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                                 FERNANDO ESTEVE MORA

 Las palabras no son neutrales. Y no sólo por el significante o forma lingüística concreta en que se expresan, como por ejemplo el idioma que se usa, sino por su sentido o significado, pues éste -el significado  de las palabras-  tiene su aquél, su importancia. Y no porque haya conflicto, pelea o disputa por no haber  acuerdo acerca de ese significado, de ése su sentido, sino porque sea cuál sea ese significado, aunque sea unánimemente compartido o acordado, actúa como una suerte de señal de tráfico que nos prohíbe ir por una senda o camino mental o moral, o incluso, nos exige ir por un otro determinado, lo que no es lo mismo.

¿Parece esto muy complicado de entender? No lo es. Viene a decir que como los seres humanos nos explicamos o entendemos lo que hacemos por medio de palabras, el significado de esas palabras nos llevan a comportarnos de una u otra manera. Si estamos en una sociedad en la que la noción de "honra", como sucedía en la España del Antiguo Régimen, afectaba a toda la familia, a la misma esencia de las personas de sus miembros, de forma que cualquier atentado contra ella (p.ej., una ofensa a la virginidad de uno  de sus miembros femeninos) afectaba a todos y cada uno de sus miembros en su esencia, y obligaba a buscar compensación aunque ello exigiese una respuesta que hoy nos pueda parecer desproporcionada como lo era la muerte del ofensor. Incluso Cervantes, por boca de don Alonso Quijano, lo dice: "Por la libertad así como por la honra se puede y se debe arriesgar la vida". Hoy, está claro, salvo quizás en un ambiente "atrasado" o marginal, las ofensas al "honor" o a la "honra" ya no exigen de tales "excesos" pues el sentido de "honra" o de "honor" es hoy bien diferente.

Tienen por ello mucha razón los filósofos deconstruccionistas franceses, los que "beben" de Niretzsche, Michel Foucault o Jacques Derrida, cuando señalan que la gran pelea no se da en el terreno económico, político o social, sino en el de lo imaginario, en ese curioso terreno en el que se da el significado a las palabras. Las peleas en los otros "terrenos" o dimensiones de "lo" real son consecuencia, reflejos, de la pelea que se vive -si es que la hay, lo cual sólo sucede de vez en cuando en la Historia- en el campo de batalla de los significados.

¿Un ejemplo? La idea o noción de lo que es la libertad. Se oponen, aquí, en ese terreno o "campo semántico" de los significados, dos grandes interpretaciones o significados opuestos. Por un lado estarían los que consideran que la libertad es un cupo, un cuanto, "algo" definido, concreto o limitado, de modo que la "lucha por la libertad" sería siempre  un juego de suma cero, de modo que las ganancias en libertad de los unos están asociadas a las pérdidas de libertad de los otros. En términos económicos, la libertad sería un bien relativo de modo que si alguien logra tener más eso lo logra a costa de la libertad de otros.

Desde la idea kantiana tan repetida de que "la libertad de uno empieza donde acaba la libertad de otro", hasta la noción marxista de la lucha de clases, en la que los ascensos en la libertad de los de abajo sólo pueden producirse si los de arriba experimentan pérdidas en su libertad de tamaño igual, variaciones idénticas de su libertad aunque de opuesto signo, esta posición es defendida o sostenida por pesimistas y por "realistas" empíricos que nunca ven que en el mundo de los humanos la libertad de un grupo dominado haya sido otorgada graciosamente por un grupo dominante, que siempre siempre haya tenido que ser conquistada.

De otro lado andarían, mentalmente hablando,  los digamos que...optimistas, los liberales, los ilustrados del XVIII y los anarquistas discípulos tanto de Bakunin como de Kropotkin, todos ellos buenas gentes que comulgan con la idea de que la libertad no está limitada o tasada, de modo que "la mayor libertad de unos expande la libertad de los otros". O sea, que la persecución de la libertad NO es un juego de suma cero, sino un juego de suma mayor que cero, de modo que todos podemos ganar siendo más libres a la vez. Los conflictos, los enfrentamientos, las "luchas de liberación", serían por tanto en último término, malentendidos, fruto de carencias de educación o de formación, residuos de ideologías o creencias falsas, que con educación podrían dejarse atrás. Es decir, que si había quien o quienes se oponían a la mayor extensión o más ámbito en la libertad de otros, ello se debía a su falsa creencia en que ello ponía en riesgo su propia libertad, o los medios para ejercitarla, de modo que con algo más de educación y formación pronto estos "retrógrados" se darían cuenta de que ellos también ganaban con la libertad de los demás; libertad de prensa, la del divorcio, la libertad para abortar, la libertad para poner fin a la propia vida son ejemplos paradigmáticos de que la mayor libertad de los unos para ejercer esos derechos no limitan la libertad de quienes no quieren ejercitarlos.

Los liberales, por otro lado,  y consecuentemente con el significado que para ellos tiene la palabra libertad, nunca han entendido la noción de lucha de clases, la revolución como único medio de alcanzar más libertad para la clase o conjunto de los trabajadores, la idea característica del pensamiento marxista, o vista por el otro lado, al contrario, la represión de los trabajadores por parte del conjunto de  los capitalistas como único medio para ellos  de seguir manteniendo y disfrutando de su libertad Para los liberales, siempre más libertad en los mercados  beneficia a todos conjuntamente.

¿Quién tiene "razón"? ¿qué significado es "el correcto"? No lo se porque no soy un filósofo o porque quizás estas son preguntas "carentes de sentido".  Si uno cree en la segunda de las concepciones de la libertad, cuanta más libertad tengan capitalistas mayor será la libertad de la que gocen los trabajadores (como defienden Millei y los neoliberales). y también, como afirman las feministas,  si uno cree en la segunda de las concepciones de la libertad, cuanta más libertad tengan "las mujeres" más libres lo serán los hombres.

Por contra, si uno cree en la primera de las concepciones de la libertad entonces, si los empresarios o las mujeres gozan de más libertades menor será la cuota de libertad de trabajadores y de varones resèctivamente

Y lo mismo, lo mismo pasa con las "libertades" de los emigrantes, de los trans, de los pederastas, etc., etc. Con lo que, al final, todos los conflictos sociales, económicos y políticos  serían nominalistas, tendrían una raíz filosófica/gramatical. El significado o sentido de la palabra libertad que uno eligiese o fuese el predominante definiría la perspectiva que uno tendrá y la ideología dominante en una sociedad. Y, por supuesto, ese significado trataría de imponerlo siempre el o los más fuertes en defensa de sus intereses. Y, entonces, un cambio, o la anticipación de un cambio en ese significado vendría a servir como "señal de alerta temprana" de los cambios reales en las sociedades donde antes dominase de modo indiscutible pues señalaría que una nueva definición o concepción de la libertad estaría entrando en las cabezas de las gentes.

Algo así lo he visto suceder a lo largo de mi propia vida. De una época en que predominaba la idea de que la libertad de uno limitaba con la de otro, lo que implicaba que más libertad para los trabajadores suponía menos libertad para las empresas que dominó en mi juventud en tiempos de la Transición que -recuerdo- llevó al por aquellos lejanos tiempos presidente de la CEOR, Carlos Ferrer Salat, a organizar un multitudinario acto en Madrid para reivindicar que no estaba en la esencia de los empresarios el ser  explotadores de los trabajadores, y que la libertad de empresa no negaba la libertad de los trabajadores, veo ahora el triunfo indiscutible de la anarquista definición de la libertad tal y como la defienden gentes tan ilustradas como Javier Millei y la señora Isabel Diaz Ayuso, cuya idea de que todos, con la ayuda de los proverbiales influencers andorranos,  podemos ser a la vez más libres, de que la libertad de cada uno expande la libertad de los demás hasta el infinito...y más allá,  ha conquistado los cerebros de las gentes menores de cuarenta años. 




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  1. #2
    07/03/24 12:10
    Es usted un hombre culto, nadie lo duda. Aún así no me ha gustado que mezclara a Nietzsche con Foucault y Derrida (salvo error por mi parte y escribiese sobre Niretzsche, al que no conozco). De todos modos, al citar a Bakunin y a Kropotkyn, ha recuperado mi simpatía.
    Dice usted que no es filósofo? Pues lo disimula muy bien. Con todo, yo prefiero a los matemáticos. Como diría Platón, si son ciertas las afirmaciones que tenemos como suyas: no entre aquí quien no sea geómetra.

    Buenas tardes.
  2. Top 100
    #1
    07/03/24 10:33
    Jajaja...milei y quien...jajaja..por lo demas bastante instructivo fernando un placer como siempre leerte....jajaja la orinegra jajaja...un abrazo....pnl...