Cuelgo hoy lunes este comentario, que escribí en caliente el viernes pasado al leer la prensa. Pero sigue plenamente vigente. El nivel no ha subido desde entonces.
La primera página de los periódicos de hoy son una muestra de la degeneración de la vida política y de la acción de gobierno que padecemos. Voy a centrarme en la primera de El País.
La noticia principal se refiere a la sentencia sobre los atentados del 11-M: “La sentencia del 11-M desata otra batalla entre PP y PSOE”, y como subtítulos: “Rubalcaba: Señor Rajoy, repita conmigo: ETA no ha sido” y “Zaplana: Zapatero tiene que reconocer que Irak no ha sido”. Se recogen también unas declaraciones de José Blanco y la propuesta de IU de que se vote en el Congreso una propuesta no de ley para que el PP respete la conclusión del Tribunal. No me voy a alargar sobre este tema porque creo que, salvo un sector cerrado a la realidad de seguidores del PP, todos sabemos lo que hay. Lo que quiero poner de relieve es la ceguera de los dirigentes de los partidos mayoritarios, su falta de perspectiva, de sentido común, de talla política. Los máximos dirigentes del PP, entonces en el Gobierno, cometieron un gravísimo error en los momentos y días siguientes a los atentados, cuando quisieron manipular la realidad, los datos que iban apareciendo de las investigaciones policiales, y engañar a la ciudadanía para lograr un mejor resultado electoral. Más que un error, una traición en toda regla a todos los españoles; mintieron sobre la sangre de nuestros muertos para obtener un rédito electoral, para seguir agarrados al poder. Y lo pagaron caro el 14 de marzo. No han aprendido la lección: los responsables del fiasco siguen al frente del partido, y han seguido desde entonces con su mentira, retocada periódicamente a medida que se iba haciendo cada vez más insostenible. Pero la mantienen en su esencia, lo que hará -esperemos- que tengan que volver a pagarlo en las próximas elecciones. Cada vez que Zaplana o Acebes hablan sobre el tema, pierden varios miles de votos. Por cierto, a título de anécdota puedo contar que el día siguiente de los atentados me llamó desde Londres por teléfono un buen amigo y gran periodista que trabaja en la BBC; estaba absolutamente perplejo, con el resto de la redacción, sobre la postura del Gobierno español: mientras todas las informaciones que circulaban por Europa atribuían el atentado múltiple al terrorismo yihadista, nuestro Gobierno seguía imputándolo a ETA; y me preguntaba si sabía de alguna noticia que no hubiese transcendido, alguna clave, alguna explicación que justificase esa postura, porque no sabían muy bien qué tratamiento darle.
Tampoco me parecen acertadas las manifestaciones de los dirigentes del PSOE. Tras una intervención inicial de Zapatero que me pareció muy correcta, en lo esencial, en cuanto consideraba que con la Sentencia se hacía justicia y se zanjaba al menos un capítulo de esta historia, llamaba a la concordia y a la colaboración y la unidad de todos contra el terrorismo. No obtuvo la respuesta de esperar de los líderes del PP, y entonces el Ministro de Interior y el Secretario de Organización del Partido entran al trapo, con una torpeza imperdonable en quienes rigen los destinos del país. Si el PP quiere enfangarse todavía más en el error cometido hace tres años y medio, peor para él; pagó un precio político elevado en las elecciones de entonces y tendrá que seguir pagándolo mientras no rectifique. Pero no tiene sentido que el partido que se vio beneficiado por el castigo electoral del PP, y el Gobierno salido de esa respuesta del pueblo español, sigan escarbando en el tema, profundizando la brecha entre unos y otros, con sus respectivos seguidores, al menos los más acérrimos, detrás. El Gobierno no debería contribuir al clima de crispación política provocada por un partido de la oposición que ha perdido su visión de Estado y actúa como si no tuviera que asumir ninguna responsabilidad política por sus acciones. Debería dar ejemplo de ecuanimidad y miras de largo plazo. Quizás es demasiado pedir a unos políticos.
Y lo de IU, me parece una majadería. Pedir que el Congreso fuerce al PP a acatar una sentencia es una absoluta estupidez. La sentencia está dictada y los políticos no pueden hacer nada al respecto. Quienes no quieran acatarla sigan con sus mentiras y teorías absurdas, seguirán pagando su precio político en las urnas, pero el Parlamento no tiene nada que decir sobre ello. El Parlamento no tiene como función discutir el contenido de una sentencia ni cómo tienen que reaccionar los políticos.
Pero la portada de El País da para mucho más. La siguiente noticia, con foto, dice “Alicante, la cuarta costa con más cemento del Mediterráneo”. Es un capítulo de toda una serie sobre los desastres urbanísticos en nuestras costas. De cómo nos estamos quedando sin paisajes, sin poder pasear por la costa, para que algunos se enriquezcan. No voy a profundizar en el tema porque ya hablé de la política urbanística en una de mis primeras entradas en este blog y lo erróneo de una política económica y de empleo basada en el ladrillo. De hecho, con la crisis inmobiliaria actual, si se puede llamar tal, digamos el deshinflado de la burbuja inmobiliaria, ya se están haciendo previsiones sobre cuánto gas va a perder la economía española, cuánto va a aumentar el paro... ¿Cuándo seremos un país moderno, que apueste por las nuevas tecnologías, la investigación, el desarrollo y la innovación, que invierta en una política de desarrollo sostenible, siguiendo las recomendaciones de, entre otros, el informe Stern?
La portada habla también de los niños del Chad, que sí tienen familia. Daría para hablar mucho sobre las políticas de cooperación al desarrollo, la ayuda al Tercer Mundo y la actuación de algunas asociaciones y organismos, que no sólo empeoran la situación que tratan de remediar, sino que encima hacen que se extiendan las sospechas sobre una posible generalización de malas prácticas, perjudicando a las ONGs y personas que sí trabajan con sentido, sacrificio y obtienen logros meritorios. Pero lo dejaré para otra ocasión. Lo mismo que la noticia sobre la violencia en Darfur.
Sí quiero entrar en las otras dos noticias, que voy a relacionar a pesar de que aparentemente no tienen nada que ver. La de la parte inferior izquierda de la portada dice “El deterioro escolar lleva a repetir al 42% de los chicos de 15 años”. Explica que el número de repetidores no ha parado de crecer en siete años hasta alcanzar la mayor cifra de las dos últimas décadas. Enumera una serie de causas, entre las cuales la primera que expresa es la disminución del gasto educativo por PIB: del 4,6% en 1996 al 4,3% en 2005, coincidiendo con los años de gobierno del PP, aunque últimamente ha vuelto a subir hasta el 4,8%, que es todavía un punto por debajo de la media de la OCDE. Se indica también que el País Vasco es la comunidad que más dinero invierto por alumno, y también la que menos repetidores tiene.
Y relacionémosla con la noticia de la parte inferior derecha de la portada: “Defensa gastará 320 millones en blindados a prueba de minas”. Dice que el Ministerio de Defensa va a comprar hasta 600 nuevos vehículos blindados especialmente diseñados para resistir la explosión de minas. La primera fase del plan incluye la compra de 40 vehículos destinados a Afganistán y Líbano. ¿De verdad necesitamos todos esos blindados? ¿Quién nos va a atacar? ¿O es que vamos a invadir alguna nación enemiga? ¿Nuestras necesidades de defensa realmente justifican gastar ese dineral? El actual Gobierno presume de pacifista, de haber transformado nuestro Ejército en una fuerza mediadora, de interposición para defender la paz y los derechos civiles, lo que me parece perfecto (el pacifismo bien entendido creo que no supone la desaparición unilateral de nuestro ejército, sino que éste tenga como fin defender los derechos humanos contra quienes los ataquen violentamente). ¿Para qué entonces ese dispendio? Porque no vamos a intervenir en tantas misiones de paz que vayamos a utilizar 600 blindados.
¿No estaría mejor invertido ese dinero en la educación y en la investigación? Nuestros niños y jóvenes tendrían más medios a su disposición para formarse, más estímulos, más posibilidades de llegar a ser ciudadanos educados, con criterio y opinión, seguramente con más sentido común que la mayoría de los políticos. Y nuestra economía quizás pudiera pasar de tener como base el ladrillo, el asfalto y el kilowatio a basarse en las nuevas tecnologías y el I+D+i. Vaya, de ser una de las menos productivas y menos sostenibles ecológicamente de la OCDE a estar orientada al futuro.
Eso sí, con esa compra de blindados debe haber muchos empresarios e intermediarios frotándose las manos. No olvidemos que el hecho de que en España existan dos empresas que fabrican bombas de racimo fueron argumento suficiente para que el Gobierno inicialmente se negase a participar en la iniciativa internacional para prohibirlas, decisión que tuvo que rectificar gracias a la presión mediática. Y todavía está pendiente de materializarse esa rectificación.
Aunque me da la impresión de que a ningún gobierno le interesa mucho que sus ciudadanos tengan criterio propio. Por eso se fomenta tanto el deporte espectáculo para ver sentado, la telebasura, etc. Cuanto menos sentido crítico, más fácil manipular.
La primera página de los periódicos de hoy son una muestra de la degeneración de la vida política y de la acción de gobierno que padecemos. Voy a centrarme en la primera de El País.
La noticia principal se refiere a la sentencia sobre los atentados del 11-M: “La sentencia del 11-M desata otra batalla entre PP y PSOE”, y como subtítulos: “Rubalcaba: Señor Rajoy, repita conmigo: ETA no ha sido” y “Zaplana: Zapatero tiene que reconocer que Irak no ha sido”. Se recogen también unas declaraciones de José Blanco y la propuesta de IU de que se vote en el Congreso una propuesta no de ley para que el PP respete la conclusión del Tribunal. No me voy a alargar sobre este tema porque creo que, salvo un sector cerrado a la realidad de seguidores del PP, todos sabemos lo que hay. Lo que quiero poner de relieve es la ceguera de los dirigentes de los partidos mayoritarios, su falta de perspectiva, de sentido común, de talla política. Los máximos dirigentes del PP, entonces en el Gobierno, cometieron un gravísimo error en los momentos y días siguientes a los atentados, cuando quisieron manipular la realidad, los datos que iban apareciendo de las investigaciones policiales, y engañar a la ciudadanía para lograr un mejor resultado electoral. Más que un error, una traición en toda regla a todos los españoles; mintieron sobre la sangre de nuestros muertos para obtener un rédito electoral, para seguir agarrados al poder. Y lo pagaron caro el 14 de marzo. No han aprendido la lección: los responsables del fiasco siguen al frente del partido, y han seguido desde entonces con su mentira, retocada periódicamente a medida que se iba haciendo cada vez más insostenible. Pero la mantienen en su esencia, lo que hará -esperemos- que tengan que volver a pagarlo en las próximas elecciones. Cada vez que Zaplana o Acebes hablan sobre el tema, pierden varios miles de votos. Por cierto, a título de anécdota puedo contar que el día siguiente de los atentados me llamó desde Londres por teléfono un buen amigo y gran periodista que trabaja en la BBC; estaba absolutamente perplejo, con el resto de la redacción, sobre la postura del Gobierno español: mientras todas las informaciones que circulaban por Europa atribuían el atentado múltiple al terrorismo yihadista, nuestro Gobierno seguía imputándolo a ETA; y me preguntaba si sabía de alguna noticia que no hubiese transcendido, alguna clave, alguna explicación que justificase esa postura, porque no sabían muy bien qué tratamiento darle.
Tampoco me parecen acertadas las manifestaciones de los dirigentes del PSOE. Tras una intervención inicial de Zapatero que me pareció muy correcta, en lo esencial, en cuanto consideraba que con la Sentencia se hacía justicia y se zanjaba al menos un capítulo de esta historia, llamaba a la concordia y a la colaboración y la unidad de todos contra el terrorismo. No obtuvo la respuesta de esperar de los líderes del PP, y entonces el Ministro de Interior y el Secretario de Organización del Partido entran al trapo, con una torpeza imperdonable en quienes rigen los destinos del país. Si el PP quiere enfangarse todavía más en el error cometido hace tres años y medio, peor para él; pagó un precio político elevado en las elecciones de entonces y tendrá que seguir pagándolo mientras no rectifique. Pero no tiene sentido que el partido que se vio beneficiado por el castigo electoral del PP, y el Gobierno salido de esa respuesta del pueblo español, sigan escarbando en el tema, profundizando la brecha entre unos y otros, con sus respectivos seguidores, al menos los más acérrimos, detrás. El Gobierno no debería contribuir al clima de crispación política provocada por un partido de la oposición que ha perdido su visión de Estado y actúa como si no tuviera que asumir ninguna responsabilidad política por sus acciones. Debería dar ejemplo de ecuanimidad y miras de largo plazo. Quizás es demasiado pedir a unos políticos.
Y lo de IU, me parece una majadería. Pedir que el Congreso fuerce al PP a acatar una sentencia es una absoluta estupidez. La sentencia está dictada y los políticos no pueden hacer nada al respecto. Quienes no quieran acatarla sigan con sus mentiras y teorías absurdas, seguirán pagando su precio político en las urnas, pero el Parlamento no tiene nada que decir sobre ello. El Parlamento no tiene como función discutir el contenido de una sentencia ni cómo tienen que reaccionar los políticos.
Pero la portada de El País da para mucho más. La siguiente noticia, con foto, dice “Alicante, la cuarta costa con más cemento del Mediterráneo”. Es un capítulo de toda una serie sobre los desastres urbanísticos en nuestras costas. De cómo nos estamos quedando sin paisajes, sin poder pasear por la costa, para que algunos se enriquezcan. No voy a profundizar en el tema porque ya hablé de la política urbanística en una de mis primeras entradas en este blog y lo erróneo de una política económica y de empleo basada en el ladrillo. De hecho, con la crisis inmobiliaria actual, si se puede llamar tal, digamos el deshinflado de la burbuja inmobiliaria, ya se están haciendo previsiones sobre cuánto gas va a perder la economía española, cuánto va a aumentar el paro... ¿Cuándo seremos un país moderno, que apueste por las nuevas tecnologías, la investigación, el desarrollo y la innovación, que invierta en una política de desarrollo sostenible, siguiendo las recomendaciones de, entre otros, el informe Stern?
La portada habla también de los niños del Chad, que sí tienen familia. Daría para hablar mucho sobre las políticas de cooperación al desarrollo, la ayuda al Tercer Mundo y la actuación de algunas asociaciones y organismos, que no sólo empeoran la situación que tratan de remediar, sino que encima hacen que se extiendan las sospechas sobre una posible generalización de malas prácticas, perjudicando a las ONGs y personas que sí trabajan con sentido, sacrificio y obtienen logros meritorios. Pero lo dejaré para otra ocasión. Lo mismo que la noticia sobre la violencia en Darfur.
Sí quiero entrar en las otras dos noticias, que voy a relacionar a pesar de que aparentemente no tienen nada que ver. La de la parte inferior izquierda de la portada dice “El deterioro escolar lleva a repetir al 42% de los chicos de 15 años”. Explica que el número de repetidores no ha parado de crecer en siete años hasta alcanzar la mayor cifra de las dos últimas décadas. Enumera una serie de causas, entre las cuales la primera que expresa es la disminución del gasto educativo por PIB: del 4,6% en 1996 al 4,3% en 2005, coincidiendo con los años de gobierno del PP, aunque últimamente ha vuelto a subir hasta el 4,8%, que es todavía un punto por debajo de la media de la OCDE. Se indica también que el País Vasco es la comunidad que más dinero invierto por alumno, y también la que menos repetidores tiene.
Y relacionémosla con la noticia de la parte inferior derecha de la portada: “Defensa gastará 320 millones en blindados a prueba de minas”. Dice que el Ministerio de Defensa va a comprar hasta 600 nuevos vehículos blindados especialmente diseñados para resistir la explosión de minas. La primera fase del plan incluye la compra de 40 vehículos destinados a Afganistán y Líbano. ¿De verdad necesitamos todos esos blindados? ¿Quién nos va a atacar? ¿O es que vamos a invadir alguna nación enemiga? ¿Nuestras necesidades de defensa realmente justifican gastar ese dineral? El actual Gobierno presume de pacifista, de haber transformado nuestro Ejército en una fuerza mediadora, de interposición para defender la paz y los derechos civiles, lo que me parece perfecto (el pacifismo bien entendido creo que no supone la desaparición unilateral de nuestro ejército, sino que éste tenga como fin defender los derechos humanos contra quienes los ataquen violentamente). ¿Para qué entonces ese dispendio? Porque no vamos a intervenir en tantas misiones de paz que vayamos a utilizar 600 blindados.
¿No estaría mejor invertido ese dinero en la educación y en la investigación? Nuestros niños y jóvenes tendrían más medios a su disposición para formarse, más estímulos, más posibilidades de llegar a ser ciudadanos educados, con criterio y opinión, seguramente con más sentido común que la mayoría de los políticos. Y nuestra economía quizás pudiera pasar de tener como base el ladrillo, el asfalto y el kilowatio a basarse en las nuevas tecnologías y el I+D+i. Vaya, de ser una de las menos productivas y menos sostenibles ecológicamente de la OCDE a estar orientada al futuro.
Eso sí, con esa compra de blindados debe haber muchos empresarios e intermediarios frotándose las manos. No olvidemos que el hecho de que en España existan dos empresas que fabrican bombas de racimo fueron argumento suficiente para que el Gobierno inicialmente se negase a participar en la iniciativa internacional para prohibirlas, decisión que tuvo que rectificar gracias a la presión mediática. Y todavía está pendiente de materializarse esa rectificación.
Aunque me da la impresión de que a ningún gobierno le interesa mucho que sus ciudadanos tengan criterio propio. Por eso se fomenta tanto el deporte espectáculo para ver sentado, la telebasura, etc. Cuanto menos sentido crítico, más fácil manipular.