Bien, si nuestro objetivo es ahorrar debemos tomar como referencia la tasa media con el objetivo de que nosotros estemos por encima de esa media. Mi objetivo es estar por encima del 20% a ser posible en el 25% lo cual es una cifra que está más que bien, como vemos. Naturalmente según los ingresos será posible alcanzar una determinada tasa o no. Yo cuando vivía aun con mis padres podía mantener tasas de más del 50% ahora si llego al 25% ya me puedo dar con un canto en los dientes bien es verdad que también mis ingresos son mayores por fortuna. Pero esa es la idea, marcarnos un objetivo e intentar ser firmes con él. Si hace falta apretarnos el cinturón un mes para mantener la tasa en los valores fijados pues se hace. Puede parecer ridículo pero si perdemos la disciplina el dinero se nos escapará sin remedio y cuando nos vayamos a dar cuenta apenas habremos ahorrado una miseria.
Poseer una buena tasa de ahorro es clave en las fases iniciales del plan ya que la principal contribución a la acumulación de nuestro capital será precisamente debido a dicha tasa. Cuando por fin alcancemos la tan ansiada libertad financiera el ahorro dejará de ser una dificultad ya que la rentabilidad de nuestro capital por si sola producirá un ahorro incluso mayor que el procedente de nuestro sueldo. Podremos en ese momento replantearnos nuestra situación vital... o bien trabajar menos o incrementar un poco nuestro tren de vida sin perder de vista que hay que mantener la acumulación creciente de capital. A menos que ya estemos jubilados, momento en el cual ya lo que nos interesa es disfrutar de lo ahorrado.
Pero, ¿porqué la disciplina del ahorro nos va a ayudar a conseguir la libertad financiera? Porque nos enseña a no necesitar tanto para vivir. Es una idea importante, difícil de digerir para muchos y que explica porque hasta ahora la tasa de ahorro se ha mantenido en niveles tan bajos hasta la crisis. La sociedad de consumo nos enseña a necesitar en todo momento más y más cosas. A no pensar en el mañana, pensar solo en el hoy. A tenerlo todo ya, aunque haya que endeudarse, y lo que es peor aun que no lo necesitemos en absoluto. Conviene tener claras las ideas al respecto y no perder la perspectiva. No queremos acumular un capital para luego vivir como reyes. Si eso es lo que pensáis entonces es que no tenéis el mismo concepto que yo de libertad financiera. A menos que las cosas nos vayan muy pero que muy bien, partiendo de los capitales que partimos difícilmente haremos una fortuna a corto plazo como ya vimos en la entrada anterior. Acumular una gran cantidad de capital que rente y nos de de vivir no nos va a dar riqueza. Es posible que mejore nuestro tren de vida sustancialmente pero tampoco nos hará vivir como marajás. Conviene tenerlo claro. Lo que nos va a dar es tiempo que es el bien más preciado que tenemos. Tiempo para no tener que depender ni siquiera de un trabajo.
Se que sonará un poco tópico pero la mayor riqueza no es la material sino la espiritual. El dinero lo podemos cambiar por riqueza material, comprando cosas, o por riqueza espiritual comprando tiempo. Con ese tiempo podemos hacer lo que realmente nos gusta hacer y no lo que estamos obligados a hacer para vivir. Evidentemente que la compra de bienes materiales siempre estará ahí y que una mayor riqueza monetaria nos lo va a permitir pero siempre con moderación, ese es mi punto de vista y no se si todos lo compartís.
El punto al que quiero llegar es que nuestras necesidades materiales serán las que marquen realmente el momento en el que alcanzaremos la libertad financiera. A más necesidades y deseos más lejos la tendremos. Por eso, tan importante es que aprendamos a manipular nuestro dinero y a gestionar las finanzas como a reprimir nuestros deseos inmediatos. Lo queremos todo, pero hemos de entender que todo no se puede tener y hemos de saber medir qué nos podemos permitir y qué no. Hay una variable muy útil para medir el coste real de un objeto o servicio o lo que sea que vayamos a intercambiar por dinero. Midamos cuanto tiempo nos habría costado acumular esa cantidad de dinero. Si ahorrábamos 400€ al mes un televisor último modelo de 800€ nos supone 2meses de ahorro. Es bastante, por no decir mucho. ¿Realmente vale la pena cuando los hay de excelente calidad y a mitad de precio? El dinero es solo un medio nos da la equivalencia entre nuestro tiempo y los bienes materiales. Lo que a ti te costaría años conseguir un piso nuevo por ejemplo, otro lo conseguiría en apenas 6 meses. Pero él está a otro nivel el sí se lo puede permitir excepcionalmente, ¿pero nosotros? ¿Hipotecarnos a 30 años? A mi por más que me lo expliquen me parece muy fuerte meter 30 años de nuestra vida por un bien material, aunque sea una casa.
El momento en el que cada uno alcance su libertad financiera será pues diferente y dependerá de como haya aprendido a vivir. Si somos capaces de ser plenamente felices ingresando 3.000€ mensuales en cuanto estemos percibiendo una cantidad mayor que esa ya podríamos empezar a plantarnos. En ese momento podemos ir por dos caminos. O buscar un incremento material de nuestra calidad de vida, yendo aun más allá no solo ganando tiempo sino incrementando esa rentabilidad a un nivel millonario. Pero esto nos costará esfuerzo también no lo olvidemos. La otra posibilidad es más tranquila y sosegada. Alcanzada dicha meta simplemente nos acomodamos, reducimos nuestro tiempo de trabajo, nos dedicamos a lo que nos guste hacer y reducimos el riesgo en nuestras inversiones al mínimo. Dejamos una cierta tasa de ahorro sí pero renunciaremos a seguir incrementando indefinidamente el capital. Tampoco debemos ser sus esclavos, la acumulación sin ningún objetivo no lleva tampoco a ninguna parte más que a gastar el tiempo en hacer dinero. Nosotros queremos el tiempo para nosotros, no lo olvidemos.