E.L. James publica 50 sombras de Grey como libro electrónico y con impresión bajo demanda. No tiene más recursos, y el libro es material que ha ido desechando de otras publicaciones.
El libro prende, los editores se mueven rápido y compran barato, y el porno para mamás explota.
Pronto las estanterías se llenan de fantasías pornográficas con decenas de editoriales apuntándose a la corriente cada vez mas tarde y cada vez con menos miramiento.
31 millones de copias, varias secuelas y una película después, los editores originales ya hace tiempo que buscan el siguiente fenómeno mientras el resto intentan darle más vueltas de tuerca al antiguo. Clímax.
Poco después las ventas flojean y los nuevos títulos no dejan de aparecer. Se acabó la fiesta, y los libros se saldan.
Un momento: ¿No era este un artículo sobre mercados? Es cierto, y es que los mercados son el escenario perfecto para ver desarrollarse una moda. Un ejemplo:
- Empieza fuerte, casi por sorpresa: Las punto com eclosionan con dinero de los inversores con más visión.
- Llega la avalancha: El mercado se llena de dinero con cada vez menos criterio, y todas las empresas quieren ser tecnológicas.
- El ciclo se agota: Salen los primeros inversores, que buscan el siguiente fenómeno. Entran los más inexpertos, buscando "el ultimo duro". Ya están todos en el autobús y no hay conductor.
- El mercado se sanea: Empiezan las ventas (porque ya no hay quien compre), y el miedo se transforma en pánico. La bola de nieve rueda y se va haciendo grande hasta que explota, y ahí están de nuevo las oportunidades. Sin prisa.
No es el porno para mamás, ni las punto com. Ni los tulipanes hace 200 años, ni los inmuebles hace 10. Somos nosotros, y nuestras emociones: Avaricia, miedo a quedarse fuera, miedo a quedarse dentro, pánico, avaricia de nuevo...
No necesitamos una burbuja para verlas, están ahí cada día recordándonos que el mercado es irracional, haciendo parecer tontos a los gestores más listos y gurús a tertulianos profesionales.
¿Dónde diría que estamos? En mi opinión, claramente en un autobús sin conductor. Seguimos insistiendo en evitar la renta fija con tipos negativos y acumular oro, y con la renta variable nunca olvidar que compramos negocios a un precio, no letras y números en una pantalla. No nos vayan a convertir en libros de saldo.