En los últimos años después de la pandemia hay como un run run en las redes sociales, en los medios de comunicación, en las conversaciones con los amigos, en general, sobre la educación financiera y lo necesaria que es para no estar siempre con problemas financieros o depender del Estado para ciertas cuestiones.
Mi experiencia como profesional me llama a tener que estar por un lado a favor, pero por otro en contra. Yo soy educador financiero, aparte de planificador y asesor financiero. Parte de mi trabajo es educar y enseñar a la gente cómo planificar sus finanzas personas, no su planificación para la inversión que sería el siguiente nivel.
Si es tan necesaria esta educación, ¿Quién la debe impartir? o ¿Dónde se debe impartir? Aspecto público o privado, profesores o padres.
La cuestión es que desde un ámbito público o privado se llevan haciendo acciones para concienciar a los jóvenes sobre esta situación y eso me parece importante, porque los últimos estudios muestran ciertos datos.
La última Encuesta de Competencias Financieras (ECF), elaborada por el Banco de España (BdE) entre noviembre de 2021 y julio de 2022 a un total de 7.764 personas (sacadas de una muestra de 21.000 aportada por el Instituto Nacional de Estadística, el INE), con unas edades comprendidas entre los 18 y los 79 años, muestra que ante 3 preguntas clave y sencillas: inflación, tipo de interés compuesto y diversificación del riesgo, aportaba que sólo el 19% respondieron correctamente a las preguntas. Es decir, 8 de cada 10 no supieron contestar o respondieron mal una de las preguntas.
La cuestión con esto es que ciertos conceptos básicos para una vez planificada las finanzas personales poder dar el paso a planificar las inversiones falta, hay un abismo enorme.
¿Y porque separo o hago esta distinción?
Porque planificar las finanzas personales es preocuparse de cómo mejorar los ingresos, controlar los gastos y ver cuánto se ahorra. Esto es lo básico con algunos conceptos que debería saber la gente, y que dentro de mi trabajo en muchas ocasiones como te puse anteriormente, realizó para mejorar a los solter@s y familias.
La segunda parte ya no tienen porque saberlo, de eso se encarga el profesional, de distribuir ese ahorro de la mejor forma posible entre: objetivos vitales, jubilación y aumento del patrimonio. La tercera etapa sería en qué productos.
Y es aquí donde enlazo con cierta opinión contraria, donde el particular no tiene que saber de estas dos últimas partes, ¿por qué? Porque para eso estamos los profesionales que hemos estudiado para realizar esta actividad, la de planificar el ahorro y el asesoramiento. Si esto lo aprende el particular, tendríamos que desaparecer, y ojo, que quizás en no mucho tiempo con la inteligencia artificial pase.
Te podría poner ejemplos, como si aprendes todo a nivel particular de la comida, para que estarían los dietistas, o cualquier otra profesión. Por eso, una cosa es saber administrar esa primera fase de las finanzas, y otra el resto.
Porque encima esto que acabas de leer sobre el informe del Banco de España, ocurre a nivel mundial, pero hay una diferencia entre todos esos países, y es que en algunos, el particular si entiende que el pagar por que le ayuden por planificar su ahorro y asesorar es algo lógico, es algo necesario, porque él no tiene los conocimientos, y no espera que le ayuden gratuitamente.
Encima en Europa, que yo creo que le queda poco, las empresas dan incentivos (retrocesiones) a los profesionales por asesorar, eso no es malo, siempre y cuando no se les obligue a vender ciertas cosas. Entonces el cliente como iba al banco y no pagaba, pues se piensa que cuando va a otra entidad todo será gratuito, y claro, ¿Qué ganan esas empresas? Pues si no se paga por parte del cliente, tiene que ser de la retrocesión.
Por eso es importante, que al leer este artículo el lector entienda que yo digo, si enseño, enseño con talleres, seminarios, videos, etc… pero finanzas personales, para las otras dos, es necesario y recomendable el pago directo por el servicio, sino tiene que entender que las retrocesiones deben existir, o bien un mix en función de lo que quiera el cliente.
Dentro de esta cuestión y para reafirmar lo que pienso, tenemos la encuesta de Advising Millennials in a Digital Age realizada por MFS Investment Management, que destaca que el 50% de los inversores nacidos entre 1980 y 1996 se autodefine como conservador o muy conservador en cuanto a la tolerancia al riesgo, mientras que sólo uno de cada cuatro se muestra como “tolerante al riesgo”. Este porcentaje disminuye aún más entre las inversoras femeninas, ubicándose en un 19%. Además, un 40% se siente abrumado por las diversas opciones de inversión disponibles y en torno al 70% de los inversores millennials españoles expresan escasa confianza en su capacidad para abordar sus inquietudes financieras.
Y lo que también muestra esta encuesta es que el 70% de los jóvenes no ven valor en los servicios de un asesor financiero, y no lo ven porque en si los padres no lo ven tampoco. En cambio, en países como EEUU donde no hay retrocesiones, la relación entre el cliente y planificador/asesor es estrecha, es cómplice porque a los dos les interesa ganar, y por eso se hacen relaciones a largo plazo que incluso pasa a los hijos.
Para concluir, es fundamental que se entienda que si un autónomo o empresa tiene un gestor/asesor contable, fiscal, laboral, un solter@ o familia deben tener un planificador de confianza. No pienses siempre mal, que hay truco, que te quieren engañar, un buen profesional va a querer tener relación duradera con el cliente, y si le engaña, le perderá a él y al resto que pudo recomendar. Hacer las cosas bien es lo que hace que el cliente pueda conseguir sus objetivos financieros en la vida. Educación financiera si, planificación financiera y asesoramiento, en manos de profesionales.