La gente piensa que la actual crisis económica la ha causado la pandemia. En realidad no es así. La crisis se estaba gestando desde finales de 2018 y hubiera sucedido de todas formas. Al no habernos recuperado de la anterior crisis, ésta constituye el segundo peldaño en nuestro descenso.
1. El pico de producción industrial
En 1972, justo en la cima del crecimiento de nuestra civilización industrial, un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts publicó su estudio "Los límites al crecimiento" (The Limits to Growth, o LTG desde aquí).
En mi análisis de febrero de 2016 "Consecuencias del pico de producción industrial" analizábamos que el pico de producción industrial era el primer pico en tener lugar en LTG. En el esquema de funcionamiento del modelo dinámico World3 que utilizaban los investigadores la producción industrial era esencialmente el resultado de dos bucles de retroalimentación que afectaban al capital industrial (uno de inversión y otro de depreciación), y un tercer bucle debido al efecto de los recursos no renovables sobre la eficiencia del capital.
Fig. 1. Fragmento de la figura 1.3 del libro "The Limits to Growth" que muestra la dinámica de sistemas de la producción industrial (rojo) y su relación con otras variables como los recursos no renovables (azul) entre los que se encuentra el petróleo. El signo + indica que un aumento de una variable causa un aumento de la otra y viceversa. El signo - indica que un aumento de una variable causa una disminución de la otra y viceversa.
La realidad es bastante más compleja que el modelo simplificado de LTG, pero por instinto o conocimiento los investigadores del MIT situaron la producción industrial en la interfaz entre el capital y los recursos. Lo que hemos observado en estos últimos años es que la conjunción del incremento del coste de la energía unido a la crisis financiera y de deuda han provocado una retracción del consumo. No hay suficientes clientes para los productos que se fabrican y las empresas utilizan el capital puesto a su disposición por la generosidad de los bancos centrales para impulsar su cotización a través de la autocartera. La utilización de la capacidad productiva por parte de las empresas de los EEUU no ha parado de descender durante décadas. Es una consecuencia de la saturación de deuda y de la creciente desigualdad que resulta en una disminución del uso de energía per capita en los países de la OCDE, y el pico de producción industrial.
Fig. 2. Actualización a 2015 de los límites del crecimiento con datos provenientes de Graham Turner. Tanto la contaminación (azul), como los alimentos (naranja), recursos (violeta) y servicios (verde), se han desviado ligeramente a mejor. La producción industrial (rosa) y la población (negro) se encuentran muy próximas a los valores predichos. El pico de 2030 viene definido por el inicio del declive poblacional tras el declive económico producido por el fin del crecimiento de la producción industrial en 2015 y de los servicios en 2020. Fuente de la gráfica: Smithsonian Magazine. Modificada.
Los picos que tienen lugar en LTG se manifiestan antes al analizarse per capita, por la gran inercia que presenta el crecimiento poblacional que incrementa el denominador. Al analizar la tendencia seguida desde 1972 lo que se observa es que la producción industrial ha crecido más despacio de lo previsto, mientras que la producción de servicios ha crecido más deprisa. El peso de los servicios en la economía ha aumentado desproporcionadamente con respecto a las previsiones y un probable factor en ello ha sido el incremento del precio de la energía desde la crisis del petróleo de 1973, que en 1972 no había tenido lugar. A partir de 2007 el crecimiento de la producción industrial per capita mundial se detiene hasta 2016, cuando inicia un tímido crecimiento que se ha visto cortado por la crisis del coronavirus. Sin embargo este repunte en la producción industrial era poco sólido, porque, como ya vimos en el artículo sobre el Peak Car, en 2017 tuvo lugar el pico de producción de automóviles, una de las principales industrias del mundo.
Fig. 3. Producción industrial en varios países europeos hasta febrero de 2020 tomando como base el nivel de enero de 2006. Fuente: Dr. Ed Yardeni.
El crecimiento de la producción industrial per capita se ha venido enlenteciendo desde el 2007, y es posible que su pico ya se haya producido. Un buen indicador de ello es que muchos países desarrollados, como el Reino Unido, Francia, Italia, los países nórdicos o España dejaron atrás el pico en 2008 y a día de hoy no han recuperado el nivel que tenían a comienzos de 2006 ni es probable que lo recuperen en un futuro previsible. En la presente crisis más países se unirán a esta lista. Al igual que en el caso del Pico de Coches en 2017, la causa inmediata es la falta de demanda. España no ha disminuido su capacidad de producción y no faltan ni energía, ni materias primas, ni trabajadores, ni capital. Lo que faltan son clientes. La causa real es la crisis de asequibilidad producida por factores económicos que se reflejan en el desempleo, los bajos salarios y el fracaso de los negocios, pero que como veremos en el próximo artículo de la serie son el resultado de haber llegado al punto en el que la insostenibilidad se manifiesta.
2. El pico del mercado laboral
El común de la gente no sabe de economía ni ha oído hablar del eurodólar. No saben lo que pasó el 9 de agosto de 2007 (ver "Y el mundo cambió (II). Economía") ni entiende lo que hacen los bancos centrales. Sin embargo siente los efectos y sabe que las cosas no han vuelto a ser igual desde la Gran Crisis Financiera (GCF). La recuperación ha sido parcial y el mercado laboral sigue dañado. En España el millón de parados se superó en 1978 y los dos millones en 1981. No se volvió a bajar de esa cifra hasta brevemente en 2001 y entre 2005-2007. Las tasas de paro han oscilado desde 1979 entre el 8 y el 27 %. Dada la definición de desempleado, para mí el dato que mejor refleja la falta de recuperación del mercado laboral tras la GCF es la tasa de ocupados, un dato que tiene que calcularse uno mismo a partir de los datos de la EPA dividiendo el número de ocupados por la población mayor de 16 años, único segmento consistente en las estadísticas a lo largo de los años.
Fig. 4. Tasa de ocupados en España calculada a partir de los datos del INE calculando el porcentaje de ocupados con respecto a la población mayor de 16 años. La tasa de ocupados aumenta por varios factores, incluyendo la incorporación de la mujer al trabajo y la inmigración.
Los datos muestran que tras las crisis de los 80 y 90, la tasa de ocupados se recuperaba y aumentaba, hasta llegar al 54 % de la población mayor de 16 años en 2007. La recuperación tras la crisis no ha permitido superar el 50 %, lo que implica que 1,4 millones de potenciales trabajadores (y sus familias) se han quedado por el camino de la recuperación.
Fig. 5. Número de parados y ocupados en España. Entre 2000 y 2007 el número de parados nunca llegó a bajar de 1,75 millones, mientras que el número de ocupados aumentó en 5,5 millones que corresponden a trabajos que los españoles no querían realizar y fueron ocupados por inmigrantes.
La nueva crisis nos pilla con 3,2 millones de parados, la cifra más alta desde la que ha empezado a crecer el paro nunca, y con una tasa de ocupación 3,5 puntos por debajo que en 2007. Es obvio que el mercado laboral no se ha recuperado de la crisis de la que empezó a salir en 2013, hace siete años.
Fig. 6. Tasa de participación en la fuerza laboral de los EEUU, que corresponde a los que tienen trabajo o lo buscan activamente. Los datos muestran que buena parte de los que abandonaron el mercado laboral en las crisis de 2002 y 2008 no volvieron a intentar trabajar. La brutal caída en la presente crisis, que solo acaba de comenzar, indica los muchos que se han quedado sin trabajo y ni siquiera lo buscan por considerarlo inútil. Fuente: Reserva Federal de St. Louis.
Incluso en EEUU, con un mercado laboral mucho más activo y una tasa de empleo mucho mejor, las perspectivas laborales de la gente han empeorado en las últimas dos décadas y particularmente a partir de 2008. La tasa de participación en la fuerza laboral mide no solo a los que tienen empleo, sino también a los que buscan empleo activamente. En crisis anteriores la gente que perdía su empleo continuaba buscando y pasada la crisis se reincorporaba. Entre 1988 y 2008 el 66 % de la población en edad de trabajar participaba en la fuerza laboral, llegando al 67 % a finales de los 90. Tras la crisis de 2008 mucha gente fue abandonando progresivamente la fuerza laboral, con lo que no aparecen en las cifras de desempleados. Los efectos de la GCF fueron terribles y permanentes para muchas personas en todo el mundo.
Para algunos países particularmente insostenibles el pico del mercado laboral llegó en 2007. La GCF fue como su nombre indica una crisis bancaria que arrastró a la economía global. La crisis del coronavirus es lo opuesto, una crisis en la economía global causada por la respuesta a la pandemia, que se extenderá a los mercados financieros y monetarios. Unida a las condiciones prevalecientes de deflación por exceso de deuda y falta de colateral, la crisis va a arrasar los mercados laborales de todo el mundo, particularmente de nuevo en los países más insostenibles y más golpeados por el virus. España destaca a nivel mundial en ambas categorías. Cuando la pandemia deje de ser un factor muchos otros países habrán dejado atrás su particular pico en el mercado laboral.
La crisis del coronavirus supone un evento megadeflacionario al impactar directamente contra el consumo. Entre la deflación y la inflación, la primera es mucho peor porque destroza el mercado laboral y hace la recuperación mucho más difícil por las repercusiones tan negativas que tiene sobre todo el resto de la economía. No importa la cantidad de dinero que fabriquen los bancos centrales, no habrá inflación hasta que la economía global se recupere o hasta que la gente pierda la confianza en el valor del dinero, lo que suceda antes.
3. El pico de comercio mundial
El 1 de octubre de 2019 la Organización Mundial del Comercio daba la alarma de que el comercio mundial se estaba deteriorando con rapidez e iba a experimentar su menor crecimiento en una década. Sus pronósticos para 2019 no habían parado de empeorar desde finales de 2018. Unos días más tarde Kristalina Georgieva, directora del IMF, anunciaba que el 90 % de la economía global se encontraba en desaceleración sincronizada.
Ya el 25 de Septiembre el organismo de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas (UNCTAD) en su informe anual había advertido que una recesión en 2020 era "un peligro claro y presente", y que algunos países emergentes grandes ya estaban en recesión, y que algunas economías avanzadas como Alemania o el Reino Unido estaban peligrosamente cerca de estarlo.
Fig. 7. Media móvil de 3 meses de la tasa de cambio anual del volumen de comercio mundial (rojo, datos del CPB, eje izquierdo), y media móvil de 3 meses de los nuevos pedidos de exportación del índice de compras de los directores (PMI) para la manufactura global (gris punteado, eje derecho). Los periodos de recesión del comercio, definidos en su inicio por dos trimestres consecutivos de contracción y en su fin por dos trimestres consecutivos de expansión, se muestran en gris. Fuente: Christian Barraud.
En abril de 2019 se certificó que el comercio mundial había entrado en su tercera recesión del siglo (fig. 7), tras dos trimestres seguidos con decrecimiento, situando el inicio de la recesión en octubre de 2018, cuando se produjo el pico de comercio global.
Fig. 8. Volumen de comercio mundial en billones de dólares entre enero de 2005 y marzo de 2020. Fuente: CPB.
El pico del comercio mundial queda de momento establecido en octubre de 2018, con un volumen de 18,41 billones (trillions) de dólares según los datos de la Oficina Holandesa para el Análisis de Política Económica (CPB, Centraal Planbureau).
La mayoría de los analistas consideraban en 2019 que una recesión global en 2020-21 era inevitable. En una encuesta de mediados de 2019 entre 226 miembros de la Asociación Nacional de Negocios Económicos en EEUU, el 72 % consideraba que la economía de los EEUU entraría en recesión en 2020-2021, con más de la mitad decantándose por 2020.
4. El pico de globalización
Con la pandemia de coronavirus se ha cuestionado si las cadenas de suministro globales se han extendido demasiado y políticos de muchos países se plantean la inteligencia de depender en exceso de otros países y regiones del globo para la sanidad o la alimentación, y si no convendría reducir la interdependencia económica. Emmanuel Macron ha dicho que el coronavirus cambiará la naturaleza de la globalización, y que estaba claro que estaba llegando al final de su ciclo. Este nuevo impulso proteccionista, de realizarse, vendría tras el incremento del proteccionismo que EEUU inició en 2016, pero lo cierto es que la reducción de la globalización viene de antes de Donald Trump y cabe preguntarse si el proteccionismo es la causa o la consecuencia de la situación económica tras la GCF.
Fig. 9. Índice de apertura al comercio entre 1870 y 2017, definido como la suma de exportaciones e importaciones dividida por el PIB global, mostrando 5 fases con las de expansión en azul y las de contracción en rojo. En la cuarta fase la globalización se extiende a todos los países de la Tierra, con la incorporación de China a partir del 2000. Esta figura haría las delicias de Peter Turchin. Fuente: Peterson Institute for International Economics.
El indicador más utilizado de la globalización es el índice de apertura al comercio o de integración económica, que se calcula como la suma de las exportaciones e importaciones divididas por el PIB mundial. Este índice muestra que la globalización alcanzó su pico en 2008, con un 61 % del PIB mundial proveniente del comercio internacional, y desde entonces está descendiendo.
5. Ganancias corporativas
La gente tiende a pensar que cuando les va mal a los trabajadores es porque las empresas se quedan con una parte mayor de los beneficios, particularmente si está aumentando la desigualdad. Sin embargo esto no es necesariamente así. Que el 0,1 % esté aumentando su riqueza a un ritmo mucho mayor que el resto no quiere decir necesariamente que a las empresas les vaya mejor. Históricamente al crecer la riqueza del mundo, las ganancias corporativas han ido creciendo. Es parte del proceso de que el pastel económico se haga mayor al producirse y consumirse una mayor cantidad de bienes.
Fig. 10. Media de 12 meses de las ganancias por acción (EPS) de las corporaciones mundiales (púrpura), de las corporaciones mundiales tecnológicas (naranja), y de las corporaciones mundiales menos las tecnológicas (azul). Casi el 100 % de las ganancias desde 2007 corresponden a las tecnológicas. Gráfica de Goldman Sachs. Fuente: KKR.
Sin embargo desde 2007 observamos un fenómeno curioso. Las ganancias de las compañías relacionadas con la tecnología han representado esencialmente el 100 % del incremento de las ganancias empresariales de la última década. Es más, esas ganancias esencialmente se concentran en las 5 grandes tecnológicas, las FAAMG (FB, AAPL, AMZN, MSFT y GOOGL), en una especie de "el ganador se queda con todo".
No solo la economía financiera se ha vuelto virtual con inyecciones masivas de dinero electrónico, sino que también el crecimiento de la economía corporativa tiene lugar en las empresas que facilitan la interacción de las personas en la red. Mientras tanto en la economía real no tecnológica las compañías que permanecen en los índices (las que quiebran desaparecen), de media no han incrementado sus beneficios desde el 2007. Es un reflejo de la crisis de asequibilidad de la que tanto Gail Tverberg como yo venimos hablando.
6. El pico de petróleo
En noviembre de 2019 ya advertía de la caída de la producción de petróleo en el artículo "Prediciendo y errando el pico de petróleo (con nueva fecha)"
La producción de petróleo (C+C) en 2019 va a ser sensiblemente inferior a la de 2018, al menos en medio millón de barriles diarios. Esto no es algo que pase con frecuencia. Los dos precedentes en los últimos veinte años son 2002 y 2009, a consecuencia de las crisis de 2001 y 2008.
Finalmente la caída de la producción en 2019 ha sido de algo más de 600.000 barriles diarios según los datos disponibles de la EIA. Aún así no hubo problemas de falta de petróleo por el exceso de producción con respecto a la demanda, y de hecho el consumo en 2019 fue superior al de 2018.
Pero lo que va a convertir el pico de petróleo de 2018 en algo muy duradero y probablemente permanente es el pico de petróleo compacto en los EEUU. Como decíamos en el primer artículo de la serie destinado en exclusiva a la situación del petróleo, la producción de petróleo compacto de EEUU ha proporcionado el 71 % del crecimiento del crudo mundial desde el 2005, y el 98 % del crecimiento en 2018. Sencillamente si el petróleo compacto de EEUU no crece, el petróleo mundial no puede crecer, o muy poco. Y el petróleo compacto de EEUU está cayendo en picado.
Fig. 11. Producción de petróleo compacto de EEUU y pronóstico de producción realizado en enero de 2020 para el periodo 2020-2021 (línea de puntos) extrapolando el comportamiento de 2015-2016 en función de la mayor producción y por tanto mayor declive. En negro los datos disponibles en noviembre de 2019 sobre los que se basó la predicción. En rojo los datos de noviembre de 2019 a mayo de 2020. Línea discontinua azul: febrero de 2020 cuando comienza el efecto del COVID. Datos: Energy Information Administration.
El 13 de enero, cuando el coronavirus era un simple aviso de una nueva enfermedad, yo publiqué mi pronóstico de caída de la producción de petróleo compacto en EEUU en el artículo "El acordeón del petróleo". Dicho pronóstico para 2020-21 estaba basado en el desencanto de Wall Street y la disminución de equipos de perforación (rigs) y de completado (frac spreads), y calculaba que para finales de 2021 se podrían haber perdido un millón de barriles diarios de producción. Los datos disponibles en aquel momento (hasta noviembre de 2019 incluido), no mostraban ninguna disminución, solo subidas, como mostraba la figura 9 de aquel artículo (fig. 11 en negro). Mi pronóstico era que la caída de la producción debía ser más rápida que la de 2015. Los datos disponibles ahora, muestran que noviembre de 2019, el último mes del que yo tenía datos entonces, fue el pico de petróleo compacto de EEUU, y que el declive comenzó un mes más tarde. Durante los meses de diciembre a marzo la producción cayó al ritmo predicho por mi, si bien mi predicción fue ligeramente optimista por ir un par de meses retrasada.
Por supuesto todo cambió con la irrupción del coronavirus, que ha hecho que la producción se desplome, perdiendose en tan solo dos meses un millón de barriles diarios, todo lo que yo pensaba que podía perderse en 2020-21. Yo espero un rebote en la producción en los próximos meses, pero teniendo en cuenta que la tendencia era ya decreciente antes del COVID, y que numerosas empresas van a quebrar, las perspectivas del petróleo compacto son francamente malas, y lo seguirán siendo durante los años que dure la crisis económica, durante la cual los precios del petróleo no pueden ser altos. Cuanto más tiempo pasa más improbable se vuelve que se alcance de nuevo el pico de noviembre de 2019, porque se sigue sacando petróleo de las mejores zonas por lo que futuros incrementos tendrán que venir de zonas subóptimas, donde el petróleo resulta aún más caro de extraer si cabe.
7. El pico energético
En España el pico de consumo de energía per capita se alcanzó en 2004 con 147 Gigajulios por persona. Al establecimiento de dicho pico sin duda ayudó la fuerte inmigración de principios de siglo, pero la población ha aumentado poco desde 2008 y el consumo de energía per capita ha caído en más de un 15 %. El caso de España no es aislado. La OCDE (37 países), alcanzó su máximo consumo de energía per capita con 198 Gigajulios por persona en el año 2000, y hay ya más de 30 países en el mundo que han reducido su consumo de energía por persona desde el año 2000.
Fig. 12. Consumo de energía per capita en Gigajulios por persona y año para España (azul), la OCDE (rojo), el resto del mundo (naranja) y la media mundial (negro). Fuente: BP Statistical Review of World Energy 2020.
Aunque el mundo ha seguido aumentando su consumo de energía per capita, alcanzando los 76 Gigajulios por persona en 2019, cada vez lo hace más despacio y la tendencia lineal de su tasa de crecimiento anual ha descendido de un +1,7% en 1965 a un +0,1% en 2019, lo que indica que de seguir la tendencia el pico global es inminente si no ha tenido lugar ya.
Fig. 13. Tasa de crecimiento anual del consumo de energía per capita mundial. La tendencia lineal (línea fina) es decreciente de acuerdo con la fórmula mostrada cuyo valor llegará a cero en 2022. Fuente: BP Statistical Review of World Energy 2020.
En la figura 7 de la primera parte de este artículo mostrábamos la relación directa entre el consumo de petróleo y el PIB de las naciones. El consumo de energía y la riqueza forman parte de un conjunto de variables que correlacionan positivamente con la salud y la calidad de vida de las personas. Por ejemplo los países con menor consumo de energía per capita son los que menor indice de desarrollo humano presentan. Este índice es la media de tres índices que miden la esperanza de vida, la educación y la riqueza.
Fig. 14. Correlación entre el consumo de energía per capita y el índice de desarrollo humano (HDI), formado por la media de los índices de esperanza de vida (LEI), el índice de educación (EI), y el índice del Producto Interno Bruto (GDPI). Fuente: Fragaszy et al., 2011.
8. Conclusión
Todos los factores económicos, comercio, producción industrial, energía, trabajo, etc. alcanzan un máximo relativo antes de descender en una recesión, para volver a subir tras la recesión superando ese máximo anterior en unos pocos años. Es razonable pensar que todos estos picos de 2018 son solo un máximo relativo y de hecho la mayor parte de la gente piensa que pasada la actual crisis volveremos a la senda de crecimiento de los últimos doscientos años y superaremos pronto dichos valores. Hay sin embargo razones para pensar que no es así y que se están estableciendo máximos duraderos que como mínimo sugieren que nos enfrentamos a un cambio de fase histórica con cambios negativos a largo plazo.
- En la producción industrial hemos visto como algunos países reciben la nueva crisis una década después sin haberse recuperado de la anterior, pero incluso para los países que en teoría han experimentado una buena recuperación de la Gran Crisis Financiera como China, que ha estado emitiendo deuda de forma masiva desde entonces, el crecimiento ha sido muy inferior al habitual antes de la GCF y con tendencia decreciente.
- En el mercado laboral la nueva crisis nos pilla sin habernos recuperado de la crisis anterior que terminó hace siete años. La de España no es una situación única, otros países también muestran mercados laborales dañados a largo plazo. En EEUU mucha gente ha abandonado el mercado laboral resignándose a una vida marginal.
- El comercio ha experimentado una recuperación frágil, provocando un retroceso en la globalización, lo que se ha dado en llamar "slowbalization" (lentobalización). El aumento del proteccionismo lleva a pensar que se trata de un cambio de tendencia.
- A las empresas no tecnológicas no les va bien, y en la última década han sido incapaces de aumentar sus ganancias.
- Por primera vez en la historia la producción de petróleo crudo ha perdido más de medio millón de barriles diarios al año sin encontrarse el mundo en recesión o crisis del petróleo.
- El consumo de energía per capita en la OCDE se encuentra en franco retroceso desde el 2000 y a nivel mundial la tendencia a largo plazo del consumo energético per capita parece haber caído a cero.
Todo esto ha tenido lugar antes de que el SARS-CoV-2 hiciera su aparición en Wuhan. Lo cierto es que para la historia el coronavirus se llevará todo el mérito de haber tumbado la economía mundial. Para los que seguimos la economía con un cierto detalle, la economía mundial en 2019 era un boxeador noqueado por un fuerte golpe que iba camino de besar la lona, sin haberse recuperado de su anterior caída, cuando antideportivamente ha recibido un golpe masivo en el parietal mientras caía. No es el golpe que le ha tumbado, pero es el golpe que hará que no se levante hasta que el árbitro termine su cuenta. Aún estando en buena forma habría sido un golpe difícil de superar, pero en el estado en que se encontraba el boxeador cuando lo recibió el combate puede darse por terminado.
Esta serie de artículos terminará en la siguiente entrega en la que discutiré las consecuencias de los cambios que he ido analizando en los tres primeros artículos.