Queridos Argonautas:
El 16 de Diciembre de 2010 inició su camino el fondo anterior con un valor liquidativo de 10€ por participación. A 30 de Noviembre de 2018 representaba una ganancia del +38,23% sobre el valor inicial y desde el 1 de Diciembre de 2018 hemos continuado la ruta en el fondo GESTION BOUTIQUE VI ARGOS (en adelante “Argos”). A 30 de Noviembre el valor liquidativo- histórico- es de 15,559072 (o, en liquidativo del GESTIÓN BOUTIQUE VI ARGOS: 112,623429€) lo que deja la rentabilidad histórica en +55,59% y en el año 2023 en +7,20%. El mes de Noviembre ha sido muy positivo para los mercados y el Argos. Al igual que en otras ocasiones los movimientos a corto plazo sólo sirven de distracción. La situación sigue siendo compleja y por ello seguimos concentrados en el margen de seguridad y lo que os pueda insistir en la disciplina inversora sigue siendo fundamental.
La siguiente tabla compara el valor liquidativo del Argos con los principales índices desde el inicio oficial, no el real, cuya comparativa figura en la tabla de la última página:
COMENTARIO GENERAL
“Históricamente, cuando la paciencia y perspectiva de un inversor se extiende a lo largo de años y décadas (como suelen hacer los inversores value), la propiedad de empresas ha producido generalmente una corriente significativamente mayor de rentas de lo que ha ofrecido la inversión inmobiliaria. También ha ofrecido una corriente mayor aún que la que ofrece la propiedad de bonos. Más aún, la corriente de ingresos derivadas de la propiedad de inmuebles y bonos corporativos general y normalmente ha excedido los pagos de intereses de los gobiernos sobre sus bonos o de los bancos sobre sus depósitos a plazo. Sobre la base del registro histórico del siglo XX, una inferencia resulta clara: en la mayoría de los hitos de la maratón de inversión, el efectivo ha terminado el último y por mucho, principalmente debido a la persistente inflación sobre los precios de compra que, acumulativamente, ha devastado el poder adquisitivo de la mayoría de las monedas. Por esta razón, el inversor debe intentar convertir el efectivo en otro tipo de activo más productivo.”
Chris Leithner- The Intelligent Australian Investor, WrightBooks, 2005 pag.65
“Hasta hoy, EEUU ha visto tres grandes burbujas de activos en los últimos 25 años, mucho más de lo normal. Creo que esto no tiene nada que ver con haber tenido muy mala suerte, sino que es un resultado directo del régimen de jefes de la Fed post- Volcker, más palomas que halcones. Ha llegado el momento de preguntarse cómo es posible que la Fed no sólo haya permitido que esos sucesos ocurrieran, sino que, de hecho, los haya fomentado y facilitado. [….]
Previamente, Greenspan incluso había luchado para acelerar la barca [hacia el desastre, nota mía, intentando amedrentar a Brooksley Born en el CFTC para no regular la creciente ola de peligrosos instrumentos subprime. Cuando ella rehusó dimitir de un trabajo que claramente le correspondía, él se fue a presionar al Congreso para cambiar la ley y dejar esos nuevos “demonios de nuestra creación” todos sin regluar. [……] Está muy claro que Bernanke (y Yellen) eran tan firmes creyentes en la eficiencia del mercado que en su mundo las burbujas jamás ocurrirían. […..] ¿Qué estaban pensando con este comportamiento arriesgado? ¿Qué los banqueros podrían regularse a sí mismos? El episodio era significativo por si mismo en muchas formas, y también nuestra voluntaria decisión de olvidarlo. Pero qué gran trabajo hizo al revelar donde descansaba firmemente el corazón de Greenspan- en la desregulación. [……] Que deberíamos haber tomado precauciones para evitar la crisis en primer lugar parece ser una lección que no se ha aprendido, de hecho, ni siquiera se ha enseñado. Así que hemos construido más botes salvavidas en vez de evitar los icebergs.”
Jeremy Grantham- GMO
Let the Wild Rumpus Begin, January 20, 2022, pág. 5 y 7
“Por lo tanto, la conducta procíclica de los directivos, unido al poder destructor del ciclo de capital, explican en gran medida por qué el crecimiento real de los beneficios en la bolsa de valores de Estados Unidos no ha evolucionado al mismo ritmo que el crecimiento económico general. Los datos indican que estos problemas se intensifican cuanto mayor es la tasa de crecimiento del PIB, sin que exista una correlación entre el crecimiento del PIB a largo plazo y la rentabilidad del mercado bursátil. La bolsa de valores china constituye, quizá, el ejemplo más obvio, a pesar del crecimiento estelar de su PIB desde 1993, el rendimiento real de los valores chinos ha sido negativo, con pérdidas del 3 por ciento anuales.
Los inversores no deberían esperar que los ingresos crezcan a la par que la economía. En su lugar, deberían buscar esos raros ejemplos de gestores que son prudentes en el uso del capital. El punto de partida del análisis empresarial no son las perspectivas de la demanda final, sino más bien las de la oferta. Nuestro objetivo es encontrar inversiones en industrias deprimidas que se encuentren en un punto de inflexión positivo del ciclo del capital, así como en sectores donde los fundamentales de la oferta sean favorables y estables.”
Edward Chancellor
Rendimientos del Capital, DEUSTO- ValueSchool, 2020, pág. 98
“–¿El compromiso llega también a la parte económica?
–Naturalmente, conocemos que una empresa está bien gestionada con valores cuando hay una buena administración y una justa distribución de beneficios derivada de la propia gestión de la empresa. Pensando en todos: los dividendos de los accionistas, el salario de los trabajadores, el precio para el cliente, los costes para los proveedores e incluso los impuestos, pensando en la comunidad. Hablando del salario, hay que tener en cuenta que el primer objetivo de la empresa es ser viable (si tira los precios o paga salarios que no puede permitirse, acabará cerrando, y al primero al que no interesa eso es al trabajador), pero suponiendo que pueda dar un poco más, hay que animar al empresario a que sea generoso en la remuneración de su plantilla. Cosa que, además, redundará en su propio beneficio en la buena marcha de la empresa.
–Existen corrientes opuestas a esta visión cristiana de la empresa.
–Claro. El posmodernismo, que rompe con lo anterior, o el individualismo, que impide trabajar en un proyecto común, buscando solo el máximo beneficio de cada uno. También está el relativismo, la cultura del depende y de la no implicación, o el utilitarismo, un «sálvese quien pueda» egoísta basado en el cálculo de ventajas y desventajas. El profesor Stefano Zamagni critica también el economicismo, una concepción por la cual el individuo sólo está determinado por la voluntad de obtener poder y dinero, resuelve la vida en costes y beneficio. “
Javier Fernández Cid
Fomentar los valores cristianos en la empresa mejora la productividad, El Debate,26-10-2023
En la sección “Varios”, tenéis la comparativa frente a los índices desde que hemos cambiado de navío, aunque seguiré dando más importancia al histórico de largo plazo.
Este mes de Noviembre ha visto un rebote fuerte en los mercados y ha supuesto retornar a niveles más positivos para el Argos, aunque todavía estamos por debajo del máximo logrado en Verano. Cuando el mercado se dispara ya sabemos que resulta complicado seguirle los pasos y en esos momentos el diferencial se estrecha o puede incluso darse la vuelta. Lo hemos visto en el pasado y seguiremos manteniendo la vista en el largo plazo, en buscar alternativas de inversión para vuestro dinero que nos ofrezcan un elevado potencial de creación de valor en el medio y largo plazo y nos olvidaremos del ruido de fondo que supone la evolución de corto plazo de los índices. Seguiremos navegando como siempre lo hemos hecho, pero es muy importante que los argonautas nos demos cuenta de la brusquedad que el mercado puede tener en sus giros y comportamientos para recordar que nuestro objetivo está más allá de los próximos doce meses.
Comenzando con el comentario sobre las citas, la primera de Leithner nos recuerda algo que, en tiempos de incertidumbre- presentes o futuros- siempre es conveniente recordar. Es lógico, y por ello no hay que reprochárselo a nadie, que en esas circunstancias cuando un inversor está viendo cómo su patrimonio pierde valor o, incluso, entra en situación de pérdidas, opte por abandonar la intención que en su momento tenía muy clara de confiar para el largo plazo en la inversión a través de la renta variable (la bolsa) y salirse hacia otras alternativas que, a corto plazo, le parecen más atractivas, más rentables o, simplemente, que no plantean esa volatilidad que los mercados tienen. Es un error humano, demasiado humano, diríamos, y es un error financiero. El objetivo de invertir no es que sólo veamos movimientos al alza en nuestra posición- que para más inri la comprobaremos a diario, no sea que nos fustiguemos demasiado poco- sino que el patrimonio vaya creciendo, de forma acumulada para poder disfrutar del poder del interés compuesto a nuestro favor y que ese patrimonio pueda ir, como poco, manteniendo el poder adquisitivo que hemos invertido. Lo que suceda entre medias, si baila un pasodoble, una sardana o el chachachá, es lo de menos. Lo importante es terminar todos los bailes que nos lancen y poder disfrutar del cotillón- ya que entramos en Navidad.
Esta es una gráfica que muchos ya conocéis, pero que conviene recordar cada poco. El poder adquisitivo de la moneda fiduciaria- dólar en ese caso, pero el euro lleva el mismo camino- se va desplomando con el paso de los años. El oro logra mantener el poder adquisitivo ligeramente positivo en el tiempo. Las letras- bills- y bonos, superan (antes de impuestos, desde luego) la pérdida de poder adquisitivo; el sector inmobiliario- que no aparece en la gráfica- se movería entre medias de lo logrado por los bonos y las acciones. Las acciones, de todos las alternativas financieras, son las más rentables sin discusión y, desde luego cumplen su función de mantener y superar la pérdida ocasionada por la inflación (que no es el IPC, por cierto).
Pero siendo esto cierto, también lo es que depende mucho del periodo temporal que se utilice en la comparativa. Durante varios años podemos encontrarnos ciclos donde los bonos, por ejemplo, sean más rentables que la propia inversión en acciones. ¿Invalida eso, entonces, lo dicho anteriormente? No, simplemente que todos los productos financieros que tienen un precio de mercado con cierta periodicidad se ven influidos por los vaivenes del mercado, de las expectativas, riesgos, miedos y esperanzas de los inversores que dan sus órdenes de compra o venta hacia un instrumento u otro. Nuestra obligación como inversores es, siempre, olvidarnos de que lo que hacen los demás es una guía fiable y pensar por nuestra cuenta. En la Carta del mes pasado os hice una comparativa entre comprar un bono o un REIT cuya renta inicial era equivalente, pero no así su rentabilidad final. No es mala opción invertir en un bono de esas características, al contrario, puede ser una estupenda opción. La cuestión no es esa, sino si, en ese momento, tenemos alternativas que nos parezcan mejores y nos ofrezcan una mayor rentabilidad potencial. Sería distinto si el Argos fuera un fondo con obligatoriedad de tener bonos en su cartera, entonces habría que comprarlos sí o sí. Afortunadamente no es el caso y gozamos de esa plena libertad.
Hablemos ahora de la segunda de las citas. Jeremy Grantham, de GMO, es un inversor con enorme experiencia y gran saber y siempre es una lección escucharle y leerle. La crítica que realiza sobre las decisiones de la Fed que llevaron a la crisis en 2007-08 es muy acertada y pone el sentido común que faltó a tantos intelectuales economistas fiados de las fuerzas ciegas del mercado. Greenspan era uno de ellos y por ello, desde la Fed logró convencer de la importancia de dejar a los mercados autorregularse (los banqueros regulándose a si mismos). Desde luego, que nadie piense que Greenspan, Bernanke o Yellen han dejado SIN regulación a los mercados, a los bancos o demás. Es un sector con muchas regulaciones, el problema no es si hay muchas, pocas, demasiadas o ninguna. El problema que no vieron es el tipo de regulación que debe existir y sobre qué debe basarse. Intentaré explicarme.
Tras el crash de 1929, se celebraron las vistas de Pecora para analizar qué había pasado y poder dirimir responsabilidades. Ello terminó llevando al Acta Stegall- Glass, que implicaba la separación de las entidades financieras por tipo de negocio: banca comercial, banca de seguros y banca de inversión. De ahí se separaron, por ejemplo, JP Morgan y Morgan Stanley. Esta separación funcionó de perlas durante varias décadas; décadas sin problemas financieros en Wall Street, por cierto (aunque con crisis económicas, como la derivada del cierre de la ventanilla del oro en 1971 y la crisis petrolífera de 1973… y la crisis de las cajas de ahorro en EEUU). Esta ley se abolió en 1999 bajo la Administración Clinton, donde el presidente de la Fed era Greenspan y, desde ese momento, lo que ya venía siendo un proceso de desregulación desde los años 80, dio un paso más. Y no en el buen sentido. Otro cambio en la regulación, diría que, casi, tan o más importante, fue el permiso para que las entidades de banca de inversión: Salomon Brothers, Morgan Stanley, Lehman Brothers, Goldman Sachs, Merril Lynch, Bear Sterns…, pudieran dejar de ser partnerships y pasaran a convertirse en entidades cotizadas; el riesgo, ahora iba a pasar desde los socios que respondían con su patrimonio personal de las chapuzas y embrollos donde se metieran ellos o sus empleados, a los nuevos miles o millones de accionistas, quedando el patrimonio de los socios totalmente al margen. Ya no habría un daño real para los que cometieran cualquier tipo de barrabasada financiera, pagarían todos los accionistas.
Lo que Jeremy Grantham señala es que es necesario volver a tener regulaciones que miren por el bien común, independientemente de si el lobby financiero lucha contra ellas- que lo hace y lo hará- y, para ello, cualquier ilusión de mercado autorregulado no será útil pues el mercado es una herramienta tremendamente poderosa y en ese poder lleva implícita que su ceguera respecto a lo que produce sea absoluta y simplemente lleve al extremo aquello que esté triunfando en este momento. Si no se ponen trabas, las trabas las pondrán- como se ve en la realidad- los que más se han beneficiado en ese momento de estar en la cresta de la ola, intentando, por todos los medios (no todos confesables), que la ola se mantenga y siga creciendo. Eso es lo que termina llevando a los extremos que gente como Ray Dalio termina diciendo que “se suponía que no eran éstos los frutos del sistema”. Desde la Gran Depresión hasta 1999 hubo una, relativamente, buena regulación. Grantham pone el foco en la ilusión de la autorregulación y es para pensárselo.
De la tercera de las citas podemos indicar algo que ya comenté en mis dos primeros libros (El lemming que salió raro y El Inversor Español Inteligente) y suele ser una confusión importante que afecta a muchos inversores, pensar que como una economía crece muy rápido la rentabilidad que nos va a ofrecer es mucho mejor que si invertimos en una economía de crecimiento más lento. Es la misma falacia, por cierto, que ocurre en un plano más cercano cuando pensamos que una empresa grande es más segura, que una empresa que tiene un crecimiento de beneficios tremendo es mejor inversión que otra más pequeña o de un ritmo más pausado.
El error es confundir valor y precio y es el error básico de los inversores. La cuestión real, como he comentado en otras ocasiones, no es cuánto crece una economía o una empresa sino el precio que pagamos por dicho crecimiento. Un Ferrari puede ser una gozada de vehículo (y lo es), pero por muy bueno que sea haríamos mala inversión si pagáramos por él el precio de un super yate. Lo ideal es pagar, como mucho, el precio de un Ferrari y, a ser posible, el de un vehículo de menos enjundia. Es el precio que pagamos por ese crecimiento el que nos va a terminar ofreciendo su rentabilidad mayor o menor.
Si pagamos por ese crecimiento, con euros de hoy, más de lo que esa economía o esa empresa nos va a generar en el futuro (descontando los euros de los años futuros a una tasa adecuada para poderlos comparar con los euros de hoy), entonces más nos vale no invertir en esa economía o en esa empresa, pues su rentabilidad será negativa. Por ejemplo, tomando en cuenta las acciones de Ferrovial que fueron las primeras acciones que se incorporaron a la cartera el 21-1-2011, su rentabilidad anual media desde entonces supone, aproximadamente, un 16%. Dado el crecimiento que la empresa ha tenido, podríamos haber sido más optimistas y pagar algo más y seguir teniendo beneficio, pero nuestra rentabilidad anualizada se hubiera desplomado. De ahí que sea necesario saber qué precio máximo está uno dispuesto a pagar por el crecimiento y los beneficios futuros de una empresa o una economía.
Terminamos este repaso con la última de las citas. Desde hace ya algún tiempo he venido investigando y leyendo cada vez más sobre lo que Javier Fernández Cid comenta en esa entrevista. Ciertamente el pistoletazo de salida surgió al descubrir los errores de la postura liberal en relación a los Escolásticos de Salamanca y sobre la ideología sobre la que se construye. El planteamiento escolástico, seguido posteriormente por la DSI y, desde otros ámbitos no religiosos por, por ejemplo, Willhelm Röpke quien venía del liberalismo y rechazó los postulados maximalistas de éste, son una vuelta al sentido común.
En el Verano estuve leyendo (y haciendo anotaciones o comentarios casi continuos) un libro del profesor Argentino Zanotti por su errada postura o intención de volver compatible el catolicismo con el liberalismo, algo que es imposible de raíz. Entre algunos de los muchos puntos en cuestión, uno de ellos hacía referencia al tema del salario justo que también recalca Fernández Cid. Os resumo el asunto porque tiene su importancia para el bien de una empresa y para todas las “inversiones éticas” que tan de moda parecen estar y que, desde mi humilde punto de vista, creo que equivocan el foco y lo ponen donde no es más que artificios y cumplimentar las casillas del consultor.
Es con León XIII quien pone en una encíclica el resumen de lo que venía existiendo en la Iglesia desde el inicio. Posteriormente Pio XI y, cien años más tarde, San Juan Pablo II añaden e iluminan algo más aquella inicial. Respecto al tema del salario justo, como bien indica Fernández Cid, es obligación moral del empresario el pagar un sueldo que permita al empleado poder mantener a su familia, “de forma frugal y morigerada” diría Pio XI, para que éste pueda, con el tiempo y el ahorro, ir conformando un capital propio que le otorgue esa seguridad e independencia financiera que decimos hoy en día. Pero, lógicamente, eso debe hacerse, indican Fernández Cid y Pio XI, siempre que no se ponga en riesgo la viabilidad económica de la empresa pues, lo contrario, sería pan para hoy y hambre para mañana.
La postura de Zanotti, sin embargo y tristemente, lo que plantea (aparte de que, para el liberalismo no hay obligación moral alguna) es que el empresario puede hacerlo siempre que no tenga un efecto negativo para la empresa (o para él). Es decir, parece lo mismo pero no lo es. Por un lado, unos plantean la obligación moral de ayudar a que los empleados puedan disfrutar de un salario más adecuado, sin que la empresa entre en riesgo y, el otro habla de que, no hay obligación moral por un lado- Zanotti, como cristiano, es de suponer que sí admitirá tal obligación moral-, siempre que no haya un efecto negativo. Es decir, si una empresa con veinte empleados a los que paga el mínimo posible, aunque no les de para vivir o mantener a sus familias, y gana en el año un millón de beneficios, si incrementar los suelos implica que va a ganar 999.999,99 euros ya no tiene por qué hacerlo, pues ya tendría un efecto negativo sobre sus cuentas. Unos hablan de que la empresa se lo pueda permitir, el otro de que no haya efecto negativo. Ambas posturas son totalmente contrarias en el espíritu y, ambas tienen efectos muy significativos en la sociedad.
Por eso Ray Dalio, como os he comentado en otras ocasiones, o los propios datos que vienen desde EEUU y otras naciones “desarrolladas”, están mostrando cada vez más una disminución en la calidad de vida de las clases medias, que se ven acogotadas por muchos flancos: el político, con estados y dirigentes que cargan sobre ellos impuestos descomunales en vez de ajustarse el cinturón y empezar a generar superávits para reducir el enorme endeudamiento; las empresas que pagando poco no permite a las familias mantener ni el poder adquisitivo ni el nivel de vida que podían tener hace tan sólo diez o veinte años. Sí, hay más medios tecnológicos que facilitan muchas cosas, pero en otros asuntos, quizás más importantes, los precios han subido mucho más allá de los sueldos. Atacados por todas partes, la calidad de vida se resiente, la independencia financiera se aleja y, cuando oyes decir: “que inviertan para lograr rentabilidad” uno debe pensar… ¿Qué inviertan quiénes y con cuánto?, pues el 40% de los americanos no tienen ni $400 para una emergencia, y si viene, que vendrá, habrán de recurrir al endeudamiento. Y la deuda es una esclavitud.
Haríamos bien en hacer caso a Javier Fernández Cid.
Os incluyo la cartera completa incluyendo los pesos de cada título.
Chris Leithner- The Intelligent Australian Investor, WrightBooks, 2005 pag.65
“Hasta hoy, EEUU ha visto tres grandes burbujas de activos en los últimos 25 años, mucho más de lo normal. Creo que esto no tiene nada que ver con haber tenido muy mala suerte, sino que es un resultado directo del régimen de jefes de la Fed post- Volcker, más palomas que halcones. Ha llegado el momento de preguntarse cómo es posible que la Fed no sólo haya permitido que esos sucesos ocurrieran, sino que, de hecho, los haya fomentado y facilitado. [….]
Previamente, Greenspan incluso había luchado para acelerar la barca [hacia el desastre, nota mía, intentando amedrentar a Brooksley Born en el CFTC para no regular la creciente ola de peligrosos instrumentos subprime. Cuando ella rehusó dimitir de un trabajo que claramente le correspondía, él se fue a presionar al Congreso para cambiar la ley y dejar esos nuevos “demonios de nuestra creación” todos sin regluar. [……] Está muy claro que Bernanke (y Yellen) eran tan firmes creyentes en la eficiencia del mercado que en su mundo las burbujas jamás ocurrirían. […..] ¿Qué estaban pensando con este comportamiento arriesgado? ¿Qué los banqueros podrían regularse a sí mismos? El episodio era significativo por si mismo en muchas formas, y también nuestra voluntaria decisión de olvidarlo. Pero qué gran trabajo hizo al revelar donde descansaba firmemente el corazón de Greenspan- en la desregulación. [……] Que deberíamos haber tomado precauciones para evitar la crisis en primer lugar parece ser una lección que no se ha aprendido, de hecho, ni siquiera se ha enseñado. Así que hemos construido más botes salvavidas en vez de evitar los icebergs.”
Jeremy Grantham- GMO
Let the Wild Rumpus Begin, January 20, 2022, pág. 5 y 7
“Por lo tanto, la conducta procíclica de los directivos, unido al poder destructor del ciclo de capital, explican en gran medida por qué el crecimiento real de los beneficios en la bolsa de valores de Estados Unidos no ha evolucionado al mismo ritmo que el crecimiento económico general. Los datos indican que estos problemas se intensifican cuanto mayor es la tasa de crecimiento del PIB, sin que exista una correlación entre el crecimiento del PIB a largo plazo y la rentabilidad del mercado bursátil. La bolsa de valores china constituye, quizá, el ejemplo más obvio, a pesar del crecimiento estelar de su PIB desde 1993, el rendimiento real de los valores chinos ha sido negativo, con pérdidas del 3 por ciento anuales.
Los inversores no deberían esperar que los ingresos crezcan a la par que la economía. En su lugar, deberían buscar esos raros ejemplos de gestores que son prudentes en el uso del capital. El punto de partida del análisis empresarial no son las perspectivas de la demanda final, sino más bien las de la oferta. Nuestro objetivo es encontrar inversiones en industrias deprimidas que se encuentren en un punto de inflexión positivo del ciclo del capital, así como en sectores donde los fundamentales de la oferta sean favorables y estables.”
Edward Chancellor
Rendimientos del Capital, DEUSTO- ValueSchool, 2020, pág. 98
“–¿El compromiso llega también a la parte económica?
–Naturalmente, conocemos que una empresa está bien gestionada con valores cuando hay una buena administración y una justa distribución de beneficios derivada de la propia gestión de la empresa. Pensando en todos: los dividendos de los accionistas, el salario de los trabajadores, el precio para el cliente, los costes para los proveedores e incluso los impuestos, pensando en la comunidad. Hablando del salario, hay que tener en cuenta que el primer objetivo de la empresa es ser viable (si tira los precios o paga salarios que no puede permitirse, acabará cerrando, y al primero al que no interesa eso es al trabajador), pero suponiendo que pueda dar un poco más, hay que animar al empresario a que sea generoso en la remuneración de su plantilla. Cosa que, además, redundará en su propio beneficio en la buena marcha de la empresa.
–Existen corrientes opuestas a esta visión cristiana de la empresa.
–Claro. El posmodernismo, que rompe con lo anterior, o el individualismo, que impide trabajar en un proyecto común, buscando solo el máximo beneficio de cada uno. También está el relativismo, la cultura del depende y de la no implicación, o el utilitarismo, un «sálvese quien pueda» egoísta basado en el cálculo de ventajas y desventajas. El profesor Stefano Zamagni critica también el economicismo, una concepción por la cual el individuo sólo está determinado por la voluntad de obtener poder y dinero, resuelve la vida en costes y beneficio. “
Javier Fernández Cid
Fomentar los valores cristianos en la empresa mejora la productividad, El Debate,26-10-2023
En la sección “Varios”, tenéis la comparativa frente a los índices desde que hemos cambiado de navío, aunque seguiré dando más importancia al histórico de largo plazo.
Este mes de Noviembre ha visto un rebote fuerte en los mercados y ha supuesto retornar a niveles más positivos para el Argos, aunque todavía estamos por debajo del máximo logrado en Verano. Cuando el mercado se dispara ya sabemos que resulta complicado seguirle los pasos y en esos momentos el diferencial se estrecha o puede incluso darse la vuelta. Lo hemos visto en el pasado y seguiremos manteniendo la vista en el largo plazo, en buscar alternativas de inversión para vuestro dinero que nos ofrezcan un elevado potencial de creación de valor en el medio y largo plazo y nos olvidaremos del ruido de fondo que supone la evolución de corto plazo de los índices. Seguiremos navegando como siempre lo hemos hecho, pero es muy importante que los argonautas nos demos cuenta de la brusquedad que el mercado puede tener en sus giros y comportamientos para recordar que nuestro objetivo está más allá de los próximos doce meses.
Comenzando con el comentario sobre las citas, la primera de Leithner nos recuerda algo que, en tiempos de incertidumbre- presentes o futuros- siempre es conveniente recordar. Es lógico, y por ello no hay que reprochárselo a nadie, que en esas circunstancias cuando un inversor está viendo cómo su patrimonio pierde valor o, incluso, entra en situación de pérdidas, opte por abandonar la intención que en su momento tenía muy clara de confiar para el largo plazo en la inversión a través de la renta variable (la bolsa) y salirse hacia otras alternativas que, a corto plazo, le parecen más atractivas, más rentables o, simplemente, que no plantean esa volatilidad que los mercados tienen. Es un error humano, demasiado humano, diríamos, y es un error financiero. El objetivo de invertir no es que sólo veamos movimientos al alza en nuestra posición- que para más inri la comprobaremos a diario, no sea que nos fustiguemos demasiado poco- sino que el patrimonio vaya creciendo, de forma acumulada para poder disfrutar del poder del interés compuesto a nuestro favor y que ese patrimonio pueda ir, como poco, manteniendo el poder adquisitivo que hemos invertido. Lo que suceda entre medias, si baila un pasodoble, una sardana o el chachachá, es lo de menos. Lo importante es terminar todos los bailes que nos lancen y poder disfrutar del cotillón- ya que entramos en Navidad.
Esta es una gráfica que muchos ya conocéis, pero que conviene recordar cada poco. El poder adquisitivo de la moneda fiduciaria- dólar en ese caso, pero el euro lleva el mismo camino- se va desplomando con el paso de los años. El oro logra mantener el poder adquisitivo ligeramente positivo en el tiempo. Las letras- bills- y bonos, superan (antes de impuestos, desde luego) la pérdida de poder adquisitivo; el sector inmobiliario- que no aparece en la gráfica- se movería entre medias de lo logrado por los bonos y las acciones. Las acciones, de todos las alternativas financieras, son las más rentables sin discusión y, desde luego cumplen su función de mantener y superar la pérdida ocasionada por la inflación (que no es el IPC, por cierto).
Pero siendo esto cierto, también lo es que depende mucho del periodo temporal que se utilice en la comparativa. Durante varios años podemos encontrarnos ciclos donde los bonos, por ejemplo, sean más rentables que la propia inversión en acciones. ¿Invalida eso, entonces, lo dicho anteriormente? No, simplemente que todos los productos financieros que tienen un precio de mercado con cierta periodicidad se ven influidos por los vaivenes del mercado, de las expectativas, riesgos, miedos y esperanzas de los inversores que dan sus órdenes de compra o venta hacia un instrumento u otro. Nuestra obligación como inversores es, siempre, olvidarnos de que lo que hacen los demás es una guía fiable y pensar por nuestra cuenta. En la Carta del mes pasado os hice una comparativa entre comprar un bono o un REIT cuya renta inicial era equivalente, pero no así su rentabilidad final. No es mala opción invertir en un bono de esas características, al contrario, puede ser una estupenda opción. La cuestión no es esa, sino si, en ese momento, tenemos alternativas que nos parezcan mejores y nos ofrezcan una mayor rentabilidad potencial. Sería distinto si el Argos fuera un fondo con obligatoriedad de tener bonos en su cartera, entonces habría que comprarlos sí o sí. Afortunadamente no es el caso y gozamos de esa plena libertad.
Hablemos ahora de la segunda de las citas. Jeremy Grantham, de GMO, es un inversor con enorme experiencia y gran saber y siempre es una lección escucharle y leerle. La crítica que realiza sobre las decisiones de la Fed que llevaron a la crisis en 2007-08 es muy acertada y pone el sentido común que faltó a tantos intelectuales economistas fiados de las fuerzas ciegas del mercado. Greenspan era uno de ellos y por ello, desde la Fed logró convencer de la importancia de dejar a los mercados autorregularse (los banqueros regulándose a si mismos). Desde luego, que nadie piense que Greenspan, Bernanke o Yellen han dejado SIN regulación a los mercados, a los bancos o demás. Es un sector con muchas regulaciones, el problema no es si hay muchas, pocas, demasiadas o ninguna. El problema que no vieron es el tipo de regulación que debe existir y sobre qué debe basarse. Intentaré explicarme.
Tras el crash de 1929, se celebraron las vistas de Pecora para analizar qué había pasado y poder dirimir responsabilidades. Ello terminó llevando al Acta Stegall- Glass, que implicaba la separación de las entidades financieras por tipo de negocio: banca comercial, banca de seguros y banca de inversión. De ahí se separaron, por ejemplo, JP Morgan y Morgan Stanley. Esta separación funcionó de perlas durante varias décadas; décadas sin problemas financieros en Wall Street, por cierto (aunque con crisis económicas, como la derivada del cierre de la ventanilla del oro en 1971 y la crisis petrolífera de 1973… y la crisis de las cajas de ahorro en EEUU). Esta ley se abolió en 1999 bajo la Administración Clinton, donde el presidente de la Fed era Greenspan y, desde ese momento, lo que ya venía siendo un proceso de desregulación desde los años 80, dio un paso más. Y no en el buen sentido. Otro cambio en la regulación, diría que, casi, tan o más importante, fue el permiso para que las entidades de banca de inversión: Salomon Brothers, Morgan Stanley, Lehman Brothers, Goldman Sachs, Merril Lynch, Bear Sterns…, pudieran dejar de ser partnerships y pasaran a convertirse en entidades cotizadas; el riesgo, ahora iba a pasar desde los socios que respondían con su patrimonio personal de las chapuzas y embrollos donde se metieran ellos o sus empleados, a los nuevos miles o millones de accionistas, quedando el patrimonio de los socios totalmente al margen. Ya no habría un daño real para los que cometieran cualquier tipo de barrabasada financiera, pagarían todos los accionistas.
Lo que Jeremy Grantham señala es que es necesario volver a tener regulaciones que miren por el bien común, independientemente de si el lobby financiero lucha contra ellas- que lo hace y lo hará- y, para ello, cualquier ilusión de mercado autorregulado no será útil pues el mercado es una herramienta tremendamente poderosa y en ese poder lleva implícita que su ceguera respecto a lo que produce sea absoluta y simplemente lleve al extremo aquello que esté triunfando en este momento. Si no se ponen trabas, las trabas las pondrán- como se ve en la realidad- los que más se han beneficiado en ese momento de estar en la cresta de la ola, intentando, por todos los medios (no todos confesables), que la ola se mantenga y siga creciendo. Eso es lo que termina llevando a los extremos que gente como Ray Dalio termina diciendo que “se suponía que no eran éstos los frutos del sistema”. Desde la Gran Depresión hasta 1999 hubo una, relativamente, buena regulación. Grantham pone el foco en la ilusión de la autorregulación y es para pensárselo.
De la tercera de las citas podemos indicar algo que ya comenté en mis dos primeros libros (El lemming que salió raro y El Inversor Español Inteligente) y suele ser una confusión importante que afecta a muchos inversores, pensar que como una economía crece muy rápido la rentabilidad que nos va a ofrecer es mucho mejor que si invertimos en una economía de crecimiento más lento. Es la misma falacia, por cierto, que ocurre en un plano más cercano cuando pensamos que una empresa grande es más segura, que una empresa que tiene un crecimiento de beneficios tremendo es mejor inversión que otra más pequeña o de un ritmo más pausado.
El error es confundir valor y precio y es el error básico de los inversores. La cuestión real, como he comentado en otras ocasiones, no es cuánto crece una economía o una empresa sino el precio que pagamos por dicho crecimiento. Un Ferrari puede ser una gozada de vehículo (y lo es), pero por muy bueno que sea haríamos mala inversión si pagáramos por él el precio de un super yate. Lo ideal es pagar, como mucho, el precio de un Ferrari y, a ser posible, el de un vehículo de menos enjundia. Es el precio que pagamos por ese crecimiento el que nos va a terminar ofreciendo su rentabilidad mayor o menor.
Si pagamos por ese crecimiento, con euros de hoy, más de lo que esa economía o esa empresa nos va a generar en el futuro (descontando los euros de los años futuros a una tasa adecuada para poderlos comparar con los euros de hoy), entonces más nos vale no invertir en esa economía o en esa empresa, pues su rentabilidad será negativa. Por ejemplo, tomando en cuenta las acciones de Ferrovial que fueron las primeras acciones que se incorporaron a la cartera el 21-1-2011, su rentabilidad anual media desde entonces supone, aproximadamente, un 16%. Dado el crecimiento que la empresa ha tenido, podríamos haber sido más optimistas y pagar algo más y seguir teniendo beneficio, pero nuestra rentabilidad anualizada se hubiera desplomado. De ahí que sea necesario saber qué precio máximo está uno dispuesto a pagar por el crecimiento y los beneficios futuros de una empresa o una economía.
Terminamos este repaso con la última de las citas. Desde hace ya algún tiempo he venido investigando y leyendo cada vez más sobre lo que Javier Fernández Cid comenta en esa entrevista. Ciertamente el pistoletazo de salida surgió al descubrir los errores de la postura liberal en relación a los Escolásticos de Salamanca y sobre la ideología sobre la que se construye. El planteamiento escolástico, seguido posteriormente por la DSI y, desde otros ámbitos no religiosos por, por ejemplo, Willhelm Röpke quien venía del liberalismo y rechazó los postulados maximalistas de éste, son una vuelta al sentido común.
En el Verano estuve leyendo (y haciendo anotaciones o comentarios casi continuos) un libro del profesor Argentino Zanotti por su errada postura o intención de volver compatible el catolicismo con el liberalismo, algo que es imposible de raíz. Entre algunos de los muchos puntos en cuestión, uno de ellos hacía referencia al tema del salario justo que también recalca Fernández Cid. Os resumo el asunto porque tiene su importancia para el bien de una empresa y para todas las “inversiones éticas” que tan de moda parecen estar y que, desde mi humilde punto de vista, creo que equivocan el foco y lo ponen donde no es más que artificios y cumplimentar las casillas del consultor.
Es con León XIII quien pone en una encíclica el resumen de lo que venía existiendo en la Iglesia desde el inicio. Posteriormente Pio XI y, cien años más tarde, San Juan Pablo II añaden e iluminan algo más aquella inicial. Respecto al tema del salario justo, como bien indica Fernández Cid, es obligación moral del empresario el pagar un sueldo que permita al empleado poder mantener a su familia, “de forma frugal y morigerada” diría Pio XI, para que éste pueda, con el tiempo y el ahorro, ir conformando un capital propio que le otorgue esa seguridad e independencia financiera que decimos hoy en día. Pero, lógicamente, eso debe hacerse, indican Fernández Cid y Pio XI, siempre que no se ponga en riesgo la viabilidad económica de la empresa pues, lo contrario, sería pan para hoy y hambre para mañana.
La postura de Zanotti, sin embargo y tristemente, lo que plantea (aparte de que, para el liberalismo no hay obligación moral alguna) es que el empresario puede hacerlo siempre que no tenga un efecto negativo para la empresa (o para él). Es decir, parece lo mismo pero no lo es. Por un lado, unos plantean la obligación moral de ayudar a que los empleados puedan disfrutar de un salario más adecuado, sin que la empresa entre en riesgo y, el otro habla de que, no hay obligación moral por un lado- Zanotti, como cristiano, es de suponer que sí admitirá tal obligación moral-, siempre que no haya un efecto negativo. Es decir, si una empresa con veinte empleados a los que paga el mínimo posible, aunque no les de para vivir o mantener a sus familias, y gana en el año un millón de beneficios, si incrementar los suelos implica que va a ganar 999.999,99 euros ya no tiene por qué hacerlo, pues ya tendría un efecto negativo sobre sus cuentas. Unos hablan de que la empresa se lo pueda permitir, el otro de que no haya efecto negativo. Ambas posturas son totalmente contrarias en el espíritu y, ambas tienen efectos muy significativos en la sociedad.
Por eso Ray Dalio, como os he comentado en otras ocasiones, o los propios datos que vienen desde EEUU y otras naciones “desarrolladas”, están mostrando cada vez más una disminución en la calidad de vida de las clases medias, que se ven acogotadas por muchos flancos: el político, con estados y dirigentes que cargan sobre ellos impuestos descomunales en vez de ajustarse el cinturón y empezar a generar superávits para reducir el enorme endeudamiento; las empresas que pagando poco no permite a las familias mantener ni el poder adquisitivo ni el nivel de vida que podían tener hace tan sólo diez o veinte años. Sí, hay más medios tecnológicos que facilitan muchas cosas, pero en otros asuntos, quizás más importantes, los precios han subido mucho más allá de los sueldos. Atacados por todas partes, la calidad de vida se resiente, la independencia financiera se aleja y, cuando oyes decir: “que inviertan para lograr rentabilidad” uno debe pensar… ¿Qué inviertan quiénes y con cuánto?, pues el 40% de los americanos no tienen ni $400 para una emergencia, y si viene, que vendrá, habrán de recurrir al endeudamiento. Y la deuda es una esclavitud.
Haríamos bien en hacer caso a Javier Fernández Cid.
Os incluyo la cartera completa incluyendo los pesos de cada título.
Algunas Operaciones
A lo largo del mes no hemos realizado ninguna operación, lo que significa dos cosas: la primera que me sigue gustando la cartera que tenemos; la segunda que hemos evitado costes de compraventa. Os recuerdo que esos costes son costes “ocultos” pues no son como las comisiones de gestión o depósito- que son explícitas- o si las tuviéramos, que no es el caso, las de suscripción o reembolso. Los costes ocultos pueden ser muy significativos y representan un enorme lastre sobre las rentabilidades para los inversores; según John Bogle, fundador de los fondos Vanguard- fondos indexados-, calculaba que podían llegar a suponer entre un 1.5-2.5% de forma anual. Nosotros, os lo puedo asegurar, estamos muy, muy por debajo de cualquiera de esas cifras. Este mes, por tanto, hemos contribuido a ahorrar dinero a los argonautas
Hablemos ahora de FERROVIAL que es la principal posición en el Argos- por revalorización pues llevamos un 88% de plusvalía en ella. Como sabéis los argonautas de quien tengo vuestro contacto a través de Telegram, la empresa ha decidido desprenderse de su participación en el aeropuerto londinense de Heathrow, donde contaba con un 25% aproximadamente. El importe de la venta asciende a unos 2.735 millones de euros que, como la participación figuraba en balance por cero euros- es decir, la tenían completamente amortizada- eso supone que toda esa cantidad de efectivo no sólo entra en caja sino que, también, se incorpora a beneficios.
Como os expliqué a los argonautas por Telegram eso significará que cuando publique los resultados anuales la cifra de beneficio será espectacular y, dado que los mercados son como son- de zoquetes-, es muy posible que reciban la noticia “de nuevas” y se alegren en exceso con nuestra empresa. No me molestará, desde luego, si ése fuera el caso, pero prefiero que tengamos la mente tranquila y recordemos por qué se produce tal resultado.
Ferrovial no vende en un mal momento, al contrario, el aeropuerto de Heathrow está mostrando una evolución estupenda y parece ser que la compañía ha preferido deshacerse de él en busca de pastos menos maduros y con mayor potencial de rentabilidad a largo plazo. Vender en lo alto de la ola no es mala estrategia y ello nos beneficia a nosotros por la posición que mantenemos en el empresa. No tengo los datos pero me sorprendería que, en España, hubiera otro fondo con mayor peso en su cartera de Ferrovial, por lo que podemos asumir que “en porcentaje” seremos de los más beneficiados por la decisión de esta compañía.
… y, a la vez, usar esos dos mil setecientos millones de euros para recomprar hasta 500 millones en acciones. Esto, os puedo confirmar, que me parece una estupenda noticia. Hasta ahora hemos ido cobrando los dividendos de Ferrovial en forma de nuevas acciones en vez de efectivo (y nos ha beneficiado enormemente). El planteamiento en esta tesitura es siempre valorar si las acciones que nos dan suponen más precio que su valor o no; en el caso de las acciones de Ferrovial (y sin que suponga recomendación de ningún tipo para nadie) pienso que las acciones que nos daban eran mucho más baratas que el valor que le tengo asignado a la compañía. Parece que el equipo directivo piensa lo mismo y ven mucho valor aún en sus propias acciones… nosotros no venderemos (salvo que nos veamos obligados por los requisitos de diversificación a reducir parcialmente) mientras siga pensando que la empresa vale más de lo que cuesta.
Como podemos observar, va superando todos sus objetivos estratégicos tanto en crecimiento orgánico como en nuevos pedidos y ha seguido pagando un dividendo trimestral, que todo suma a nuestra rentabilidad (en la cifra de la plusvalía +50% no he incluido lo cobrado por dividendos).
Esta mejora en su negocio, tanto en ventas como en márgenes, implica un crecimiento de su valor a largo plazo, y eso es lo importante. Desde luego, para el medio plazo, las necesidades actuales de incrementar y actualizar los medios de las fuerzas de seguridad son el viento de cola que hará que las ventas de nuestra compañía y sus beneficios sigan incrementándose gracias a la productividad y eficiencia de nuestra empresa. Eso irá revirtiendo hacia los accionistas, en este caso vosotros, los argonautas, por vía de la revalorización de sus acciones en bolsa y por el cobro de los dividendos que serán crecientes en base a la evolución de sus resultados operativos. Seguimos contentos con esta pequeñísima empresa que sabe hacer las cosas muy bien y, como siempre, siguen aplaudiendo cuando alguno de sus sistemas de protección ha contribuido a salvar la vida a alguno de los miembros de las fuerzas de seguridad y orden público.
Para terminar, hablemos sobre DESKTOP METAL que presentó sus resultados trimestrales
La variación de las cifras de ventas, en este caso a la baja con respecto al año pasado, es menos importante que la evolución de los márgenes; tanto el margen bruto como el “beneficio operativo” han tenido un buen comportamiento. Recordad que dicho beneficio operativo – medido según el EBITDA ajustado que no es la panacea en ningún caso- se espera que termine el ejercicio en territorio neutral. A largo plazo lo que necesitamos es que nuestras compañias ganen dinero por ofrecer servicios y bienes que aporten valor a la sociedad y a los consumidores, de esta forma, la empresa verá recompensados sus esfuerzos y podrá crecer de forma saneada, pagar bien a sus empleados, retribuir satisfactoriamente a los accionistas por su confianza y paciencia y cumplir con el resto de sus deberes para con otros interesados- proveedores, impuestos, etc.
Habremos de esperar aún al cierre del cuarto trimestre para ver si, como esperan, logran entrar en ese beneficio operativo ajustado positivo. Ese será uno de los principales hitos a alcanzar de nuestra empresa. De momento, como van mostrando trimestre a trimestre, los gastos respecto a las ventas se van reduciendo y, con ello, la tendencia a alcanzar el primer nivel- mejor dicho, el segundo tras el beneficio bruto positivo- de rentabilidad aporta más claridad al futuro de la compañía. El mercado a su alcance sigue creciendo pues las posibilidades, tanto en el área de metal como en las demás áreas de negocio, encuentran cada vez más aplicaciones para estas tecnologías, lo que hace que el futuro de la empresa sea brillante. Seguiremos con paciencia su evolución.
Varios
El nivel de liquidez actual es el 16,44% y 22 empresas. Contamos con unos 184 argonautas de toda España y unos 7.260.000 euros bajo gestión.
El valor liquidativo de este Argos respecto al valor intrínseco que hemos calculado y tenéis en la última gráfica es equivalente a comprar un billete de cien euros por 52,56€, lo que supone adquirir las participaciones del Argos (recordad, a partir del 11 de Diciembre de 2019 GESTIÓN BOUTIQUE VI ARGOS) con un significativo margen de seguridad. Por cierto, he preferido ajustar la rentabilidad al valor liquidativo anterior -para seguir con el histórico tradicional de largo plazo-, pero el valor liquidativo oficial del GESTIÓN BOUTIQUE VI ARGOS es diferente como podéis comprobar al ver vuestra posición.
Para aquellos de vosotros que tenéis curiosidad en ver cómo nos estamos comportando desde que estamos en la etapa actual, la comparativa con los índices- y siempre con dividendos brutos reinvertidos, obviamente- es la siguiente:
Por cierto, algunos de vosotros me pedís información sobre cómo daros de alta en el nuevo fondo en Andbank/MyInvestor; es preferible que contactéis conmigo en la dirección de correo electrónico que tenéis abajo.
Este mes pasado ha fallecido uno de los primeros argonautas, alguien a quien tuve la dicha y el honor de conocer desde 1999 y quien siempre me mostró su cariño y confianza. Manuel, por quien os pido a todos una oración o un pensamiento de bondad, disfrutaba charlando sobre los temas de inversión y era un placer hablar con él y tratar de responder a todas las curiosidades que le animaban, que eran muchas pues nunca quiso dejar de aprender. Sabéis que siempre me he sentido muy cerca de todos vosotros y que el Argos no es sólo “un fondo” sino que es algo más, en ciertos aspectos es casi una gran familia de 184 “parientes”, todos “reyes, príncipes y héroes”. Manuel era, sin duda, uno de los más entrañables reyes, paciente, amable, cariñoso que siempre me consultaba con vistas a aprender y a interesarse por las empresas que tenemos en cartera. Ahora le enviaré cada mes esta Carta con la dirección del Cielo, porque seguro que seguirá disfrutando leyéndola.
Quiero agradecer a su familia por el privilegio de permitirme mostraros su rostro; algunos lo pudisteis conocer en persona, cuando nos reuníamos los argonautas en alguna de las charlas o en el “Guateque para capitalistas” (al estilo del Woodstock para capitalistas de Warren Buffett- quien por cierto, ha perdido a su socio de toda la vida, Charlie Munger, un gran inversor que ha enseñado durante décadas y, como accionistas de Berkshire Hathaway hemos de lamentar-, pero de un tamaño mucho más diminuto). Le seguiremos teniendo presente siempre igual que a todos os tengo en la memoria cada noche- no es broma, es cierto. Manuel, muchas gracias por haberte podido conocer, por haber pasado tan buenos momentos de conversación con un café delante, por haber podido ayudar a que te sintieras tranquilo con respecto al patrimonio que, un día ya lejano, me confiaste. Siempre en el corazón, querido Manuel… ¡ahora intercede por nosotros desde el Cielo!
Mis más entrañables y queridos abrazos para él y su familia.
Dado que entramos ya en tiempo de Navidad y cuando os escriba la siguiente estaremos cerca de la llegada de los Reyes Magos, dejadme, como siempre, deciros unas palabras para que tengamos presente qué celebramos en estas fechas tan entrañables. Se que algunos no sois creyentes o, incluso siéndolo, estas fechas representan el recuerdo doloroso por aquellos familiares que ya no están con vosotros, pero creo que todos entendéis que, con fe o sin ella, mis palabras no serán para causaros malestar ni para revivir el dolor de los seres queridos, sino que están hechas con la mejor intención por mi parte y con todo el cariño del mundo tanto mío como de mi familia.
Sabéis de otros años que, para mí, la Navidad es una época muy especial pues lo que celebramos, la misma Encarnación de quien siendo Omnipotente quiso ser uno con nosotros por amor, es seguramente el hecho más asombroso del que el Hombre haya podido tener noticia… por algo se le llama Revelación, pues a ningún mortal pudo ocurrírsele semejante noticia. Una buena nueva de verdad. Y, pese a que en este mundo actual sólo vemos anuncios, películas superficiales y comentarios que confunden el buenismo con el auténtico espíritu navideño, yo quiero, por mi parte, desearos a todos los argonautas la mayor Paz y Felicidad en estas fiestas que, siendo políticamente incorrecto- pero coherentemente cristiano, espero-, sigue siendo la Navidad, la celebración del nacimiento de aquel Niño que logró cambiar el Universo todo y, como os decía la Navidad pasada, incluso en la Primera Guerra Mundial los soldados combatientes fueron capaces, por respeto a Él, de transformar el 24 de Diciembre de la guerra en lo que ha sido y es para nosotros desde hace más de dos mil años: la noche más buena del año, la única y santa Nochebuena. Ojalá este año, también la noche del 24 sea una Noche de Paz, aunque dure sólo unas horas, en el frente de batalla en Ucrania y de Palestina.
Que, aunque sea breve, pues los Hombres somos tercos hasta decir basta (y era mudo),
reine la Paz en esta Tierra y que podáis revivir la paz y felicidad de días más felices, cuando todos los que os importan estaban aún con vosotros. En esa Noche tan Buena, deseando que la Navidad que trae ese Niño vuelva a inundar vuestros corazones, los de aquellos a quien queréis y los de aquellos que están en el Cielo de Paz y Amor.
La vida sigue y los mercados también, pero a veces es preciso hacer un aparte, mirar a los rostros de quienes amamos y saber que Alguien nos amó primero y vino al mundo en estas fechas. Que Él os bendiga.
Tanto mi mujer, hijos y yo mismo os deseamos a todos los que recibís esta Carta, de todo corazón, una muy feliz Navidad.
Como siempre agradeceros nuevamente vuestra confianza y apoyo continuado.
PD: Cada cierto tiempo tendréis mi artículo en http://www.rankia.com/blog/a-bordo-del-argos
Miguel de Juan Fernández
ARGOS VALUE FUND
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