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Abusos que no se deben permitir en bares y restaurantes

3 respuestas
Abusos que no se deben permitir en bares y restaurantes
Abusos que no se deben permitir en bares y restaurantes
#1

Abusos que no se deben permitir en bares y restaurantes

Facua elabora una lista con los timos que se pueden encontrar los clientes en algunos establecimientos del país

Hay veces que al cliente se le atraganta la comida en el mismo instante que recibe la cuenta y se encuentra con precios desorbitados o con que tiene que pagar cosas tan absurdas como el hielo o el uso del cubierto. En otras ocasiones, son los camareros los que no facilitan una buena experiencia en el establecimiento o son las eternas esperas las que acaban con la paciencia del comensal. Y estas solo son algunas de las situaciones desagradables con las que se puede topar el cliente.

La asociación de consumidores Facua recoge veinticinco abusos que se dan con frecuencia en los locales españoles y que, más de una vez, los clientes han tenido la mala suerte de vivir. Además, la entidad promueve la iniciativa en sus redes sociales bajo el hasthag #BaresParaNovolver. Esta es la lista que ha colgado en su página web:

1. Cobran la tapa de ensaladilla como si estuviera hecha con caviar de esturión beluga y la cerveza parece tener cebada cultivada en los jardines del Palacio de Versalles. Los precios son libres. Y tú también lo eres de no volver al local y de contar cómo se pasan, a tus amigos y en las redes sociales. Eso sí, en caso de que te quieran cobrar un pastizal por un producto del que habían ocultado el precio, puedes negarte. En cualquier caso, es necesario que la legislación del sector mejore para obligar a que el menú que se entrega en la mesa o la barra incluya los precios de todos los productos que sirven en el establecimiento. Con la normativa vigente en la actualidad, pueden omitir algunos si exhiben en un lugar visible una lista de precios completa. Si tampoco lo hacen, el incumplimiento de la ley es indiscutible.

2. No aparecen las bebidas en la carta. Y no se trata de que tengan una de vinos aparte. Hay locales donde informan de los precios de lo que se come pero no de lo que se bebe. A veces, es una trampa para cobrarte un disparate por una caña de cerveza o un refresco.

3. Cobran por el pan. Pueden hacerlo, pero sólo si está en la lista de precios. Suelen incluir en la cuenta una cantidad por cada persona que se sienta a la mesa, salvo que indiques que no lo quieres. Por cierto, si especifican que cobran por cada pieza, no descartes que el precio aumente si se acaba y pides más.

4. El aperitivo que no pediste te sale por un ojo de la cara. Salvo que indiques que no lo quieres, es perfectamente legal, siempre que aparezca en la lista de precios. Eso sí, mientras hay establecimientos donde puedes abrir boca con una riquísima y económica degustación de alguno de los platos que aparecen en la carta, en otros te cobran 3 euros por un triste puñado de patatas fritas de bolsa.

5. Los precios que aparecen en la cuenta son un 10% más caros que los de la carta porque había que añadirles el IVA. Está absolutamente prohibido. Y no vale eso de incluir una frase con la advertencia "IVA no incluído" para que se lo sumes tú a cada plato. Has venido a comer, no a hacer sudokus, que con un 10% es fácil, pero como vuelvan a subir el IVA... La ley establece que siempre hay que indicar el precio final completo, por lo que puedes plantear que no pagarás más del importe que habías leído junto a cada plato.

6. En mesa, los precios son más caros que en la barra. Pueden hacerlo, pero únicamente si en la carta desglosan todos los precios. Al igual que con el IVA, no es admisible legalmente limitarse a indicar a pie de página que habrá un porcentaje de incremento por el servicio en mesa.

7. Hay un suplemento si quieres la carne muy hecha. Se ve que hay que compensar de alguna forma el descomunal esfuerzo que representa para el cocinero. ¿Aplicarán un descuento si la pides casi cruda? Obviamente, ni se te ocurra aceptar esa tomadura de pelo.

8. En algunos platos de la carta, en lugar de los precios aparecen las siglas "SM" o "PSM". Ni los platos incluyen un libro de texto ni tienen nada que ver con el Partido Socialista de Madrid. Se refieren a que aplican "precios según mercado". Y como imaginarás a estas alturas, no es legal. Puede ser razonable que cada varios días, o incluso a diario, cambien los precios de carnes, pescados y mariscos frescos en proporción a su oscilación en el mercado, pero eso no les exime de reimprimir la carta o colocar una simple pegatina para actualizar sus importes.

9. Aplican un suplemento por el hielo. Si pides un refresco, resulta tan abusivo como si te cobraran por el vaso. Y cuidado, no vaya a ser que tengan otra tarifa por cada cubito extra. Si se trata de un café, siempre tienen la opción de incluir en la carta el "café con hielo" como un producto distinto. Es bastante cutre pero admisible legalmente.

10. El agua del grifo hay que pagarla. Pues sí, son unos roñosos pero no incumplen la ley... salvo que hayan olvidado incluirlo en la lista de precios.

11. Pides una pastilla para el dolor de cabeza y te la incluyen en la cuenta. No sólo no pueden cobrártela, sino ni tan siquiera dártela. Sólo las farmacias y los centros sanitarios pueden suministrar medicamentos. Si debido a sus contraindicaciones te provoca un problema, el responsable del establecimiento puede meterse en un lío.

12. Pretenden que pagues por entrar en el servicio. Igual la tarifa es más cara si quieres usar jabón o papel higiénico. Tan legal como que tú les cobres por tirar de la cisterna.

13. Hay una carta paralela cuyos precios sólo están en la mente de los camareros. "Además de lo que está en la carta tenemos...". En muchos casos, el complemento directo de esta frase es una eterna lista de platos por los que tienes que volver a preguntar una y otra vez: "¿Qué es lo que dijo entre la urta a la roteña y el solomillo al whisky?", "El decimonoveno montadito, ¿era de melva con pimientos o con alioli?". Si no aparecen ni en la carta que nos entregan en la mesa ni en una lista de precios perfectamente visible en el local, estás en tu derecho de negarte a pagar cantidades que consideres abusivas. Como mucho, puedes ofrecerte a abonar precios que se equiparen a los de otros platos que sí están por escrito. Y si no atienden a razones, tienen las de perder, no sólo porque no les pagues, sino por la multa que puede caerles. Haz una foto del listado de precios para aportarla como prueba si tienes que presentar una denuncia ante la autoridad autonómica de consumo.

14. Existe un "menú del día" del que nadie te informa. Una ley de 1965 obligaba a los restaurantes a ofrecerlo con primer plato, segundo, pan, vino (¡viva!) y postre. La norma está derogada, pero muchísimos locales tienen menú del día, en algunos casos porque creen que sigue siendo obligatorio. A veces lo esconden o le ponen un precio tan caro que sale más a cuenta elegir platos de la carta. Sus propietarios son tan listillos que creen que están saltándose una ley que ni siquiera existe. Y luego están los que incluyen en el menú platos que no darían de comer ni a sus mascotas.

15. No te permiten compartir el menú del día. Se ve que si comes de menú te están haciendo un favor, así que ni se te ocurra sacar la mano para coger una patata frita del plato de tu pareja, porque puede que haya cámaras grabándote. Pero no, obviamente no existe ninguna ley que diga que el menú es personal e intransferible.

16. Algunos precios se indican por gramos y no por unidad. Hay platos en los que puede ser razonable informar así, pero para no llevarte a error, la carta debería aclarar al menos el peso referente que suelen tener de media y el precio que les correspondería. Y si se trata de una pieza entera, por ejemplo un pescado, puedes solicitar que te la enseñen antes de cocinarla.

17. Cobran por el cubierto. Salvo que la idea sea que los paguen los clientes que quieran llevárselos a casa, es tan ilegal como que te cargasen una cantidad adicional por limpiar la mesa o poner el mantel. En resumen, no puede cobrarse nada que resulte necesario para la prestación del servicio. Y no, lo de que podrías comer con las manos no cuela.

También hay abusos que van más allá de los precios. La lista continúa:

18. El plato de atún tarda tanto que empieces a sospechar que han enviado al cocinero a pescarlo con sus propias manos.

19. El camarero sufre un síndrome de sordera selectiva y no percibe el sonido que producen ciertas combinaciones de palabras como "agua del grifo" o "cambiar los cubiertos".

20. Empiezan a tomarte nota de la comida con la mesa sucia. No falla: once de cada diez veces acabarán sirviéndote los platos sin haberla limpiado.

21. Eres el único sin atender en el local y el camarero sigue sin prestarte atención aunque te acerques a la barra. Necesita colocar antes todos esos platitos, cucharillas y azucarillos, ante el riesgo de que lleguen otros 300 clientes de golpe.

22. Desde que te sirven la bebida hasta que vuelven para tomar nota de la comida te ha dado tiempo a ver en el móvil la última temporada de Juego de tronos. Cada vez que aparece el camarero, se dedica a mirar al horizonte en lugar de a las mesas. Y cuando por fin se da cuenta de que estás levantando la mano, se da la vuelta. Posiblemente pensará que estás llamando un taxi. Lo peor es cuando acaban sirviendo los platos a un ritmo distinto para cada comensal y a tu pareja le ponen el postre mientras a ti todavía no te han servido el primer plato. Y tu comida llega por fin... fría. La solución no siempre es que se lleven el plato para volver a calentarlo. Si habías pedido la carne poco hecha, puede regresar más dura que la suela de un zapato.

23. El plato que te sirven no se parece en nada al de la foto. Y es que las imágenes de la comida que anuncian los restaurantes son como la foto de perfil que algunos amigos cuelgan en las redes sociales (la tuya no, por supuesto). Tienen tantos filtros y retoques que cualquiera diría que las hamburguesas de McDonald´s llevan demasiada carne.

24. Cuando traen la cuenta te dicen que no pueden cobrar con tarjeta porque la máquina se les averió ayer. Es algo que debieron indicar con un cartel, justo donde dicen que admiten el pago con tarjeta, y que el camarero tendría que haberte informado al llegar. Si no llevas suficiente dinero en efectivo, igual tu casa está más cerca que un cajero donde no te cobren comisión. Puedes pedir la cuenta del restaurante para hacerles el ingreso. Aunque igual tienen la desfachatez de insistirte en que salgas a la calle a buscar el dinero... y que les dejes a tu primogénito como señal.

25. Lo que sirven no se lo comerían ni los zombis de The Walking Dead. Hay locales donde la calidad brilla por su ausencia e incluso no tienen escrúpulos para servir alimentos en mal estado, algo que no resolverían ni aunque Alberto Chicote se fuese a vivir con el dueño. Si el plato está incomible o no tiene nada que ver con lo que has pedido, puedes negarte a pagarlo. Y si sufres una intoxicación alimentaria, no dejes de reclamar una indemnización por daños y perjuicios.
http://www.diariosur.es/sociedad/201508/31/abusos-deben-permitir-bares-20150831203757.html

#2

Abusos que no se deben permitir en bares y restaurantes

El gasto sanitario de los hogares aumenta un 23% por los recortes
Pasa de 18.907 millones de euros en 2009 a 23.323 en 2014, según cifras de CCOO
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Hacen faltan muchas crisis para darnos cuenta de la basura y oferta que a veces nos ofrece el mercado.

Basura
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http://www.consumehastamorir.org

Un saludo

#3

Re: Abusos que no se deben permitir en bares y restaurantes

Te olvidas del clasico de los clasicos que pasa en muchos sitios.....

Las botellas de agua segun los clientes las van dejando a medias las van rellenando para completarlas y servirselas al siguiente cliente, cuando veas al camarero superamable que delante tuyo te abre la botella de agua de plastico ya puedes sosprechar, si las botellas son de cristal aun puede ser mas facil que te engañen porque al necesitarse abridor el camarero siempre es el que la abre...
Otros van por la directa y te ponen la botella desprecintada en el medio de la mesa.
Eso si... en este caso te siguen cobrando los 2 euros por la botella de agua como si fuera nueva.

Otra cosa es que la comida que sobra en los platos se pone al siguiente cliente.

#4

“Si ningún negocio quiere clientes que ganen 7,25 dólares la hora ¿por qué permitimos que haya esos salarios?”

¿Para qué pensar si se puede embestir?

“Cuando los sabios quieren ser valorados por otros, primero valoran a los demás; cuando quieren ser respetados por otros, primero los respetan. Cuando quieren superar a otras personas, primero se superan a sí mismos” (Lao Tsé)

Esta mañana, muy a primera hora y mientras viajaba a Madrid, leí un artículo que tenía pendiente: Confronting the Parasite Economy. Why low-wage work is bad for business—and all of us.

Me pareció interesante pues su autor hace una crítica durísima al régimen salarial y de explotación laboral que se ha impuesto en Estados Unidos en los últimos años.

Los datos que proporciona son impactantes y muestra que una gran parte de las ayudas sociales, de comedor, vivienda, etc. que da el gobierno van a personas que trabajan pero con salarios tan bajos que no pueden sobrevivir.

La que él llama economía real proporciona salarios dignos e ingresos el Estado para poder sufragar la educación y el bienestar de millones de personas. Pero la que califica de economía parásita de las grandes corporaciones es una economía subsidiada y que vive de la explotación del trabajo. Y la llama parásita no solo por esto último sino porque con los sueldos de miseria que paga arruina al resto de las actividades económicas. “Si ningún negocio quiere clientes que ganen 7,25 dólares la hora ¿por qué permitimos que haya esos salarios?”, dice.

Denuncia que una cuarta parte de sus conciudadanos son pobres y que la mayoría de ellos, en contra de lo que se cree, trabajan para las grandes corporaciones. Y que el 47% de los niños que nacen en Estados Unidos necesitan ayudas del Estado porque sus familias carecen de ingresos suficientes.

La explicación que da de todo eso es que el mercado de trabajo se encuentra en un profundo desequilibrio porque los compradores de fuerza de trabajo (capitalistas) y los vendedores (trabajadores) tienen un poder de negociación muy distinto debido a la pérdida de peso de la negociación colectiva. Y porque los trabajadores tienen recursos limitados y necesidades inmediatas que le obligan a aceptar lo que le ofrezcan, mientras que la mayoría de los empleadores pueden aguantar sin sufrir demasiado daño. El autor del artículo lo dice muy claro: los empleadores imponen salarios más bajos porque pueden, porque tiene poder para ello.

El autor pone ejemplos de Estados e incluso de empresas que han mejorado su economía y sus resultados cuando han subido los salarios e incluso afirma que una subida de 1 dólar a la hora en el salario se traduce en un incremento de 2,08 dólares en el ingreso total nacional como resultado del efecto multiplicador que tiene una mayor capacidad de gasto que se va diseminando por la economía.

Su artículo termina diciendo que “en ausencia de acción colectiva, la economía parásita seguirá pagando salarios parásitos, empobreciendo a la economía real. Pero cuando los salarios mínimos se elevan razonablemente todo el mundo prospera”.

Como el artículo me pareció interesante y no conocía al autor, Nick Hanauer, fui a mirar quién era y descubrí que se trata de un empresario bastante conocido en Estados Unidos. Un empresario que ha liderado interesantes movimientos de activismo social en defensa de las libertades, la educación pública y la igualdad.

http://www.juantorreslopez.com/para-que-pensar-si-se-puede-embestir/#more-7557

Un saludo