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Participaciones del usuario Karlicones - Consumo

Karlicones 02/10/18 12:38
Ha respondido al tema Versos sueltos
¡¡Qué más quisiera que estar de farra en lugar de no poder dormir!!    Es que hace falta mala baba prescribir para la noche medicamentos que te producen insomnio...   Para txupitos de Katxis en el botxo está la menda. Ayer, precisamente después de hablar contigo del Camino, vi en la TV por la noche, muy noche, que ahora la veo más que antes, un programa dedicado al Camino, a la versión menos cristiana y más negociante del asunto. ¡Cómo ha cambiado desde que lo hicimos por primera vez! Todo se masifica, las fiestas populares, los Caminos de Años Jubilares (o no); el Santo gallego, no lleva ya la capa que le caracterizaba, le han puesto una de pacotilla, porque la gente aprovechaba el famoso abrazo, para arrancarle piedras preciosas... ¡Alucinante! ¡Cómo está el patio! Por lo demás, la ciudad sigue igual, quedan seis azabacheros artesanos, ¡qué obras de arte hacen estos señores con trozos de madera fosilizada! Que sí, que ahora me vendrán los puristas a decir que el  azabache es un mineraloide de color negro brillante; escasa variedad de carbón húmico formado en el periodo Cretácico y blablabla... que queda más bonito, pero la verdad es que se originó a partir de troncos de árboles de las familias Araucaráceas y Protopináceas, enterrados y sometidos a altas presiones, en resumen, madera fosilizada... ¡Pero qué joyas, qué hermosura, qué arte! ¡Cuántos recuerdos con mi madre, pateando la Azabachería! Y mi padre, mientras tanto, sentado en una preciosa terraza admirando los maravillosos edificios de la Coruña Vieja... Cada loco con su tema y todos muy felices.    Ahora me doy cuenta la gran suerte que tuve con mis padres, los mejores que se puedan desear, ¡¡cuánta España me mostraron!! ¡Ganas de volver a Galicia!   Un abrazo, me ha entrado un hambre de pulpo que no veas, jajajaa     ¡¡Sed muy felices!!      
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Karlicones 02/10/18 12:28
Ha respondido al tema Versos sueltos
No me hables de dobles idiomas, que me parto a veces.   Estoy buscando, dentro del ascensor, en qué planta tengo que aterrizar. Buscando en el directorio que tienen la bondad de colocar en la pared del ascensor los del Corte. Sin darme cuenta de que estoy leyendo en otro idioma, ya que algunas palabras coinciden, leo "Cotillería". tal cual. Releo, cómorrrr, "cotillería" ¿Departamento dónde van los cotillas a charlar? Mis ojos corren veloces al título de idioma y busco el castellano. "Corsetería". Bien, pues no es lo mismo, aunque puede ocurrir que algún cotilla se pase por ese departamento a fisgar algo, jajjaaa...   Hay muchas palabras en diferentes idiomas que coinciden. Hay palabras homónimas, homógrafas en ambos idiomas y ya ves, son dos idiomas distintos y una sola palabra. Pero claro, todas no van a ser, sería divertido entonces que discernieran uno y otro, he he he.   Vuelve el calor y hasta el viernes, sigue subiendo. Menos mal que las rebajas no entienden de temperaturas.   Y mi suegra empeñada en que volvamos por Navidad, como los turrones de aquella marca.    Un abrazo en Torres de Cotillas.   ¡¡Sed muy felices!!      
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Karlicones 02/10/18 12:21
Ha respondido al tema Versos sueltos
Me acaban de pasar una contraseña temporal, hasta que se arregle el problema.   Sííí, está todo transportado, jajaaa, y liquidado, y cerrado con los antiguos e incluso, celebrado. Ya sabes que en esta bendita casa, lo celebramos todo, todo y todo.   Todavía me estoy riendo del comentario de Barbudín. Ha encontrado una super oferta en el Corte Inglés de Afeitadora, Cortamelenas que encima, llevaba una maquinita para el vello de la nariz o no sé qué monsergas más. Todo por 30 lereles. Es lo que tiene ser un osito de peluche... Total, que le pregunta a la vendedora qué precio tenía, porque en el panel ponía casi 60 y ese precio no le parecía ya tanta ganga. La chica le dice: Treinta. Y él salta, en un tono de voz agudo, jajajaa, como el del anuncio y con un volumen, digno de ser oído en varias plantas del edificio: "¡¡ME LO LLEVOOO!!" Esto con su lengua de trapo, de guiri en apuros, jajaaaa. La chica, partida de la risa, es encantadora esta vendedora, siempre está sonriendo, trabaja muy a gusto y te atiende con una paciencia infinita. No podíamos parar de reír, ¡Me lo llevo, me lo llevo! Insistía el guiri, jajajaa   Los inteligentes los tienen, volviendo a tu post. Pero están escondidos, jajaaa   Es absurdo cerrarse puertas. Y más en una entidad en la que estuve, me fui hace cosa de 20 años, quizá algo más y VOLVÏ... Luego ya tienen la experiencia de que se puede volver, que yo lo hice, hombre. Quizá piensen que si tengo que volver dentro de otros 20, igual no llego, jajaaaa. (Siempre positivos, nunca, nunca negativos)    Un abrazo, hoy comprador, buscando rebajas de después del verano. Me he comprado un bolso nevera monísimo. Tras la segunda o tercera rebaja, se ha quedado en 5 euritos. Luego le pongo, cuando lo vaya a usar, la botella congeladora, tenían incluso éstas con mucho descuento... y en el otro espacio, la vacuna que llevaré de paseo los próximos meses...   ¡Que funcionen las vacunas, Dios mío, eso es lo único importante!   La salud. Luego todo lo demás.   Sigo con dudas con el número de la suerte de este año. A Karl le han colocado otro terminado en 5. Estoy por participarte en dos distintos, 10 y 10 euros. ¿Qué te parece? ¿O prefieres uno solo, 20 euros? Ya me dirás y entonces, te comunicaré con qué número/s juegas/jugamos. Este año, hacemos historia, te lo digo yo, jajajaa   Sigo contestando, que tenía esto del foro un tanto aparcado. Son demasiados temas, demasiadas preocupaciones, actividades, y ahora encima, las rebajas del post-verano. ¡¡Esto es un no parar!!   Supongo que me responderás cuando vuelvan las golondrinas a posarse en su nido. No importa. Queda escrito y respondido, que hoy tenía tiempo libre y hay que aprovechar huecos, como sea, que menuda racha...   Un abrazo (número 2) Reiterarse en esto, no es malo.    ¡¡Sed muy felices!!          
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Karlicones 29/08/18 20:27
Ha respondido al tema Versos sueltos
Una de las muchas formas de ayudar a los más necesitados, sin que tu mano izquierda sepa lo que hace tu derecha, sin salir en la foto, sin ponerse medallitas.   Magnífica labor social la de las Hermanitas de los Pobres.   Hoy es el día grande de su Fundadora.   María de la Cruz (Juana) Jugan, Santa María de la Cruz (Juana) Jugan, Santa Fundadora, 29 de agosto Por: . | Fuente: Clairval.com  Fundadora Martirologio Romano: En Renes, en Francia, Santa María de la Cruz (Juana) Jugan, virgen, que fundó la Congregación de las Hermanitas de los Pobres, para pedir limosna por Dios para los pobres, y expulsada injustamente de la dirección del Instituto, pasó el resto de su vida en la oración y en la humildad. ( † 1879) Fecha de canonización: 11 de octubre de 2009, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI. Breve Biografía Juana Jugan nace en Cancale (Bretaña - Francia) el 25 de octubre de 1792, y es bautizada aquel mismo día. Es la quinta de una familia de siete hermanos. Su padre, marino como la mayoría de los habitantes de Cancale, desaparece en el mar el año en que Juana cumple su cuarto cumpleaños. La pequeña Juana aprende enseguida de su madre a realizar las tareas domésticas, a cuidar de los animales y, sobre todo, a rezar. Al igual que otras muchas iglesias, la de Cancale había sido cerrada por la Revolución. Ya no hay catecismo organizado, pero muchos niños reciben instrucción en secreto por parte de personas piadosas. En 1803, Juana recibe la primera Comunión. A partir de aquel día se vuelve especialmente obediente y dulce, dispuesta para el trabajo y asidua a la oración. «No encontrarás mejor partido» A finales de 1816 tiene lugar en Cancale una gran «Misión»: unos veinte sacerdotes se reparten los sermones, el catecismo, el Rosario, las confesiones, las visitas a domicilio, etc. Son días de gracias y de fervor por toda la parroquia. En medio de la oración, Juana siente brotar en su corazón un enorme deseo de consagrarse al servicio de los pobres por amor de Dios, sin esperar recompensa humana alguna. Al final de la Misión, rechaza definitivamente una petición de matrimonio. Su madre le pregunta: «¿Por qué lo has rechazado? No encontrarás mejor partido. – El Señor me reserva para una obra que aún no se ha fundado», responde Juana. Al año siguiente, Juana abandona Cancale y a su familia para servir a Cristo en medio de los pobres y vivir como pobre entre ellos, entrando como enfermera en el hospital Rosais de Saint-Servan. Pero, al cabo de varios años de servicio, cae gravemente enferma. Una persona caritativa, la señorita Lecoq, la acoge en su casa. Durante doce años, llevarán las dos una vida en común, condicionada por la oración, la Misa diaria, la visita a los pobres y la catequesis a los niños. Tras la muerte de la señorita Lecoq, Juana conoce a Francisca Aubert, que comparte el mismo ideal de vida. Alquilan una vivienda y se consagran al cuidado de los pobres. Muy pronto se les agrega una joven de diecisiete años: Virginia Trénadiel. Una tarde, Juana regresa, con aspecto preocupado, de su jornada de trabajo. Francisca vigila la sopa mientras hila en la rueca. Juana le dice: «Acabo de visitar a una persona digna de lástima... ¡Imagínate una anciana ciega, medio paralítica, completamente sola en un cuchitril y en estos primeros fríos del invierno!... Francisca, ¿qué te parece si la traemos a casa? Para los gastos, trabajaré más. – Como quieras, Juana». La ciega se llama Ana Chauvin. Al día siguiente, Juana la recoge y la acuesta en su propia cama. La inválida siente preocupación: «¿Cómo harán para alimentarme? ¿Dónde se acostará usted si me da su cama? – No se preocupe», responde Juana. Unos días más tarde, una vieja soltera, Isabel Quéru, tiritando de frío, llama tímidamente a la puerta. Había servido sin sueldo, durante muchos años, a unos dueños arruinados. A la muerte de éstos, se había quedado sin protección y sin recursos. «Isabel, le dice Juana, es el Señor quien le envía. Quédese con nosotras». Una amiga de Virginia, María Jamet, no tarda en relacionarse con Juana y la gente de su casa. El 15 de octubre de 1840, las tres amigas fundan una pequeña asociación de caridad dirigida por el párroco Augusto Le Pailleur, vicario de Saint-Servan. Francisca Aubert acepta ayudarlas en lo que respecta a las curas y a los remiendos, pero se considera demasiado mayor para comprometerse más a fondo. En contrapartida, una joven obrera de veintisiete años, muy enferma, Magdalena Bourges, que había sido acogida y curada por Juana, se incorpora a aquel pequeño grupo. De ese modo, en torno a las dos mujeres mayores, acaba de nacer una pequeña célula, embrión de una gran congregación que se llamará de las «Hermanitas de los pobres». «Con mi cesto...» Muy pronto, otros ancianos indigentes solicitan ser hospedados, y las hermanas se trasladan a otros locales más amplios. Pero la generosidad de los amigos y los ingresos de las hermanas, de cuyo trabajo vive la casa, ya no son suficientes. Las ancianas que tenían costumbre de mendigar le dicen a Juana: «¡Reemplácenos, mendigue por nosotras!». Un religioso de San Juan de Dios mueve a la fundadora a que siga ese consejo y le entrega su primer cesto de la colecta. La orgullosa naturaleza bretona de Juana se rebela ante esa necesidad, pero al final se decide. Más tarde les dirá a las novicias: «Os mandarán a la colecta, hijas mías, y os costará mucho. También yo la hice, con mi cesto; me costaba mucho, pero lo hacía por el Señor y por los pobres». He aquí el origen de la colecta, principal fuente de ingresos de las Hermanitas de los pobres. En sus rondas, Juana pide dinero, pero también dádivas en especie, como verduras, sábanas usadas, lana, un caldero, etc. Pero no siempre es bien recibida. Un día, llama a la puerta de un anciano rico y avaro; consigue persuadirlo y recibe una buena ofrenda. Al día siguiente, la limosnera se presenta de nuevo en su casa, pero esta vez él se enfada. «Señor, responde ella, mis pobres tenían hambre ayer, también hoy tienen hambre y mañana seguirán teniendo hambre...». Ya más tranquilo, el bienhechor entrega una limosna y promete seguir haciéndolo. En otra ocasión, un viejo soltero, enfadado, le pega una bofetada. Ella le dice con humildad: «Gracias; eso es para mí. ¡Pero ahora déme algo para mis pobres, por favor!». Tanta mansedumbre abre el monedero del solterón. De ese modo, con la sonrisa, consigue invitar a los ricos a la reflexión, al descubrimiento de las necesidades de los pobres, y la colecta se convierte en una verdadera evangelización, en una llamada a la conversión del corazón. Juana Jugan siente aversión por la ociosidad. «La Virgen era pobre, le gusta repetir. Hacía como los pobres: no perdía el tiempo, pues los pobres nunca deben estar desopucados». Tras haber conseguido unas ruecas, hiladoras y devanaderas, las entrega a sus internas menos impedidas, quienes, orgullosas de aportar con su trabajo algún dinero a la bolsa comunitaria, se toman mayor interés en la vida del asilo. Poco a poco, Juana y sus amigas se organizan. Llevan una vestimenta semejante, un nombre de religión –el de Juana es «sor María de la Cruz»– y pronuncian votos privados, de obediencia y de castidad. Algo más tarde añaden los de pobreza y hospitalidad. Por este último se consagran a la acogida de los ancianos pobres. A finales de 1843, las hermanas tienen a su cargo unas cuarenta personas, hombres y mujeres. El 8 de diciembre, proceden a elegir a su superiora, cuyo cargo vuelve a recaer por unanimidad en Juana. Pero el día 23, el párroco Le Pailleur impone su autoridad y anula esa elección, designando como superiora a María Jamet, que tiene sólo 23 años (Juana tiene 51). El sacerdote teme, en efecto, no poder dirigir la congregación a su antojo con Juana, cuya experiencia y celebridad le molestan. Juana mira el crucifijo de la pared, después una estatuilla de la Virgen, y se arrodilla ante su sustituta, prometiéndole obediencia. En adelante su misión consistirá en hacer la colecta. Un alma menos templada habría retrocedido ante la perspectiva de perder el gobierno de una casa organizada a su manera, para convertirse en una mendiga. «A mi entender –declaró un religioso franciscano originario de Cancale–, por parte de mi venerable compatriota, el hecho de ser desposeída de su puesto de superiora y de convertirse en una simple mendiga fue un gran acto de virtud, porque las mujeres de Cancale son más bien independientes, incluso autoritarias, y antes prefieren mandar que obedecer». A partir del 24 de diciembre, a pesar del riguroso ayuno de aquella vigilia de Navidad, Juana vuelve a sus rondas de colecta. «¡Cuántas pruebas y méritos –exclamó un orador– supone esa colecta llena de angustias, realizada siempre para cubrir las necesidades de ese día o del siguiente! ¡Había que salir a pesar del tiempo, sufrir el calor, el frío o la lluvia, abordar a todo tipo de gente, recorrer largos trayectos y llevar pesados fardos!». Pero el alma de Juana está «verdaderamente imbuída del misterio de Cristo Redentor, en especial en su Pasión y Cruz» (Juan Pablo II, 3 de octubre de 1982). ¿Madre o hija? Unida a Cristo, Juana acepta de corazón las humillaciones, llegando incluso a amarlas y a buscarlas. Quizás, una de las que más le cuesta sobrellevar es, a causa de su orgullo nativo, la que procede de la manera en que la superiora le prodiga sus advertencias. En una carta del 26 de enero de 1846, María Jamet, veintisiete años más joven que Juana, le escribe: «Querida hija... ¡Qué bueno es Dios, que permite que una pobre como tú sea tan bien acogida!... Sin embargo, hija mía, procura no ser importuna, y si llegas a molestar, aunque sea poco, no abuses de la bondad de esa excelente persona... Te recomiendo que tengas cuidado de no concebir ningún sentimiento de amor propio. Debes convencerte de que, si actúan contigo de ese modo, no es a causa de ti, sino que es Dios quien lo permite para bien de sus pobres. En cuanto a ti, considérate como lo que eres en realidad, es decir, pobre, débil, miserable e incapaz de todo bien... Tu madre, María Jamet». Juana recibe esos consejos con dulzura y humildad. El desarrollo de la obra obliga a extender las colectas más lejos. Juana es enviada a Rennes, donde, desde los primeros días se fija en los mendigos, sobre todo en los más viejos, que necesitan auxilio con urgencia. Sin duda alguna, hay que fundar una casa en esa ciudad. Con la ayuda de San José, el 25 de marzo de 1846 adquieren una casa. Juana vuelve a sus colectas por las ciudades del oeste de Francia. Se inauguran casas en Dinan, Tours, París, Besançon, Nantes, Angers, etc. Varias veces, porque ha sabido conquistar la confianza de todos, Juana consigue salvar del desastre a la obra, cuya dirección le ha sido usurpada. Ella acude, obtiene los fondos que faltan, anima a unos y a otros y se eclipsa para ayudar en otros lugares. Parece como si no tuviera dónde reposar la cabeza, pero ella se apoya por completo en la Providencia. «¡San José, queremos mantequilla!» Es deseo de Juana Jugan que las personas mayores se sientan realmente como en su casa en los lugares de acogida. Un día, en la fundación de Angers, se da cuenta de que los ancianos comen el pan sin nada. «¡Estamos en el país de la mantequilla!, exclama. ¿Por qué no le pedís a San José?». Enciende una lamparilla ante la estatua del padre putativo de Jesús, manda que traigan todos los recipientes de mantequilla vacíos y coloca un cartel: «San José, mándanos mantequilla para los ancianos». Los visitantes se extrañan o se divierten ante semejante candor, pero bajo esa aparente ingenuidad se esconde una profunda fe. Unos días más tarde, un donante anónimo envía un lote muy importante de mantequilla, con el que se llenan todos los recipientes. También es deseo de Juana procurar alegría a sus pobres, por lo que se dirige al coronel de la guarnición de Angers y le pide que, por la tarde de un día festivo, envíe a algunos músicos del regimiento para alegrar a sus ancianos. «Hermana, le voy a enviar toda la banda para complacerla y para regocijo de todos sus ancianos». Y la banda militar de Angers acude a contribuir a la alegría de la fiesta. En mayo de 1852, el arzobispo de Rennes, donde se encuentra la casa madre de las hermanas, aprueba oficialmente los estatutos de la obra, dándole el nombre de Familia de las Hermanitas de los pobres. Las hermanas, al socorrer a las personas mayores abandonadas, ponen de relieve el insustituible valor de la vida humana en la vejez. Su testimonio adquiere una importancia muy especial en nuestra época, en que los progresos de la técnica y de la medicina suponen una prolongación de la esperanza media de vida. La estima hacia los ancianos se basa en la ley natural expresada en el mandamiento de Dios Honra a tu padre y a tu madre (Dt 5, 16). «Honrar a las personas mayores implica un triple deber para con ellos: acogerlos, asistirlos y dar valor a sus cualidades» (Juan Pablo II, Carta a las personas mayores, 11-12). Las personas mayores necesitan asistencia con motivo de la disminución de sus fuerzas y de eventuales dolencias, pero, en contrapartida, pueden aportar mucho a la sociedad. Las vicisitudes que han debido soportar durante su vida les han dotado de una experiencia y de una madurez que les mueven a contemplar los acontecimientos de este mundo con mayor sensatez. Siguiendo sus enseñanzas, las generaciones más jóvenes pueden tomar lecciones de historia que deberían ayudarles a no repetir los errores del pasado. Nuestra sociedad, dominada por las prisas y la agitación, olvida los principales interrogantes que conciernen a la vocación, a la dignidad y al destino del hombre. En ese contexto, los valores afectivos, morales y religiosos que han podido vivir las personas mayores representan una fuente indispensable para el equilibrio de la sociedad, de las familias y de las personas. Frente al individualismo, nos recuerdan que nadie puede vivir solo, y que es necesaria la solidaridad entre las generaciones, de manera que cada una pueda enriquecerse con los dones de las demás. Misioneras en la tercera edad Las personas mayores cumplen igualmente una misión evangelizadora; en muchas familias los niños pequeños reciben de sus abuelos los primeros rudimentos de la fe. Los ancianos, incluso los más enfermos o quienes se ven privados de la movilidad, pueden cumplir también, para el bien de la Iglesia y del mundo, el servicio de la oración. A través de ésta participan tanto de los dolores como de las alegrías de los demás, rompiendo el círculo del aislamiento y de la impotencia. Tomando fuerzas de la oración, son capaces de infundir ánimos, mediante el testimonio de un sufrimiento asumido en el abandono a Dios y la paciencia. Las personas mayores encuentran ocasión de completar, en sus carnes y en su corazón, lo que le falta a la Pasión de Cristo (cf. Col 1, 24), ofreciendo la prueba de la enfermedad y del sufrimiento –que es su destino común– a la intención de la Iglesia y del mundo. Pero, para poder realizar dicha misión, necesitan sentirse amadas y respetadas, pues no resulta fácil aceptar el sufrimiento con humildad. Por eso, las personas que padecen grandes sufrimientos son tentadas en ocasiones por la exasperación y la desesperanza. Entonces, las personas allegadas pueden sentirse inclinadas, debido a una compasión mal entendida, a considerar razonable la provocación directa de la muerte (la eutanasia). Pero, «a pesar de las intenciones y de las circunstancias, la eutanasia sigue siendo un acto intrínsecamente malo, una violación de la ley de Dios y una ofensa a la dignidad de la persona humana» (Juan Pablo II, Carta a las personas mayores, 9; cf. encíclica Evangelium vitae, 65). Solamente Dios determina el principio y el fin de la vida humana, según su designio de Creador, y llama a cada persona a ser su hijo mediante la participación en su propia vida divina. Esa dignidad incomparable procede de Cristo, quien, en la Encarnación, «se unió en cierto modo a todo hombre» (Vaticano II, Gaudium et Spes, 22); por lo tanto debe ser respetada. Es la razón principal de la consagración de las Hermanitas de los pobres a los ancianos, en quienes Juana Jugan les enseñó a ver a Jesucristo. «Se la cedo de buen grado» Después de haber servido a Cristo con sus colectas, la beata acabará sus días en el silencio. En efecto, durante el transcurso del año 1852, el párroco Le Pailleur le ordena que se retire a la casa madre. En adelante ya no mantendrá relaciones regulares con los bienhechores, ni funciones destacadas en la congregación. Aún vivirá veintisiete años, oculta a los ojos de los hombres, ocupada en humildes tareas domésticas y sin ninguna reivindicación. Con gran lucidez sobre esa situación, su corazón sigue siendo lo suficientemente libre como para decirle de broma al padre Le Pailleur: «Me ha robado usted mi obra; pero se la cedo de buen grado». En la primavera de 1856, la casa madre de las Hermanitas se traslada a una extensa propiedad que han comprado a treinta y cinco kilómetros de Rennes: la Tour Saint-Joseph, donde Juana prodiga consejos espirituales a las novicias. En las horas difíciles les dice: «Cuando os encontréis al límite de vuestra paciencia y de vuestras fuerzas, cuando os sintáis solas e impotentes, id al encuentro de Jesús; Él os espera en la capilla. Decidle esto: «Sabes muy bien lo que ocurre, Jesús mío, sólo tú lo sabes todo. Ven en mi ayuda». Luego os marcháis, y no os preocupéis por cómo tengáis que actuar; basta con que se lo hayáis dicho al Señor; él tiene buena memoria». Insiste a las novicias para que no multipliquen demasiado las oraciones: «Cansaréis a los ancianos, se aburrirán y se irán a fumar... incluso durante el Rosario». Con las jóvenes comparte sus experiencias: «Hay que estar siempre de buen humor; a nuestros ancianitos no les gustan las caras tristes... No hay que tener miedo a cocinar, ni tampoco a curarlos cuando están enfermos. Hay que ser como una madre para quienes saben darnos las gracias y también para quienes no saben reconocer todo lo que hacéis por ellos. Repetíos a vosotras mismas: «¡Por ti lo hago, Jesús mío!»». Y además: «Antes de actuar hay que rezar y reflexionar. Es lo que he hecho durante toda la vida: sopesaba todas mis palabras». En los últimos años de su vida, Juana habla con frecuencia, aunque con serenidad, de su muerte. Pero, antes de partir, tendrá una última alegría. El 1 de marzo de 1879, León XIII aprueba definitivamente las constituciones de las Hermanitas de los pobres. En aquel momento, la congregación cuenta aproximadamente con 2.400 hermanas y 177 casas de acogida. El 29 de agosto siguiente, Juana se extingue dulcemente después de decir: «¡Oh, María, madre mía, ven conmigo. Sabes que te amo y que tengo ganas de verte!». Una vida de tanta humildad tenía que producir muchos frutos. En el umbral del tercer milenio, 3.460 Hermanitas dan vida a 221 casas, repartidas por los 5 continentes. Por una maravillosa consideración de la Providencia, siguen viviendo principalmente de las dádivas que reciben. Con motivo de la beatificación de Juana Jugan (Octubre 3 / 1982), el Papa Juan Pablo II decía: «La Iglesia entera y la propia sociedad no pueden sino admirar y aplaudir el maravilloso crecimiento de la pequeña semilla depositada en tierra bretona por esta humilde joven de Cancale, tan pobre de bienes pero tan rica de fe... Et exaltavit humiles (Ensalza a los humildes). Esta frase tan conocida del Magnificat colma mi espíritu y mi corazón de gozo y de emoción... La atenta lectura de las biografías dedicadas a Juana Jugan y a su epopeya de caridad evangélica, me inducen a decir que Dios no podía dejar de glorificar a tan humilde servidora... Al recomendar a menudo a las Hermanitas con frases como «¡Sed pequeñas, muy pequeñas! ¡Conservad ese espíritu de humildad y de sencillez! Si llegáramos a creernos que somos algo, la congregación dejaría de bendecir a Dios y nos desmoronaríamos», Juana estaba revelando en realidad su propia experiencia espiritual... En nuestro tiempo, el orgullo, la búsqueda de la eficacia, la tentación de los medios de poder, están ganando actualidad en el mundo, y también a veces, por desgracia, en la Iglesia. Son un obstáculo para el advenimiento del reino de Dios. Por eso la fisonomía espiritual de Juana Jugan es capaz de atraer a los discípulos de Cristo y de llenar sus corazones de esperanza y de alegría evangélica, tomadas de Dios y del olvido de sí mismo». Fue canonizada el 11 de octubre de 2009.   ¡¡Sed muy felices!!         Consumir a lo tonto, menos y repartir más entre los necesitados...      
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Karlicones 28/08/18 18:44
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De casualidad encontré el otro hilo, bueno, un par de ellos, muy similares porque los trolls no saben salir de su caverna... y siempre hablan de lo mismo, atacan con lo mismo, buf, qué aburridos son.   Te puse un par de respuestas. Una frivolona dónde se puede ver y la seria y personal, por privado.   No merece la pena gastar tiempo, malgastar tu tiempo.   Desde que no entro con tanta asiduidad, he ganado más tiempo, más tiempo tanto para ganar como para perder con quien yo elijo; más dinero, sin lugar a dudas...   No puedo decir que más salud, porque eso depende del Jefe Supremo.     Un abrazo animoso y pensativo   ¡¡Sed muy felices!!      
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Karlicones 28/08/18 15:17
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Del post 5000, cinco mil que se dice pronto, ;-)      "Hay que hablar bien para que todo quede claro"     Y cuando me vaya, dará igual si quedó claro u obscuro porque todo será obscuridad... Que ahora se dice sin "B", de burro, de bobo, de bizcocho... Quedamos a las ocho. Y tú ya no estarás... será todo obscuridad.   ¡¡Sed muy felices!!          
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Karlicones 28/08/18 15:13
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-  GESTOS Una mirada, un gesto, cambiarán nuestra raza. Cuando actúa mi mano, tan sin entendimiento y sin gobierno, pero con errabunda resonancia, y sondea, buscando calor y compañía en este espacio en donde tantas otras han vibrado, ¿qué quiere decir? Cuántos y cuántos gestos como un sueño mañanero, pasaron. Como esa casera mueca de las figurillas de la baraja: aunque dejando herida o beso, sólo azar entrañable. Más luminoso aún que la palabra, nuestro ademán, como ella roído por el tiempo, viejo como la orilla del río, ¿qué significa? ¿Por qué desplaza el mismo aire el gesto de la entrega o del robo, el que cierra una puerta o el que la abre, el que da luz o apaga? ¿Por qué es el mismo el giro del brazo cuando siembra que cuando siega, el de amor que el de asesinato? Nosotros, tan gesteros pero tan poco alegres, raza que sólo supo tejer banderas, raza de desfiles, de fantasías y de dinastías, hagamos otras señas. No he de leer en cada palma, en cada movimiento, como antes. No puedo ahora frenar la rotación inmensa del abrazo para medir su órbita y recorrer su emocionada curva. No, no son tiempos de mirar con nostalgia esa estela infinita del paso de los hombres. Hay mucho que olvidar y más aún que esperar. Tan silencioso como el vuelo del búho, un gesto claro, de sencillo bautizo, dirá, en un aire nuevo, su nueva significación, su nuevo uso. Yo solo, si es posible, pido, cuando me llegue la hora mala, la hora de echar de menos tantos gestos queridos, tener fuerza, encontrarlos como quien halla un fósil (acaso una quijada aún con el beso trémulo) de una raza extinguida. Claudio Rodríguez       Igual es la última y esa será la que más eche de menos a las anteriores...     ¡¡Sed muy felices!!          
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Karlicones 28/08/18 15:12
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Uniendo arte, poesía y pintura        HILANDO ("La hilandera de espaldas", del cuadro de Velázquez) Tanta serenidad es ya dolor. Junto a la luz del aire la camisa ya es música, y está recién lavada, aclarada, bien ceñida al escorzo risueño y torneado de la espalda, con su feraz cosecha, con el amanecer nunca tardío de la ropa y la obra. Este es el campo del milagro: helo aquí, en el alba del brazo, en el destello de estas manos, tan acariciadoras devanando la lana: el hilo y el ovillo, y la nuca sin miedo, cantando su viveza, y el pelo muy castaño tan bien trenzado, con su moño y su cinta; y la falda segura; sin pliegues, color jugo de acacia. Con la velocidad del cielo ido, con el taller, con el ritmo de las mareas de las calles, está aquí, sin mentira, con un amor tan mudo y con retorno, con su celebración y con su servidumbre. Claudio Rodríguez       Y que haya gente que se siga quedando en lo obvio...     ¡¡Sed muy felices!!          
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Karlicones 28/08/18 15:10
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.   THE NEST OF LOVERS   ( Alfistron ) Y llegó la alegría muy lejos del recuerdo cuando las gaviotas con vuelo olvidadizo traspasado de alba entre el viento y la lluvia y el granito y la arena, la soledad de los acantilados y los manzanos en pleno concierto de prematura floración, la savia del adiós de las olas ya sin mar y el establo con nubes y la taberna de los peregrinos, vieja en madera de nogal negruzco y de cobre con sol, y el contrabando, la suerte y servidumbre, pan de ángeles, quemadura de azúcar, de alcohol reseco y bello, cuando subía la ladera me iban acompañando y orientando hacia... Y yo te veo porque yo te quiero. No era la juventud, era el amor cuando entonces viví sin darme cuenta con tu manera de mirar al viento, al fruto verdadero. Viste arañas donde siempre hubo música lejos de tantos sueños que iluminan esa manera de mirar las puertas con la sorpresa de su certidumbre, pálida el alma donde nunca hubo oscuridad sino agua y danza. Alza tu cara más porque no es una imagen y no hay recuerdo ni remordimiento, cicatriz en racimo, ni esperanza, ni desnudo secreto, libre ya de tu carne, lejos de la mentira solitaria, sino inocencia nunca pasajera, sino el silencio del enamorado, el silencio que dura, está durando. Y yo te veo porque yo te quiero. Es el amor que no tiene sentido. El polvo de la espuma de la alta marea llega a la cima, al nido de esta casa, a la armonía de la teja abierta y entra en la acacia ya recién llovida en las alas en himno de las gaviotas, hasta en el pulso de la luz, en la alta mano del viejo Terry en su taberna mientras, toca con alegría y con pureza el vaso aquel que es suyo. Y llega ahora la niña Carol con su lucerío, y la beso, y me limpia cuando menos se espera. Y yo te veo porque yo te quiero. Es el amor que no tiene sentido. Alza tu cara ahora a medio viento con transparencia y sin destino en torno a la promesa de la primavera, los manzanos con júbilo en tu cuerpo que es armonía y es felicidad, con la tersura de la timidez cuando se hace de noche y crece el cielo y el mar se va y no vuelve cuando ahora vivo la alegría nueva, muy lejos del recuerdo, el dolor solo, la verdad del amor que es tuyo y mío. Claudio Rodríguez         ¡¡Sed muy felices!!        
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Karlicones 28/08/18 15:10
Ha respondido al tema Versos sueltos
-         ME PIDEN VERSOS Piden que pulse la lira Ha tiempo callada y rota: Si ya no arranco una nota ¡Ni mi musa ya me inspira! Balbuce fría y delira Si la tortura mi mente; Cuando ríe solo miente; Como miente su lamento: Y es que en mi triste aislamiento Mi alma ni goza ni siente. Hubo un tiempo... ¡y es verdad! Pero ya aquel tiempo huyo, En que vate me llamo La indulgencia a la amistad. Ahora de aquella edad El recuerdo apenas resta Como quedan de una fiesta Los misteriosos sonidos Que retienen los oídos Del bullicio de la orquesta. Soy planta apenas crecida Arrancada del Oriente, Donde es perfume el ambiente, Donde es un sueño la vida: Patria que jamás se olvida! Enseñaron me a cantar Las aves, con su trinar; Con su rumor, las cascadas; Y en sus playas dilatadas, Los murmurios de la mar. Mientras en la infancia mía Pude a su sol sonreír, Dentro de mi pecho hervir Volcán de fuego sentía; Vate fui, porque quería Con mis versos, con mi aliento, Decir al rápido viento: ¡Vuela; su fama pregona! ¡Cántala de zona en zona; De la tierra al firmamento! ¡La dejé!... mis patrios lares. ¡Árbol despojados y seco! Ya no repiten el eco De mis pasados cantares Yo crucé los vastos mares Ansiando cambiar de suerte, Y mi locura no advierte Que en vez del bien que buscaba, El mar conmigo surcaba El espectro de la muerte. Toda mi hermosa ilusión, Amor, entusiasmo, anhelo, Allá quedan bajo el cielo De tan florida región: No pidáis al corazón Cantos de amor, que está yerto; Porque en medio del desierto Donde discurro sin calma, Siento que agoniza el alma Y mi numen está muerto. José Rizal y Alonso       ¡¡Sed muy felices!!          
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