Mi opinión personal sobre como creo que acabará algo que nunca debiera haber empezado – la inclusión de Grecia en el euro - ya la conocen: lo más probable es que los dos “polis”, el bueno, Tsipras, y el “malo” – Varoufakis (ver “
La Tragedia griega: primer acto”) tuvieran claro desde el principio que su objetivo era:
-
Obtener lo máximo que se pudiera conseguir dadas las circunstancias.
-
Demostrar a su electorado que hicieron todo lo humanamente posible por buscar un acuerdo justo y ventajoso para Grecia.
-
Que, finalmente, antes que el mal mayor (tener que salir del euro), aceptan el mal menor de las condiciones – mejoradas - de la malvada Troika.
Ya se sabe: los políticos son especialistas en buscar culpables. No dudo de su buena voluntad para con su pueblo. Estos son políticos jóvenes, se supone que con ilusión, y hay que pensar muy mal para pensar que su único objetivo era quedar bien y que la culpa se la lleve otro. Pero tampoco son tontos. Si al final Grecia tiene que bajar la cabeza, mejor que la culpa sea de otro. Y si en el camino consiguen ventajas que no consiguieron sus predecesores – algo más que probable si son capaces de meter suficiente miedo - pues mejor que mejor. Y esto último tampoco lo digo peyorativamente: si así fuera, si consiguieran un acuerdo mejor que ninguno anterior, lo menos que habría que hacer es felicitarles por cómo han llevado la negociación. Ya he comentado en otras ocasiones que, para ser políticos bisoños, estos señores manejan de maravilla la propaganda. No sé si se han dado Uds. cuenta, pero la sensación que está quedando es esa: “luchamos a muerte, hemos ido más lejos que ningún otro gobierno, hemos conseguido concesiones importantes, pero, por el bien de Grecia, hemos decidido aceptar lo que se nos ofrece. Arrieritos “semos” y en el caminito nos encontraremos”. Si fuera de Grecia es la sensación que se percibe, imaginen dentro, si dominas los medios de comunicación locales.
Pero en los mercados no hay que descartar ningún escenario. No podemos hacer como los políticos europeos, que no contemplaron la posibilidad de que hubiera que reajustar el proyecto del euro e hicieron una casa en la que se podía entrar pero no salir. Vaya arquitectos, por cierto-. Así que hagamos un ejercicio de “responsabilidad inversora” y contemplemos no sólo el más probable, sino todos los posibles escenarios. Imaginemos – sólo digo imaginemos - que el dúo Tsipras-Varoufakis esté realmente dispuesto a ir a por todas, es decir, a provocar una salida del euro de la que se pueda culpar a la Troika si no consiguen un cambio radical en las condiciones de su deuda. Sobre todo porque seguramente iría acompañada de la condonación de una parte importante de la misma, que no sería poco. Que menos, argumentarán, y con cierta razón: un poco de solidaridad con quién lo intentó y no pudo. ¿No se ayudó a Alemania después de la guerra? Ayuda para empezar una nueva vida, sobre todo si le van a quitar para siempre un problemón al resto de la eurozona. Y, como he dicho siempre, con pragmatismo y un buen programa de salida – que es lo que ha faltado desde que se creó el euro – los griegos serían más felices que aguantando el peso que supone tener la misma divisa que Alemania, con las obligaciones que ello implica, y, en paralelo, una deuda pública de 320.000 Millones de euros. Hay vida fuera del euro, sobre todo si va acompañada de sustanciosas ayudas y condonación de deuda. Y no olvidemos que seguirían perteneciendo a la Unión Europea, por supuesto. Se es europeo por nacimiento. Pero del club euro sólo se es si se puede pagar la cuota, como ocurre en todos los clubes.
Así que hagamos un poco de “finanzas ficción” y pensemos cómo sería la vida de Grecia fuera del euro, como afectaría un cambio de esta magnitud a los mercados y, muy especialmente, a nuestro país, el - supuestamente - más vulnerable a un contagio.
Para empezar no concibo que la supuesta salida fuera sin previa condonación de deuda. Todos los grandes programas de reestructuración de deuda han incluido algún tipo de quita, desde el famoso plan Brady en Sudamérica, pasando por países con graves problemas humanitarios en el tercer mundo. Obviamente Grecia no es el tercer mundo, pero tiene un problema humanitario. Con ese nivel de paro, esa deuda y un plan de austeridad “alemán”, así, todo junto, no se puede vivir. Así que considerando el “marrón” – si me permiten la expresión – que se quita la Eurozona, y el hecho de que realmente hay una crisis humanitaria en Grecia, hasta el contribuyente alemán aceptaría que hubiera una auténtica y ortodoxa reestructuración de la deuda griega. Por no hablar, permítanme que insista, de que el contribuyente alemán entendería las ventajas de un pago único frente a uno recurrente.
¿Y el BCE? No creo que tuviera problema en ayudar si el Eurogrupo… bueno, Alemania, está por la labor de un “Grexit” organizado. Para las arcas del BCE no sería problema proveer de liquidez a los bancos griegos en el proceso de vuelta al, llamemos, Nuevo Dracma, para evitar colas y pánico en los bancos griegos para sacar el dinero. Tengamos en cuenta que con la que lleva cayendo desde hace años, el que no lo ha sacado ya es porque no ha querido o, sobre todo, porque no ha podido y, además, ¿para qué sacarlo del banco, si ya estaría en vigor un “corralito” y una nueva divisa?
Dicho lo anterior, es importante plantearse si todo esto serviría para algo, aparte de para solucionarle el problema a la Eurozona. Me refiero a si también les aportaría una solución estable a los griegos. Yo creo que sí. Igual que es cierto que Grecia no es España, también es cierto que Grecia no es Argentina. Los griegos se encontrarían con un gobierno joven, que sinceramente creo no quiere cometer los errores del pasado, que buscaría hasta el último rincón del mundo el dinero robado y defraudado –, que deberían tener ayuda del mundo entero para hacerlo, CIA incluida –, que se ocuparían de que se pagaran impuestos y que económicamente contaría con varias armas de calibre, a saber:
-
La devaluación. Serían muy competitivos para vender bienes y servicios a la eurozona y al resto del mundo.
-
Las reformas ya realizadas. Que el “repaso” reformista lo haya hecho la Troika le vendrá muy bien a un nuevo gobierno para empezar de nuevo sobre bases más sostenibles. Y con decir que eso lo hicieron los ¨malos” y que mantenerlo es parte del acuerdo de reestructuración global, tema solucionado.
-
Y, como ya he mencionado antes, pero repito por su importancia, poder empezar de nuevo con un nivel de deuda pública razonable.
Con todo lo anterior - y ganas de trabajar - Grecia podría ser un país más dentro de la Unión Europea, con independencia para tomar las decisiones económicas que considerara oportunas para un mejor funcionamiento de su país y de su economía. Si estar dentro del club euro supone un claro conflicto de intereses con lo que necesita el país y con lo que votaron sus ciudadanos, si no se sienten una democracia sino víctimas de la dictadura de Alemania y la Troika, hay que ser serio y actuar en consecuencia.
Por supuesto para Grecia no todo sería bueno. Y mucho menos al principio. Los precios de las importaciones serían prohibitivos y aumentaría la inflación. Lo primero es inevitable, pero algún precio hay que pagar. Afortunadamente, una de las importaciones más importantes, la energía, ha caído mucho de precio. También habría un efecto compensatorio por el empujón a las exportaciones – nos iban a quitar turismo, por cierto -. La inflación podría verse compensada por el entorno deflacionista en el que se mueve su principal socio comercial, es decir, la Eurozona. Pero reconozcámoslo: si ahora consideran que lo pasan mal, no son conscientes de lo duro que es volver a empezar. Pero si han votado en masa a Syriza es porque no quieren más créditos, ni “Troikas”, ni austeridad. Pues como el hijo que quiere independizarse: se le ayuda, pero tiene que buscar trabajo y aprender a mantenerse – al menos en parte – por sí mismo. Y si quiere seguir en casa tiene que respetar las normas. Así es la vida: no se puede tener todo.
Vayamos finalmente a lo que seguramente le importa más al lector, y con razón: sus ahorros e inversiones. Y no lo digo peyorativamente. No tienen ninguna culpa de lo que ha pasado pero sus inversiones podrían verse seriamente amenazadas ¿Se hundirían las bolsas y se dispararía la prima de riesgo española si el desenlace fuera “Grexit”? ¿Se contagiaría España?
A la primera pregunta mi respuesta es claramente no. Cualquiera que analice las cifras y compare Grecia con España se dará cuenta que las diferencias son abismales. Y, lo que es mejor: los analistas y estrategas de inversión del mundo entero hace tiempo que se dieron cuenta.
En cuanto a las diferencias políticas, ya les di mi opinión al respecto en el artículo mencionado al inicio. Pero es que si Grecia sale del euro como consecuencia de la llegada al poder de un partido radical, no hace falta ser un experto en política para saber que la siguiente encuesta supondría un varapalo para Podemos. Los españoles han demostrado un enorme pragmatismo desde la transición. Y si algo tienen claro es que no quieren salir del euro. A nadie le gusta la clase política actual, pero si el precio es salir del euro, “Virgencita que me quede como estoy”.
Además, creo que el famoso titular del Wall Street Journal “Europa dispuesta a sacrificar a Grecia para salvar a España” no es ninguna tontería. Especialmente ahora que los españoles han hecho sus deberes cual buenos alumnos y pagan sin rechistar el desastre que crearon sus políticos. La defensa a ultranza de España como país que ha cumplido se convertiría en “la” prioridad de la Eurozona, del FMI etc., etc. Porque la realidad, que al final es lo que se impone en los mercados, es que Grecia nunca debió de entrar en el euro – a los datos me remito -, pero, por las mismas ha quedado claro que España sí. Y que puede permitirse estar en el club. Y, muy importante: la salida de Grecia no acabaría con el euro. La de España sí. Por tamaño económico y porque si se cae un país que no tiene actualmente ningún motivo para salir de la divisa común, apaga y vámonos. Sin duda veríamos caídas bursátiles – o a lo mejor nos llevamos una sorpresa y son subidas cual globo que suelta lastre -, titulares encendidos, tertulianos más encendidos todavía, pero al final se impondría la lógica, sobre todo en los mercados, que lo que miran son los números.
Prueba de lo anterior: desde que empezó este último follón griego, las bolsas europeas no sólo han bajado: han subido. Los bonos europeos también. Y los españoles han permanecido totalmente estables. Sin duda mucho se debe al anuncio del QE Europeo, pero les aseguro que hace un par de años – o más todavía, cuando gobernaba Zapatero – por mucho QE que hubiera en marcha, las bolsas europeas y la española en particular habrían acusado el golpe. Y los bonos. Vaya si lo habrían acusado. Pero en esta ocasión, la realidad es que la situación es muy distinta. A mí lo que realmente me preocuparía es que los políticos de la eurozona y el BCE no tuvieran un plan de contingencia pese a todo lo que ha caído, y conociéndolos, sobre todo a los primeros, no descarto que lo estén preparando de prisa y corriendo ahora mismo en algún sótano de Frankfurt. En otras palabras: si en la eventualidad de un “Grexit” apareciera un plan de estabilización bien diseñado, el daño sería temporal y esta película de ciencia ficción que les estoy contando acabaría bien. Por el contrario, si los políticos no tienen un plan B, la película sería como las de terror: se sabe que acaban mal, pero no se sabe cómo (frase de Bill Gross en respuesta a una pregunta sobre como acabaría el problema de Grecia).
Que tengan una buena semana.