Hace algunos días, el forero William Petersen sugería en este hilo que, tal vez, las llamadas “ayudas a la banca” estén recibiendo demasiadas críticas mal fundamentadas. De paso, pedía la intervención de un macroeconomista para poner un poco de orden. Y aquí estoy yo, no como experto en nada sino en calidad de pobre obrero de la enseñanza. Los que me seguís ya os hacéis una idea de lo que opino sobre estas operaciones de salvamento, pero lo que quiero aportar ahora es un artículo breve, sencillo, objetivo y redactado en modo académico. Para un análisis más profundo os recomiendo este post de Comstar. Y este otro artículo mío os puede servir para entender algunos conceptos previos. Al lío.
De dónde vienen las ayudas a la banca.
La idea de ofrecer mecanismos de ayuda al sistema financiero europeo se materializó el 12 de octubre de 2008 por acuerdo de todo el Eurogrupo reunido en París, que pactó la adopción de algunos instrumentos nacionales de apoyo para devolver la confianza al sistema y facilitar que la circulación interbancaria volviera en sí. El Gobierno de España elaboró un plan con tres instrumentos: avales, el FAAF y el FROB.
Los avales consistían en un programa de 100.000 millones de euros anuales que respaldaban la emisión de deuda nueva (pagarés, bonos y obligaciones con un plazo máximo de 5 años) por parte de las entidades financieras hasta el 31 de diciembre de 2009. A cambio de la garantía, la entidad financiera debía presentar un plan de viabilidad y pagar una comisión en función del riesgo asumido por el Estado. Con este programa, se avalaron 115 emisiones de 40 entidades en 2008 y 62 emisiones de 29 entidades en 2009. En total, el nominal de estas emisiones ascendió a unos 60.000 millones de euros.
El FAAF es el Fondo de Adquisición de Activos Financieros, pensado para comprar productos financieros que formaban parte del activo de las entidades pero que no se podían vender en el mercado por falta de confianza. Si me permitís la comparación, este Fondo permitía vender “pepinos sanos” (acreditados por la triple A) que el mercado no quería dada la rumorología imperante. De este modo, las entidades financieras podían obtener liquidez. El FAAF fue dotado inicialmente con 30.000 millones de euros procedentes de emisiones de deuda pública, cantidad que se amplió a 50.000 millones. Las entidades interesadas en vender activos acudían a una serie de subastas competitivas y pagaban un tipo de interés por el trozo de fondo adjudicado (tipo superior al coste de la emisión de deuda por parte del Estado). Además, el Fondo reservó un 25% para adjudicar en un tramo no competitivo, con el fin de generar nuevo crédito a empresas y familias. La última subasta se realizó el 30 de enero de 2009. El listado de entidades que obtuvieron financiación del FAAF es público y lo podéis consultar aquí.
Por último, el FROB es el Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria y tiene por objeto recapitalizar entidades financieras de cara a futuros procesos de integración. Fue dotado en junio de 2009 con 9.000 millones de euros procedentes de los Presupuestos Generales del Estado (75%) y de los Fondos de Garantía de Depósitos (25%) -ese colchón que garantiza a los clientes recuperar parte de su dinero en caso de que un banco quiebre-. El FROB tiene personalidad jurídica propia y puede captar recursos en el mercado. Además, la Administración General del Estado está autorizada para otorgar avales, hasta la cuantía máxima permitida por la Ley de Presupuestos, para garantizar las obligaciones del Fondo.
A dónde van las ayudas a la banca.
Para conocer lo que está pasando con el crédito vamos a echar un vistazo al último informe del Banco de España sobre financiación a familias y empresas, con datos actualizados hasta abril de este año. Obsérvese en el gráfico que, mientras la financiación a sociedades no financieras y a hogares no ha dejado de caer desde el comienzo de la crisis, el crédito que fluye hacia las Administraciones Públicas ha registrado tasas de crecimiento muy altas, hasta el máximo alcanzado en 2009 (29,5% interanual). Si esto no es un efecto crowding out (el sector público expulsa al sector privado) que venga Stiglitz y lo desmienta. Tal vez el gráfico admita otras lecturas, pero queda claro que el negocio bancario sigue vivo y las ayudas no se han quedado esperando tiempos mejores en el pasivo del balance. El sistema financiero sigue haciendo su trabajo. Lo malo es que el sector público está acaparando la mayor parte del crédito disponible y ese no era el objetivo inicial.
Espero haber cumplido con lo que pedía Petersen. A partir de aquí, la sección de comentarios queda abierta para opiniones, intuiciones y demás desahogos. Se admiten correcciones y ampliaciones al tema, pero comprended que el objetivo de este post era limitado.
Y teniendo en cuenta la actualidad y el éxito de mi post de propuestas, la semana que viene vuelvo con Propuestas (atrevidas) 2: sobre el mercado laboral.
Saludos y buen fin de semana.