Uno de los productos que más han proliferado en los últimos años son los estructurados. En sus múltiples variantes (Depósitos, simples o combinados con depósitos tradicionales, bonos, notas, seguro de ahorro, etc.), este tipo de productos ha sido ofrecido a innumerables ahorradores que, hartos de ver como sus inversiones bursátiles no dejaban de perder dinero, veían en este tipo de productos una excelente oportunidad de obtener unos buenos beneficios sin necesidad de poner en riesgo toda su inversión. Pero, ¿existe la cuadratura del círculo?
En primer lugar, cabe preguntarse ¿qué es un producto estructurado? Podemos definir un producto estructurado a cualquier tipo de producto cuya rentabilidad y/o duración depende de la evolución de uno o varios valores o índices bursátiles (aunque existen y han existido también productos dependientes de la evolución materias primas, tipos de cambio, índices de precios o índices de Renta Fija como el Euribor), a los cuales definimos como subyacentes.
La composición de este tipo de productos suele ser muy similar a la de un fondo de inversión garantizado, con una parte (la mayoritaria) invertida en un título de Renta Fija que suele garantizar al menos una parte del importe invertido (otra característica bastante común, aunque no todos los estructurados sean garantizados) y el resto (que suelen ser todos o parte de los intereses que genera ese bono) invertido en un derivado, generalmente opción exótica, sobre el subyacente o la cesta de subyacentes elegidos. La principal diferencia con los fondos garantizados es que los estructurados suelen tener la posibilidad de auto cancelarse antes de la fecha de vencimiento prevista si se dan una serie de circunstancias predefinidas, hecho que no se da en los citados fondos. Suelen ser, asimismo, productos alcistas, es decir, donde se obtiene dinero si el subyacente sube, aunque también existen estructurados bajistas.
Otra característica común a todos ellos es la complejidad de los contratos. He tenido la oportunidad de analizar un buen número de contratos de este tipo de productos y, en algunos casos he necesitado leer los contratos más de 5 y 6 veces… para empezar a vislumbrar como funcionaban las formulas de calculo que proporcionaban los valores determinantes de la rentabilidad del producto (y en algún caso, todavía me daba a cuenta a posteriori de que había cometido un error…).
Pese a ello, su funcionamiento suele poder explicarse de forma muy sencilla, con el fin, entre otros motivos, de que el posible inversor pueda centrar su atención en el tipo de interés de los cupones que puede cobrar, o en que podrá ver como gana dinero si la bolsa sube y no perderlo si baja…, aunque eso no siempre sea así…
En mi opinión, los productos financieros son “buenos” o “malos” en función del resultado que obtenga el inversor, no debiendo desechar de mano ninguno. En este caso, han existido autenticas “joyas” que han permitido obtener a sus inversores rendimientos del 5, 8 o 10%, con subidas del subyacente inferiores al 1%.
Sin embargo, y por desgracia, no puede decirse que la mayoría hayan obtenido resultados si quiera similares. Lo cierto es que la gran mayoría de inversores en estos productos han recibido, en el mejor de los casos, el importe invertido, cuando no una sustancial pérdida en sus inversiones. Pocos son los que pueden decir que hayan obtenido rentabilidades positivas, y aun menos los que hayan podido obtener rentabilidades por encima de las ofrecidas por alternativas como los fondos de inversión.
El motivo de esta situación es claro. Las entidades, a la hora de montar este tipo de productos, utilizan aquellos subyacentes que, estando entre los más conocidos para el público general, tengan las mayores probabilidades de caer en bolsa, con el fin de ofrecer rentabilidades lo más atractivas posibles; otra opción es utilizar subyacentes muy conocidos y fórmulas de cálculo lo suficientemente complejas como para evitar que, aunque se dé un ciclo alcista, el producto no solo devuelva el principal sino que, además, no pague cupones.
Ejemplos de estas situaciones hay cientos, aunque me quedaré con uno, no especialmente negativo, y un detalle para la reflexión.
El ejemplo es el de una Nota Garantizada a dos años de CaixaBank que toma como subyacente el Ibex 35. Este producto garantiza tanto el capital como un cupón anual del 3,25%, así como un cupón del 8% a fecha de vencimiento en caso de que la suma de rendimientos del índice durante los 24 meses que dura el contrato sea positiva, computando para ello el 100% de las caídas y las subidas, con un límite, en este último caso, del 1,00%. Durante el periodo de comercialización, a principios del presente 2012, tuve la oportunidad de analizarlo y, teniendo en cuenta que tomaba la cotizaciones de referencia los días 28 de cada mes, o inmediatamente posterior, pude comprobar que, tomando los datos históricos del Ibex, el citado cupón extra se habría cobrado en 14 de 229 ocasiones posible, es decir, la probabilidad de obtener el cupón ascendía a un 6,11%. El resultado, el esperado: desde mayo, los titulares del producto saben que solo cobrarán los cupones anuales del 3,25%, nunca el 8% extra.
La reflexión es que, en caso de que les ofrezcan este tipo de productos y considere que encaja tanto en su perfil inversor, como en su cartera, opten por productos cotizados, ya que a veces una venta a tiempo, previa al vencimiento, supone la diferencia entre ganar y perder dinero. Tengan en cuenta un par de datos. Casi diariamente puedo comprobar la evolución en la cotización de unos 170 productos estructurados. Actualmente, un 40,83% cotiza con pérdidas de hasta el 20% o beneficios; el casi 60% restante, tiene pérdidas superiores a ese 20%, aunque hay que decir que hace menos de 6 meses, el porcentaje de estructuras con pérdidas superiores al 20% suponía… el 81,64% de las estructuras.
A partir de aquí, pueden ustedes opinar sobre si existe o no la cuadratura del circulo…
PD: Me permito desearles desde aquí unas
muy felices fiestas a todos los lectores de este blog, deseando que hasta el momento les haya sido de alguna utilidad, y que lo siga siendo en 2013. Y como un poco de optimismo no viene mal,
aquí les dejo una felicitación que creo transmite un mensaje que conviene recordar en los tiempos que corren…