A través de una reforma radical de la educación, basada entre otras cosas en la colaboración entre instituciones educativas y empresas, Pekín aspira al liderazgo en materia de tecnología.
El informe del McKinsey Global Institute, titulado «Reskilling China: Transforming The World's Largest Workforce Into Lifelong Learners», se centra en el mayor desafío para Pekín, la recualificación de la mano de obra y la adopción de prácticas como la formación permanente para afrontar la creciente transformación digital del tejido productivo. Pero ¿cómo se puede transformar el país que se ha convertido en la fábrica del mundo, donde el montaje manual era más económico por los bajos costes de su mano de obra, en un gigante de la inteligencia artificial y de la blockchain?
Qué está pasando: de la robotización a la demanda de nuevas competencias
El capitalismo de Estado de Xi Jinping está transformando el gigante asiático a un ritmo sin precedentes. No obstante, la modernización y robotización de las fábricas de montaje han traído consigo una enorme reducción de las dimensiones de su mano de obra. Y la pandemia de COVID-19, lejos de ralentizar el proceso, lo ha acelerado. Pero si, por una parte, algunos trabajos están desapareciendo, por otra también se están creando otros nuevos. Y, al mismo tiempo, es necesario crear trabajadores con las competencias adecuadas.
No obstante, con un planteamiento distinto del de Occidente, Pekín está regulando los gigantes tecnológicos, muchos de los cuales también han sido multados recientemente por haber abusado de sus monopolios, con el objetivo de garantizar la diversidad en el ecosistema económico y en el mundo de las start-ups. Además, también ha cambiado su actitud en materia ambiental. Xi Jinping ha afirmado que quiere conseguir la neutralidad de emisiones de carbono para 2050, poniendo en marcha la transición verde que, unida a la vanguardia de tecnologías como los paneles solares o las baterías, generará nuevos puestos de trabajo altamente especializados en el sector ecológico.
Nuevos trabajos en China
Pero ¿cómo puede capacitarse a su mano de obra para que se adapte a unos cambios tan drásticos y para aumentar el nivel de vida? ¿Cómo se puede pasar de una sociedad con una enorme brecha entre las áreas urbanas y rurales, en la que la población aún posee escasa formación y está acostumbrada a trabajos manuales de montaje, a una con las competencias necesarias para una economía digitalizada y postindustrial? Dadas las dimensiones del gigante asiático, tal transformación supone que un tercio de la recualificación profesional mundial deba pasar por China.
Objetivo aprendizaje: formación permanente
Como explica el instituto McKinsey, ahora China pretende transformar drásticamente su sistema educativo mediante la digitalización y la formación profesional, ofreciendo incentivos para el aprendizaje.
El país asiático está trabajando en el desarrollo de instrumentos de inteligencia artificial capaces de detectar las necesidades educativas, utilizando la realidad virtual y la realidad aumentada, modelos híbridos online/offline e incluso plataformas de gamificación. Se han puesto vídeos y lecciones abiertos a disposición de cualquiera que disponga de un smartphone, desterrando libros y cuadernos.
El país asiático está trabajando en el desarrollo de instrumentos de inteligencia artificial capaces de detectar las necesidades educativas, utilizando la realidad virtual y la realidad aumentada, modelos híbridos online/offline e incluso plataformas de gamificación. Se han puesto vídeos y lecciones abiertos a disposición de cualquiera que disponga de un smartphone, desterrando libros y cuadernos.
En 2019, el 56% de las inversiones mundiales en tecnologías para la educación se realizó en China. Ahora el objetivo también es reforzar la colaboración entre instituciones educativas y empresas de manera que se reduzca el desequilibrio entre la formación escolar y universitaria y las necesidades de la industria, ofreciendo a las empresas un ambiente favorable al diseño de programas de colaboración. Todo esto, junto con un sistema de micro cualificaciones que, además del grado universitario, promueve la actualización constante de los conocimientos y el desarrollo de una cultura de la formación continua durante toda la vida profesional de los trabajadores.
Es evidente que los Gobiernos que deseen guiar el cambio, mejorar la calidad de la vida de las personas, reducir las desigualdades y adaptarse a una rápida digitalización y robotización deben empezar precisamente por un replanteamiento radical de la educación. China ya parece moverse en esta dirección en pos del liderazgo mundial. Ahora, también Occidente deberá hacer lo mismo.
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