El gobierno pone fin al sueño del ING español
el gobierno como siempre fastidiando y en lugar de tomar medidas que favorezcan la competencia y la competitividad, todo lo contrario, forzando fusiones que nos dejaran casi sin bancos, asediando a bankia y obligadola a fusionarse con quien sea, y en este caso dejandonos sin el interesante proyecto del ING español.
Bankia opta a quedarse con NovaGalicia para consolidar su proyecto en solitario
Carlos Hernanz - Sígueme en Twitter 25/02/2012 (06:00h)
Unnim era sólo una toma de contacto. Bankia quiere consolidar su proyecto en solitario, lejos de la sombra amenazante de La Caixa, integrando bajo su grupo financiero a NovaGalicia, la entidad gallega controlada por el Estado, propietario de un 90% del capital. De acuerdo a fuentes próximas a la entidad, la prioridad de Rodrigo Rato ha pasado siempre por jugarse todas sus opciones como operador dominante del mercado en la absorción de la entidad gallega. Tanto por encaje operativo, como por opciones políticas para que prospere.
Desde hace casi dos años, Caixa Galicia y Novacaixa, antes incluso de fusionarse entre sí, han estado en el radar de los más grandes. Una vez unidas, con una cuota de mercado en Galicia de casi el 40%, mientras el otro 25% es del Banco Pastor (ahora Banco Popular), el interés de cualquier grande por abrirse camino en ese territorio ha estado presente. No en vano, tanto BBVA primero, como La Caixa después han estado estudiando las cuentas de la fusionada, por si la oportunidad de hacer algo con la caja gallega es posible en algún momento.
El empuje político de Alberto Nuñez Feijoó, presidente de la Xunta, por sacar adelante este proyecto ha dado al traste con alguna expectativa, para disgusto del también gallego Francisco González, presidente de BBVA, que recibió con sorpresa la aventura escapista encomendada al prestigioso ejecutivo Jose María Castellano (exInditex). Sin embargo, esta apuesta en solitario ha llegado antes de tiempo a su fin, a pesar del esfuerzo realizado entre grandes fortunas regionales e inversores extranjeros (hedge fund Elliot) para que entraran en la caja.
Aprovechando esta situación, Bankia quiere jugársela en la futura subasta de NovaGalicia, cuyo proceso puede demorarse hasta octubre. Para ello, Rato piensa acogerse a la excepción que la nueva ley recoge para que entidades con dinero del Frob puedan adquirir a otras, a pesar de que Economía ha pretendido trasladar que esa excepción no ha sido hecha ad hoc y que recela del papel del grupo financiero de siete cajas como comprador. Probablemente, porque para De Guindos todo hubiera quedado mejor resuelto con una fusión Bankia-La Caixa.
Con esta apuesta, Bankia recupera la vieja aspiración de formar un eje transversal entre Galicia-Madrid-Levante. Además, el ex ministro de Economía pretende ofrecerse como una solución amable (integrarse en un grupo financiero suma de siete cajas) al eventual fracaso político que puede suponer para el barón regional del PP su proyecto frustrado de gran caja gallega, conclusión que resultaría todavía más evidente en caso de que alguno de los tres grandes, como La Caixa, BBVA o Santander terminaran quedándose con NovaGalicia.
El comodín de la EPA
El otro argumento pasa por aprovechar una de las pocas opciones existentes de participar en la reestructuración del sistema: acceder a una entidad controlada por el Estado. En estos casos, la existencia de unas garantías extraordinarias para la compra, como ocurre ahora con Unnim, en pleno proceso de venta, donde hay una cobertura de hasta 5.000 millones de euros, es la clave. Y con ese perfil sólo quedan la entidad gallega, Banco de Valencia (de la que se deshizo) y CatalunyaCaixa, sobre la que también pujará Bankia en caso de fallar en su primera opción.
El paradigma de este formato es la operación de Banco Sabadell con CAM, esgrimida siempre como referencia por el equipo de Bankia. La adquisición por parte del banco catalán de la caja alicantina, intervenida por el Estado tras resultar inviable su continuidad en solitario una vez rota su fusión a cuatro bandas en el proyecto de Banco Base, es el espejo en el que se miran desde Madrid, deseosos de poder acogerse a un esquema de protección de activos (EPA) con el que sanear la integración de ambas entidades y de paso realizar parte del ajuste interno pendiente.
De acuerdo con la nueva ley financiera, Bankia está obligada a comunicar antes del 31 de marzo cómo piensa sanear su riesgo inmobiliario (5.070 millones a provisiones y a capital) y si piensa realizar esta limpieza del balance en solitario y en un año, o con una fusión y en dos ejercicios. Como el segundo escenario es más ventajoso, Rato aspira a adjudicarse la entidad gallega para acogerse a ese calendario, durante el cual recurrirá a la conversión de preferentes, a la emisión de deuda subordinada y a la venta de activos para reforzar capital.
Por si todo este contexto fuera poco complicado, la matriz de Bankia, el grupo financiero (BFA) que agrupa a las siete cajas de ahorro fundadoras ha decidido revisar los repartos de poder que se concedieron en su integración. Todo a costa de Bancaja y de su filial Banco de Valencia, sacada ya del grupo, cuyas cuentas quieren revisar con una nueva auditoría ante la solicitud de algunos socios de revisar a la baja el peso de la entidad valenciana dentro del grupo. Dependiendo de las versiones, asistimos a una mera pelea de poder o a un ejercicio de responsabilidad.