El nuevo estilo Ana Botín tropieza con la pérdida del 21% para sus accionistas
Nadie duda de que Ana Botín ha tomado con firmeza y decisión las riendas del Santander tras la muerte de su padre en septiembre del pasado año. Cambio de cúpula directiva, macroampliación de capital y brusco recorte del dividendo.
Decisiones que tienen su contrapunto en el 21% que han bajado sus acciones desde el cambio en uno de los gigantes financieros mundiales.
Las medidas tomadas por Ana Botín en la presidencia del Santander han contado, en general, con el beneplácito de los analistas del mercado, aunque no tanto con los inversores. La nueva presidenta ha demostrado y rápido el cambio de rumbo en la gestión de la entidad con el nombramiento de un nuevo consejero delegado y numerosos movimientos en las direcciones generales del banco.
Pero fue el pasado 8 de enero cuando su determinación por mejorar los ratios de solvencia de la entidad con una macroampliación de 7.500 millones de euros que colocó con facilidad y demanda de sobra, así como al reducción a un tercio de su dividendo, los que han provocado un mayor menoscabo a sus accionistas. Santander, lógicamente, ha perdido su atractivo por la vía del dividendo, aunque se haya comprometido a dar parte del nuevo pago (0,20 euros al año, frente a los 0,60 anteriores) en metálico.
Desde el sorprendente fallecimiento de Emilio Botín el pasado 9 de septiembre, las acciones del banco han caído el 21%, frente a un Ibex que en idéntico periodo se ha dejado el 5% de su valor. También hay que tener en cuenta en este descenso que el banco ha descontado de su precio un dividendo opcional de 0,15 euros (el penúltimo de este importe). Esta caída de Santander tras operaciones que suponen dilución para el accionista y menores pagos futuros ha sido secundada por otros colegas.
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