Esta entrada la quiero dedicar a mi convencimiento cada vez más solido en que la apuesta de inversión a medio - largo plazo más segura de todas es la de las materias primas. Cuando empecé a invertir tuve claro que abriría algún fondo, que no solo compraría acciones. Y el motivo era, principalmente, que quería invertir en materias primas y las acciones españolas no me ofrecían un abanico de compañías suficientemente amplío. Apenas una petrolera de poca importancia, Repsol y con la minería y el campo agrícola desaparecidos en combate. Pero el caso es que, incluso en el supuesto de tener un capital suficiente para invertir en extranjeras, estas tampoco resultarían suficientemente atractivas. La fluctuación de las acciones no solo obedece a las cuentas de la empresa sino que se ven circunscritas en las corrientes de los grandes índices viéndose fuertemente afectadas por el llamado "riesgo país". Si echamos el ojo al otro lado del atlántico, vemos que tampoco nos libramos de los problemas. Allí se puede comprar casi todo lo relacionado con materias primas pero nuevamente e aquí que nos vemos sometidos al "riesgo divisa", cuando no a costosas comisiones o a productos para nada enfocados al pequeño inversor. En seguida tuve claro que la mejor forma para un pequeño inversor de meter dinero en materias primas era a través de un fondo que cotizara en euros, que tuviese mecanismos de compensación del riesgo divisa a través de un manejo activo del cambio monetario y que invirtiese en los tres principales sectores de forma diversificada, a saber. Energía, sector agrícola y minería. Siempre dando un peso especial al petróleo a ser posible.
¿Porqué materias primas?
Las materias primas ofrecen muchas ventajas para un inversor que quiera asegurarse beneficios no solo a largo plazo sino también en épocas de crisis. Veamos porqué.
En primer lugar es un tipo de producto descorrelacionado con la mayoría de los índices aunque bastante ligado a la cotización del dolar. El motivo es que la mayor parte de materias primas importantes cotiza en dólares por lo que la fluctuación de la divisa va a influenciar al precio inevitablemente. La relación es inversa, un dolar que se deprecia, inflacionario, incrementa el precio de la materia prima y viceversa. De todas maneras esa es solo una de las variables que hacen fluctuar a las materias primas. Los pocos fondos que no cotizan en dólares tratan de reducir el factor divisa jugando con los cambios de moneda y tratando así de reproducir realmente la variación inherente a los precios de las también llamadas commodities.
Son dos los aspectos que me empujan a tener un elevado porcentaje de mi inversión en materias primas.
1.- Todas las previsiones indican que la tendencia a largo plazo es alcista y no solo eso sino que la escasez futura va a agudizar la tendencia. Quiero estar posicionado ahí cuando eso ocurra.
2.- Sirven como cobertura ante eventualidades inesperadas, guerras, desastres naturales. Cualquier evento que bloquee de golpe el acceso de buena parte de la producción al mercado, especialmente de petróleo. Son sucesos que suelen hacer bajar las acciones especialmente si son guerras o conflictos generadores de inestabilidad política internacional. Paradójicamente este tipo de sucesos suelen poner por las nubes el precio de estos bienes. El dinero toma refugio en el oro, el flujo de petróleo se corta... este tipo de eventos hunden los mercados pero disparan las commodities. Así pues, razón de más para estar posicionados en ellas.
¿Y qué rige su precio? Un poco de historia.
El dinero en sí mismo hoy no vale nada. Es un símbolo, un compromiso, un derecho a intercambiarlo por algo tangible. Antiguamente el dinero sí valía, los romanos acuñaron sus primeros denarios y sestercios con oro y plata. Se podría decir que la propia moneda en sí misma era materia prima. Así, acumular monedas era ya una inversión. Monedas que se podían enterrar en caso de guerra para esperar recuperarlas después y poder usarlas gobernase quien gobernase, pues nadie tenía que dar fe de ellas ya que eran oro o plata y tenían un valor intrínseco que incluso podía aumentar con el tiempo si dicho metal precioso se incrementaba de valor. Y eso fue lo que en un Imperio estancado sin nuevas conquistas ni nuevas minas que explotar y con cada vez más pueblos bárbaros que sobornar terminó por ocurrir. El Imperio se drenó con el tiempo de riquezas y e aquí que los romanos fueron los primeros en hacer lo que hoy llamamos, darle a la máquina de hacer billetes.
No, no inventaron los billetes, lo que inventaron fue la inflación de los precios por emisión de moneda. O, lo que es lo mismo, la devaluación provocada por los bancos centrales. En aquella época no existía el papel moneda pero se las arreglaron para acuñar monedas con cada vez menor contenido en oro y plata y mayor contenido de otros metales no tan nobles dándoles, en cambio, el mismo valor que las primeras. Esa adulteración condujo a lo inevitable, a la inflación.
El motivo de que ocurra la inflación es que emitir un exceso de moneda no significa incrementar los bienes de consumo. Por tanto, si para una misma cantidad de bienes de consumo tenemos una mayor cantidad de moneda para comprarlos lo lógico es que su precio suba. Y aquí es donde me gustaría enlazar con la mejor y más interesante propiedad de las materias primas. Ellas, en sí mismas, son bienes de consumo. Y excepto algunos productos agrícolas incluso son imperecederos. Era el caso de los metales nobles, pero también ahora de los combustibles fósiles pues podemos almacenarlos en espera de un precio adecuado para su venta.
¿Pero, qué tiene de especial el mercado de materias primas? Se rige por la oferta y la demanda ciertamente, también lo hace el mercado de acciones del que ya hemos hablado ampliamente y también el de los productos elaborados que se venden en cualquier gran superficie, electrodomésticos, automóviles etc. Entonces, ¿cuál es su diferencia? Bueno, aunque muchos economistas hoy lo pasen por alto, el dinero no es el principio de todo. El dinero, ya lo dije, es un compromiso que el emisor tiene con el poseedor, una suerte de aval que le da determinado valor a la moneda o billete, nada más. Entonces el dinero no es el principio. El dinero, de hecho, es posterior al comercio y a los primeros mercados.
Tenemos que remontarnos a antes del dinero, al trueque. El trueque es la forma más antigua de comercio y era muy eficiente en términos prácticos. Podías vender barro y una cabra por cerámica. El alfarero compraba así la materia prima y el beneficio, la cabra, todo en el mismo saco. Si tenía su propio yacimiento de barro entonces podría pedir no una sino dos cabras. ¿Doble beneficio? No del todo, porque la leche de una de las cabras debería entregársela a diario a los chicos que iban a extraer el barro por él.
El dinero lo que hizo es incrementar la complejidad del proceso comercial en cuanto a numero de pasos pero simplificarlo en cuanto a que un único parámetro, el dinero, iba a servir de varemo y a estar siempre presente en todos los intercambios. El alfarero compraría con dinero el barro a los chicos que lo extraían y vendería por dinero la cerámica a los campesinos como producto elaborado con valor añadido. Estos, a su vez, le venderían luego a él algunas de sus cabras. Pero por más que hayamos añadido el dinero en la ecuación el valor real sigue poseyéndolo la materia prima, la arcilla y las cabras. Materias sin las cuales no podríamos alimentar a los trabajadores de la cantera ni podríamos hacer la cerámica.
Hoy en día, cuando el dinero no tiene ningún valor intrínseco y muchas veces corre el riesgo de no tenerlo ni siquiera como respaldo la importancia de las materias primas es mayor que nunca ya que estos bienes siempre tienen un valor u otro, mayor o menor, pero valor real al fin y al cabo algo que no se puede decir de un billete de 10 dólares el cual solo es papel y requiere de la existencia y supervivencia de la economía que lo emite para tener valor. Esta es la razón de porqué en los momentos de fuerte inseguridad muchas materias primas se disparan. Son los auténticos valores seguros. Mejores que cualquier moneda y que cualquier acción o bono. De hecho, algunos productos por su facilidad para almacenarse son aceptados por los bancos como garantía para créditos. Este es el caso de los quesos parmesanos en Italia donde hay auténticos almacenes de quesos donde se guarda la garantía del deudor. Pero las materias primas, por definición, no son productos elaborados sino que son productos fundamentales que no pueden fabricarse a partir de ningún otro y aquí yace uno de los aspectos más esquivados por los economistas clásicos.
Según la economía clásica el precio de un producto se rige por las leyes de la oferta y la demanda si hay poca oferta y mucha demanda el producto subirá de precio. Entonces será rentable invertir en incrementar la producción lo que puede conducir a una nueva bajada de precios hasta ajustarnos en el punto de beneficio óptimo, llegamos a un estado de equilibrio de precios. Recordemos que en todo negocio tenemos una función de costes y otra de ingresos. La diferencia de las dos da la función de beneficios que se puede optimizar para maximizar el beneficio que es lo que interesa a cualquier compañía. Así pues, si para maximizar los beneficios hace falta incrementar los ingresos la empresa acabará por encontrar la forma de producir más. Pero e aquí que resulta que eso solo es posible en un producto cuya oferta sea elástica y la mayoría de materias primas hoy día están alcanzando los límites, si no los han alcanzado ya, de extracción mundial. No podemos extraer más cobre, uranio o petróleo que el que nos ofrece la madre naturaleza así que los ritmos de extracción si bien al principio crecen y crecen con el aumento de minas, pozos y de nuevos yacimientos, terminan por estancarse y decrecer. Y eso ocurre cuando operamos a full, con la máquina a pleno rendimiento. Resulta pues imposible alcanzar ninguna clase de equilibrio de precios a largo plazo.
El hecho diferencial es que las materias primas no se producen sino que se extraen de la tierra, metales, petróleo, carbones, etc. Otras como las agrícolas sí se producen pero tienen unos requisitos de tierra y agua que son igualmente limitantes. Límites, todos ellos, que la tecnología y la ciencia ha ido situando cada vez más lejos. Por esa razón los economistas modernos dirían que una mayor demanda incentivaría a desarrollar técnicas que alejen aun más los límites. Pero yo no soy ni clásico ni economista, soy físico. Y veo claro que las leyes de la física están por encima de la economía, de hecho están por encima de todo lo demás, se llame como se llame. La física nos dice que podemos aumentar la eficiencia y rendimiento de un proceso productivo pero que no lo podemos hacer ilimitadamente sino que llegado un punto aumentar muy poco el rendimiento cuesta un esfuerzo enorme, irrentable, hasta que, idealmente, llegamos a un máximo de eficiencia termodinámico. Y dado que los recursos naturales a los que tenemos acceso son por fuerza finitos tarde o temprano entraremos en una curva de extracción negativa que irá reduciendo año a año el volumen disponible de dicha materia prima.
Es decir que mientras una materia prima es abundante su precio se puede regir por las leyes clásicas de la oferta y la demanda pero en cuanto aparece la escasez su precio va a estar fuertemente determinado por la oferta que no es siempre la que querríamos, no es elástica, no podemos hacer que sea la que nos venga en gana ¿y la demanda? Las diferentes materias primas tienen usos muy distintos pero distinguiría dos tipos de demanda. Demanda de valor refugio y demanda de consumo. Las materias primas todas ellas, tienen una demanda dirigida al consumo por lo que si su oferta se reduce o se mantiene la subida del precio está asegurada ya que la demanda sí sube siempre debido al incremento constante de la población y de los estándares de vida, consumo per cápita. En una crisis económica como la que hemos tenido estos años al caer el dinero disponible cae la demanda y por tanto el precio de las materias primas. Pero ante una recuperación económica su precio vuelve a aumentar. La demanda de valor refugio, en cambio, es una demanda especulativa, de resguardo del capital. Invertimos en algo que sabemos que va a mantener sino a incrementar su valor. O que aunque pierda valor seguirá valiendo algo. Cuando hay pánico e inseguridad la especulación puede hacer aparición en cualquier mercado de materias y esta ver disparados sus precios. Dos son las materias primas en las que me gustaría fijarme especialmente.
Oro
El oro es la materia prima cuya demanda valor refugio es más importante y por eso en estos años de caída de demanda de consumo es la que mejor se ha comportado, veamos su gráfico.
Este es un gráfico a 5 años de la evolución del precio del oro junto a su media móvil de 200 sesiones. Los gráficos están extraídos de la página 24hGold una página que tiene abundante información sobre el precio de varios metales y fuentes de energía. Muy recomendable echarle una ojeada si queremos apreciar la evolución y controlar los precios de diferentes materias primas.
El gráfico del oro como vemos ha mantenido una subida sostenida solo frenada levemente durante la caída del consumo tras la crisis crediticia de 2008. Pero incluso dicha caída es poco acusada lo que revela que la demanda es del tipo valor refugio principalmente. Ante la inseguridad e incertidumbre creciente el oro opta por subir y subir y subir. Ascenso que como vemos lo lleva a estar en máximos año tras año. Este carácter de valor refugio hasta ahora ha sido casi exclusivo del oro y en menor medida de otros metales nobles como la plata y el platino. Si miramos el gráfico histórico inferior vemos como su precio se ha mantenido relativamente estable en los años anteriores. Esto no es exactamente así si corregimos la inflación. Veamos este otro gráfico.
Aquí podemos observar cómo, de hecho, el pico máximo ocurre en el año 1980 y cómo después de ese año la tendencia es claramente a la baja. Esta tendencia se invierte a finales del 2001 año en que ocurre el 11S. El 11S marca un antes y un después en muchos sentidos pues pone fin a la era que me gusta denominar como "mundo seguro" y da inicio al "mundo incierto". EEUU inicia sendas guerras en Afganistán e Irak y añade más inestabilidad si cabe a la región. Israel aprovecha la denominada "Guerra contra el Terrorismo" para fortalecer su posición ocupante en Palestina. Todo ello hace que el nivel de violencia en Oriente Próximo se incremente. Y lo peor de todo es que da la impresión de que todo eso es el preludio, con un Irán política y militarmente en ascenso la región ya no tiene un claro dominador en la zona. EEUU pugna por mantener el control mientras los intereses chinos y rusos, dos potencias también en auge, se infiltran cada vez más en la zona. En una situación de creciente inestabilidad el oro dejó de ser el patito feo de la inversión. Sus precios han aguantado increíblemente bien el tirón e incluso ya han superado el bache de la crisis crediticia ya que esta no ha hecho sino confirmar las razones que están motivando que se aglutine la inversión refugio en torno a este activo.
Nos podemos preguntar si se está produciendo una burbuja con el oro. Bien, si tenemos en cuenta la corrección por la inflación aun le quedaría margen para llegar a máximos históricos y desde luego cualquier conflicto de ámbito más regional o cualquier desestabilización mayor del sistema financiero motivaría un alza aun mayor de sus precios. Es poco probable que los problemas cesen y desaparezcan de la noche a la mañana pues muchos de ellos son ya crónicos de nuestro sistema y se irán agudizando y haciendo cada vez más presentes. Puede que el ascenso en sus precios se modere e incluso que sufra correcciones como la del crack de 2008 pero no creo que se desinflen como si ocurrió tras los máximos de los 80.
Petróleo
El también llamado oro negro es un bien con una mayor potencialidad inflacionaria que el oro y pocos parecen advertirlo. Existe una diferencia substancial con el mercado del oro y es que hasta la fecha su demanda ha sido en su gran mayoría una demanda de consumo. Sin embargo, los meses previos al crack crediticio los precios del crudo se disparaban retroalimentados por una demanda especulativa incentivada por el temor a un crudo escaso y cada vez más caro. Luego, los precios se desinflaron tan pronto como el consumo colapsó y aquellos temores parecieron desvanecerse por momentos para volver a hacerse presentes en la actualidad. Si nos fijamos en la escalada de los precios del crudo su correlación con la recuperación económica es muy fuerte. Lo cierto es que la oferta de crudo disponible tuvo su pico en el año 2007 y desde entonces no ha vuelto a superar ese pico. Da la impresión que los niveles de extracción operan cerca del tope y que a cada aumento de demanda le sigue un aumento del precio que la modera porque sencillamente no puede ser de otra forma. Los pozos del Golfo de México, de Tejas, del Mar del Norte y de Rusia están en caída libre y no hay suficientes nuevos descubrimientos para reemplazar las necesidades futuras de extracción. ¿A qué nos lleva esto? Cualquier pequeña perturbación en el status quo de los países del Golfo Pérsico que es donde se va a concentrar el peso de la extracción mundial en los próximos años va a producir subidas exageradas del precio del crudo. Quien conoce la situación allí sabe que no es disparatado pensar que un día a Israel se le ocurra atacar a Irán. Las consecuencias de una confrontación regional serían devastadoras pero, a la vez, dispararían los precios del crudo. Una creciente demanda y una oferta limitada asegura un precio creciente a medio largo plazo. Una falta de elasticidad en el suministro asegura además posibles picos en su precio cada vez más frecuentes a medida que la escasez se acentuara. Observemos la evolución del crudo de referencia West Texas Intermediate (WTI).
La recuperación del precio tras el crack ha sido fulminante en pocos meses y, como vemos, el estancamiento en la recuperación económica, especialmente con todos los problemas que ha habido con la deuda soberana, quedan perfectamente reflejados en el precio del crudo. Si los países crecen compran más y si compran más el precio sube. La situación de absoluta dependencia de unos pocos países productores ha llevado a las grandes compañías a buscar el crudo en lugares cada vez más inhóspitos como el ártico, los esquistos bituminosos o las aguas profundas. Esta situación ha elevado el riesgo al que las compañías someten sus prospecciones. Hay prisa por encontrar petróleo y prisa por extraerlo. Y lo peor de todo es que aunque todos los objetivos se lograsen de la forma más optimista nada podría evitar que entráramos en la desagradable curva de descenso de la producción.
El accidente de BP
Para mí el accidente de esta gran compañía que puede llevarla no se si a la ruina pero sí a una situación muy precaria no hace sino indicarme con fuerza que la tesis que aquí argumento es correcta. Si BP paga la fortuna que tiene que pagar no solo en indemnizaciones y multas sino también en las costosísimas labores de limpieza de las costas, de reparaciones de la plataforma, etc. Si incluye todo eso en la ecuación riesgo beneficio va a salir claramente como nada rentable la operativa frente a las costas americanas o de cualquier país poderoso. No es el caso de Nigéria donde la contaminación ambiental es brutal pero como es un país que no reclama responsabilidades a las petroleras nadie tiene que pagar el pato de sus destrozos. Toda esta situación acaecida con BP sin duda va a desanimar a otras compañías a emprender arriesgadas prospecciones lo que se va a traducir en menos crudo disponible en un futuro cercano. Todo garantiza un alza en sus precios a la que podemos apostar casi con los ojos cerrados.
Lo peor de todo es que cuando la escasez de crudo se haga evidente debido a la imposibilidad de la oferta de satisfacer a una demanda creciente volverá a surgir una demanda especulativa que usará al crudo como un valor refugio como ya hizo amago hace tan solo un par de años.
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En conclusión, a medio y largo plazo las materias primas no solo creo que son una inversión segura sino que, además, nos van a proteger contra cualquier suceso imponderable que pueda suceder. Esto son guerras regionales o catástrofes naturales que provoquen escaseces puntuales de recursos. Situaciones que van a ser cada vez más frecuentes en un futuro cercano en el que el agotamiento de los mares y caladeros, la deforestación de los bosques, la terminación de los acuíferos subterraneos, el deshielo del ártico y los glaciares de montaña van a ser el denominador común causado por la explosión demográfica de la humanidad en las últimas décadas. Nada puede ya evitar que alcancemos ciertos límites y nos demos de bruces con ellos. Cuando eso ocurra una buena inversión serán las materias primas. Por ello ir generando una cobertura al respecto no creo que esté de más.
PD: En mi próxima entrada volveré con mi programa de procesado de datos bursátiles con el que estoy volviendo a realizar pruebas y experimentos. Hasta la próxima.