La situación que estamos viviendo con las ayudas a Grecia me recuerda a una partida de poker:
Francia y Alemania, después de haber pasado una mala racha, con un crecimiento muy pobre a partir del 2003, ahora lideran la salida de la recesión, están desplumando a sus rivales y algunos compañeros de tapete están apunto de quedarse sin fichas.
Grecia ha sido el foco de atención por sus problemas de deuda pública, que serán más acuciantes en el segundo trimestre, debe refinanciar más de 30.000mEUR.
El conjunto de bancos, cajas, empresas y administraciones públicas españolas deben cerca de un billón de USD (~72% del PIB) a bancos extranjeros, las cifras son aún mayores en proporción al PIB en Grecia, Portugal o Irlanda.
Como jugadores de segunda, nos estamos viendo obligados a comprar más fichas, convirtiéndonos en pasivos y perdiendo en las bazas que vamos de farol, obligados a iniciar un gran ajuste fiscal, con subida de impuestos y reducción del gasto público.
El riesgo para los jugones es que, si expulsan a los compañeros periféricos, se pueden encontrar con que sus ficha no valen nada, una devaluación y salida de la Zona Euro causarían una quiebra generalizada del sistema financiero (ya que los pasivos exteriores seguirían en euros) arrastrando a las entidades acreedoras del resto del mundo y los efectos negativos del colapso serían mucho peores que cualquier efecto positivo por la recuperación de competitividad..
La partida debe continuar
Alemania y Francia están dispuestos a continuar la partida, por su propio interés, con el apoyo de dos jugadores más, el FMI y el BCE, pero aprovechan la situación para meter miedo al resto de sus rivales, forzándoles a que hagan reformas estructurales, en especial de pensiones y función publica, políticas fiscales restrictiva, que lastrará la recuperación este ciclo, y una devaluación del país: abaratamiento de costes, menores beneficios y pérdida de poder adquisitivo de asalariados.