Me váis a perdonar que el artículo de hoy roce la demagogia*. Afortunadamente no soy político ni quiero acrecentar mi poder o influjo en esta Comunidad, además mi retórica es mala y la propaganda no entra en mi caja de herramientas. Pero como padre sevillano de dos bebitas sevillanas la carta de José Carlos me ha llegado bien hondo. Ellas han estado algunas veces de visita en el hospital infantil del Virgen del Rocío, afortunadamente para cosas menores, una gastroenteritis, un catarro fuerte... Un hospital infantil que conozco bien porque uno de mis progenitores ejerció más de 20 años en él. En sus salas de espera he visto pasar la que, en mi humilde opinión, es la prueba palpable de la negación de la existencia de Dios: Son niños, sólo niños enfermos sin fortuna ni suerte y poco podemos hacer para cambiar este desatino de la Naturaleza salvo seguir investigando, apoyando e invirtiendo. No podemos doblegar a la Naturaleza que lanza dardos de forma aleatoria contra la salud y la vida de los niños y el corazón de los padres y hermanos, pero sí que podemos y debemos realizar un esfuerzo cada vez mayor en paliar los efectos de su, a nuestros ojos, injusto proceder.
La sanidad infantil es, posiblemente junto con la educación primaria, el esfuerzo más noble que realizamos con nuestros impuestos. Y muy a pesar de quienes entienden esta área, y la sanidad pública en su conjunto, como un negocio más, debemos resistirnos a la idea de que todo es recortable.
No, todo no. Ni todo es recortable ni todo es privatizable. Ya está bien, estoy harto de visitar los centros de salud donde vacuno a mis hijas y encontrar paros puntuales de sus profesionales que, a pesar de todo, me siguen atendiendo igual de bien que siempre. No puedo tolerar que, mientras se inyecta dinero a mansalva en bancos quebrados y sus ex-dirigentes pululan libremente por las calles, se esté recortando en la cobertura de la sanidad infantil, el puntal necesario del desarrollo y seguridad de mis propios hijos. Me indigna la idea de tener que haber contratado un seguro sanitario privado por si acaso la sanidad pública degenera y encontrarme con la sorpresa de que no sólo no me atienden peor, sino que sus profesionales me piden disculpas por errores cometidos por otros. Encima las pocas veces que he tenido que hacer uso de la sanidad privada he encontrado profesionales bastantes deficientes. No quisiera comenzar un debate sobre que modelo es mejor, pero mi experiencia personal es esa: Como ciudadano prefiero la sanidad pública con los ojos cerrados y veo que se le están intentando cargar de forma acelerada.
Sí, yo estoy orgulloso de mi sanidad pública. Mía, es mía porque la que pago con mis impuestos. No toleraré que sigan desmantelándola y lo haré en nombre de mis hijas. Desde aquí quiero mostrar mi apoyo a todos los profesionales de la sanidad madrileña que se rebelan por la implantación forzada de un modelo sanitario privado que no hará sino poner el dinero por delante y encarecer el servicio. No me da la gana de permitirlo, y con esta humilde contribución en mi pequeño blog quiero defender la labor callada de los que siguen consolando a esos niños enfermos mientras su paga lleva ya un tijeretazo del 30% por errores y mangoneos que han cometido otros impunemente.
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* Demagogia (del griego δῆμος -dēmos-, pueblo y ἄγειν -agein-, dirigir) es una estrategia utilizada para conseguir poder político. Consiste en apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica y la propaganda.