Se ha escrito mucho sobre el tema de las participaciones preferentes, pero la gente todavía no logra entender como se ha podido llegar a esta situación, ¿Falta de información? ¿mala praxis por parte de la red comercial de las entidades financieras? ¿Falta de preparación por la parte del gestor y del inversor? ¿Codicia? Pues de todo un poco.
Está claro que aquí todos somos culpables en mayor o menor medida, las entidades financieras por vender un producto a personas que no estaban preparadas para entender lo que le estaban vendiendo, y esas mismas personas por no saber decir no a una suculenta rentabilidad y adquirir un producto que no entendían.
Siempre al contratar un producto financiero hemos de pensar que a mayor rentabilidad siempre, siempre, siempre hay un mayor riesgo. El riesgo no solo tiene porque ser de volatilidad de un precio, como ocurre en el mercado de renta variable, también puede ser un riesgo de un mercado sumamente ilíquido como ha sido en el caso de las participaciones preferentes.
Alguno de mis clientes me han venido porque su entidad financiera les había “colocado” este producto y ahora les “obligaba” a hacer un canje por acciones de la entidad, estas personas me han venido con la misma historia, el comercial de la entidad les decía que era un producto con muy buena rentabilidad, que no había riesgo en la inversión y en el momento en que se quisieran vender, el único problema que había era que podrían tardar como mucho una semana en hacer efectiva su venta.
Esto ha sido el gran error de los comerciales de las entidades financieras, el no explicar perfectamente los pros y los contras de la inversión.
Mientras el mercado se encontraba en su momento álgido, si un cliente necesitaba el dinero, es cierto que en apenas dos o tres días se podían volver a colocar las preferentes ya que había demanda de otros inversores que querían esa rentabilidad sin pensar en las consecuencias, ¿pero que ha ocurrido cuando las tornas se han cambiado?, que ese producto no lo quiere nadie y por tanto no existe demanda, así que el precio de la participación baja hasta encontrar algún comprador, y en muchos casos el precio de compra/venta se encuentra en un 50% menos de cómo se colocó en un principio. Ese es el problema de los mercados ilíquidos, que no hay muchos compradores y vendedores, y cuando un producto cae en desgracia el precio se derrumba.
Yo no creo que haya buenos o malos productos financieros, simplemente son aptos o no aptos para determinadas personas. Cuando un cliente mío contrata un producto financiero sabe perfectamente donde se está metiendo, sabe los pros y contras del producto en cuestión, luego saldrá bien o saldrá mal, pero si sale mal no se sentirá culpable de haber hecho otra cosa.
Culpables lo somos todos, principalmente las entidades financieras, por no saber o no querer explicar todos los pormenores de un producto financiero, por no tener en muchos casos la preparación necesaria para poder vender ciertos productos financieros y por el afán de vender/colocar todo lo que sea al precio que sea y a quien sea.
Pero también son culpables los inversores, en menor medida, principalmente por contratar un producto que en principio no entendían, nosotros somos los responsables de donde metemos nuestro dinero que tanto nos cuesta ganar y somos los responsables de si no entendemos un producto no debemos de contratarlo.