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En 1973 estalló una de las grandes crisis bursátiles, se la denominó “crisis del petróleo”. Todas las crisis tienen un origen similar, pero además suele haber característica especial y se las bautiza con esa característica. En esa época la OPEP había decidido endurecer las exportaciones de petróleo a consecuencia de la guerra de Israel con Egipto y Siria. Como en todas las crisis, se hace una reflexión y se busca que es lo que se ha hecho mal y lo que hay que cambiar.

En 1976, de lleno en la crisis, Milton Friedman recibe el Premio Nóbel de Economía. Quedaba lejos el año 1971 cuando Nixon dijo “ahora todos somos keynesianos”. Las ideas de Keynes habían revolucionado el mundo y se había convertido en el economista mas influyente del siglo XX, pero la fuerte crisis de 1973 provoco un revisionismo. A partir de aquí se impuso el monetarismo y solo faltó que el economista Arthur Laffer, en una comida con Ronald Reagan plasmase sobre una servilleta del restaurante la curva Laffer y su teoría en la que Reagan confió y la llevó a la práctica.

La adopción de la política monetaria en los últimos años se justifico diciendo que el keynesianismo había provocado la estanflación que caracterizo la década de los 70.

Han pasado algo más de 30 años, las teorías de Laffer han sido rectificadas y las teorías sobre la política monetaria están creando inflación. No solo eso, no faltan teóricos que creen que el fantasma de la estanflacion está cerca. Tampoco es la primera vez que existe este temor. Alan Greenspan, durante su mandato, encargo un estudio para intentar controlarla. Durante la crisis del 2001 también surgió este problema, pero entonces el mercado inmobiliario estaba en auge y la inflación controlada y el problema principal era inyectar dinero al sistema, pero actualmente nos encontramos con aumento de la inflación y débil crecimiento.

Los dos modelos han creado inflación, pero hay una diferencia. Mientras los monetaristas creían haber encontrado la piedra filosofal, Keynes tenía la seguridad que sus medidas no eliminaban las crisis del capitalismo, ni esperaba el eterno crecimiento sostenible, ni el fin de los ciclos como vaticinaban en el año 2.000. Muchos años antes ya había pronunciado su famosa e irónica frase “en el largo plazo todos estamos muertos".

Keynes había defendido una política monetaria y de política de gasto publico, orientada a mantener la inversión al nivel requerido por el pleno pleno empleo.

En estos momentos los anémicos estados no pueden hacerlo y la socialización de las perdidas es evidente. Han empezado las ayudas por los bancos centrales. El sector público ha tenido que salir al rescate del sistema financiero, pero lo sorprendente es el otro tipo de ayuda más inesperada pero muy necesaria y han sido los fondos soberanos. Estos fondos propiedad de los estados invertían el exceso de sus reservas en activos financieros a corto plazo, pero últimamente han intervenido en inversión directa en el sistema financiero participando en Merrill Lynch, Citigrup, Morgan Stanley, UBS, Bearn Stearns, Carlile Group y Blackstone Group principalmente.

Hace unos diez años George Soros decía que en épocas de crisis el dinero dejaba los mercados emergentes y volvía al corazón del sistema, actualmente se da la paradoja de que el dinero vuelve de los mercados emergentes, pero no como repatriación, sino como dinero inversor.

Esta intervención de los fondos soberanos en el ultimo año ha sustituido aparentemente las teorías del sistema keynesiano. De momento ha parado el golpe, pero es pronto para ver las posibles consecuencias.

Los temores que presentan son:
  • su gran capacidad inversora que puede desestabilizar valores, aunque ellos hablan de largo plazo,
  • su opacidad, ya que de muchos no se conocen sus objetivos
  • y la posibilidad de que controlen sectores estratégicos. Posiblemente con el Keynesianismo de Keynes estábamos más seguros.
En 1970 se cuestionó el modelo Keynesiano porque se produjo la recesión económica con inflación. El problema real es que los gobiernos se olvidaron de ahorrar en tiempos de vacas gordas y no lograron el equilibrio de largo plazo deseado por Keynes.

En el antiguo Egipto se dio el primer caso que conocemos de búsqueda del equilibrio cuando el faraón tuvo el sueño de las siete vacas flacas que mataban a las siete vacas gordas. José, que no descifraba sueños, más bien tenía conocimientos de los efectos erráticos de la economía, calculo el ciclo económico e hizo reservas para momentos de crisis, algo que nos hemos olvidado muchos años después. Creo que esa política económica de largo plazo sería más positiva para las bolsas que la actual, por eso yo no quiero invertir a largo plazo en un entorno económico de corto plazo.

Además, ahora que están de moda las listas Forbes y las rentabilidades de los grandes de la bolsa es buen momento para recordar que Keynes administró un fondo en nombre de King’s College de Cambridge, desde 1928 hasta 1945 y a pesar del gran golpe que recibió por el Crack de Wall Street de 1929 tuvo una rentabilidad anual promedio del 13,2 % mientras que en el mismo plazo de tiempo la bolsa de Reino Unido perdió un 0,5 % anual. Un gran economista y un gran inversor al que en estos tiempos se hecha a faltar.
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