¿Qué mueve los mercados? A corto plazo, los analistas financieros que seguimos suelen citar un amplio abanico de noticias diferentes. Sin embargo, según los estudios de Fisher Investments España y su empresa matriz, Fisher Investments, los movimientos del mercado más importantes a largo plazo se deben a una sorpresa, es decir, a la diferencia entre la realidad y las expectativas. ¿Qué significa esto en la práctica y cómo pueden los inversores aprovecharlo?
Según nuestro análisis, la cotización de las acciones se rige por las condiciones económicas probables en los próximos 3 a 30 meses aproximadamente, lo que significa que los datos retrospectivos tienen poco efecto en los mercados, más allá de un posible impacto en el sentimiento a corto plazo. A veces, los datos recién publicados pueden contradecir las expectativas y acaparar los titulares, provocando fluctuaciones del mercado a corto plazo, pero no creemos que alteren mucho la dirección de la renta variable a largo plazo. En opinión de Fisher Investments España, esto se debe a que los precios de las acciones reflejan lo que acaba de ocurrir y lo que se avecina inmediatamente, y lo más probable es que el impacto de esas condiciones en los resultados de las empresas ya se conozca. Al mismo tiempo, tampoco creemos que las previsiones a muy largo plazo influyan mucho en las acciones, ya que los mercados no pueden descontarlas, debido a todas las variables que habría que tener en cuenta. Creemos que, dada la incapacidad de los mercados para asignar probabilidades a los resultados de acontecimientos lejanos, el debate sobre ellos sencillamente se desvanece en el ruido de fondo.
Además, dado que la posesión de acciones da derecho a los beneficios futuros de las empresas, hemos comprobado que la renta variable se centra en los factores que probablemente repercutan en los beneficios de las empresas. Según la experiencia de Fisher Investments España, los mercados descuentan rápidamente toda la información disponible sobre las perspectivas de las empresas, y las acciones analizan sin descanso el futuro previsible, ajustando sus perspectivas de beneficios en consecuencia.
Nuestros estudios muestran que las acciones se mueven principalmente cuando las probabilidades sugieren que la realidad diferirá de las expectativas iniciales. Consideremos el ejemplo extremo de los cierres a causa de la COVID que tuvieron lugar a principios de 2020. El índice MSCI World alcanzó un máximo el 19/2/2020, días antes de que en Italia se decretaran los primeros cierres regionales del mundo desarrollado. Creemos que, hasta entonces, los mercados esperaban un crecimiento económico y de los beneficios en todo el mundo a pesar de las noticias sobre la COVID en China y el cierre de la ciudad de Wuhan en enero, algo similar a lo ocurrido durante otras epidemias regionales asiáticas anteriores, como los múltiples brotes de gripe aviar y la propagación del SARS entre 2002 y 2004. Sin embargo, cuando la COVID llegó a Europa —y se hizo evidente el probable impacto económico negativo de las políticas de contención generalizadas—, los mercados empezaron a descontar su posible repercusión en los beneficios de las empresas. La renta variable cayó rápidamente un 33,8 % hasta el 23/3/2020, ya que descontó una recesión mundial y, en nuestra opinión, algo más. Esta caída constituyó el mercado bajista (definido como un descenso de más del 20 % impulsado por los fundamentales) más rápido de la historia moderna.
Pero luego las acciones subieron. ¿Qué ocurrió? Fisher Investments España cree que los mercados, tras descontar los peores escenarios posibles en la parte más próxima del intervalo temporal en el que se centra la renta variable (entre 3 y 30 meses), miraron más allá, hacia el final de ese rango, y consideraron el momento en el que los cierres nacionales estrictos serían más la excepción que la norma. Antes de que los organismos estadísticos publicasen las cifras económicas negativas vinculadas a los cierres —y mucho menos los informes que señalaban la recuperación—, los mercados subieron, descontando un rápido crecimiento a medida que las economías se reabrían, en nuestra opinión. El Comité de Fechado del Ciclo Económico de la Zona Euro del Centro de Investigación de Política Económica no insinuó una recesión (una amplia y prolongada desaceleración económica) hasta mayo de 2020, dos meses después del hecho. La recesión de Estados Unidos fue la más breve de la historia, aunque los economistas no la declararon oficialmente terminada hasta más de un año después. Consideramos que esto constituye un ejemplo inusualmente claro de cómo las sorpresas mueven los mercados.
Ahora bien, el enorme efecto económico inicial de los cierres —y la sorpresa del mercado que se produjo— no es habitual, pero creemos que sus enseñanzas son ampliamente aplicables. ¿Cómo pueden utilizarlas los inversores? En la práctica del día a día, consideramos que el seguimiento del sentimiento del mercado para monitorizar las divergencias que se producen entre la realidad probable y las sorpresas es de utilidad para entender la dirección de las acciones a largo plazo. Las sorpresas positivas que se producen de forma gradual son más habituales, según nuestras observaciones históricas. Creemos que por eso predominan los mercados alcistas (periodos de subida generalizada de los precios de las acciones). Si los titulares, las encuestas y otras mediciones que seguimos de la confianza de los inversores son mayoritariamente pesimistas o escépticos sobre las perspectivas económicas, eso puede rebajar el listón para que la realidad supere las expectativas. Si los resultados son mejores de lo esperado, creemos que el alivio resultante —sea consciente o inconsciente— ayuda a impulsar las acciones al alza.
Sin embargo, cuando la realidad es mucho peor de lo previsto, puede producirse un mercado bajista. Nuestros análisis muestran que los mercados bajistas se forman de dos maneras posibles. Fisher Investments España las denomina el muro y el golpe. En los mercados alcistas, hemos comprobado que las acciones superan un muro de preocupación, y van subiendo a medida que el alivio las empuja de forma gradual e irregular hacia arriba. A menudo hemos observado que, a medida que los mercados alcistas avanzan, las preocupaciones se desvanecen y el sentimiento se vuelve cada vez más optimista. En nuestra opinión, si este optimismo da lugar a una euforia generalizada, las expectativas pueden llegar a ser muy difíciles de superar, lo que crearía las condiciones para un mercado bajista, ya que los inversores pasan por alto los aspectos negativos y esperan unos datos positivos poco realistas. Es entonces, a nuestro modo de ver, cuando la renta variable alcanza la cima del muro de preocupación, ya que las inquietudes se evaporan. Otro tipo de comienzo de un mercado bajista es cuando se produce lo que llamamos un golpe, un acontecimiento capaz de aniquilar el crecimiento mundial de forma inesperada, por ejemplo, los primeros cierres por la pandemia decretados en todo el mundo. Sin embargo, pensamos que este tipo de acontecimiento económico negativo, de varios miles de millones de euros, debe ser sorprendente, algo que la mayoría no ve venir. Si todo el mundo lo ha previsto, los mercados probablemente ya lo habrían descontado y, en nuestra opinión, no causaría un golpe de gran calibre.
Ante nosotros se abren oportunidades —y riesgos— en función de la distancia entre las expectativas y la realidad. Creemos que prestar atención a la divergencia entre ambas puede arrojar luz sobre los factores que probablemente den lugar a movimientos importantes del mercado y ayudar a los inversores a distinguirlos de los que pueden generar movimientos pasajeros —una ventaja fundamental con respecto a la multitud, en opinión de Fisher Investments España —.
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