Las cacerías del señor Blesa - Bankia
En la Entidad que presidía este señor yo no tendrìa ninguna cuenta
De todas las cacerías en las que participó Miguel Blesa a lo largo de su vida, una recobra hoy todo su significado. Tuvo lugar el 8 de septiembre de 2009 en Rumanía y se llevó por delante a un ejemplar de oso pardo común de unos 400 kilos de peso. El abatimiento se realizó en plena cordillera de los Cárpatos. Las tarifas que se pagaban entonces por cada pieza de oso rumano oscilaban entre los 15.000 y los 23.000 euros. Rumanía sigue sin permitir más de 300 licencias al año. Es un negocio vedado para los más ricos de los ricos europeos.
Por aquellas mismas fechas, el entonces presidente de Caja Madrid participaba en otro tipo de cacería, con trifulca empresarial incluida. Aunque ésta tenía como escenario los alfombrados despachos del poder político madrileño. Blesa aspiraba a un tercer mandato al frente de la caja del oso: a mediados de los 90, Caja Madrid cambió su logo y dejó únicamente la imagen de un oso, que simboliza a la capital de España.
No lo consiguió. La pelea entre la entonces presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, fue a dentellada limpia. Gallardón apoyaba a su amigo Blesa, mientras que Aguirre quería colocar a uno de los suyos: Manuel Pizarro. Intervino Mariano Rajoy y la pelea terminó en tablas: Blesa abandonó Caja Madrid el 28 de enero de 2010 siendo sustituido por Rodrigo Rato. Pero el oso verde de la entidad ya había sido derribado, estaba moribundo y feneció a los pocos meses.
La cacería del oso, en otoño de 2009, le trajo mala suerte. Cuatro meses después dejó Caja Madrid
Osos, búfalos, pumas, leones, ciervos...Donde ponía el ojo Miguel Blesa, ponía la bala. Eso sí, únicamente en el terreno cinegético, porque en los negocios no tenía tanta puntería. En concreto, su presidencia al frente de Caja Madrid (de 1996 a enero de 2010) ha quedado como una de las más desastrosas gestiones del sistema financiero español. Así lo demuestra el óbito definitivo de la caja madrileña, que contaba con más de 300 años de historia (fue fundada por el sacerdote aragonés Francisco Piquer en 1702) y su entierro final dentro del conglomerado de Bankia, entidad asimismo rescatada de la quiebra con la aportación de más de 22.424 millones de euros públicos.
Paciencia, reflejos, pulso firme y acertada puntería. Cualidades que debe poseer todo buen cazador. Pero Blesa (nacido en Linares, Jaén, el 8 de agosto de 1947) no manejaba únicamente esas habilidades para abatir sus espectaculares piezas. Necesitaba algo más y en su caso le vino regalado. Como cualquier tirador que se precie, Blesa requería de un magnífico rifle de precisión, además de un excelente visor de mira telescópica. Y los tenía.
El año 2008 Blesa cogió su fusil: un Blaser R93 de alta gama (unos 6.000 euros) acompañado de un visor Zeiss 6-12 x 72 (2.500 euros), junto a las monturas que fijaban el visor al cañón (400 cada una). Así pertrechado, con ese escudo mortífero de unos 10.000 euros gentileza de una empresa de la que había sido consejero antes de aterrizar en Caja Madrid, emprendía Blesa sus safaris de evasión.