La desbandada: comienza el desfile de altos cargos
Soplan vientos de fin de ciclo, tanto por la inminencia de las elecciones generales -cada vez es más probable que se adelante el límite teórico de marzo- como por las expectativas de cambio que se nutren del constatable desgaste de la mayoría gubernamental y del sentido de las encuestas, todas apuntando a una sólida mayoría del PP.
Es, pues, lógico hasta cierto punto que muchos miembros del establishment político, actualmente en el desempeño de cargos de confianza, estén buscando ya acomodo para resolver personal y profesionalmente la previsible cesantía.
El parado político más notorio después de las próximas elecciones será Rodríguez Zapatero, quien ya anunciado su retirada. En su caso, sin embargo, la supervivencia no constituirá un problema. Los ex presidentes son jarrones chinos que generan incomodidad general pero no se mueren de hambre. Les resulta fácil explotar su experiencia, su influencia, su biografía, algo perfectamente legítimo en todo caso en un país en que a los cincuenta años se han tenido que jubilar todos los presidentes del gobierno (salvo el efímero Calvo Sotelo).
Sociedad civil
Los futuros ex ministros tampoco tendrán problemas en general para acomodarse a la sociedad civil, que les ofrecerá generosas oportunidades. Pero hay un escalón de segundos niveles que podría verse en dificultades. Y ha empezado la desbandada, de momento pilotada desde Moncloa, es decir, asumida y favorecida por el presidente saliente.
Moratinos acaba de fracasar en su empeño de dirigir la FAO pero el activo ex ministro de Exteriores no se ha amilanado y es probable que, con apoyo oficial, consiga algún alto cargo internacional. Bibiana Aído, la que fue jovencísima ministra de Igualdad (después secretaria de Estado), ha logrado un alto cargo en su especialidad en la ONU, como número dos de la ex presidenta chilena Bachelet. Y Bernardino León, otrora el alter ego de Moratinos en misiones internacionales, después brazo Derecho de Zapatero en Moncloa, en todo momento considerado un valor notable por las cancillerías occidentales, ya es comisionado de la Unión Europea en la Península Arábiga?
También la mayoría saliente está provisionando algunos cargos institucionales con la esperanza de "reinar después de morir", según el adagio. El Ejecutivo ha mandado algunos 'ex' ilustres al Consejo de Estado (ya fue en su momento María Teresa Fernández de la Vega y ahora acaba de ser designado el expresidente extremeño Rodríguez Ibarra) y acaban de estrenar mandato en la presidencia de sus respectivos organismos Alberto Lafuente (CNE) y Bernardo Lorenzo (CMT). Es muy probable que el PP fuerce su sustitución, en cualquier caso?
De momento, el PP está consiguiendo evitar que el PSOE en el gobierno designe otros cargos para los que necesita consenso con la oposición: el Defensor del Pueblo y los magistrados del Tribunal Constitucional pendientes designación deberán esperar, probablemente, hasta después de las elecciones. Con esta dilación, la influencia de la previsible nueva mayoría será mayor.
En cualquier caso, se prevé que la llegada de Rajoy al poder será menos cruenta que la de Aznar en 1996. Tanto en las instituciones de la administración central como en los medios públicos. En RTVE, en concreto, la capacidad de maniobra del gobierno será reducida después de la neutralización política del organismo; se producirá algún deslizamiento pero poco aparatoso, y en cualquier caso el director del ente público continuará en su puesto ya que la renovación está tasada legalmente y no puede ser revocada por el Gobierno de turno.
Además, en estos tiempos de austeridad, los cargos de confianza decrecerán en la administración central, como ya está sucediendo claramente en las autonómicas. Estaremos más cerca, en fin, de los relevos normalizados en las grandes democracias, en que tan sólo un puñado de cargos cambia con la alternancia. Y en las antípodas de nuestros hábitos decimonónicos, que tan bien relató Galdós en su inefable novela 'Miau'