Incorporar la variabilidad de manera substancial en el factor trabajo, de facto es "empresarializar" a los trabajadores al riesgo y ventura del resultado económico del negocio.
Hay utopías económicas (vg el liberalismo "puro" de un Adam Smith, p.e.) que plantean una sociedad de todos empresarios, sin trabajadores laborales propiamente dicho.
Pero las cosas no son así. Ahora mismo, eso no podría funcionar. Si se hiciese, habría que hacerlo con todas las consecuencias, para lo malo (apretarse el cinturón), y para lo bueno (repartirse el lucro, y co-decidir).
Lo que se pretende, bajo esas aparentemente razonables palabras es:
Empresarializar mucho al trabajador respecto de los resultados adversos. Que cobre menos, si la empresa va mal, sea por razones de mercado o simplemente de mala gestión.
Empresarializar poco al trabajador respecto de los resultados prósperos. La participación en los beneficios, cuando existe o es propuesta, está siempre topada a una parte bastante mísera. Claro, el empresario quiere ser él el que gane dinero, no que se lo lleven los trabajadores.
Empresarializar NADA al trabajador en cuanto a co-decisión y co-poder político y de gestión. En mi empresa mando yo, faltaría más. A los trabajadores ya les pago el sueldo. Solo faltaría que encima pretendiesen mandar. Ni que esto fuese la revolución bolchevique.
Una medida de este calado solo se puede instaurar bajo una fuerte coerción legal estatal.
Y sería sumamente inestable a medio plazo para las actuales empresas existentes.
Si empresarializo a mis trabajadores (para lo malo), pero no les doy entrada en una verdadera participación en los beneficios y lucros, ni en el poder político y de decisión ¿Que herramientas tengo para mantener una plantilla motivada y capacitada?
Cualquier trabajador medianamente capaz, se plantearía que para estar j***do, y sufrir las penurias de la mala ventura, pero no poder disfrutar apenas, o nada, de lo bueno y positivo del negocio, mejor se pone por su cuenta.
Y muchos poniendose por su cuenta es una dura competencia, que causaría que muchas de las preexistentes empresas se vieran aniquiladas por las inexorables leyes del mercado (que solo el Estado es capaz de detener).
la plus belle des ruses du Diable est de vous persuader qu'il n'existe pas!