Re: España ¿son bajos los salarios?
En una sociedad desarrollada y tecnologica, el trabajador tiene que arriesgar mucho más que el empresario porque a diferencia del capital, que se repone, puede perder también la vida, que no tiene recambio.
Se necesitan muchos años y esfuerzo sin recompensa a corto plazo con sangre, sudor y lágrimas, pero esta mentalidad no solo se está perdiendo, sino que se sustituye el capital humano por el capital economico y cuando desde hace muchísimo tiempo se ve bien que las rentas de capital aumenten y las del trabajo disminuyan, porque parece que el termino de eficiencia se utiliza tan subjetivamente que se hace perder su significado, ya que todos nos consideramos siempre más "eficientes" que los demás.
El problema es que se vende muy bien como slogan y marketing electoral y la solución fácil, la llamada devaluación interna y el prometer siempre un mayor empleo, aunque nunca llegue y la mayoría de la juventud en España ante la indefensión aprendida se torna entonces conformista, pasiva a la vez con valores que no buscan el cambio, la ruptura o el riesgo sin posible recompensa, sino la comodidad o el lucro inmediato, sin dilación de la recompensa y solo con el beneficio rápido a corto plazo y echando la culpa siempre a los demás o buscando "chivos expiatorios" equivocados.
No hay atajos.
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Esto está ocurriendo a la vez que el porcentaje de la población que es joven está descendiendo en la UE. En 1989, la cifra de la población en el grupo entre 20-24 años era, en Europa, de 56 millones. Hoy hay 8 millones menos (y están mucho más educados y formados que en 1989). Es interesante señalar que esta disminución de la gente joven ha dado pie a una enorme alarma entre los que ven la transición demográfica (es decir, el aumento de los ancianos y la disminución de los jóvenes) como causa de la futura insostenibilidad de las pensiones públicas. Los datos muestran, sin embargo, que el problema no es el demográfico sino el laboral (ver V. Navarro y J. Torres, Lo que debes saber para que no te roben la pensión). Hoy no faltan jóvenes. Lo que falta, y mucho, es trabajo, el punto clave que apenas se cita. El mayor problema no es que haya ocho millones menos de jóvenes, sino que la mayoría de los que hay no encuentran trabajo, sin crear riqueza, pagar impuestos y contribuir a la Seguridad Social. Y las políticas públicas que se están desarrollando están empeorando la situación. Las reformas del mercado laboral encaminadas a facilitar el despido de los trabajadores no han tenido prácticamente ningún impacto en disminuir el desempleo entre los jóvenes. Por el contrario, la reducción de los salarios (objetivo real de las reformas laborales) ha disminuido la demanda doméstica y con ello la actividad económica, y el crecimiento de empleo.
Qué debería hacerse y no se hace
Existe hoy en Europa un amplio debate sobre cómo resolver el desempleo juvenil. En España no existe tal debate en los medios. En realidad, es un monólogo, insistiendo en la necesidad de los “minijobs”. A nivel de Europa, la Confederación Europea de Sindicatos, ha hecho propuestas muy razonables de cómo resolver el problema del desempleo en general y del desempleo juvenil en particular (ver Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, de V. Navarro, J. Torres y A. Garzón). Una de las medidas más discutidas y que tiene un gran mérito es la reducción del tiempo de trabajo y el compartirlo. Una de las experiencias más exitosas en esta materia en España ha sido la de la Cooperativa Mondragón. Y a nivel de Europa, una de las causas del bajo desempleo en Alemania (en términos relativos, en comparación con otros países) ha sido precisamente el compartir el trabajo, medida generalizada como resultado de la influencia de los sindicatos. Ahora bien, compartirlo quiere decir que existe, lo cual no siempre es el caso entre los jóvenes. En realidad, y tal como señala Danny Dorling en el citado artículo, el desempleo entre los jóvenes en Alemania continúa tan elevado como en los años setenta, cuando se presentaba a Alemania como un fracaso.
La responsabilidad pública es crear empleo
¿Cuál es, entonces, la solución? Es lógico que la respuesta a esta pregunta sea crear, crear y crear más y más puestos de trabajo, que estén bien remunerados y que tengan condiciones satisfactorias. ¿Y cómo se puede hacer esto? Pues como muchos países lo han hecho antes. Pero para hacerlo hay que romper completamente con el dogma neoliberal que todavía hoy, a pesar de su enorme fracaso, continúa siendo dominante en el establishment europeo y en sus unidades satélites (es decir, en los gobiernos de la mayoría de los países de la UE). Y parte de esta rotura es la recuperación de la responsabilidad pública en la creación de empleo.
El Estado ha jugado un papel clave en las políticas públicas neoliberales. Las ayudas de la UE y de los Estados al capital financiero han sido masivas. Si en lugar de gastar en esas ayudas el Estado hubiera gastado en crear empleo, hoy estaríamos ya fuera de la Gran Recesión y habríamos podido conseguir el pleno empleo.
Un ejemplo de ello es España. España genera muy pocos puestos de trabajo. Si miramos los servicios públicos de mayor envergadura -que juegan un papel clave en determinar el nivel de bienestar y calidad de vida de la ciudadanía, tales como los servicios públicos el Estado del Bienestar- podemos ver que solo una persona adulta de cada diez trabajaba en estos servicios. Si fuera una de cada cinco, como en Suecia, España tendría más de cuatro millones más de puestos de trabajo.
Pues bien, si los fondos que se han dedicado a salvar la banca en España (que han alcanzado el nivel del 12% del PIB) se hubieran dedicado (un 6% del PIB, la mitad de la ayuda a la banca) a crear estos puestos de trabajo, hoy no estaríamos en la situación en la que nos encontramos (la banca, por cierto, es el grupo o lobby que ha promovido más el argumento de la inviabilidad de las pensiones como consecuencia de la transición demográfica).
Lo que ha estado ocurriendo durante estos años de dominio neoliberal es el enorme aumento del capital (y muy en especial del capital financiero) a costa de la disminución de las rentas del trabajo. No hay ninguna escasez de capital: todo lo contrario. Lo que ocurre es que se ha estado invirtiendo en actividades especulativas como el sector inmobiliario (que llegó a alcanzar el 6% de todo el empleo) en lugar de actividades productivas y necesarias.
Créanme, la solución es fácil de ver: hacer un cambio drástico de las posturas fiscales de manera que se graven las rentas del capital como se gravan las rentas del trabajo, mejorando además la progresividad del sistema fiscal. Y con los fondos obtenidos crear el empleo necesario.
Así ocurrió con el New Deal en EEUU durante la Administración Roosevelt (ver la declaración de derechos económicos de aquella Administración en mi blog). Incluso hoy, el bajo desempleo en EEUU se debe a la enorme importancia del empleo financiado con fondos públicos. Si la población que hoy está en las Fuerzas Armadas o en prisión estuvieran buscando trabajo, el desempleo en aquel país pasaría del 8% al 10%. La diferencia entre izquierdas y derechas en EEUU no es (como constantemente se cita en los medios) entre los que apoyan la intervención del Estado –las izquierdas- y los que se oponen a ella –las derechas-, sino entre las actividades en las que el Estado interviene, incluso en la creación de empleo: en el complejo militar-represivo-industrial –las derechas- o en las áreas sociales –las izquierdas-. En España, este debate se desarrolla entre los que apoyan al capital financiero y sus actividades especulativas y los que creen que el Estado debería intervenir en las esferas productivas y sociales. Así de claro.
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"Ahora salgan fuera y obligenme a hacerlo" Franklin Delano Roosevelt
Sinopsis: La crisis económica mundial desde el punto de vista de Bernardo Kliksberg. El economista argentino reflexiona, en veinticinco capítulos, sobre la exclusión, la reconstrucción del Estado, la idea del capital social, la ética, la construcción de una economía con rostro humano, entre otros temas. Una mirada estadística y positiva para conocer soluciones posibles.
Más vale encender una vela que maldecir a la oscuridad
Un saludo