Por alguna razón cuanto más nos repiten una frase más cierta nos parece, en particular si la repiten personas distintas y sobre todo si alguna de ellas es una figura de autoridad o un “experto” (término escurridizo). En realidad no es así, cuando hablamos de hechos la verdad es la verdad aunque sólo la defienda una persona entre mil, o quizá ninguna. Pero eso es otra cuestión.
Hay una frase que casi se ha elevado a la categoría de máxima en temas de inversión, y es que “el oro es un activo refugio”. Pues mire, no. O mejor dicho, no siempre. El oro es un activo muy particular, con características de materia prima (es un metal precioso) y por lo tanto sujeto a las fuerzas de oferta y demanda de la economía real.
Pero también cotiza, por lo que tiene características de activo financiero (se parece más a la renta variable). Y además lo hace en dólares, por lo que si el dólar sube el activo se encarece aunque nada más cambie, algo que afecta a todas las materias primas. Y esas tres características están en un cocktail que no deja de agitarse.
Nosotros mismos hemos comentado la relación negativa que existe entre el oro y la renta variable, pero haciendo énfasis en su carácter multianual: Son grandes movimientos de la economía real los que determinan el trasvase de flujos de una clase de activo a otro. De hecho nos parecen a tan largo plazo que son inoperativos para nuestro tipo de cliente, que vive en el mundo real y sigue con atención lo que ocurre mes a mes. Justo por esta razón hemos vendido nuestra posición en oro y mineras y poco después hemos cubierto las carteras, que puede parecer incoherente a largo plazo pero tiene todo el sentido a corto.
Es evidente que el oro, al igual que otras materias primas, vivió de la promesa de los emergentes hasta 2011. A partir de entonces no ha hecho más que caer, pero el último año lo ha hecho con mucha menos fuerza. En este contexto los balances de las mineras de oro supervivientes eran puro músculo, sin un gramo de grasa, y había que comprarlos. El mercado hizo el resto, recompensándonos con la mejor operación de los últimos doce meses (+50%).
Al mismo tiempo hemos visto a los mercados volátiles, agresivos, sin responder a los estímulos monetarios en Europa y cayendo hace más de un año. Doce meses tácticos, de pocas alegrías y con pocas alternativas que no exijan mucha serenidad. Además, con las valoraciones actuales todo indica que los siguientes tres años serán peores que los anteriores, con poco margen para subida de tipos pero menos aún para los buscadores de rentas, lógicamente.
Ante esta situación no podemos ni queremos adoptar actitudes de gurú, y preferimos cubrir la cartera para únicamente arriesgar el alpha. ¿Qué es esto del alpha? Simple y llanamente, la diferencia que obtengan nuestras acciones con respecto al mercado, ya sea positiva o negativa. Si hemos seleccionado bien, será positiva. Pero lo más importante: En el caso de nuevas caídas, rápidas y profundas, estaremos protegidos.
Y lo más importante es recordar que las exageraciones de los mercados a veces juegan a nuestro favor: el high yield ha exagerado enormemente y si uno busca puede encontrar rentabilidades superiores al 5,5% con duraciones inferiores a los 2,5 años, así que la cartera seguirá moviéndose.
Por eso en conjunto optamos la prudencia, lo que supone volver a cubrir las carteras, de manera táctica, y recoger beneficios en oro, también de manera táctica. Claro que volveremos a entrar en oro, al igual que en otras materias primas. Pero no con el dólar fortaleciéndose.
Y es que muchas veces el largo plazo no es más que una sucesión de muchos cortos plazos, gestionados con prudencia.