En el 2015 escribí la primera parte del articulo: Banca privada, ¿quo vadis? sobre la información y productos que algunas entidades ofrecían a sus clientes, en particular los famosos garantizados.
Hoy en día apenas ha cambiado la filosofía y la situación, a pesar de la competencia, disminución de márgenes y de una mayor información/formación .
Dado que sobre los productos otrora tradicionales como los fondos se puede obtener información fácilmente y que la gestión pasiva va demostrando su utilidad tanto en cuanto a resultados como a costes, hay que darle una vuelta a la situación para ver qué podemos hacer para retener a los clientes.
El producto que se ofrece normalmente “DICEN” que tiene las siguientes características:
- Es un producto a largo plazo. Más de siete años con posibilidad de extensión en función de las circunstancias de mercado por tres o más años.
- Es una producto no cotizado en mercado organizado, aunque hay un liquidativo mensual o trimestral auditado por una de las cinco auditoras BIG o similares.
- Es un producto descorrelacionado con los mercados financieros y con menos volatilidad.
- Es un producto que en base al histórico de otros anteriores y similares ha obtenido una rentabilidad superior a las acciones.
- Es un producto gestionado por superespecialistas con buen historial al que tú, inversor particular, no puedes acceder desde tus medios y la banca te ayuda a conseguirlo.
- Es un producto que requiere como mínimo 125.000€ de inversión y que realiza calls o llamadas periódicas, por lo que el dinero lo tienes que tener disponible.
- Suele existir una comisión de suscripción sobre el total comprometido.
- La banca privada suele ser co-inversora del producto y además forma parte del comité de vigilancia.
- Los comercializadores del producto tienen un historial impresionante, habiendo pasado por muchas entidades, viviendo en Londres o NY, usan terminología anglosajona y algunos tienen dificultades para expresarse en castellano, de lo que hacen gala.
He asistido a varias de estas presentaciones y al final he sacado las siguientes conclusiones:
- El largo plazo está establecido para hacer madurar las inversiones. Plazo similar al de la bolsa; y la extensión es para no obligarse a vender en un mal momento.
- No existe mayor transparencia, liquidez y seguridad que en un mercado organizado.
- En bolsa cotizan todo tipo de sectores y empresas, incluidas las de la misma tipología que te van a presentar. Si va bien la economía, las empresas sean cotizadas o no, valen más o menos.
- Preguntado un “gestor estrella“ de este tipo de productos, me dijo que si va mal la economía y/o los mercados , ellos alargarían los plazos y no liquidarían el producto.
Al final me confesó que como es difícil y costoso salirse antes de tiempo, los clientes ya saben que no tienen que mirar la rentabilidad hasta el final del período comprometido.
Hay que ser un Black-Sacholes de las finanzas o un premio nobel para saber cómo obtienen el liquidativo y valorar la independencia de los depositarios y demás intervinientes. - Algunos te comparan la rentabilidad con índices de bolsa europeos cuando la mayoría de la inversión es norteamericana o empresas tecnológicas. No dicen nada de la evolución espectacular del S&P 500 y del Nasdaq de los últimos años.
- En los mercados organizados, el momento o tamaño de la aportación, la decides tú, pudiendo realizar aportaciones sistemáticas, sin comisión de suscripción y menores gastos.
- En los mercados organizados la información está más accesible y se pueden comparar tu inversión con otros productos. Hay mayor competencia.
- Al final sabes donde y con quien inviertes, pues aunque no lo confiesen, varios de los productos a cuya presentación he asistido y que me he informado, son fondos de fondos de fondos….etc con una cascada de intermediarios y comisiones, sin que lo expliciten.
- Para rentabilizar nuestros ahorros además de escoger unos buenos productos debemos educarnos financieramente y eso depende de nosotros.
PD: Eso sí, el refrigerio posterior de puta madre….y es que el negocio eres tú como dice mi amigo Joaquim.