Diversificar, diversificar y diversificar. Es un mantra que se nos repite constantemente en los mercados y que fielmente aplicamos. Pero, ¿lo hacemos bien?
La diversificación es un concepto bastante antiguo en los mercados y básicamente significa “no pongas todos los huevos en la misma cesta, no sea que te tropieces”. Es algo bastante lógico, evitar la concentración y buscar varias alternativas por si te equivocas en alguna.
Existe mucha literatura financiera en torno a este concepto, el cual se convirtió en la base para el desarrollo de carteras, así como la gestión del riesgo de las mismas. Su importancia reside en que si seleccionamos una cartera compuesta por activos que no sean iguales, la volatilidad de la cartera será inferior a la suma de las volatilidades ponderadas de dichos activos. ¿Por qué sucede esto?, por el efecto de la correlación, que es la base de dicha teoría.
El coeficiente de correlación es el gran desconocido dentro de la diversificación, pero es el factor más importante para su funcionamiento dentro de la misma. La reducción del riesgo del que hemos hablado depende de la correlación de los productos de la cartera entre sí, por lo que una cartera con productos con correlación 1 (lo máximo) o muy próximas a 1, no se verá beneficiada de dicha reducción de la volatilidad, dado que todos los productos se comportan igual en la práctica. En cambio, a más diferente sea de uno más efectiva es la diversificación y mayor la reducción del riesgo soportado.
Voy a poner un ejemplo que uso frecuentemente cuando tengo que explicar este concepto y sus virtudes a personas sin conocimientos financieros:
Tenemos que elegir entre invertir en dos familias diferentes, A y B, ambas compuestas por 5 miembros cada una y con unos ingresos medios por miembro de 1500€ mensuales durante los últimos 5 años.
En la familia A, todos los miembros trabajan en Cáceres en el bar que fundó el miembro más viejo de la misma, en la misma calle donde nació, por lo que todos los miembros tienen la misma fuente de ingresos, el negocio familiar.
En la familia B, los miembros tuvieron que diseminarse por España por sus diferentes intereses personales, siendo las profesiones y lugares de residencia de sus miembros las siguientes: Un carpintero en Madrid, una artista que da giras por España, una profesora de infantil en Valencia, una panadera en Sevilla y un dueño de un concesionario en Vigo.
¿En cuál invertiríais?
A final de año su rentabilidad media es la misma, pero, ¿qué pasa con el riesgo? Es cierto que en la familia B puede fallar alguno, pero tenemos bastantes certezas de que si a un panadero de Sevilla le va mal, no afectará a un artista que da giras por diferentes ciudades, ni tampoco a un carpintero afincado en Vigo, por lo que los ingresos medios serán bastante estables en el conjunto, y esto sucede porque sus ingresos tienen una correlación próxima a 0, están descorrelacionados. En cambio, ¿qué pasará si a un solo miembro de la familia A le va mal? Muy probablemente los ingresos del resto de los miembros se habrán resentido también, y si no, poco les queda. Todos presentarán resultados positivos o negativos al mismo tiempo, dado que la fuente de los ingresos es la misma para todos, siendo su correlación 1 o próxima a uno. Por tanto, pese a que a medio o largo plazo la rentabilidad pueda ser la misma en ambas familias, la familia B es mucho más estable en el tiempo por su menor riesgo al tener 5 fuentes de ingresos diferentes, y en igualdad de condiciones, siempre hay que escoger la menos arriesgada.
Una vez ya tenemos claro que esto de la correlación tiene su sentido, viene lo difícil, que es aplicarlo. Esto lo digo porque en la práctica todo hijo de vecino dice que esta diversificado y luego ves las carteras y son todo lo mismo. Por ejemplo, un día vi la cartera de un compañero que estaba, desgraciadamente, toda en rojo, y le dije que eso le había sucedido porque su cartera (fondos y acciones) no estaba diversificada. Mi compañero entró en cólera, diciendo que sí que estaba diversificada dado que se había asegurado de componerla por acciones de diferentes sectores y países, así como varios fondos. Vamos, que lo hizo a ojo. Pacientemente nos sentamos y lo calculamos, saliendo una correlación entre sus fondos del 94% y entre sus acciones del 88%. Básicamente tenía a la familia A del ejemplo anterior en su cartera.
A donde quiero llegar es a que si calculamos las correlaciones entre los productos de nuestras carteras nos llevaremos grandes sorpresas en la mayoría de los casos, dado que aunque no lo sepamos, las fuentes de rentabilidad de las acciones o fondos pueden ser exactamente las mismas, así que o todo en verde o todo en rojo, que es justo lo que trata de evitar la diversificación. He hecho muchos cálculos entre diferentes acciones y fondos (sobre todo en fondos) y te llevas muchas sorpresas, de verdad.
Sé que hay muchos detractores de la correlación, por aquello de que no es un dato fijo y que varía en el tiempo (como todos los datos por otra parte), pero las correlaciones entre, por ejemplo, renta fija y renta variable, o RF de alto rendimiento, materias primas etc, siempre mantienen unos márgenes de diferencia entre ellos suficientemente grandes como para poder beneficiarnos de la reducción del riesgo que suponen, por lo que siempre será útil usarla. También tenemos el problema de que en los entornos de alta volatilidad los activos tienden a correlacionarse, pero eso no sucede siempre y no afecta a todos los activos, de ahí que cuando todo cae hay activos refugio a los que no les afecta.
Como resumen, la diversificación puede ser nuestra gran aliada, pero para que funcione hay que sentarse, calcularla y recalcularla cada cierto tiempo para así poder beneficiarnos totalmente de la reducción del riesgo que aporta.
Por cierto, en el ejemplo de las familias, aunque B tuviera unos ingresos inferiores a A, yo seguiría escogiéndola.