebius, y que se ofrece a acompañarte a la planta 5, donde te mandó hace tres horas.
¿Aceptas o pones una reclamación? Pues te va a dar igual: si aceptas la invitación las probabilidades de que siga por ahí la persona que te mandó a la planta baja oscilan entre la nada y el cero; pero si pides la hoja de Reclamación, la rellenas y entregas, empieza otra pesadilla: un robot, convenientemente programado, te manda un correo diciendo que tu asunto está en curso, te da un código y te proporciona dos teléfonos: uno donde no lo cogen -igual que siempre- y otro, que dice es del Supermercado, donde tampoco.
Vuelves a Atención al Cliente, pones otra reclamación y el proceso se reproduce: el robot te manda el mismo mensaje, con lo del Supermercado y los mismos teléfonos. Cambia el código, eso sí.
Resumiendo: desprecio absoluto al cliente; abuso de poder; procedimientos y procesos inútiles que no te hacen más que perder el tiempo. Y la paciencia.
Es increíble la deriva de esa organización hacia posiciones abusivas sin recato alguno.
Después de unos 40 años, he devuelto mi tarjeta. Nunca más.