Cuando hablamos de trading en bolsa o de brókers, normalmente se nos va la cabeza hacia los grandes rascacielos de Wall Street o el glamour de la City. Pensamos en ejecutivos trajeados, estresados, hablando por sus móviles o pendientes de sus ocho pantallas de Bloomberg. Esta es una visión muy afectada por el marketing, como hemos comentado algunas ocasiones. Y vigente quizá desde la película de Wall Street. Pero hubo otros tiempos en los que cuando uno pensaba en bolsa, su imaginación le llevaba hasta las hospederías y las plazas de Brujas y Amberes, y hacia posaderos vestidos con ropa medieval.
Bruges Stock Exchange.
Fuente: National Bank of Belgium
Entre los siglos XI y XIII se vivió una auténtica revolución comercial en Europa. Las guerras e inestabilidad política tras la caída del Imperio Romano de Occidente y, sobre todo, las invasiones que se habían sucedido desde el Siglo VII (musulmanes, vikingos, etc) fueron cesando. Esto permitió que la economía creciese, especialmente en torno a las ciudades. El comercio, por tanto, comenzó a vivir de nuevo una época de expansión.
Sí, la incertidumbre política había disminuido (como poco, era menos violenta). Pero eso no significaba que los comerciantes tuvieran fácil desplazarse. Las rutas terrestres estaban llenas de bandidos y los caminos eran deficientes. Las rutas marítimas, aún peor: al peligro de los piratas se sumaban las tormentas y con ellas los naufragios.
En este contexto nacen las ferias, donde los mercaderes tenían acceso a muestras de productos, pudiendo después comprarlos bajo pedido, evitando peligros y además reduciendo los costes, al no tener que ir hasta el lugar donde se producían para comprarlas.
Fue alrededor de las ferias donde nacieron los préstamos o los seguros de entrega de mercancía. También las letras de cambio, documentos que por los que el deudor se obliga a pagar al acreedor o a otra persona autorizada, una cantidad de dinero, en una fecha y lugar. Avances financieros que permitieron una expansión aún mayor del comercio.
En Medina del Campo, donde se celebraba una de las ferias más famosas de la península (y del mundo conocido en aquel momento), hay un monumento que señala que la primera letra de cambio se giró allí, por Ginaldo Giovanni Battista Strozzi a Besançon.
Fuente: esculturayarte.com (cc) 2009-2020
NOMBRE: La Primera Letra de Cambio
BIOGRAFÍA: Fue girada en 1553 por Ginado Giovanni Battista Stroxxi sobre Besancon
AUTOR: Texto: Mariano García Sánchez
UBICACIÓN: Jardines Pl. Mayor
En realidad, existe constancia de varias letras anteriores en la propia Medina del Campo, en Sevilla (1495) o en Valencia (1371). Se suele afirmar que la primera Letra de Cambio se firmó en Milán en 1325.
Los dos principales centros de actividad comercial eran las costas del Mar del Norte y del Báltico, y, cómo no, el Mediterráneo. Como nexo de unión entre las repúblicas italianas al sur y la Liga Hanseática Alemana al noreste, se situaban los Países Bajos. Los puertos de Amberes y Brujas se convirtieron en importantes centros para comerciantes internacionales, que buscaban hospedaje en estas ciudades. Y será justo en una hospedería donde nacería la primera bolsa.
Pronto, los posaderos no sólo proporcionarían alojamiento a los mercaderes extranjeros, sino que también ofrecían sus almacenes, facilitaban operaciones y financiaciones e incluso los representaban. Al asumir este papel central, la posada se convirtió en uno de los centros de la ciudad moderna.
La familia Van der Buerse regentaba desde, al menos, 1285 una de estas hospederías, la posada Ter Buerse. Una de las claves del éxito de la posada era sin duda su situación, cercana a la Gran Plaza de Brujas y pegada a la calle Vlaamingstraat, llena de comercios y tabernas.
Fuente: La Guía de Brujas
Fuente: La Guía de Brujas
Los locales de cambistas, encargados del comercio de monedas y metales preciosos y germen de los banqueros (después comenzarían a aceptar depósitos, ofrecer préstamos, etc) se establecerían en la plaza a la puerta de la hospedería, convirtiéndola en un lugar extremadamente importante para los comerciantes.
Por supuesto, pronto también se hizo importante tener información actualizada de precios y cotizaciones de divisas y metales preciosos. Al principio, como no había publicaciones oficiales, se basaban en la información que reunían de los diferentes mercaderes alrededor del mundo, que compartían información económica entre ellos.
En este sentido, en 1340 existía la Guía Pegolotti, con información de precios y tipos de cambio en Países Bajos, Italia y Londres. Pero no era suficiente, y los comerciantes que se concentraban en la gran plaza de Brujas requerían más información.
Los Van Der Buerse entendieron rápidamente que tenían delante de su puerta, literalmente, una interesante oportunidad de negocio y decidieron publicar listados con las cotizaciones frente a su posada, fácilmente reconocible por el escudo de armas de la familia que lucía en la fachada.
Escudo de Armas de la Familia Van der Buerse
Pronto se convirtió en el lugar de encuentro de mercaderes. En 1370, los tipos de cambio en diferentes ciudades se anunciaban en horarios regulares y en torno a 1400 ya se había desarrollado un mercado continuo y organizado, con tiempos establecidos para anunciar los tipos de cambio de los principales centros comerciales y bancarios de Europa, como Barcelona, Venecia, Londres y París. En 1495, Hieronymus Muenze, un médico alemán de Nurenberg, escribió: “En Brujas hay una plaza donde se encuentran los comerciantes. Se llama De Beurs. Españoles, italianos, ingleses, alemanes, orientales, en resumen todas las naciones, se reúnen allí”.
La primera bolsa moderna nació poco después, se considera que en Amberes. Maximiliano I traspasó en 1488 los privilegios comerciales de Brujas a Amberes, donde se inauguró en 1531 un edificio destinado a los contratos de los mercaderes. No obstante, el apellido Buerse fue el que dio nombre a esta institución: bolsa, borsa, bourse, börse… hasta aglunos diccionarios ingleses incluyen la palabra burse (aunque sea más común Stock Exchange).
Bibliografía:
National Geographic Historia, Fátima de la Fuente.
The Brussels Times, Marianna Hunt.
National Bank of Belgium Museum, Leen Bultinck.