Las palabras de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso de que la contaminación no ha matado a nadie en Madrid han causado un gran revuelo. Aparte de corroborar el hecho ya conocido de que la presidenta de la Comunidad de Madrid es tonta, sus palabras nos dan la oportunidad de reflexionar sobre el efecto de las emisiones y la contaminación sobre la esperanza de vida.
1. La contaminación sí mata
Hay que empezar reconociendo el hecho de que la contaminación no figura en la partida de defunción de nadie como causa de muerte. No es por tanto una causa sino un factor negativo sobre una causa subyacente. Este factor negativo afecta de manera diferente a cada persona y puede ser particularmente grave cuando la salud de la persona está comprometida por enfermedades respiratorias o cardiovasculares. Es un hecho que la contaminación acorta la vida de las personas, pero es algo que no se puede calcular, sino estimar estadísticamente con una alta incertidumbre. Cuando la OMS nos dice que se pueden atribuir a la contaminación ocho millones de muertes al año (1 de cada 8), lo cierto es que el dato es más o menos inventado (calculado con supuestos inventados). Los datos de la OMS son tremendamente sospechosos. Entre 2004 y 2012 las muertes atribuibles a polución doméstica subieron de 2 a 4,3 millones de personas por un cambio de metodología. Las barras de error ahí tienen que ser espantosas. Pero de esos 4,3 millones, el 77 % tiene lugar en el Sudeste Asiático y Pacífico Oriental, y el 9 % en América, Europa y el Mediterráneo Oriental. ¿Hay alguien que se crea estos datos? De la misma manera las muertes atribuibles a contaminación ambiental subieron de 1,3 millones en 2008 a 3,7 millones en 2012 por cambio de metodología. ¿En serio? Y de nuevo el 72 % tiene lugar en el Sudeste Asiático y Pacífico Oriental, cuya población anda por el 55 % de la población mundial, lo que representa una importante desviación estadística.
El problema probablemente está en la metodología que se basa en cruzar los datos de mortalidad con los datos provenientes de modelos de exposición (nadie sabe la exposición real a la polución de la población), y utilizar unas funciones integradas de respuesta a la exposición que utilizan un factor de riesgo relativo para cada tipo de enfermedad. En el fondo no deja de ser un montaje metodológico que disfraza como científica la conjetura de cuantos de los que mueren por una enfermedad lo hacen a consecuencia de haber estado expuestos a la contaminación. Yo entiendo que es imposible que el 12,5 % de la gente del mundo muera por culpa de la contaminación como dice la OMS, habida cuenta la gran cantidad de causas que hay para morirse. Para el IHME (Institute for Health Metrics and Evaluation) con una metodología distinta los muertos son la mitad, 4,8 millones al año (figura 1), el 7,5 %. En mi opinión el IHME también exagera y es más razonable pensar que el dato esté en el rango del 2-4 %, lo cual no deja de ser una barbaridad.
El alarmismo de la OMS se enfrenta a dos obstáculos formidables:
El primero es que si asumimos que la contaminación del aire proviene de la combustión de fuentes de energía fósiles y de biomasa, y de emisiones de la industria, esencialmente va asociada al incremento de población, y por lo tanto solo ha podido crecer. Aunque los países ricos reducen sus emisiones contaminantes, los países en desarrollo las incrementan mucho. Sin embargo el número de personas en el mundo que mueren por la contaminación no para de descender, según el IHME. Algo no encaja. La OMS consigue que se disparen cambiando la metodología.
Figura 1. Muertes atribuidas a la contaminación por cada 100.000 habitantes. El descenso es espectacular y se debe a la reducción de las muertes por contaminación doméstica debidas a la utilización de fuentes de calor inadecuadas, que es donde más se pueden reducir. Fuente IHME y Our World in Data.
El segundo obstáculo es que el incremento de la polución debería estar acortando nuestra esperanza de vida, y sin embargo la esperanza de vida en el mundo no para de aumentar, y desde 1960 ha crecido en 20 años. Claramente la contaminación no nos está matando tanto.
Figura 2. Evolución de la esperanza de vida al nacer media del mundo. Datos World Bank.
La conclusión está clara. La OMS nos miente cuando dice que la contaminación mata cada año a 8 millones de personas en el mundo y a 30.000 en España. Mata a muchísimas menos. La OMS tiene un interés en magnificar los problemas sanitarios para alimentar el crecimiento de su presupuesto y su burocracia. Como agencia de la ONU, la OMS apoya su agenda climática que lleva a reforzar el papel de la ONU en el mundo a través del alarmismo climático y medioambiental. Todos sabemos que la contaminación reduce nuestra esperanza de vida, como lo hacen el alcohol, el tabaco, las drogas, la alimentación inadecuada y el sedentarismo. Pero a diferencia de todos los otros, la contaminación es el precio a pagar por una industrialización y una energía fósil que han disparado nuestra esperanza de vida. Podemos y debemos reducir ese precio, como llevamos décadas haciendo, pero en la Unión Europea han sido nuestros gobiernos a través de sus políticas climáticas quienes han contribuido en gran medida a la contaminación y a las muertes que provoca.
2. El diésel, asesinato de estado
La contaminación del aire que resulta peligrosa para nuestra salud y que emiten los coches diésel es la formada por pequeñas partículas de materia (PM) que son respiradas y terminan en nuestros pulmones, y óxidos de nitrógeno (NOx) que son cancerígenos.
En España los coches diésel constituían en 1991 un 11 % de las ventas de coches nuevos. Entonces la Unión Europea decidió favorecer la venta de coches diésel como resultado de su política climática debido a que emitían un 10-20 % menos de CO2, que es absolutamente inofensivo para los seres vivos, aunque se sabía que emitían muchos más PM y NOx, que son extremadamente tóxicos, que los de gasolina. Detrás estaba el hecho de que Japón estaba abandonando el diésel y de esta forma se apoyaba a la industria automovilística de Francia y Alemania, que eran los principales fabricantes y desarrolladores de coches diésel. Fue una conjunción de la industria del petróleo, que necesitaba vender los destilados medios que sobraban de eliminar el fuel oil de calefacción, la industria del automóvil europeo que quería la protección que otorgaba la falta de competencia japonesa y norteamericana en el diésel, y los reguladores europeos que apostaban por la mayor reducción de emisiones de CO2 del diésel, o al menos eso decían.
Figura 3. La dieselización fue un fenómeno exclusivamente europeo. Mientras el diesel desaparecía del mercado del automóvil japonés, desde los gobiernos europeos se instigó un cambio completo del mercado automovilístico con terribles consecuencias. Fuente: Transport & Environment con datos de Cames & Helmers, 2013.
Al mismo tiempo que aparecían coches diésel más atractivos como los GTi o TDi con turboinyección y el desarrollo del common rail, la menor carga impositiva del gasóleo y el menor consumo de los diésel debido al mayor contenido energético por unidad de volumen del gasóleo compensaban en gran medida el mayor precio de los coches diésel. Las autoridades se aseguraron que las ventajas se mantuvieran a favor del diésel, no solo manteniendo una deducción de impuestos al gasóleo del 20-30 % en la mayor parte de los países de la Unión Europea, sino a través de una regulación de emisiones diferencial que favorecía claramente a los diésel. Por ejemplo la directiva Euro 3 introducida en el año 2000 establecía por primera vez un límite del peligroso NOx de 0,15 g/km para los coches de gasolina, pero permitía a los diésel emitir hasta 0,50 g/km. En 2008 en España se introdujo un nuevo criterio en el impuesto de matriculación por emisiones de CO2 que nuevamente favorecía al diésel que quedaba exento de su pago y que en el caso de los vehículos de gasolina iba del 4,75 al 14,75 % del precio. Ana Botella denunció en Madrid en 2011 que la contaminación era culpa de la dieselización promovida por el gobierno, aunque se olvidó de mencionar al anterior gobierno de su marido. Parece que la contaminación se utiliza preferentemente como arma política contra los gobiernos de derechas por no prohibir lo suficiente a sus ciudadanos el uso del coche privado. En el 2007 el 70 % de los coches nuevos en España eran diésel, una situación similar a la de otros países europeos.
Figura 4. La dieselización en España entre 1992 y 2007 fue promovida y sostenida por los gobiernos y ha sido revertida a la voz de ya en tan solo 5 años. Fuente: El País.
De esta forma Europa emprendió en los 90 una dieselización del parque automovilístico promovida por sus gobiernos bajo el impulso de directrices climáticas que no se ha producido en ningún otro lugar del mundo y que ha dado como resultado una terrible contaminación en las ciudades y la muerte prematura de centenares de miles de ciudadanos europeos. La Agencia Medioambiental Europea calcula en 68.000 las muertes prematuras en Europa tan solo en 2013 por exposición al NO2, de las cuales 4.280 serían españoles. Cuatro mil al año por veinte años son 80.000 españoles víctimas de las directrices europeas, a las que habría que añadir las muertes atribuídas a las partículas que emiten los coches diésel, que podrían ser incluso más.
Figura 5. Muertes atribuidas a la exposición a NO2 en Europa en 2013 según la Agencia Medioambiental Europea. Fuente: Transport & Environment.
Esto se hizo a sabiendas y engañando a los ciudadanos, como deja claro el informe EMIS del Comité de Investigación sobre Mediciones de Emisiones en el Sector Automotriz de la Unión Europea:
Considerando que la cuota de mercado de los turismos con motor diésel ha aumentado en la Unión Europea en las últimas décadas hasta un nivel en el que estos vehículos ahora representan más de la mitad de los automóviles nuevos vendidos en casi todos los Estados miembros; Considerando que este crecimiento sostenido en la cuota de mercado de los vehículos diésel también se produjo como resultado de la política climática de la UE, ya que la tecnología diésel tiene una ventaja sobre los motores de gasolina en lo que respecta a las emisiones de CO2; Considerando que, en la etapa de combustión, los motores diésel, en comparación con los motores de gasolina, producen muchos más contaminantes, además del CO2, que son importantes y directamente perjudiciales para la salud pública, como NOx, SOx y partículas; Considerando que existen tecnologías de mitigación para estos contaminantes y se implementan en el mercado;
El análisis del acta de las reuniones del TCMV [Technical Committee on Motor Vehicles] muestra que muchos Estados miembros (Italia, España, Francia, la República Eslovaca, Rumania, Hungría, la República Checa, Bulgaria, Polonia, el Reino Unido y Austria) se opusieron firmemente a la propuesta de la Comisión, más ambiciosa para los factores de conformidad para los límites de NOx y, en su lugar, se decidieron por valores de factores de conformidad más altos correspondientes a objetivos ambientales más débiles. Algunos Estados miembros presentaron una posición diferente al público de la que presentaron a los participantes del TCMV.
La política climática solo fue una excusa. Los datos muestran que la dieselización fue desigual en los países de la Unión Europea. Mientras España, Francia y Bélgica se dieselizaban entre un 70-80 %, Holanda e Irlanda lo hicieron solo en un 30 %, y Grecia no se dieselizó en absoluto. ¿Por qué esas diferencias? Cames & Helmes, 2013, parecen haber hallado la razón en el peso de la industria automovilística en la economía de cada país. Por un lado estaban los grandes países exportadores internacionales de automóviles, Alemania y Suecia, cuyos puestos de trabajo solo eran parcialmente dependientes del mercado europeo del automóvil. Para el resto, la dieselización fue proporcional al porcentaje de empleo directo en el sector de la automoción. Grecia, al no tener industria asociada al automóvil no se dieselizó. El utilizar la política climática como excusa para otros objetivos económicos por parte de los gobiernos tiene una tradición de décadas.
Figura 6. El porcentaje de matriculaciones de vehículos diésel en 2007 se corresponde al porcentaje de empleo directamente dependiente del sector del automóvil por país, excepto en los casos de Suecia y Alemania (IE, Irlanda; EL, Grecia; sic). Fuente: Cames & Helmes, 2013.
Para colmo de males la política climática europea asociada a la promoción del diésel en Europa ha tenido el efecto contrario al esperado y se considera que ha contribuído al calentamiento global. Como muestran Cames & Helmes, 2013, la ventaja de los coches diésel en cuanto a emisiones de CO2 dejó de mejorar en el año 2000 mientras que siguió mejorando para los de gasolina, y para 2007 se había convertido en insignificante. Por otra parte como muestra Transport & Environment la fabricación de un coche diésel conlleva mayores emisiones. A ello hay que añadir que la rebaja de impuestos de combustibles al gasóleo, que en España ha sido de 4.230 millones de euros según la OCDE, constituye un estímulo a consumir más incrementando las emisiones. Y por último entre las emisiones de partículas de los vehículos diésel, las que se denominan de hollín o carbono negro o marrón, contribuyen fuertemente al calentamiento global y al derretimiento de la criosfera. Por todo ello se considera que la dieselización ha tenido un efecto neto negativo sobre el cambio climático.
La política climática criminal de la Unión Europea ya ha causado centenares de miles de muertos. ¿Cuantos muertos más debemos permitirles que causen con el nuevo Pacto Verde Europeo antes de que se lo impidamos? No es el cambio climático el que causa muertos sino las erróneas políticas climáticas en las que la Unión Europea es líder mundial. Al igual que el Gran Salto Adelante de Mao, se construyen sobre pilas de cadáveres sin reconocimiento, sin remordimiento y sin pedir perdón.
Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y sus ministros de industria junto con sus homólogos europeos deberían ser llevados a juicio por crímenes contra la humanidad, por favorecer a sabiendas con sus políticas el incremento de la contaminación dañina para los ciudadanos que a la fuerza había de resultar en miles de muertes al año.
3. Afortunadamente el CO2 salva vidas
De la misma forma que la Unión Europea ha contribuido decisivamente a aumentar la contaminación que nos mata, también está contribuyendo decisivamente a la reducción de las emisiones de CO2 que nos alargan la vida. Como, ¿que no os lo creéis?
Es tan sencillo como cruzar los datos del World Bank de emisiones de CO2 per capita y de esperanza de vida al nacer. En la figura 7 se presentan los datos para 155 países quitando a las pequeñas naciones isla y a los países del Golfo Pérsico que constituyen desviaciones por causas especiales. La correlación es clara e indica que un aumento en 10 veces de las emisiones de CO2 per capita se traduce en un incremento de 15 años de media de esperanza de vida para toda la población.
Figura 7. Emisiones de CO2 en toneladas per capita (escala logarítmica) de 2014 y esperanza de vida al nacer de 2017 para 155 países. En rojo España, en azul la Unión Europea, en naranja la media mundial. LIE, Liechtenstein. Datos del World Bank de emisiones y de esperanza de vida.
Obviamente la relación de causalidad tras esa correlación es a través de la energía obtenida de los combustibles fósiles. Dicha energía permite el progreso y el estándar de vida que resultan en una mayor esperanza de vida. La presidencia de la Unión Europea tiene la curiosa idea no probada de que se pueden reducir las emisiones de CO2 manteniendo la esperanza de vida. En el camino a esa reducción, sin embargo, la pobreza está aumentando así como las muertes debidas a la pobreza energética. Quizá su modelo sea ese punto que representa a un país con una esperanza de vida de 82 años, similar al de la UE, y unas emisiones de tan solo 1,18 toneladas per capita, menos de la quinta parte. Pero ese país es Liechtenstein, un pequeño paraíso fiscal con 37,000 habitantes y un PIB de 98,000 dólares de PIB per capita. No es un modelo que se pueda imitar.
4. Las políticas climáticas son el verdadero peligro del cambio climático
La Unión Europea lleva décadas engañandonos y llevando a cabo políticas climáticas tras las que se ocultan poderosos intereses económicos que llevan a la muerte prematura a centenares de miles de ciudadanos. Los gobiernos europeos sabían desde hace más de una década que los tests de emisiones de los diesel presentaban una diferencia creciente con las emisiones reales en circulación y que eso era la causa de que la contaminación de las ciudades no descendiera, y no hicieron nada hasta que estalló el escándalo de Volkswagen, porque su interés no es protegernos a nosotros.
Figura 8. Diferencia entre el consumo real y el consumo en los tests de la Unión Europea de los vehículos diesel en porcentage. Fuente: Transport & Environment.
El propio parlamento europeo así lo ha reconocido en el informe EMIS:
Pruebas de laboratorio y emisiones del mundo real.
3. La existencia de las discrepancias, y su impacto negativo significativo en el logro de los objetivos de calidad del aire, en particular con respecto a las áreas urbanas, habían sido conocidas por la Comisión, las autoridades responsables de los Estados miembros y muchas otras partes interesadas desde al menos 2004- 2005, cuando se estaba preparando el Reglamento (CE) no 715/2007. Las discrepancias han sido confirmadas por una gran cantidad de estudios realizados por el Centro Común de Investigación (CCI) desde 2010-2011 y otros investigadores desde 2004.
Ya en 2007 sabían que la industria automovilística había empezado a utilizar dispositivos de engaño (defeat devices) y no se tomaron las medidas para evitarlo permitiendo la existencia de agujeros legales hasta el 2017. En todo momento la Unión Europea ha protegido a la industria automovilística a costa de la salud de sus ciudadanos mientras nos decían que era para resolver el problema del cambio climático.
Figura 9. Incremento de la temperatura global entre 1960 y 2018 y aumento de la esperanza de vida global entre 1960 y 2017. Datos HadCRUT 4 y World Bank.
No sé que pensaréis vosotros, pero yo pienso que el calentamiento global ha sido bueno para nosotros. Lo que ha sido claramente perjudicial para nosotros y lo sigue siendo son nuestros gobiernos y la Unión Europea. Tras décadas de engañarnos y matar ciudadanos sin que haya la más mínima consecuencia van a repetir la jugada con el Pacto Verde Europeo. Todo con la excusa de que van a salvarnos del cambio climático.
Felices Reyes.