"Las mujeres, seres superiores y más evolucionados que el primitivo hombre, saben perdonar más que nosotros.
Ahora saltará mi querido navarro Arrapiezo y me llevará la contraria.
Pues no, Arrapiezo. Pues no, querido. Por una puntual mala experiencia, no se puede generalizar. Estoy contigo que cuando una mujer sale mala, es más malvada que cien hombres malos juntos: utilizan la superior psicología que les ha regalado la evolución para manipular, engañar, mentir, extorsionar".
¡Ya estoy aquí!
Estuve aprendiendo un idioma y en clase éramos 9 mujeres y yo. Me lo pasé muy bien con ellas, me cuidaron de maravilla. El idioma no conseguí aprenderlo porque tengo la cabeza muy dura y eso que entre mis compañeras no había ninguna belleza deslumbrante que me despistara en las clases.
Las mujeres son "mucho malas" y vengativas y egoístas y competitivas en sumo grado en el rencor y en la envidia. Ejemplo al canto: ¿Por qué es imposible que una suegra y su nuera vivan juntas? Respuesta: Porque las dos son mujeres y las dos son más malas que un puñetero veneno.
Eso sí, en mi primer libro editado la protagonista es una mujer buena y está buena. Y los hombres que la rodean la admiran y le obedecen ciegamente.
Quiero a las mujeres tanto que esto es lo último que he escrito en mi segundo libro.
"Estaba tan cautivado por Elizabeth y tan consumido por la pasión que ni siquiera me di cuenta cuando pagué con mi tarjeta de crédito ni cual fue el importe.
Por suerte el apartamento de Elizabeth estaba cercano, si no hubiéramos tenido que regresar al Sofitel, al otro lado de la calle. Nos besamos en la acera. Pasé mi brazo por encima de sus hombros y recorrimos el espacio hasta su casa rápido pero quizás no tan rápido como yo deseaba. Con mi mano libre toqué en el fondo del bolsillo el trozo de tela de la prenda de Elizabeth, un calor sofocante me invadió.
El apartamento parecía pequeño y confortable, digo que parecía porque Elizabeth y yo, nada más cruzar el umbral de la puerta, nos abrazamos con furia desmedida y recorrimos el pasillo hasta su dormitorio sin separar nuestras bocas ni un solo instante.
A la mañana siguiente ni siquiera Dante Alighieri con su rica imaginación trabajando a todo trapo hubiera podido describir con exactitud el estado en que se encontraba la habitación, el aspecto de la misma no era dantesco pero, todas las prendas que vestíamos al llegar al apartamento habían quedado diseminadas por la estancia en completo desorden, creo recordar incluso que una prenda colgaba de la lámpara del techo, desconozco, en este momento, de cual se trataba ni de cómo había ido a parar allí.
Elizabeth y yo, desnudos y abrazados en el centro de la cama, descansábamos de una agotadora noche de buen sexo. La verdad, es que, teniendo entrelazado su cuerpo con el mío, yo no deseaba de ninguna manera abandonar ese confortable nido de amor para salir a la calle a buscar trabajo. ¡Que no!, me dije tratando de convencerme de la inutilidad de tal cosa".
Y es que... todas son malas, pero algunas están muy buenas.
Un saludo.