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Inflación

La inflación es el proceso de aumento de precios en un país, que tiene carácter sostenido (se mantiene a lo largo de un periodo de tiempo) y generalizado (afecta a un número significativo de bienes y servicios).

La inflación implica una disminución del poder adquisitivo del dinero, y se mide a través del IPC (índice de precios al consumo). Es el fenómeno contrario a la deflación.



 

Tipos de inflación


Se pueden distinguir los siguientes tipos de inflación, según su origen:

  • Inflación de demanda: Cuando la demanda general de bienes y servicios aumenta, pero la cantidad ofertada no se incrementa en la misma proporción. Este desequilibrio genera un aumento de precios.
  • Inflación de costos: Cuando el costo de la mano de obra o de las materias primas se encarece. Entonces, con el objetivo de mantener el margen de beneficios, las empresas aumentan los precios.
  • Inflación autoconstruida: Esta inflación se genera porque los agentes prevén que en el futuro los precios seguirán subiendo. Con esa expectativa, ajustan su conducta actual. Así, los consumidores aumentarán su demanda (previendo que los precios subirán) y/o los productores elevarán sus precios (estimando que sus insumos podrían encarecerse).

Asimismo, según su magnitud o intensidad podemos distinguir:

  • Inflación baja: Se caracteriza por ser lenta y predecible. Registra tasas anuales de un dígito.
  • Inflación galopante: Fluctúa entre el 20, el 100 o el 200 por ciento al año. En esta situación, el dinero pierde su valor muy deprisa.
  • Hiperinflación: No está escrito en piedra, pero, típicamente, se considera que se ha llegado a la hiperinflación cuando el aumento de precios es de más de 50% mensual (La cifra tiene su origen en un artículo de 1956 del profesor Philip Cagan de la Universidad de Columbia). Se asocia a momentos de conflictos bélicos, crisis políticas y/o depresión económica que provocan el colapso financiero de un país.

 ¿Qué causa la inflación?


Las causas de la inflación pueden ser variadas:

  • Aumento de la demanda (Inflación de demanda).
  • Incremento de costos de las materias primas (Inflación de costos).
  • Alza en las expectativas de inflación de los consumidores y/o de las empresas (Inflación autoconstruida).
  • Incremento de la oferta de dinero. Esto se relaciona con la política económica. Se refiere a cuando el banco central aumenta la base monetaria. Así, en términos más simples, se pone más dinero en manos de los consumidores, lo cual hace que la demanda se expanda más rápidamente que la oferta de bienes y servicios disponibles. Los bancos centrales suelen utilizar sus instrumentos, bajando el tipo de interés de referencia o, en casos de más urgencia, emplean métodos como los programas de flexibilización cuantitativa (QE) que aumentan la liquidez en la economía. También se podría recurrir directamente a la emisión o impresión de dinero, pero en el pasado esta drástica medida ha causado hiperinflación.

*En este punto, debemos aclarar que cada escuela económica tiene una aproximación distinta a la inflación. La escuela austriaca, por ejemplo, sostiene que refleja una mayor cantidad de dinero persiguiendo la misma cantidad de bienes y servicios.

Consecuencias de la inflación


La inflación tiene las siguientes consecuencias:

  • Pérdida del poder adquisitivo. Unos 100 euros no permitirán comprar el próximo año la misma cantidad de bienes y servicios que hoy. Esto afecta principalmente a las personas de menor poder adquisitivo, pues son quienes asignan una mayor parte de sus ingresos al consumo de primera necesidad.
  • En periodos de inflación muy alta, las personas podrían preferir el refugio en bienes durables, ya que el dinero líquido o en efectivo está perdiendo valor.
  • Aumenta el consumo, pues las personas comprarán hoy antes de que los precios suban mañana. En consecuencia, se reduce el ahorro.
  • Las deudas, como una hipoteca, por ejemplo, pierden valor en términos reales, pues su valor nominal se ha mantenido en el tiempo. Sin embargo, para el acreedor valdrá menos la cuota que recibe hoy que la que recibirá mañana.
  • Puede haber distorsiones en las escalas tributarias (si los umbrales no se modifican). Esto es porque los ingresos nominales, en las revisiones periódicas que hacen los empleadores, suelen modificarse a la par de la inflación. Por tanto, algunas personas podrían pasar de estar en una escala tributaria a otra más alta, teniendo que pagar mayores tasas de impuestos. Sin embargo, sus ingresos en términos reales podrían no haberse incrementado. Si el salario subió 10% y la inflación igualmente en el mismo periodo, los ingresos del individuo en términos reales no han aumentado.
  • Episodios de alta inflación desalientan la inversión, pues no es posible anticipar el valor real de los ingresos que se recibirán.

¿Cómo enfrentar la inflación?


Los bancos centrales o autoridades monetarias suelen enfrentar la inflación utilizando sus instrumentos de política, tanto los convencionales (como el tipo de referencia) como los no convencionales (como los swaps). Así, se aplica una política monetaria restrictiva o contractiva, con el fin de reducir la base monetaria, y disminuir el dinero disponible en manos del público. Esto, a su vez, reduce la demanda y, por ende, las presiones inflacionarias.

La contraparte de una política monetaria contractiva es que la reducción de la demanda, y del consumo, también puede disminuir el ritmo de crecimiento económico. 

En ese sentido, debemos tener en cuenta que los bancos centrales, aunque suelen establecer principalmente sus metas en torno a la inflación, también suelen mirar otros indicadores como la tasa de crecimiento del PIB y el tipo de cambio. Todo depende del contexto de cada país y de la forma en la que operan sus autoridades monetarias.

¿Cómo se calcula la inflación?


Para explicarlo de forma muy simple, para calcular la inflación se toma usualmente como base el IPC (Índice de Precios al Consumidor). Este indicador emplea una canasta base, que es una cesta promedio de lo que consume una familia regularmente. Así, cada bien o servicio tiene un determinado peso en la cesta, y cada cierto tiempo esto se revisa.

Cada periodo, con base en la canasta, se construye el índice, y la inflación se calcula como la variación de este índice. La comparación dependerá del periodo de análisis. 

El periodo estudiado puede ser anual. En ese caso, se contrasta el dato del IPC con el del año previo. Si nos referimos a un trimestre, se tiene que comparar con el mismo trimestre del año anterior. Por ejemplo, segundo trimestre del 2021 contra segundo trimestre del 2020. Esto, ya que existen factores de estacionalidad que afectan los precios de determinados productos.

Inflación subyacente


La inflación subyacente es aquella que excluye aquellos bienes y servicios que presentan mayor volatilidad en su precio, y que pueden generar una distorsión al momento de evaluar la inflación. Nos referimos, por ejemplo, a alimentos perecibles, la energía y el combustible. En cambio, se mantienen todas las demás categorías como vivienda, transporte, ocio, entre otros.

La idea es que la inflación subyacente refleje de manera más precisa aquella variación de precios que pueda considerarse como no transitoria. En ese sentido, podrá determinarse con mayor exactitud la efectividad de la política monetaria en el país.

Recordemos que, por ejemplo, en el caso del combustible, específicamente el petróleo, este puede variar fuertemente en función a los factores geopolíticos. De igual manera, la oferta de algún determinado alimento puede verse afectada por condiciones climáticas adversas.

De aquí podemos sacar otra conclusión. La inflación subyacente, a diferencia de la inflación general, está más vinculada a la demanda interna y a las expectativas de los consumidores.

¿Es mala la inflación?


Nos hemos referido a las consecuencias de la inflación, principalmente, en lo que respecta a la pérdida de poder adquisitivo. Sin embargo, en este punto debemos preguntarnos, ¿por qué si la inflación es mala los bancos centrales han establecido metas de inflación positivas?

Lo anterior puede explicarse desde varias aristas. En primer lugar, la inflación, como hemos mencionado anteriormente, puede aumentar por varios motivos, entre otros, por el incremento de la demanda. Es decir, que cuando hay crecimiento económico, y los ingresos de las familias se elevan, es previsible que también demanden más bienes y servicios, lo que cual empuja los precios al alza.

Ahora, veámoslo desde otra perspectiva, ¿qué pasa si en lugar de inflación tenemos deflación? Desde el punto de vista del consumidor, este va a pensar que mañana los precios pueden seguir cayendo. Entonces, posterga el consumo, lo cual implica una caída de la demanda que podría llevar a las empresas a reducir o incluso paralizar su producción, afectando los resultados de las compañías. Este escenario tampoco es deseable.

Con una inflación baja, pero estable, el dinero sigue circulando. Las personas consumen a un ritmo que permite generar crecimiento económico. Y, vale resaltar que al establecer metas de inflación se está reduciendo la incertidumbre, lo cual permite a las empresas trazar planes de inversión incluso a mediano y largo plazo.

Ya sea que se vea la inflación como una consecuencia del crecimiento económico o como un factor necesario para mantener un ritmo de producción, parece existir un consenso implícito de que cierto aumento de precios es esperable, e incluso deseable. La idea es que no se alcancen niveles demasiados altos por los perjuicios previamente señalados.

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Inflación, GuillermoWestreicher, 04 de abril del '23, Rankia.com

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