Decía y con mucha razón Benjamín Franklin que la peor decisión es la indecisión, algo sin duda que podemos desafortunadamente imputar al Top Management de la Alta Política de la Zona Euro, indecisión y también impresionante y dramática lentitud en implementar acuerdos.
Todo ello es un tóxico cóctel financiero en estos momentos que crea escenarios muy peligrosos en la grave situación financiera que atenaza especialmente a España, con unos costes de financiación y su correlacionada prima de riesgo cada vez más disparados: sólo nos superan en malas notas y gravedad financiera Portugal y Grecia, esta última probablemente con los días contados con el Euro como moneda de cambio. Es auténticamente increíble y una ominosa pesadilla financiera que el coste de financiación de nuestra Deuda Pública a 10 años supere en más de un 600 por cien al coste de financiación similar de la deuda germana. Desde luego Alemania está pudiendo financiarse de manera muy económica y es, de momento, una clara ganadora en esta crisis, que se lleva incluso masivamente a nuestros mejores titulados que emigran cada vez con más claridad de ideas buscando mejores horizontes y perspectivas.
Respecto a responsables de la crisis, ya le dedicaremos otro análisis aparte algo más detallado, pero desde luego no compartimos la opinión y pensamiento “políticamente correcto”, desafortunadamente cada vez más extendido de que “todos hemos sido un poco responsables”. De eso nada: hay muchos responsables, ciertamente, pero unos mucho más importantes que otros y con más cultura financiera que, por acción o por omisión, han agravado o no amortiguado o detenido en momentos clave la crisis, a saber: Gobiernos, de un signo y de otro, Top Management del Sistema Financiero y Top Management de la Supervisión y Regulación Financiera.
Lo que está también meridianamente claro a estas alturas es que la reiterada y sostenida política de austeridad y ajustes en un totum revollotum sin diferenciación y segmentación adecuada, sin priorización y sin presupuestos base-cero, sin combinación con planes de estímulo y crecimiento económico, conduce a una mayor depresión de las finanzas, de la economía, de la ciudadanía, del empresario y de la empresa en general.
Las expectativas racionales que se perfilan , de las que nos ilustraba el Premio Nobel Lucas, son expectativas que pasan por un empeoramiento en el desempleo, por un retraimiento del consumo y de las decisiones de inversión, con una tremenda infrautilización de la capacidad productiva, de una menor recaudación de impuestos aunque se eleven los tipos porque disminuye la base imponible global, etc. etc. Este panorama no merece por supuesto ninguna tranquilidad a ahorradores, inversores, prestamistas y en último término a los mercados, que son un compendio de los anteriores, de manera que la Bolsa, el Mercado de Deuda Pública y sus indicadores como la Prima de Riesgo, etc. reflejan desconfianza, el enfriamiento y recesión de la economía real, y no anticipando por supuesto, ni de lejos, como es su misión anticipatoria asincrónica, una recuperación a la vista en muchos meses, recuperación que como pronto llegará en el 2013, tal y como está en estos momentos la situación globalmente en la Zona Euro, y más en particular todavía más negativamente en España. Por mucho que se quieran echar balones fuera hablando de volatilidad y de ataques especulativos, los últimos días de julio y el mes de agosto, como desgraciadamente también sufrimos el año pasado y en otras ocasiones, suelen ser un caldo de cultivo en el que no puede descartarse ningún escenario, por lo que convendría estar en máxima alerta financiera en la Zona Euro, con claras e importantes repercusiones también para la Economía y Finanzas Mundiales, especialmente en los U.S.A.
Mientras tanto, ajuste tras ajuste y recorte tras recorte en presupuestos de todo tipo para llevar a la práctica una superficial política ultraliberal que no consigue enderezar ni de lejos la situación y calmar a unos omnipresentes y ominosos mercados insaciables, que no se calman por lo que se ve con nada.
¿Y por qué no se tranquilizan los mercados? Bien, pues aparte de todo lo dicho y con un punto adicional de especulación por mi parte y haciendo Finanzas-Ficción diría que hay aparentemente todo un diseño de arquitectura financiera, ya desde hace años, de una especie de Dirección Financiera Estratégica Internacional orquestada por no se sabe muy bien por quién y que guía en la sombra todo un proceso de quiebra ordenada de los periféricos PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España), reflejo en cualquier caso de una estructural mala salud económica, financiera y social de dichos países, por no hablar de la tremenda corrupción que nos asola, y todo ello aderezado en ocasiones por una hipertrofiada impresionante volatilidad financiera maniaco-depresiva de los mercados.
El resultado global nos lleva en estos momentos por la senda de la recesión, aumento del desempleo y de la pobreza, disminución de inversión básica en sanidad, en educación, en I+D+i , en prestaciones sociales, etc. etc. imposibilitando en suma el cambio de modelo productivo y la salida de la recesión a la senda del crecimiento. De manera que, entre otros efectos, finalmente tenemos un adelgazamiento del Estado del Bienestar que tanto esfuerzo y sacrificio durante décadas ha costado desde que fue forjado en sus cimientos en las postrimerías de la II Guerra Mundial, con grandes desarrollos en las décadas posteriores, liderado fundamentalmente por la socialdemocracia europea, así como otras fuerzas del arco parlamentario.
Quizás un rescate total, un mega-préstamo, casi ya en el fondo operando de facto, no sea tan malo si sabemos aprovechar bien todas sus ventajas, administrando con prudencia y eficiencia, evitando la corrupción con Códigos de Buen Gobierno de obligado cumplimiento en el Sector Público y en el Privado, con fuertes sanciones ejemplarizantes, según la importancia del caso, para los incumplidores, delincuentes, estafadores y malos gestores de lo público y lo privado, mediante un adecuado Pacto de Estado en el que intervengan en su justa medida y contribución todas las fuerzas sociales consiguiendo forjar un futuro de ilusión, esperanza y cohesión social en el que elementos clave, entre otros, sean los jóvenes empresarios innovadores, muchos de ellos de base tecnológica y exportando también tecnología.