FERNANDO ESTEVE MORA
En los años sesenta alcanzó cierta fortuna la frase de un ministro francés de Hacienda en un gobierno del general Charles De Gaulle, Valery Giscard D'Estaing. Dijo que los Estados Unidos gozaban de un "privilegio exorbitante" en los intercambios internacionales. Y es que, por su posición cuasiimperial tras la II Guerra Mundial, podían -ellos sí- actuar como les gustaría hacer a los niños chicos cuando tras ver cómo sus padres les pagan sus "chuches" con papeles coloreados se ponen a hacerlos ellos mismos..... aprendiendo luego que las cosas no son tan fáciles y que nadie les da nada a cambio de sus bonitos dibujos. Pues bien, a diferencia de esos niños, los EE.UU podían pagar sus compras de bienes y servicios (o sea, sus importaciones) y sus compras de activos (sus inversiones de capital ya sea físico o en cartera), no con otros bienes y servicios (o sea, exportando "cosas") sino usando de papeles coloreados dibujados por ellos mismos: en dólares. O sea, los yanquis podían "pagar" sus importaciones de cosas útiles, exportando "papel", papel -moneda si se quiere, pero papel al fin y al cabo.
Cierto que hasta el 14 de agosto de 1971, esa realidad venía oculta por la ficción del llamado "patrón cambios-oro", que establecía que esos papelitos, los dólares, podían teóricamente (nunca en la práctica) ser cambiados en oro a una determinada tasa de cambio (30 dólares por onza Troy), aunque en la realidad tal cosa era imposible ya que los Estados Unidos carecían de las suficientes reservas de metal para cambiar esos dólares en oro. Pero a partir de esa fecha, ese "cuento chino" ya dejó de contarse, y el dólar dejo de ser redimible en oro.
Sin embargo, pese a esa inconvertibilidad del dólar en oro, el dólar no se hundió como algún ingenuo pudo esperar en aquella epoca. No, a los EE.UU. no les pasó como a los niños chicos que tratan de comprar dulces con sus papelitos. Y es que el dólar siguió siendo aceptado como medio de pago para las transacciones internacionales y como reserva internacional. Y ello a pesar de que usaron eso de imprimir papelitos coloreados de forma abusiva para financiar sus movimientos político/militares fuera de sus fronteras (como por ejemplo la Guerra del Vietnam). Eran los tiempos de la guerra fría. El problema es que, con el discurrir de los años, los Estados Unidos se hicieron adictos a pagar buena parte de sus importaciones de bienes y servicios con esos papelitos que tan poco o nada les costaba hacer. Así ha sucedido que desdehace más de 40 años, se dice pronto, nunca los Estados Unidos se hayan acercado siquiera a un equilibrio en su balanza comercial.
Todo el mundo sabía que esa adicción norteamericana a pagar en su propio papel moneda no tenía futuro a largo plazo. Que, tarde o temprano, quienes les exportaban y recibían los pagos por sus ventas en esos papelitos verdes empezarían a desconfiar pues, tras tantos años de deficits comerciales norteamericanos, ya empezaban a tener demasiados.
Y es que, en último término, lo que ha sucedido es que el sistema de pagos internacionales ha permitido que se haya producido una auténtica burbuja con el dólar. No en el sentido de que su precio (su tipo de xambio) haya subido continuamente por encima de su valor "real", sino -por todo lo contrario- porque no ha caído todavía como debería haberlo hecho. dados los brutales y persistentes deficits por cuenta corriente de la Balanza de Pagos norteamericana. O sea, que ha sido no una "burbuja hacia arriba" que se haya manifestado en un ascenso sostenido e insostenible del tipo de cambio del dólar, sino en una burbuja -por así decirlo- "hacia abajo" que se ha manifestado en la no caída o mantenimiento sostenido e insostenible de su precio.
Y es que el dólar ya no tiene un valor de mercado real, un valor fundado en una capacidad de producción y exportación de bienes y servicios tan deseados por el resto del mundo que hagan al dólar valioso o deseable como medio de compra de esos bienes. No, el valor del dólar es "ficticio" (en el sentido en que Marx hablaba de "capital ficticio" o en que Keynes hablaba de los "concursos de belleza" en los periódicos ingleses de su epoca como metáfora de la valoración de los activos bursátiles) pues sólo vale para alguien en la medida que ese alguien crea hay otros que piensan que hay otros que creen lo mismo, o sea, que hay otros que creen que hay otros que creen...que el dólar tienen un valor.
Como sucede en toda burbuja especulativa, en el que el valor de mercado "algo" se sustenta solamente en una base tan tenue, tan "inmaterial" como un entramado de creencias en su valor, el problema se convierte en adivinar cuándo esa burbuja "pinchará" y, en consecuencia, para quienes participan en ella, cuándo salirse de ella para evitar que la desvalorización les "pille". Sólo que, en este caso, siendo como es una "burbuja" hacia abajo y no "hacia arriba", no cabe esperar un estallido a consecuencia de un "pinchazo" , sino más bien en un "desinflamiento" progresivo de esa burbuja en la que ha estado el dólar en los últimos 30 años a consecuencia del papel hegemónico de los EE.UU.China ya desde hace años, y singularmente tras la Gran Recesión de 2008, empezó a cambiar sus ingentes toneladas de dólares por oro y activos reales (tierras cultivables) desperdigados por Africa y América Latina. Otros países, sin embargo, fieles al imperio americano, han seguido acumulando dólares y activos financieros denominados en dólares confiando en que la estructura del sistema de pagos internacionales que (vía sistemas como el SWIFT) sigan reservando al dólar un papel privilegiado, y sigan así dando al dólar un papel central de mediador financiero y en consecuencia un "valor" de intermediación y de seguridad que compense su falta de valor fundamental económico real.
Pues bien. Quizás el momento Minsky del estallido de la burbuja del dólar se ha producido ya. La incapacidad de Occidente de instrumentar unas sanciones económicas reales efectivas contra Rusia (no se me ocurre otro calificativo que "patética" a propósito de la última ronda de sanciones de EE.UU. contra ella prohibiendo las importaciones de ¡vodka, caviar y diamantes!) a consecuencia de la delirante política librecambista en pro de la globalización descontrolada propiciada por los economistas neoclásicos/neoliberales en los últimos cuarenta años tras su "triunfo" político (que no científico o teórico) frente a los keynesianos (que, por contra, siempre han enfatizado la autosuficiencia. Véase https://www.rankia.com/blog/oikonomia/3289380-keynes-critica-globalizacion), ha llevado a Occidente a estar inerme en una guerra económica salvo en el uso de las "armas financieras" como único instrumento en esta guerra económica contra Rusia.
El problema es que el uso estas "armas", en las que son parte importante medidas como el congelamiento/expropiación de las reservas rusas en dólares de particulares, empresas e instituciones rusas (incluyendo el Banco Central de Rusia) así como las restricciones al uso del sistema SWIFT, tienen unas claras consecuencias negativas inesperadas pues son un claro "aviso para navegantes".
Sencillamente, a partir de ahora, nadie que tenga dólares (ni tampoco libras esterlinas ni euros) en bancos occidentales puede contar con que su sacrosanto "derecho de propiedad" sobre ese dinero será respetado si no se acomoda a los intereses de los Estados Unidos o de sus estados vasallos. Ello ya se sabía en cierta medida, pues este tipo de guerra financiera había sido usada ya contra países "parias" como Irán, Corea del Norte y Venezuela. Pero el que se haya instrumentado contra una potencia como Rusia señala que nadie está fuera de ser objetivo de ese tipo de ataque financiero.
En términos de jerga económica, lo que ello significa es que tras su uso como "armas financieras" al servicio de los intereses estadounidenses, el dólar (o la libra, o el euro) ya no pueden ser consideradas plenamente como monedas de reserva en el sentido de depósitos de valor seguros por los no occidentales. Ni tampoco lo es el sistema SWIFT. Y ello pone inevitablemente en serio aprieto al dólar pues esta puede ser claramente la causa detonante, el definitivo "pinchazo" de su burbuja. Y es que, conforme esa noticia vaya llegando a estos actores no occidentales y actúen en consecuencia buscando colocaciones o refugios seguros para sus activos (ya sea en el oro, el yuan o las criptomonedas), el valor del dólar (y de la libra) irá para menos, acomodándose a su valor real como representación de la capacidad estadounidense (y británica) de producción de bienes y servicios deseados por el resto del mundo. Las noticias que han corrido estos días acerca de la disposición de un país tan lacayo de los EE.UU como Arabia Saudí a acetar el yuan como pago a sus exportaciones de petróleo han corrido como la pólvora y han puesto "nerviositos" a los norteamericanos, Las presiones de EE.UU a los sauditas para que desista están siendo enormes, pero la confianza en los bancos occidentales es como la virginidad, irrecuperable,
Y, entonces, desde el final del periodo de la libra como centro del sistema internacional tras la I Guerra Mundial, se habrá cerrado otra página del sistema financiero, económico y político internacional y se habrá abierto otra nueva. Tras el inevitable periodo de turbulencias, eso sí.
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En los años sesenta alcanzó cierta fortuna la frase de un ministro francés de Hacienda en un gobierno del general Charles De Gaulle, Valery Giscard D'Estaing. Dijo que los Estados Unidos gozaban de un "privilegio exorbitante" en los intercambios internacionales. Y es que, por su posición cuasiimperial tras la II Guerra Mundial, podían -ellos sí- actuar como les gustaría hacer a los niños chicos cuando tras ver cómo sus padres les pagan sus "chuches" con papeles coloreados se ponen a hacerlos ellos mismos..... aprendiendo luego que las cosas no son tan fáciles y que nadie les da nada a cambio de sus bonitos dibujos. Pues bien, a diferencia de esos niños, los EE.UU podían pagar sus compras de bienes y servicios (o sea, sus importaciones) y sus compras de activos (sus inversiones de capital ya sea físico o en cartera), no con otros bienes y servicios (o sea, exportando "cosas") sino usando de papeles coloreados dibujados por ellos mismos: en dólares. O sea, los yanquis podían "pagar" sus importaciones de cosas útiles, exportando "papel", papel -moneda si se quiere, pero papel al fin y al cabo.
Cierto que hasta el 14 de agosto de 1971, esa realidad venía oculta por la ficción del llamado "patrón cambios-oro", que establecía que esos papelitos, los dólares, podían teóricamente (nunca en la práctica) ser cambiados en oro a una determinada tasa de cambio (30 dólares por onza Troy), aunque en la realidad tal cosa era imposible ya que los Estados Unidos carecían de las suficientes reservas de metal para cambiar esos dólares en oro. Pero a partir de esa fecha, ese "cuento chino" ya dejó de contarse, y el dólar dejo de ser redimible en oro.
Sin embargo, pese a esa inconvertibilidad del dólar en oro, el dólar no se hundió como algún ingenuo pudo esperar en aquella epoca. No, a los EE.UU. no les pasó como a los niños chicos que tratan de comprar dulces con sus papelitos. Y es que el dólar siguió siendo aceptado como medio de pago para las transacciones internacionales y como reserva internacional. Y ello a pesar de que usaron eso de imprimir papelitos coloreados de forma abusiva para financiar sus movimientos político/militares fuera de sus fronteras (como por ejemplo la Guerra del Vietnam). Eran los tiempos de la guerra fría. El problema es que, con el discurrir de los años, los Estados Unidos se hicieron adictos a pagar buena parte de sus importaciones de bienes y servicios con esos papelitos que tan poco o nada les costaba hacer. Así ha sucedido que desdehace más de 40 años, se dice pronto, nunca los Estados Unidos se hayan acercado siquiera a un equilibrio en su balanza comercial.
Todo el mundo sabía que esa adicción norteamericana a pagar en su propio papel moneda no tenía futuro a largo plazo. Que, tarde o temprano, quienes les exportaban y recibían los pagos por sus ventas en esos papelitos verdes empezarían a desconfiar pues, tras tantos años de deficits comerciales norteamericanos, ya empezaban a tener demasiados.
Y es que, en último término, lo que ha sucedido es que el sistema de pagos internacionales ha permitido que se haya producido una auténtica burbuja con el dólar. No en el sentido de que su precio (su tipo de xambio) haya subido continuamente por encima de su valor "real", sino -por todo lo contrario- porque no ha caído todavía como debería haberlo hecho. dados los brutales y persistentes deficits por cuenta corriente de la Balanza de Pagos norteamericana. O sea, que ha sido no una "burbuja hacia arriba" que se haya manifestado en un ascenso sostenido e insostenible del tipo de cambio del dólar, sino en una burbuja -por así decirlo- "hacia abajo" que se ha manifestado en la no caída o mantenimiento sostenido e insostenible de su precio.
Y es que el dólar ya no tiene un valor de mercado real, un valor fundado en una capacidad de producción y exportación de bienes y servicios tan deseados por el resto del mundo que hagan al dólar valioso o deseable como medio de compra de esos bienes. No, el valor del dólar es "ficticio" (en el sentido en que Marx hablaba de "capital ficticio" o en que Keynes hablaba de los "concursos de belleza" en los periódicos ingleses de su epoca como metáfora de la valoración de los activos bursátiles) pues sólo vale para alguien en la medida que ese alguien crea hay otros que piensan que hay otros que creen lo mismo, o sea, que hay otros que creen que hay otros que creen...que el dólar tienen un valor.
Como sucede en toda burbuja especulativa, en el que el valor de mercado "algo" se sustenta solamente en una base tan tenue, tan "inmaterial" como un entramado de creencias en su valor, el problema se convierte en adivinar cuándo esa burbuja "pinchará" y, en consecuencia, para quienes participan en ella, cuándo salirse de ella para evitar que la desvalorización les "pille". Sólo que, en este caso, siendo como es una "burbuja" hacia abajo y no "hacia arriba", no cabe esperar un estallido a consecuencia de un "pinchazo" , sino más bien en un "desinflamiento" progresivo de esa burbuja en la que ha estado el dólar en los últimos 30 años a consecuencia del papel hegemónico de los EE.UU.China ya desde hace años, y singularmente tras la Gran Recesión de 2008, empezó a cambiar sus ingentes toneladas de dólares por oro y activos reales (tierras cultivables) desperdigados por Africa y América Latina. Otros países, sin embargo, fieles al imperio americano, han seguido acumulando dólares y activos financieros denominados en dólares confiando en que la estructura del sistema de pagos internacionales que (vía sistemas como el SWIFT) sigan reservando al dólar un papel privilegiado, y sigan así dando al dólar un papel central de mediador financiero y en consecuencia un "valor" de intermediación y de seguridad que compense su falta de valor fundamental económico real.
Pues bien. Quizás el momento Minsky del estallido de la burbuja del dólar se ha producido ya. La incapacidad de Occidente de instrumentar unas sanciones económicas reales efectivas contra Rusia (no se me ocurre otro calificativo que "patética" a propósito de la última ronda de sanciones de EE.UU. contra ella prohibiendo las importaciones de ¡vodka, caviar y diamantes!) a consecuencia de la delirante política librecambista en pro de la globalización descontrolada propiciada por los economistas neoclásicos/neoliberales en los últimos cuarenta años tras su "triunfo" político (que no científico o teórico) frente a los keynesianos (que, por contra, siempre han enfatizado la autosuficiencia. Véase https://www.rankia.com/blog/oikonomia/3289380-keynes-critica-globalizacion), ha llevado a Occidente a estar inerme en una guerra económica salvo en el uso de las "armas financieras" como único instrumento en esta guerra económica contra Rusia.
El problema es que el uso estas "armas", en las que son parte importante medidas como el congelamiento/expropiación de las reservas rusas en dólares de particulares, empresas e instituciones rusas (incluyendo el Banco Central de Rusia) así como las restricciones al uso del sistema SWIFT, tienen unas claras consecuencias negativas inesperadas pues son un claro "aviso para navegantes".
Sencillamente, a partir de ahora, nadie que tenga dólares (ni tampoco libras esterlinas ni euros) en bancos occidentales puede contar con que su sacrosanto "derecho de propiedad" sobre ese dinero será respetado si no se acomoda a los intereses de los Estados Unidos o de sus estados vasallos. Ello ya se sabía en cierta medida, pues este tipo de guerra financiera había sido usada ya contra países "parias" como Irán, Corea del Norte y Venezuela. Pero el que se haya instrumentado contra una potencia como Rusia señala que nadie está fuera de ser objetivo de ese tipo de ataque financiero.
En términos de jerga económica, lo que ello significa es que tras su uso como "armas financieras" al servicio de los intereses estadounidenses, el dólar (o la libra, o el euro) ya no pueden ser consideradas plenamente como monedas de reserva en el sentido de depósitos de valor seguros por los no occidentales. Ni tampoco lo es el sistema SWIFT. Y ello pone inevitablemente en serio aprieto al dólar pues esta puede ser claramente la causa detonante, el definitivo "pinchazo" de su burbuja. Y es que, conforme esa noticia vaya llegando a estos actores no occidentales y actúen en consecuencia buscando colocaciones o refugios seguros para sus activos (ya sea en el oro, el yuan o las criptomonedas), el valor del dólar (y de la libra) irá para menos, acomodándose a su valor real como representación de la capacidad estadounidense (y británica) de producción de bienes y servicios deseados por el resto del mundo. Las noticias que han corrido estos días acerca de la disposición de un país tan lacayo de los EE.UU como Arabia Saudí a acetar el yuan como pago a sus exportaciones de petróleo han corrido como la pólvora y han puesto "nerviositos" a los norteamericanos, Las presiones de EE.UU a los sauditas para que desista están siendo enormes, pero la confianza en los bancos occidentales es como la virginidad, irrecuperable,
Y, entonces, desde el final del periodo de la libra como centro del sistema internacional tras la I Guerra Mundial, se habrá cerrado otra página del sistema financiero, económico y político internacional y se habrá abierto otra nueva. Tras el inevitable periodo de turbulencias, eso sí.
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