Las salidas a Bolsa son una forma de financiación ofrecida por las múltiples posibilidades que ofrece el Sistema Financiero. Como activos pasivos, financiación e inversión son dos caras de la misma moneda, si se busca financiación para la empresa se necesitan inversores y estos pueden ser institucionales o particulares. En la amplia “fauna” de la inversión bursátil nos podemos encontrar absolutamente de todo, como en la vida misma.
En general, podríamos decir realizando una cierta segmentación muy simplificada que hay inversores, tanto institucionales como particulares, que tienen una visión de muy corto plazo y especulativa, de manera que efectivamente buscan gangas o incluso vender en el mismo día de la salida a bolsa si se da un cierto rally alcista, y les da lo mismo vender acciones de una buena compañía tipo blue chip, que criptomonedas privadas después de comprarlas unas horas antes, , que un “chicharro” sobrecalentado, que operar el mercado de futuros sobre el gas, por poner algunos ejemplos. Por otro lado tenemos inversores institucionales, también particulares, que buscan mantener carteras de inversión muy diversificadas con diversos criterios, como sectores, zonas geográficas y otros criterios como la Responsabilidad Social Corporativa. Estos inversores institucionales digamos más serios o más estables, con menos volatilidad, se sitúan en un contexto de gestión financiera más ortodoxa con visión de largo plazo, incluso en ocasiones también con objetivos estratégicos de largo plazo de control, activismo y cierta relevancia en el Consejo de Administración, así como otros enfoques. Los dos tipos de inversores son necesarios y contribuyen a la eficiencia del mercado.
La salida a Bolsa debe analizarse minuciosamente tal y como indicábamos en nuestra anterior entrega y, a pesar de todo, puede no salir como se esperaba. Todo en esta vida en general se puede reconducir, reformular, arreglar , en su caso evitar, excepto la muerte y los impuestos. Por supuesto que se puede reconducir un mal estreno en bolsa, pero está claro que si se puede evitar y se empieza bien mejor, es una decisión estratégica muy importante y hay que prepararla bien. Si se trata de una buena empresa y el estreno en bolsa no ha sido muy satisfactorio por motivos ajenos a la reputación de la propia empresa, su rentabilidad, liquidez, solvencia, compromiso con el medio ambiente y otros factores positivos, sin duda el mercado rectificará más tarde o más temprano.
El momento geopolítico actual y sus incertidumbres no es el más adecuado para una salida a Bolsa. Por eso pienso que empresas como Ibercaja, We Transfer, Cheplapharm y otras han hecho bien por todo lo indicado en retrasar su salida a Bolsa. Es altamente probablemente que a lo largo de 2022 cuando acabe el plazo extra de 2 años concedido por el gobierno para la salida a bolsa a Ibercaja habrá ocasiones más beneficiosas a poco que se estabilice la situación geopolítica, se vaya terminando la crisis sanitaria y salga con fuerza el impulso financiero al consumo e inversión del tradicional nivel de ahorro extra que a nivel global caracteriza las crisis. También esperamos un buen efecto en este contexto de los Fondos Europeos y de la Política Monetaria y Fiscal
Luis Ferruz Agudo / Escritor y economista /