El sondeo de intención de voto de NC Report correspondiente al mes de agosto, que hoy publica LA RAZÓN, confirma la tendencia sostenida al alza del Partido Popular, que gana casi un punto más de respaldo electoral con respecto a la última encuesta realizada el pasado mes de junio. Así, de celebrarse hoy las elecciones generales, la candidatura que lidera Mariano Rajoy obtendría el 32,1 por ciento de los sufragios, lejos del resultado de las pasadas elecciones de noviembre de 2011 (el 44,6 por ciento), pero también alejado del 28 por ciento que reflejaban los sondeos en diciembre de 2014. Desde esa fecha, el Partido Popular no ha dejado de crecer, aún cuando la irrupción de Ciudadanos en el panorama político ha calado entre sus electores más jóvenes. De cualquier forma, una vez más se constata que el principal problema de los populares no reside tanto en el partido de Albert Rivera –que viene perdiendo continuamente apoyos desde abril de 2015, desde el 12 por ciento al 10,4 por ciento. sin duda, consecuencia de sus pactos con el PSOE en Andalucía–, como en la nutrida bolsa de antiguos votantes del PP que se manifiestan por la abstención o el voto nulo y que supone casi un 20 por ciento. Si Mariano Rajoy, apoyado en el éxito de su política económica, pero no sólo, consigue en los meses que quedan para las elecciones ilusionar de nuevo a buena parte de esos simpatizantes, sus opciones de reelección, pese a pactos de perdedores en contra, son perfectamente verosímiles. El sondeo también refleja, una edición más, la caída de las expectativas de voto del partido de Pablo Iglesias –pasa del 23,2 por ciento declarado por los votantes en diciembre de 2014 al 12,1 de este mes de agosto– a quien no le ayudan ni las circunstancias exteriores, caso de la catástrofe a que ha llevado Syriza a Grecia, ni el panorama interno, donde los primeros alcaldes avalados por su formación no están haciendo un buen papel y sólo ofrecen excusas. Desafortunadamente para la estabilidad política de España y sus perspectivas de consolidación económica, el PSOE no se beneficia de la caída neta de Podemos –sigue en el 24,9 por ciento, cinco décimas por encima de la encuesta de junio de 2015 y cuatro puntos por debajo del resultado electoral que obtuvo el anterior secretario general socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba– lo que, además de ser un peligro real por la tentación de apuntalar unos malos resultados en pactos con el populismo, debería hacer reflexionar al actual líder socialista, Pedro Sánchez, sobre si el tono radical de su discurso político no está siendo percibido como impostado por sus antiguos electores, mucho más inclinados al centro-izquierda. Porque la encuesta refleja, décima arriba, décima abajo, lo que le sucedió al PSOE en las pasadas elecciones autonómicas y municipales: el peor resultado en 30 años.