Cambio climático – I
Pocos temas concitan tanta información, también en ocasiones fuertes polémicas, como todo lo relacionado con el cambio climático. Parece muy clara su existencia, así como su origen antropomórfico. La evidencia empírica contrastada científicamente por instituciones solventes muy diversas es abrumadora y más que suficiente desde la perspectiva del método científico, la lógica general de Popper conocida como falsacionismo, la propuesta metodológica en Economía de Robins, etc.
Aspectos fundamentales en esta temática y en el debate, como en todos, es definir con claridad de lo que estamos hablando así como sus causas. En este contexto, aunque cada vez menos afortunadamente, la confusión así como en general las opiniones sesgadas, sectarias, maniqueas y fundamentalistas pueden ser observadas en medios de comunicación, tertulias, redes sociales etc. Conviene realizar algunas precisiones al respecto y es que nos encontramos en ocasiones, es mi humilde opinión, con personas e instituciones que no tienen un discurso sostenido por ideas y metodologías contrastadas sino por intereses, también puede ser ese afán, costumbre o presión ambiental a veces que se tiene de pretender entender de todo con continuos brindis al sol o bien sencillamente esa sobreactuación que tienen algunos de hablar de todo con convicción y seguridad de cara a la galería cuando realmente desconocen a fondo el tema pero se manifiestan con total frivolidad, a sabiendas a veces de su disonancia cognitiva.
El actual modelo económico a nivel global sigue teniendo una de sus bases en el consumo de combustibles fósiles tales como carbón, gas y petróleo, fuentes limitadas y muy contaminantes, lo que tiene como consecuencia una muy fuerte emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, provocando que cada vez más queden retenidos rayos de sol en la propia atmósfera lo que va desencadenando subidas de temperatura, con zonas especialmente sensibles como la Antártida y el Mediterráneo, así como muchas otras. Los científicos conocen este fenómeno, sus causas y consecuencias desde hace décadas, pero no ha llegado con la misma intensidad de conocimiento y obrar en consonancia a segmentos y actores sociales importantes como sobre todo la clase política y también la empresarial, salvando las distancias y equívocos y sin pretender generalizar ni ofender a nada ni a nadie.
Conectado con todo lo anterior, la denominada “huella ecológica”, en general propiciada desde la alta dirección de las élites políticas y empresariales, así como sus grupos de presión, y aceptada en general por acción u omisión por la sociedad de consumo, tanto capitalista como de economía centralizada, tiene cada vez más colosales impactos y consecuencias, tanto de carácter sanitario, económico y financiero, como de fenómenos meteorológicos extremos, de afectación de biodiversidad etc. etc. Es cierto que se empiezan a verse ciertas acciones mitigadoras eficientes y efectivas del problema y sus consecuencias, pero son muy insuficientes y descordinadas a nivel global. La ingente cantidad de informes científicos corroborativos al respecto es impresionante, clarificadora y en cierto sentido aterradora.
Luis Ferruz Agudo / Escritor, economista y naturalista