Los Credit Default Swaps, en la pura teoría son seguros frente a impago de las obligaciones de determinado emisor. Por poner un ejemplo para que todos nos centremos imaginemos los seguros de impago de los alquileres de los pisos. Un propietario de un piso, pretende alquilarlo, y entre otras cosas que le interesa asegurar es el cobro de la renta; en consecuencia puede formalizar un contrato de seguro, de tal forma que si el inquilino no paga la renta, sea el asegurador el que se haga cargo de esa factura.
En este ejemplo se aprecia el esquema teórico de todos los derivados, que surgen como la necesidad de cubrir un determinado riesgo. Realmente el riesgo, a nivel global, no se elimina, sino que se logra traspasar. Es fácil entender con el ejemplo del piso, que la probabilidad de que el inquilino no pague la renta, en principio, no varía, aunque el propietario se cubra de ese riesgo. Realmente lo que se ha conseguido es traspasar el riesgo del propietario al asegurador.
En el caso particular de los CDS, la realidad es que la posibilidad de que el deudor deje de atender la deuda, en principio, no se altera con los CDS, pero sin embargo el tenedor de los bonos traspasa el riesgo al asegurador.
El caso es que al surgir entidades dispuestas a asumir el riesgo de otros, a cambio de una rentabilidad, surge el mercado de derivados, de tal forma que surge la posibilidad de especular con la posibilidad de incumplir las obligaciones. Dicho de otra forma, la aseguradora del pago de la renta del inquilino, puede a su vez transmitir el riesgo a otras personas.
El inquilino, en principio es ajeno a todos estos movimientos, de tal forma que puede vivir su vida, trabajar, pagar las facturas y parece que todo este movimiento que se empieza a generar a su alrededor no le tiene que afectar en absoluto. Al final el hecho de que pague o no su renta, depende de que conserve el trabajo, de su sueldo, de sus gastos y en definitiva de las decisiones que tome y su situación económica.
De vez en cuando tendrá que mandar información actualizada sobre su situación económica, para que el asegurador pueda valorar el riesgo que corre al cubrir su renta, pero más allá de esta circunstancia, la realidad es que su situación en principio no se ve afectada, e incluso en principio, es posible que su situación sea más cómoda al evitar la desconfianza en el propietario que estará más tranquilo.
De la necesidad de valorar al inquilino, surgirá (o adquiere importancia), la agencia de calificación que es aquella persona capaz de valorar la capacidad del inquilino y por tanto el riesgo de impago, necesario para conocer el precio del riesgo que se traspasa.
Si nos vamos a los mercados financieros, el esquema en esencia es exactamente el mismo, (aunque obviamente a distinto volumen y con cierta complejidad añadida). En este sentido es fácil imaginar que los inversores en determinada deuda, asumirían el papel de propietarios del piso, los emisores de deuda, (o deudores), serían los inquilinos, los emisores de CDS serían las aseguradoras, y las agencias de calificación serían los que evalúan al inquilino.
Este esquema en principio beneficia a todas las partes, hasta que de repente nos encontramos con que todas las partes son las mismas. De alguna forma, el propietario del piso, el asegurador, el que estudia el riesgo y el que luego compra y vende los distintos seguros acaba siendo el mismo. Por otra parte, la falta de transparencia acaba degenerando en una situación que como mínimo es extraña.
En este sentido podemos imaginar que el propietario, asegura la renta del piso, en consecuencia, elimina su riesgo, sin embargo después, usa los beneficios de la compra del piso para invertir en un fondo que acaba invirtiendo en el seguro del piso, de tal forma, que acaba volviendo a tener el riesgo en su cartera. Como quiera que tras cada uno de las ventas del seguro, el precio va subiendo, la empresa que evalúa al inquilino, observa como el coste del seguro crece y en consecuencia llega a la conclusión de que el riesgo del inquilino sube; y es posible que hasta la empresa calificadora sea del propietario, quien por cierto a la vista de la subida del riesgo por parte del inquilino, plantea una subida de la renta, ya que por un lado se corre un riesgo mayor, y a la vez el coste de protegerse ha subido.
Al final resulta que la subida de la renta empeora la situación del inquilino, (independientemente de otros problemas), por lo que la situación entra en un circulo vicioso, en el que gracias a la opacidad del sistema, la realidad es que no están claras ni las relaciones entre ellos.
¿Un lío verdad?. Pues realmente es la situación que nos encontramos hoy en día, en estos instrumentos, que son una verdadera locura. El problema no es sólo que se estén transmitiendo riesgos sin ni tan siquiera enterarnos, y bajo la sensación de que existe una red de seguridad. El problema es que con todo este baile es imposible saber hasta que punto los riesgos son reales, o son creados por el propio sistema.
El caso es que en medio de este cacao, voces como Buffet o Soros han calificado los CDS como armas de destrucción masiva; ambos hablan de matices en el problema de los derivados de crédito, de tal forma que mientras Buffet habla del desconocimiento en la práctica de estos derivados atribuyéndoles la capacidad de endeudar y destruir todo el sistema financiero, Soros expone que lo principal es que en algún momento los derivados dejan de ser instrumentos destinados a protegerse del impago, para convertirse en instrumentos que permiten especular con la deuda de determinados emisores.
Desde luego una regulación de estos instrumentos, de los inversores y de las normas de actuación, podrían ayudar a solucionar los problemas que esta arquitectura genera; es fácil ver en el ejemplo de la renta del alquiler que si los distintos agentes que han operado en el seguro, se mantienen diferenciados y se cumplen unas reglas básicas; a la vez que el estado controlase las relaciones y evitase los abusos que en última instancia pueden llevar a todos a la ruina, existe la posibilidad de que el esquema se quede en el planteamiento inicial y dichos instrumentos sean beneficiosos para todos.
Por supuesto, si los estados no son capaces de controlar estas relaciones, el resultado sólo puede ser un desastre total. Soros recomienda prohibir estos instrumentos y realmente deberíamos preguntarnos si los estados pueden controlar estas dinámicas.
La respuesta es muy fácil de entender cuando consideramos que en algún momento de la dinámica el estado es el inquilino.
En enero de 2010 Goldman reune a los inversores y aconseja invertir CDS para protegerse del riesgo de España. Desde luego las recomendaciones de Goldman, que por otra parte es un inversor especialmente activo en el mercado financiero son opiniones tan autorizadas como interesadas. Inmediatamente el riesgo país se incrementa, de forma que el bono español comienza una espiral en enero de 2010, que lleva a que la deuda comienza a encarecerse, (la rentabilidad del bono sube), tanto en términos absolutos como en términos comparativos con Alemania.
La conclusión es que inmediatamente, la subida de la cotización de los CDS, hace menos atractiva inmediatamente la deuda pública Española, de tal forma que el bono Español baja de precio o sube su rentabilidad. En todo caso los costes de financiar la deuda española se incrementan proporcionalmente.
Independientemente de la situación de las cuentas del estado, lo cierto es que la mera recomendación de Goldman, ha desatado una oleada especulativa en los CDS de España, lo cual a su vez ha provocado un incremento espectacular de los costes de financiación de la deuda Española.
Tal hecho, desde luego, provocará en breve que las agencias de rating, (que entre otras cosas analizan aquello del riesgo país), rebajen la calificación, de tal forma que entre unas y otras cosas la situación financiera del país empeorará significativamente con el comienzo del año.
Desde luego, la situación no era en absoluto la idea, pero sin embargo, está claro que esta situación no ayuda. Por supuesto, no somos ni seremos los únicos países que van a sufrir en sus carnes el ataque especulativo contra los derivados de la deuda y desde luego la respuesta no es sencilla.
¿Pueden los gobiernos regular y vigilar cuando están sometidos directamente a los dictados de los mercados financieros?. La respuesta es simple y no es difícil entender que realmente ahora mismo nos encontramos con que los mercados están atrapados en una situación en la que la deuda crece vertiginosamente, de tal forma que independientemente de que una gran parte de esta, se ha usado para rescatar al sector financiero, lo cierto es que este ahora tiene un poder increíble sobre los estados.
Y aparte de las caídas en los sistemas financieros, de las presiones sobre los gobiernos para tomar decisiones dramáticas, el gran problema que nos encontramos actualmente en países como Grecia o España, es que independientemente de la capacidad de los políticos, (o mejor dicho su incapacidad), el caso es que estamos sometidos a un chantaje incomprensible.
Evidentemente, hoy los países que están sufriendo ataques en su deuda tienen problemas reales para intentar tomar una decisión en contra de los intereses de los mercados financieros y desde luego están entregando el futuro y los ciudadanos a los intereses de las entidades.
En el caso Español, una recomendación de Goldman, con una reunión de inversores, ha provocado una reacción en cadena que ha incluido una gira de Salgado por Europa, una reforma laboral, una reforma de la seguridad social y un gran ajuste del presupuesto público.
El problema es que todas y cada una de las medidas adoptadas, van en contra de una salida en el futuro. Todas y cada una de las medidas sirven para hundir más a una clase media que a duras penas aguanta todos los golpes y ahora mismo, el problema es que el gobierno ha entregado su alma al sector financiero.
No deja de ser irónico que una gran parte del endeudamiento del estado ha acabado en la banca mediante el FAAF, el FROB y los avales de deuda a los bancos.
El caso es que desde enero no ha cambiado sustancialmente nada en la economía del país; (las dificultades de presupuesto y el déficit no son algo que surge de la nada, y desde luego eran y son conocidos desde hace tiempo). Sólo una recomendación , que ha precipitado que el Ibex sea el mercado que más cae en Europa, la subida del bono, sobre todo en referencia al de Alemania, (considerado el seguro), y desde luego que el gobierno haya de repente pegado un bandazo increíble.
La pregunta que deben hacerse los gobiernos, (no sólo el Español), es si pueden permitirse encontrarse en una situación en la que la banca de inversión es capaz de dictar o condicionar hasta el extremo las políticas de uno o varios países.
Por supuesto, la banca de inversión debería preguntarse, por los efectos que puede provocar el ataque sobre las deudas de los distintos países. Es lógico pensar que por lo de pronto pueden ganar mucho dinero, pero el problema es que acabando con los países están acabando con la tabla de salvación que el sistema financiero ha usado no hace demasiado tiempo y que no ha de tardar en usar.
No es fácil saber que es lo que debería hacer España para defenderse de este movimiento especulativo. El gobierno ha decidido ceder y hacer todo lo posible para convencer a los inversores institucionales de la credibilidad de los planes y por supuesto ha entregado a todo el mundo a la causa, mediante reformas que desde todos los ámbitos del sector financiero se pedían desde hace tiempo. Sin embargo, tal circunstancia no va a funcionar, debido a que los ataques especulativos contra la deuda no van a cesar, ya que es de los últimos reductos en donde se pueden obtener plusvalías ahora mismo. Desde luego, cada día que pasa la situación empeora, y las cuentas públicas serán cada vez menos sostenibles, tanto por los efectos de la crisis, como por los efectos de la especulación contra la deuda del estado.
Ahora es fácil entender que nunca se debió permitir que las entidades privadas dispusiesen de armas de destrucción masiva, pero desde luego, ahora que están siendo usadas contra nosotros, la solución no pasa por aceptar chantajes y presiones. Eso nos lleva invariablemente a una presión cada vez mayor, mientras nos vamos debilitando cada vez más, de tal forma que acabará invariablemente en la salida del euro y probablemente en un default.
Puede ser que se nos rescate desde Europa, pero sinceramente, es difícil entender que desde Europa vayan a hacer algo por la situación de los distintos países en los que se vayan fijando los objetivos. Por lo menos no con la suficiente celeridad para evitar el desastre. De hecho la gran duda es ¿Es demasiado tarde ya?. Y lo digo desde el punto de vista que tuviésemos un plan que implementar, que a día de hoy es una premisa que no podemos decir que se cumpla.
En todo caso, en esta situación me recuerda la fabula del escorpión y la rana, en la que el escorpión pide ayuda a la rana para cruzar un río. La rana le dice que no le ayudará porque tiene miedo a que le pique. El Escorpión la convence de que no la picará porque si la rana muere, se ahogarán los dos. En mitad del río, el escorpión pica a la rana y mientras mueren el escorpión dice: “Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme”.