"En cuanto a lo que comenta Manuel sobre el factor “miedo”, es un elemento que no debería existir en una operativa seria, ni tampoco la ansiedad o la preocupación. Todo esto debe quedar fuera de la ecuación. Deberíamos enfrentarnos al mercado como un futbolista a un penalty o como un cirujano a una intervención quirúrgica: Conscientes de los riesgos y también de las herramientas que pueden ayudarnos a tener éxito: El análisis, la experiencia, la disciplina, la templanza, la paciencia, la perseverancia, etc. "Uno de los mejores párrafos que se pueden leer. Es la clave de todo inversor. Las emociones son nuestra perdición. Hay que entender que esto solo son números. Números fríos. Números que suben y bajan y que nos permiten (idealmente) ganarnos la vida. Si nos dominan las emociones, entonces no debemos estar aquí, porque a largo plazo perderemos fijo.Viví en casa de mis padres hasta los veintitantos, pero desde los quince años era yo quien, en la práctica, llevaba todo lo relacionado con sus pequeñas inversiones. Un sueldo medianejo, unos ahorros medianos, los de toda una vida trabajando. Mi padre dejó de ocuparse completamente de esto en un par de años, porque vio que yo, aunque aún era menor de edad, respondía y sabía más que él. Estudié, pasaron los años. Empecé a trabajar en mi ciudad y todo siguió igual. Mi padre ganaba o perdía con su cuenta de fondos, que yo gestionaba según su nivel de riesgo aceptable, que era bajo. Llegaban informes trimestrales al correo, que él nunca leía (mi madre, ama de casa, mucho menos). Yo los veía. Veía los (-) y los (+) y seguíamos adelante. Nunca le conté si ganaba 50.000 pesetas en el trimestre o si perdía 8.000. Lo que importaba era la solidez de la inversión. Y que a la larga era buena para él. Punto pelota.Por mi parte empecé a ganar dinero con el trabajo y fui haciendo mi propia cartera, mucho más arriesgada, pero esa es otra historia.Encontré pareja fija y formamos una familia. Pasados los treinta años me fui a vivir a una ciudad a 200 kilómetros de distancia, con mi mujer. Por primera vez en casi 20 años dejé de lado la cartera de mi padre durante un par de meses. Era una cartera a largo plazo y las fluctuaciones momentáneas no me importaban nada (estábamos en la crisis punto.com de los primeros 2000 y llevábamos tres o cuatro trimestres en negativo incluso en la renta fija). Pasaron marzo y abril, o algo así. Finalmente un fin de semana pude acerarme por casa de mis padres y revisé los sobres del banco, como siempre. Me encontré con uno en el que constaba que mi padre había vendido todos sus fondos y rescatado su importe, unos pocos millones de pesetas, con pérdidas de medio millón o más. Le eché la bronca, pero el hombre (lo recuerdo viejísimo pero la verdad es que tenía la edad que yo tengo ahora) no entendía nada. "El mes pasado abrí el sobre, vi que perdía mucho dinero y fui corriendo al banco para venderlo todo. Menos mal que lo hice, me iba a quedar sin nada.." me contestó.Fue el primer sobre de banco que mi padre abría en 20 años, y también el último. Para cuando, al lunes siguiente, pude ir a la puñetera sucursal (las cosas no eran como ahora) y reinvertir todo su capital, el mercado ya se había recuperado de todo lo perdido con creces.Se le fue casi un millón de pesetas por la maldita manía de las "variaciones diarias" los "informes trimestrales" y demás gaitas cortoplacistas. Por no entender lo que es invertir. Porque su hijo no estaba ahí para ocuparse de sustraerle del ruido. Por culpa del exceso de información a quien no hay que informar, porque no entiende, porque trata las inversiones como si fueran parte de la vida en la selva, donde ante cualquier ruido, cualquier amenaza, hay que salir corriendo como si hubiera un tigre al acecho, en lugar de verlas como lo que son en el mundo moderno: una oportunidad.El miedo salvaba vidas en la selva hace 100.000 años. El miedo arruina inversores ahora, ya no sirve para este contexto.Calma. Mirar de lejos. No pasa nada. Aprovechar los momentos flojos para construir el futuro, no agobiarse cuando las cosas van mal a corto plazo. Es normal. No es un drama, es una oportunidad.