PSICOLOGÍA FINANCIERA. COMO NO SER TU PEOR ENEMIGO. JAMES MONTIER.
Como he comentado en otras ocasiones soy aficionado a Behavioral Finance y he considerado extraer algunas ideas interesantes del libro por si puede ser de interés de alguien. Es un pequeño libro de 184 paginas que recoge algunos de los temas más interesantes de la psicología aplicada a la inversion. Errores propios fáciles de cometer en los mercados financieros aunque nos cueste reconocer que son inherentes a los seres humanos.
Los humanos somos propensos a tropezar con obstáculos mentales, esto es tanto como si se refiere a inversiones como a cualquier otro ámbito de la vida. De hecho, Ben Graham llegó a decir “el principal problema del inversor –e incluso su peor enemigo- suele ser el mismo. La buena noticia es que esto no tiene por qué ser así. Podemos aprender a tomar mejores decisiones, no es fácil, pero es posible. Normalmente reconocemos los errores, pero los vemos más fácilmente en los demás que en nosotros mismos.
Los humanos somos propensos a tropezar con obstáculos mentales, esto es tanto como si se refiere a inversiones como a cualquier otro ámbito de la vida. De hecho, Ben Graham llegó a decir “el principal problema del inversor –e incluso su peor enemigo- suele ser el mismo. La buena noticia es que esto no tiene por qué ser así. Podemos aprender a tomar mejores decisiones, no es fácil, pero es posible. Normalmente reconocemos los errores, pero los vemos más fácilmente en los demás que en nosotros mismos.
El poder de Star Trek
Los psicólogos insinúan que el mejor método para pensar de qué forma funciona nuestro cerebro consiste en imaginar que tenemos dos sistemas diferentes incorporados a la mente. Estos dos sistemas podían estar caracterizados como el doctor McCoy y el señor Spock. McCoy era un humano impresionante que siempre dejaba que sus emociones rigiesen su día a día. Por el contrario, Spock (mitad humano y mitad vulcaniano) estaba decidido a eliminar sus emociones, dejando que la lógica impulsara sus decisiones. Los vulcanianos eran una especie de humanoides celebres por intentar vivir de acuerdo con la lógica, sin interferencias emocionales. La parte de McCoy de nuestro cerebro es básicamente el enfoque emotivo de la toma de decisiones. Es la opción predeterminada, así que toda la información pasa en primer lugar por este sistema para ser procesada. Es automático y no requiere ningún esfuerzo. Sus juicios se basan generalmente en aspectos tales como similitud, familiaridad y proximidad en el tiempo. Estos atajos mentales permiten gestionar gran cantidad de información de manera simultánea
La parte de Spock de nuestro cerebro procesa la información de manera más lógica. Para que este sistema se ponga efectivamente en marcha se requiere un esfuerzo deliberado. Trata de proporcionar un enfoque deductivo y lógico a la resolución de problemas. Sin embargo, solo puede actuar paso a paso por lo que supone una manera lenta y secuencial de gestionar la información. Para que este sistema crea que algo es verdadero se requieren pruebas lógicas. El ser humano piensa que actúa como el sr Spock. Sin embargo, lo cierto es que el sistema 1 determina muchas más de nuestras acciones de las que nos gustaría reconocer. De hecho, con mucha frecuencia acabamos confiando en nuestra primera reacción emocional y solo ocasionalmente acudimos al sistema 2 para revisar la decisión. Los neurobiólogos han descubierto que las partes del cerebro asociadas con el sistema 1 son mucho más antiguas, evolutivamente hablando, que las partes asociadas al sistema 2. Es decir, hemos desarrollado la necesidad de las emociones antes de la lógica. Todos utilizamos ambos sistemas porque son necesarios. Desde la perspectiva inversora lo mejor sería utilizar el sistema 2. Los humanos tendemos a utilizar el sistema 1. Uno de los inversores más importantes, Warren Buffett ha dicho que los inversores tienen que aprender a controlar sus sistema 1: El éxito en las inversiones no se corresponde con el coeficiente intelectual una vez se está por encima de cien. Si tienes una inteligencia corriente, lo que necesitas es carácter para controlar los impulsos que hacen que otras personas tengan problemas a la hora de invertir. Como parece que también dijo Buffett: Invertir es sencillo, pero no fácil.
Tres preguntas que engaña el pensamiento intuitivo:
Un bate y una pelota cuestan 1,10 dólares en total. El bate cuesta un dólar más que la pelota ¿Cuánto cuesta la pelota?
Si cinco maquinas tardan cinco minutos en fabricar cinco artilugios ¿Cuánto tardaran cinco maquinas en fabricar cien artilugios?
En el lago hay un grupo de nenúfares. Cada dia el grupo dobla su tamaña. ¿Si hacen falta cuarenta y ocho días para que los nenúfares cubran el lago Cuanto tiempo tardaran en cubrir la mitad del mismo?
La respuesta al primero es 0,05 dólares la respuesta correcta es 47 días. Normalmente se dan respuestas rápidas y en principio coherentes, pero son las que nos dice el sistema 1 y no han sido revisadas por el sistema 2.
Warren Buffet dice “El éxito en las inversiones no se corresponde con el coeficiente intelectual una vez se está por encima de del cien. Si tienes una inteligencia corriente, lo que necesitas es carácter para controlar los impulsos que hacen que otras personas tengan problemas a la hora de invertir”. “invertir es sencillo, pero no fácil”.
Tres preguntas ¿conduces mejor que la media? ¿En tu trabajo ¿eres mejor que la media? ¿Haces el amor mejor que la media? La mayoría de la gente responde si a cada una de las preguntas y en la tercera alguien levanta la mano dos veces. Esta tendencia a sobrestimas nuestras capacidades se ve amplificada por la ilusión del control; pensamos que podemos influir en los resultados.
Lo que es realmente bueno es el optimismo; los psicólogos han llegado a la conclusión de que los optimistas suelen batallar mucho mejor que los pesimistas y sobreviven más al enfrentarse a noticias de enfermedades y otros problemas. Por tanto, el optimismo es una gran estrategia vital. Sin embargo, la esperanza no es una buena estrategia inversora.
Los psicólogos han documentado con frecuencia una tendencia interesada según la cual la gente está inclinada a actuar de manera favorable a sus propios intereses. No obstante “nunca le preguntes a un peluquero si necesitas un corte de pelo” tal y como advierte Buffet.
Nos hacemos una pregunta ¿Por qué no debería ser propietario de esta acción? Cuando nos deberíamos preguntar ¿Por qué debería de hacer esta inversión?
La ilusión del conocimiento conduce al exceso de optimismo. El exceso de confianza perjudica gravemente la salud económica. En cuanto se añade el exceso de confianza a uno de los modelos, los volúmenes y la facturación se disparan, porque todo el mundo cree que sabe más que los demás y por lo tanto realiza más operaciones.
La locura de predecir. Como señaló el poeta del siglo VI a C, Lao Tse “Los que tienen conocimiento no predicen. Los que predicen no tienen conocimiento”. Con todo, la mayoría de la industria de las inversiones parece obsesionada en tratar de adivinar el futuro. Ello se debe a la forma en que a muchos inversores se les ha enseñado a analizar las inversiones. Todo este proyecto de tratar de ser un adivino financiero parece condenado al fracaso debido al exceso de confianza.
Las excusas más habituales de los que predijeron algo y no se cumplió fueron:
La defensa del sí. Si la reserva federal hubiera aumentado los tipos, la predicción habría sido acertada. La defensa de ceteris paribus. Ha sucedido algo externo al modelo de análisis que ha invalidado la predicción.
La defensa del casi acierto. Aunque no ha ocurrido, casi sucede.
La defensa del simplemente es que todavía no ha ocurrido.
Además, tenemos la ilusión del control, la influencia de que podemos influir en los resultados de acontecimientos incontrolables. Tener muchos datos nos da la ilusión de seguridad.
El tercer obstáculo que nos impide ver las sorpresas predecibles es la tendencia interesada; el deseo innato de interpretar la información y actuar de manera que respalde nuestro propio interés, La cita de Warren Buffett en este caso es “no le preguntes a tu peluquero si necesitas un corte de pelo”
La cuarta es centrarse en el corto plazo.
La quinta es la ceguera por falta de atención. Por decirlo más claro no esperamos ver lo que no estamos buscando.
El mercado seguirá siendo irracional durante más tiempo del que tú puedas mantenerte solvente. Keynes.
Jean Marie Eveillard “A veces lo que importa no es tanto lo pequeñas que sean las probabilidades de que las circunstancia se vuelvan negativas, sino cuáles serán las consecuencias si esto sucede” Dicho de otro modo, en ocasiones los resultados negativos potenciales a largo plazo son tan graves que los inversores simplemente no pueden permitirse ignorarlos, ni siquiera a corto plazo”. También dijo y muy importante “Preferiría perder a la mitad de mis clientes que perder la mitad del dinero de los clientes”.
John Kenneth Galbraith dijo que los mercados se caracterizan por: la extrema brevedad de la memoria financiera. En consecuencia, los desastres financieros se olvidan rápidamente. Además, cuando vuelven a darse las mismas o parecidas circunstancias, a veces en cuestión de pocos años, son jaleados por una nueva generación, a menudo inexperta, y siempre sumamente segura de sí misma, como un descubrimiento genial e innovador en el mundo de las finanzas y de la economía en general. Hay pocos ámbitos de la actividad humana en que la historia importe tan poco como en el mundo de las finanzas.
La tendencia a la autoatribucion consiste en el ámbito de atribuir los buenos resultados a nuestra habilidad como inversores, mientras que culpamos de los malos a otras cosas o a otras personas. Esto ocurre mucho en el deporte en el que a los deportistas se les atribuyen las historias a la habilidad y las derrotas a otros factores. Lo mismo se trata cuando se trata de inversiones. Los inversores quitan importancia a los malos resultados achacándolo a la mala suerte, puede ocurrir, pero lo normal es que se haya hecho un análisis equivocado. No es culpa mía. Es simplemente mala suerte.
Una de las razones por las que aconsejo a la gente que lleve un registro de decisiones y de las razones que hay tras las mismas, es que, de no hacerlo, corre el riesgo de padecer la tendencia que nos impide aprender de nuestros errores a la hora de invertir: la tendencia retrospectiva, esto hace referencia a la idea de que, una vez conocemos el resultado, tendemos a pensar que lo conocíamos desde el principio.
Un diario de inversiones en tiempo real puede ser realmente beneficioso para los inversores, ya que nos ayuda a mantenernos fieles a nuestras ideas en el momento concreto, en lugar de nuestra visión de los hechos después de conocer los resultados. Un diario de inversiones es un método sencillo pero muy eficaz para aprender de los errores y debería de ocupar un lugar destacado en nuestro método de inversión.
El análisis debe de ser perspicaz, no profético. Ben Graham. No podemos predecir, pero podemos prepararnos para el futuro. Como decía Keynes: prefiero estar aproximadamente en lo cierto que exactamente equivocado.
Sobrecarga de información. Cuando se trata de invertir, parecemos ser adictos a la información. Toda la industria de las inversiones está obsesionada con aprender cada vez más de cada vez menos, hasta que acabamos sabiendo absolutamente todo de nada. Como opinaba Daniel J. Boorstin “El principal obstáculo del descubrimiento no es la ignorancia, sino la ilusión del conocimiento”
El sr. Mercado es un maniaco depresivo.
Lo que solemos hacer es buscar la confirmación en lugar de la refutación de las pruebas y eso es una violación de los principios planteados por el filósofo de la ciencia Karl Popper. Sostenía que la única forma de probar una hipótesis era buscar toda la información que la refutase; es un proceso llamado falsificación.
Charles Darwin buscaba a menudo pruebas refutatorias. Cada vez que se encontraba con un hecho que parecía contradecir su teoría de la evolución, lo anotaba y trataba de entender como encajaba, desgraciadamente no muchos inversores son como Darwin.
La tendencia confirmatoria es muy común cuando se trata de invertir, pero también en otros ámbitos. De hecho, resulta que tenemos el doble de probabilidades de buscar información que nos dé la razón que de buscar pruebas refutatorias. ¿a quién elegimos leer? A quienes están más de acuerdo con nosotros. Nos sentimos bien con aquellos que tienen nuestras ideas. Esto es una forma pésima de comprobar una opinión. En lugar de eso, deberíamos sentarnos con las personas que están más en desacuerdo con nosotros, no para cambiar de opinión, que es difícil, sino para oír otro argumento. No solo buscamos información que nos dé la razón, sino que tendemos a pensar que toda la información respalda nuestra hipótesis.
¿Qué podemos hacer para defender nuestras finanzas? La respuesta obvia es que tenemos que buscar pruebas que desmientan nuestros análisis.
Somos reticentes a cambiar de opinión debido a la falacia del coste asumido. Es una tendencia a permitir que gastos irrecuperables pasados afecten a decisiones actuales. Tendemos a no cambiar nuestras opiniones aferrándonos a ellas simplemente porque hemos empleado tiempo y esfuerzo en adoptarlas. Por ejemplo, imaginemos el siguiente escenario: se han invertido 10 millones de dólares en un proyecto de investigación. Cuando el proyecto está hecho en un 90 % otra empresa empieza a comercializar el mismo producto y más barato; queda un 10 % y la mayoría optaría por seguir la inversión. El coste asumido hace seguir en el proyecto.
De todos los peligros a los que se enfrentan los inversores, quizá ninguno resulta tan seductor como el canto de la sirena de historias. Básicamente, las historias rigen nuestra manera de pensar. Dejaremos de lado cualquier prueba en favor de una buena historia. Taleb dice que esta tendencia se debe al embaucamiento de la falacia narrativa.” La falacia está relacionada con nuestra vulnerabilidad a la hora de interpretar nuestra predilección por historias concisas antes que por la cruda realidad. Distorsiona gravemente nuestra imagen mental del mundo” es como si en un jurado en lugar de deliberar, te limitas a escribir si crees que el acusado es culpable o inocente. Para librarnos de los cantos de sirena hemos de centrarnos en los hechos; normalmente los hechos carecen de emotividad y de esta forma pasaremos del sistema 1 al 2.
Los peligros del pensamiento grupal
Los grupos tienen poderosos mecanismos de autor reafirmación que pueden conducir a la polarización del propio grupo; los miembros presentan una tendencia a acabar adoptando una posición más extremista que cuando empezaron, ya que han oído las mismas opiniones frecuentemente. En el límite extremo del comportamiento del grupo se encuentra el pensamiento grupal. Tiene lugar cuando un grupo toma decisiones equivocadas debido a que las presiones del colectivo provocan un deterioro de la eficiencia mental, de la comprobación de la realidad y del juicio moral.
Durante las últimas décadas ha surgido una ciencia que ha tomado nota del hecho de que no solo somos irracionales en ocasiones, sino que es previsible que lo seamos. Esta nueva ciencia conductual ha empezado a estudiar como tomamos las decisiones y está llegando a todo tipo de interesantes conclusiones sobre la especie humana. Parece ser que nuestras emociones, y gran parte del proceso de toma de decisiones, están profundamente implantadas en nuestro cerebro, y se desarrollaron para sobrevivir en la sabana africana hace unos cien mil años. Nos adaptamos al movimiento, aprendiendo a tomar decisiones rápidamente, ya que había una gran diferencia, literalmente la vida o la muerte, entre esquivar a peligrosos leones o perseguir a un suculento antílope. Pero si bien el instinto supervivencia es por lo general bastante útil, al trasladarlo al mundo moderno, y concretamente al mundo de las inversiones, nos hace proclives a cometer todo tipo de errores. Lo que sirve para sobrevivir en la jungla africana no resulta tan provechoso en la jungla de las finanzas. Está claro que también hemos aprendido a tomar decisiones correctas y a sacar enseñanzas de nuestros errores e incluso de los éxitos y de la sabiduría de los demás.
La regla de las P: la planificación perfecta y la preparación previenen una producción penosamente patética. Es decir, deberíamos de examinar nuestras inversiones cuando nos encontramos en un estado frio y racional (y no suceden demasiadas cosas en el mercado) y comprometernos previamente a seguir nuestro propio análisis y los pasos de acción determinados.
La ilusión de control. La ilusión del control surge en los lugares más extraños. Por ejemplo, la gente prefiere coger un número de lotería escogido que aleatoriamente, como si el acto de seleccionar los números tuviese más posibilidades de tocar. Así se suele confundir aleatoriedad con control. La ilusión de control parece mucho más probable cuando se dan muchas posibilidades de elección; cuando lo que se hace resulta familiar, cuando el volumen de información es grande y cuando hay implicación personal; todo esto es muy claro a la hora de invertir.
La idea de disponer de más información tiene que ser mejor parece evidente ya que si la información no es muy útil, simplemente se puede ignorar. Sin embargo, esto no es tan claro. En principio, si la información no es útil, se puede ignorar; sin embargo, estudios psicológicos ponen en duda la solidez de esta creencia aparentemente inocua.
¿Más es mejor? Es muchos estudios psicológicos se ha facilitado más información a las participantes y al principio la precisión va subiendo hasta que llega un momento que se estanca a pesar de tener más información, en cambio, sigue subiendo el exceso de confianza que es cada vez mayor.
Nuestro método es muy sencillo. Tratamos de comprar empresas con una economía subyacente buena o muy buena, gestionadas personas honradas y competentes y hacerlo a un precio razonable. Eso es lo que intento. Warren Buffet.
Hay muchas personas que al día siguiente explican porque en el mercado ocurrió lo que ocurrió y toda esa información nos conduce al exceso de confianza y llega un momento que hasta la información inútil nos resulta tranquilizadora y la procesamos de manera inconsciente.
Cuando la gente recibe una información en un formato que le resulta familiar, la procesa incondicionalmente. De ahí que subsistan en los mercados financieros quienes no pueden calificarse más que como mercaderes de ruido. Los inversores que padezcan de inseguridad crónica recurrirán a cualquier explicación vagamente factible y se aferraran a ella.
Te presento al señor mercado. El primer mercado de valores se fundó en 1602 y tan solo 18 años más tarde se creó la primera burbuja.
En las burbujas se nota 1. Algunas personas son conscientes del problema. 2. El problema empeora con el tiempo. 3. Finalmente, el problema desemboca en una crisis, para sorpresa de la mayoría.
¿Qué nos impide ver estas sorpresas predecibles? En primer lugar, está el exceso de optimismo. Todo el mundo cree tener menos posibilidades que la media de tener un problema de alcoholismo, de divorciarse o de que le despidan. Esta tendencia a mirar el lado bueno nos hace cerrar los ojos ante los peligros que acarrean las sorpresas predecibles.
Cuando algo sale mal, es mejor reflexionar y aprender de ellas para no volver a cometer el error. Llevar un diario de inversiones puede parecer una tontería, pero es justamente lo que hacía Georges Soros. Decía “llevaba un diario en el que anotaba los razonamientos que me habían conducido a tomar a tomar las decisiones a la hora de invertir en tiempo real. El experimento fue un éxito aplastante financieramente hablando; mi fondo de inversiones nunca obtuvo mejores resultados. Además, tuvo un resultado inesperado: después del experimento mis expectativas sobre el futuro eran bastante diferentes”
No seas un experto a toro pasado. En el mundo de las finanzas parece ser que, cual Orwell, nos gusta reescribir la historia tras cada burbuja. Después de cada una, aparece una avalancha de textos que nos dicen que ha fallado y porque, habitualmente escritos por aquellos que no habían atisbado siquiera el problema en su momento. Esta es una manifestación de la racionalización a posteriori que hace que los acontecimientos parezcan mucho más predecibles de lo que eran de antemano.
Una de las barreras que impiden a muchos inversores actuar contra las burbujas es la miopía, centrarse manifiestamente en el corto plazo. Sin embargo, esta tendencia de pensar a corto plazo no es exclusiva de las burbujas. Hoy en día, los inversores parecen sufrir un trastorno de déficit de atención con hiperactividad en lo que respecta a su cartera.
Apartarse del rebaño no solo provoca miedo, sino que también puede causar dolor. En el mundo de las inversiones, hacer algo distinto a la masa equivale a buscar dolor social. Según Templeton “es imposible realizar una actuación optima a menos que hagas algo diferente a la mayoría” y según Keynes “El principio fundamental de las inversiones es ir en contra de la opinión general, ya que, si todo el mundo estuviera de acuerdo en las ventajas de una inversión, esta sería forzosamente demasiado cara y por lo tanto poco atractiva” desviarse demasiado del consenso hace que uno se sienta potencialmente aislado del grupo.
El pensamiento moral suele presentar ocho sistemas: Ilusión de invulnerabilidad, esto genera un optimismo excesivo. Racionalización colectiva. Los miembros del grupo desoyen las advertencias y no considera sus suposiciones. Creencia de la inmoralidad inherente. Los miembros creen en la justicia de su causa. Visión estereotipada de las personas ajenas al grupo. La opinión negativa del enemigo hace que las respuestas efectivas al conflicto parezcan innecesarias. Presión directa sobre los disidentes. Los miembros del grupo son presionados para que no expresen argumentos contrarios a cualquiera de las opiniones del grupo. Autocensura. Las dudas y las desviaciones de lo que se considera consenso colectivo no se expresan. Ilusión de unanimidad, la opinión y el juicio mayoritario se asumen como unánimes. Se designan guardianes mentales. Los miembros protegen al grupo y al líder de la información problemática o contradictoria. El mismo Rober Schiller ha descrito su lucha contra el conformismo y el pensamiento grupal. En un artículo del New York Times escrito a finales de 2008, dice: cuando advertí de las burbujas que creían que se estaban formando en los mercados bursátil e inmobiliario, lo hice con extrema delicadeza y me sentía vulnerable al expresar unas opiniones estrafalarias, desviarse demasiado del consenso hace que uno se sienta potencialmente aislado del grupo y que corra el riesgo de estar acabado. Aquellos que desafían la ortodoxia son rechazados. Las publicaciones y sus editores actúan como guardianes de la mente de la comunidad, eliminando las opiniones que contradigan la opinión ortodoxa.
A todos nos gustas pensar que somos pensadores independientes. Lamentablemente, se trata de otro de nuestros fracasos a la hora de ver nuestra conducta como realmente es. Vemos el comportamiento de los demás como una demostración de su naturaleza subyacente, mientras que consideramos que nuestras acciones están motivadas por las circunstancias a las cuales nos enfrentamos. Estas dos tendencias se unen para convencernos de que somos pensadores independientes.
Michael Steinhardt: a lo largo de los años, lo más duro ha sido tener el valor de ir contra la sabiduría dominante de la época, tener una opinión que difiere del consenso y apostar por ella.
Joel Greenblatt: no se puede ser un buen inversor en valor sin ser un pensador independiente, ya que se trata de ver variaciones que pasan desapercibidas para el mercado, pero es sumamente importante entender porque el mercado no aprecia el valor.
Cuando es momento de vender una acción. Imagínate que posees una acción que ha perdido el 30 % de su valor en los últimos tres meses. Teniendo en cuenta lo que sabemos acerca de la aversión a perder, lo más probable es que te la quedes. Sin embargo, imagínate que tu sobrino de cuatro años empieza a apretar botones aleatoriamente en tu ordenador. Vuelves a al ordenador y te das cuenta de que, de alguna forma, tu sobrino ha vendido sin querer tu posición. ¿Comprarás las acciones que antes eras tan reacio a vender? La respuesta a esta pregunta es que casi nadie quiere volver a comprar esta acción. Estos dos escenarios nos proporcionan un ejemplo de la predisposición a la inactividad, también conocida como tendencia al status quo. Constituye un ejemplo del efecto certidumbre que significa que una vez que posees algo, empiezas a darle más valor que el resto de la gente. La propiedad distorsiona enormemente la percepción del valor por parte de las personas.
Según Yogui Becerra “en teoría no hay diferencia entre teoría y práctica. En la práctica, si la hay.
El conocimiento tampoco basta para modificar la conducta, se necesita disciplina.