Duncan Lamont, Jefe de investigación y análisis en Schroders
Los estadísticos del fútbol y de los mercados suelen usar y abusar de los datos históricos, pero una verdad atemporal salva el día.
La selección masculina de fútbol inglesa está en su primera gran final desde 1966. 30 años de dolor se han convertido en 55 años de dolor. Es sólo una de las muchas estadísticas desagradables que han perseguido al equipo nacional a lo largo de los años y, a las que esperan poner fin pronto. El anterior partido Inglaterra-Alemania fue un auténtico campo de batalla para los expertos en estadísticas. Todos los artículos de prensa y los presentadores de televisión repitieron que Inglaterra no había ganado a Alemania en un partido de eliminatoria desde 1966.
Los jugadores ingleses de los equipos perdedores de los partidos de Italia 90, la Eurocopa 96 y la Copa del Mundo de 2010 en Sudáfrica salieron a comentar lo difícil que es ganar a los alemanes en un torneo de fútbol. Y, para poner el dedo en la llaga, un periódico británico se refirió al hecho de que Inglaterra sólo había ganado un partido eliminatorio en una Eurocopa en los 53 años anteriores (una victoria en la tanda de penaltis contra España en la Eurocopa 96).
El fútbol nunca ha estado tan inundado de estadísticas. Pero algunas son más útiles que otras. ¿Debería importar alguna de ellas? ¿Por qué la actuación de un equipo hace 25 años en la Eurocopa 96 debería influir en quién gane este último encuentro?
El "track record" histórico a largo plazo es irrelevante en cuanto a qué equipo tiene más capacidad, está mejor organizado, está en mejor forma o está más capacitado físicamente el día del partido. Al fin y al cabo, los jugadores de ambos equipos son totalmente diferentes a los del pasado.
Inglaterra venció a Alemania, demostrando así lo que a menudo se nos dice que es cierto en el mundo de la inversión: que la rentabilidad pasada no es una guía para el futuro y puede no repetirse.
Paralelismos con la inversión
Hay un punto más amplio aquí. Siempre que se lleve a cabo un análisis a largo plazo, hay que ser consciente de lo comparable, o no, que es el presente con el pasado.
Del mismo modo que los jugadores ingleses de hoy en día son diferentes al equipo de Gary Lineker en los años 90, las empresas del mercado de hoy en día son totalmente diferentes a las del pasado, algo que también se aplica a otros mercados de activos.
Me encantan los datos a largo plazo y uno de los mejores es el del profesor Robert Shiller sobre la valoración del mercado estadounidense. Se remonta hasta el año 1871. Pero, ¿hasta qué punto son comparables los titanes tecnológicos de hoy en día con las empresas ferroviarias que dominaban el mercado bursátil estadounidense en aquella época?
La tecnología, especialmente el software, se puede escalar a un gran número de usuarios de todo el mundo por un coste muy marginal. A veces lo único que se necesita es un lugar en una tienda de aplicaciones. Con sólo pulsar un interruptor, se puede acceder al mercado global.
Para una empresa ferroviaria habría sido una historia totalmente diferente. La expansión habría dependido de una importante inversión de capital, mano de obra y tiempo.
¿Esperamos que estas empresas coticen con los mismos múltiplos de valoración? Está claro que no. Entonces, ¿por qué tiene sentido comparar la valoración del mercado bursátil actual con la de principios del siglo XX? Esto no significa que el análisis a largo plazo sea una pérdida de tiempo. Pero sí significa que hay que ser consciente de sus limitaciones.
Una cosa es atemporal
Otra razón por la que el análisis a largo plazo puede seguir teniendo valor es que hay algo que es atemporal, y es el comportamiento humano. El miedo y la codicia son tan antiguos como el tiempo.
Puede que los ferrocarriles sean fundamentalmente diferentes a las empresas tecnológicas, pero fueron en gran medida los "hot stocks" o valores de moda de su época. Esta cita se refiere a la manía por los ferrocarriles en Reino Unido en el siglo XIX: "A finales de 1845, los anuncios de ferrocarriles cubrían más de la mitad del espacio de muchos periódicos. Dichos anuncios estaban plagados de afirmaciones infladas, proyecciones de ingresos optimistas y prácticas contables cuestionables, despertando la euforia entre los inversores". Es por ello que algunos inversores en ferrocarriles obtuvieron enormes beneficios, pero muchos otros fueron engañados por fraudes y estafas.
Algo similar ocurría en Estados Unidos, donde el excesivo optimismo provocó un exceso de oferta y una eventual quiebra, enviando a la quiebra a cerca de una cuarta parte de los ferrocarriles en 1894. La fiebre de los ferrocarriles, la tulipán-manía, la burbuja de las puntocom... la historia está llena de ejemplos en los que la exuberancia de los inversores ha hecho subir demasiado los precios en relación con su valor fundamental. Lo contrario también es cierto. En tiempos de pánico, los mercados entran en caída libre, como ocurrió el año pasado. Esto lleva a un exceso en la dirección opuesta.
Hay, por supuesto, muchos más ejemplos de naturaleza menos extrema. La máquina humana está programada para responder a los estímulos emocionales. Saber que tenemos sesgos de comportamiento no hace que sea más fácil evitar las trampas que nos tienden (tal vez usted sea una excepción, pero, ya sabe, el exceso de confianza...).
La atemporalidad de la respuesta humana es otra de las razones por las que entender cómo actuaron los inversores en el pasado puede ser útil para evaluar los mercados en la actualidad. También es la única razón por la que la histeria en torno a los resultados futbolísticos del pasado puede influir en los resultados de hoy. Los fundamentales son totalmente diferentes, pero la psicología no lo es. Los titulares sobre los fracasos del pasado pueden pesar en la mente de los jugadores. Recordárselo continuamente no ayuda.
Afortunadamente, los jugadores de hoy en día tienen psicólogos que les ayudan en este aspecto. Del mismo modo, siempre he creído que es un área en la que un asesor financiero puede tener un gran impacto en el resultado de la inversión de un individuo. Estos asesores, el equipo técnico y los jugadores tendrán que esforzarse si Inglaterra quiere liberarse de su historial de 55 años de dolor.
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