El otro día a cuenta del post sobre los límites en efectivo, surgió un comentario acerca de la eliminación del dinero físico como medio de pago para evitar el fraude. Lo primero que tenemos que tener claro es que plantear como solución la eliminación del dinero físico como lucha para evitar el fraude es similar a eliminar los coches para luchar contra los accidentes. El dinero físico tiene toda una serie de utilidades y ventajas, de las cuales la inmensa mayoría no tiene absolutamente nada que ver con el fraude. Es cierto que al ser una de las ventajas el anonimato y la no intervención de terceros en las transacciones, es el medio que va a ser usado en los fraudes.
Pero lo más curioso es que lo mismo ocurre con los accidentes de coche, en los que siempre está presente algún coche, o con los divorcios que se podrían eliminar completamente eliminando el matrimonio, en el caso del dinero, no podríamos eliminar jamás el fraude, y tampoco el dinero en efectivo.
Es posible, no obstante, que a alguien se le ocurra la barbaridad de eliminar los billetes y monedas de curso legal; es decir proponer que los billetes y monedas que tenemos en nuestros bolsillos no sean un medio de pago legal en España. Más allá de la aberración que supondría entrar en un sistema en el que, o bien el gobierno, o bien entidades privadas al servicio de personas privadas y controladas por personas privadas, puedan controlar absolutamente todas nuestras vidas y ¡cobrar por ello!, lo que se conseguiría es exactamente eliminar este instrumento como un medio de pago y de acumulación de riqueza.
Y la palabra clave en la frase es “un”, en lugar de “el”, porque debemos tener en cuenta que el dinero en efectivo no es el único medio de pago, ni el único medio de acumular la riqueza, sino que es uno más de los medios que se usa con otros. Es decir; hoy podemos pagar en billetes o con tarjeta (entre otros); y podemos mantener nuestros ahorros en billetes, en cuentas, en acciones o en multitud de activos. Pues estaríamos eliminando una de las posibilidades, que en ocasiones usamos por una serie de razones muy variopintas, (si, una de ellas es el fraude, pero es importante entender que no es la única), que son las que al final determinan que cada cual de nosotros tome una decisión u otra.
De hecho en bastantes momentos de la historia y en algunas circunstancias muy particulares, hemos llegado a puntos en los que el dinero de curso legal, no tenía atractivo o no solucionaba los problemas, o incluso en algunos ámbitos simplemente no existe. A lo largo de la gran depresión se crearon numerosas monedas locales, para buscar de esta forma apoyar el comercio local y para dar solución a personas que quedaban fuera del mercado monetario legal. En muchos países, la devaluación monetaria, ha hecho que la confianza en la moneda propia se haya desmoronado y en consecuencia, las personas han usado otras monedas. Pero quizás sea más interesante el esquema que nos encontramos en reductos donde el dinero carece de validez; pongamos por ejemplo la situación en prisiones antiguas o el ejemplo de los campos de concentración; por supuesto, la actividad económica en un entorno como este es mínima, pero aún a pesar de la hibernación existe. Desde el momento en que existe una cierta actividad económica, surge la necesidad de una moneda; lo ideal es que sea legal, pero en caso de que no exista o no tenga validez por cualquier razón, acaba surgiendo una moneda informal, que en el ejemplo de las cárceles eran los cigarrillos.
Y esto es lo que ocurriría si se prohibiese el dinero en efectivo. Probablemente habría un período de cierta dificultad y adaptación, pero tendremos que tener en cuenta que las ventas de droga, las ventas de resultados de robos y toda una serie de actividades ilegales se van a seguir produciendo. No hace imaginar demasiado que estas actividades generarían una cantidad de dinero negro determinada, (ese que normalmente luego se blanquea para llevar al banco). Ese dinero va a ser pagado y va a ser cobrado, de tal forma que al final va a ser atesorado por algo. Por descontado, no se van a realizar las operaciones con un medio bancario y por tanto se buscarán soluciones, que dependerán de las circunstancias del momento y lugar. Lo más normal, es que si la medida fuese una prohibición en España o en la Eurozona, lo que se haría sería usar otras monedas. Es decir, los billetes y moneda de euro, perderían valor, pero se podrían usar perfectamente otras monedas.
Incluso en el caso de que todas las monedas del mundo dejasen de circular, (harto improbable), tendríamos la posibilidad de crear nuevas monedas informales, de cualquier tipo y color.
Se puede entender que esto afectaría a las actividades ilegales, pero debemos recordar que el dinero tiene sentido si se usa. Es del todo evidente que cualquier persona que cobrase en esta moneda, (aunque fuese la más informal que se nos ocurra), logrará cambiarla a su vez por otros servicios o bienes. En la cárcel el que quiera vender algo por cigarrillos, lo hará aunque no fume, ya que esto se convertirá en un medio de valor. En nuestro ejemplo, si un narco quiere comprar un coche o quiere hacer una reforma o joyas, o blanquearlo, no tendrá excesivos problemas en conseguir que alguien acepte el dinero, (formal o informal), que tenga a su disposición, (aunque para ello quizás tenga que hacer algún tipo de cambio o blanqueo); el tema estará en el descuento del valor del dinero aceptado.
De esta forma se introduce el nuevo dinero o la moneda de referencia en el sistema económico. Alguien tendrá ahora este dinero que a su vez usará para pagar en B, y si nos damos cuenta, tendremos montado otra vez un sistema de economía sumergida sin excesivos problemas, pero con un problema adicional.
Cuando en cualquier sistema económico, coexisten una moneda “mala” y otra “buena”, lo curioso es que la moneda mala acaba expulsando a la moneda buena del mercado. Esto se basa en que la circulación de la mala es muy superior a la de la buena, ya que todo el mundo tratará de deshacerse en primer lugar de esta, usando la otra para el ahorro. En este sentido, si ambas son legales la buena desaparecerá completamente, mientras que si una de ellas es ilegal el proceso no será extremo hasta el punto de la desaparición total, pero sin embargo, el esquema fundamental es exactamente el mismo, de tal forma que la consecuencia inevitable de esta consecuencia, será la creciente importancia de la circulación de la moneda mala, (hasta el punto que responde a una ley denominada de Gresham, que es de las pocas que aguanta siglos en vigor en el campo de la economía).
Dado que la moneda mala, implicaría fraude fiscal, lo que podríamos inferir con una facilidad pasmosa, es lo que ocurriría en tal circunstancia con el fraude fiscal, que en teoría es lo que se trata de evitar.