Antes de destripar las cuentas pobremente presentadas en un simulacro de auditoría que no se cree ni el propio auditor, voy a dar rienda suelta a mi ira. Perdonadme el tono ácido, pero tengo que contar lo que tengo que contar, estoy enfurecido.
[Advertencia: todos los hechos discutidos aquí, salvando la literalidad de las cuentas y mis experiencias personales, son presuntas, y no pueden constituir materia de acusación por perjurio por tratarse de meras hipótesis vertidas en el ejercicio de la libertad de expresión que la Constitución Española me reconoce.]
Cuando vivía en Sevilla realicé hasta cinco entrevistas con expectativas de entrar a trabajar en Abengoa. En la primera fui rechazado por falta de experiencia, pero en las otras cuatro fui yo quien se negó a participar en el proceso de selección. En dos de esas negativas pesaron las condiciones laborales tremendamente exigentes, pero en las otras dos simplemente no me gustaban los planes de negocio, no creía en ellos, y de eso hace ya años. En una ocasión le pregunté a la trabajadora de recursos humanos que me estaba evaluando que a que hora se salía de la oficina y me respondió que a las 18h. Le repetí la pregunta, pero esta vez con la coletilla "pero dime la verdad, anda". La buena mujer cerró la puerta del despacho, se hundió en el sillón y sin atreverse a mirarme a los ojos me dijo: "Raro es el día que salgo antes de las nueve de la noche, la verdad es que estoy harta de no ver apenas a mis críos por estar aquí encerrada sin hacer nada, aparentando trabajar por alguna extraña razón".
La situación de explotación laboral que se daba hasta hace bien poco en Abengoa (y que ya está desapareciendo porque el miedo a los gestores se ha sustituido por el miedo a la coyuntura) es totalmente absurda y consecuencia de una gestión cortijera y decimonónica de una empresa tecnológica. Felipe Benjumea, como anterior presidente de la compañía, es directo responsable de esta situación sin duda. Ya sea por acción o por inacción, que la empresa haya llegado a esta situación es responsabilidad suya y de todos los que le han bailado el agua. Abengoa debería haber llegado a ser la Siemens andaluza, la corporación emblemática de la región donde muchos de los profesionales técnicos que emergen de las universidades hispalenses deberían haber recalado para constituir la primera multinacional andaluza, puntera en energías limpias. Lo tenía todo a su favor, desde los campos en los que operaba hasta el apoyo implícito y explícito de la Junta de Andalucía, la Familia Real y los emires del Golfo Pérsico. En lugar de eso se le prefirió dar prioridad a enchufar en los mandos medios y el Consejo a los hijos de los amigos, a inútiles con afinidad religiosa, ya sea jesuita, del Opus Dei o de cualquier otra secta, a uruguayos que no venían a cuenta, y a poner al frente del departamento de Recursos Humanos a un psicópata en toda regla, como podréis averiguar a poco que rasquéis en internet.
Las consecuencias de incentivar el mamoneo, el cortijeo y la cultura de las apariencias, siempre tan presente en la sociedad sevillana, en lugar de fomentar el intercambio de ideas, la meritocracia y el trabajo duro y efectivo, lo vemos claramente hoy con la solicitud del concurso voluntario de acreedores por parte de Abengoa. [1]
Lo que ocurre con Abengoa no es más que la consecuencia de haber mantenido una cultura corporativa destructora de talento humano, equivocada e inútil, desperdiciando la capacidad de miles de personas tremendamente preparadas y eficaces y dispuestas a sacrificar parcelas personales por una idea que nunca ha llegado a materializarse. Desgraciadamente esto no es una excepción en el Sur, sino más bien la norma. Y es una verdadera pena, porque me consta que existen muchos empresarios en Andalucía, pero muchos, tremendamente comprometidos que esperan su oportunidad. Quizás el hueco que deje la demolición del grupo les dé una oportunidad.
Una vez me he quedado "agusto" con mi pataleta, veamos los fríos números del tercer trimestre de 2015 que presentó la empresa, quizás así comprendamos por qué Gonvarri ha retirado su oferta. [1]
Lo primero que he de decir es duro, así que lo diré de forma que no me busque un lío. La empresa presenta unos números presuntamente inexactos. Y dejémoslo ahí porque no me gusta mezclar sentimientos con números ni quiero buscarme líos legales. El auditor de Deloitte se lo ve venir y por ello dice hasta en tres ocasiones que lo que presenta no es una auditoría contable, sino una revisión limitada de las cuentas tras preguntar de viva voz a los gerentes de la empresa. Tiene pelotas el asunto, esas advertencias se habrían agradecido hace ya varios ejercicios, cuando hasta un mindundi como yo ya advertía de que había cosas preocupantes en las cuentas. A ver como escapa Deloitte de esta...
Abengoa dice que tiene 6.290 millones de deuda neta, habiendo descontado ya en el cálculo los poco más de 1.270 millones de la caja (que está sufriendo un ritmo de quejado alarmante a pesar de las desinversiones realizadas, dicho sea de paso; tenía más de 3.100 millones hace un año). Aunque esa deuda neta es una cifra menor a la de hace un año, es preocupante comprobar como la deuda corporativa con recurso crece frente a la deuda sin recurso asociada a proyectos. Es como si te baja el colesterol un poco, pero a costa de que aumente el colesterol malo y disminuya el bueno.
La parte de deuda correspondiente a bioenergía es especialmente preocupante, cuando quieran deshacerse de ella no sé si encontrarán comprador por el precio simbólico de un euro, dado el precio actual del crudo.
Esta es la cifra que la dirección iba blandiendo por los road shows esperando que el personal se lo creyera, 6.290 millones de deuda neta. Claro, no parece una cifra muy alta, pero hay que ser consciente de que los flujos de explotación siguen menguando mientras que los intereses financieros se disparan... a pesar de haber menos deuda en el balance.
Oiga, algo no termina de encajar...
A consecuencia de ello, el flujo de caja libre, que Abengoa prometía iba a ser positivo este año en sus maravillosos pauerpoints de colorines enlos que ninguno se parecía al de tres meses antes, es de - 540 millones de euros, lo que dice mucho del desastre mayúsculo que hay detrás. Es decir, Abengoa cada vez produce menos dinero por su negocio, a pesar de que se han sacado contratos de la manga todos los días durante la última semana, y ese negocio cada vez necesita de más recursos financieros cada vez más caros.
Nada nuevo bajo el Sol.
Pero la cosa no queda ahí. Tras ver la literalidad de las cuentas que nos creemos a pies juntilas, si es que picamos, podríamos rascar en ciertos aspectos ambiguos que siguen estando a la vista. Por ejemplo, que la diferencia entre lo que se debe a proveedores y lo que le deben los clientes sigue estando por encima de los 3.100 millones de euros. Es decir, habría que descontar de la caja al menos 3.100 millones de euros o bien añadir esa cifra a la deuda a corto plazo. En empresas similares, como Técnicas Reunidas, una empresa que sí lleva años dando beneficios contables de verdad y no presuntamente camuflados torpemente, la partida de clientes es del mismo orden que la de proveedores. Lo que está haciendo Abengoa desde hace años con ese desfase es tratar de ocultar un hecho muy preocupante: su exigua caja, si es que hay caja suficiente, proviene del retraso del pago a proveedores.
Otros números que me dicen que algo marcha muy mal se encuentran en la diapositiva número 11, donde se expresan los resultados globales consolidados.
Vemos que, según este criterio de consolidación, el resultado de los primeros nueve meses de 2015 arroja la friolera de 1.055 millones de pérdidas, no los 388 millones que destacan algunos periodistas tras leer la diapositiva número 9 (cuentas de resultados consolidadas sin criterio global) ni los 195 millones de pérdidas que optimistamente algunos nos venden si no se tiene en cuenta la degradación de la cotización de Abengoa Yield (y lo que le queda a esta pobre Yield por sufrir todavía, cotizando a PER 45 a día de hoy...).
No, Abengoa lleva perdidos durante este año más de mil millones de euros, eso es la realidad. Los 643 millones de pérdidas en concepto de "diferencias de conversión" pueden ser atribuibles a cambios en los pares de divisas, pero a mí me da en la nariz que están aprovechando para sacar porquería acumulada, en rancia solera y debajo de la alfombra. Presuntamente, siempre presuntamente.
Por otra parte, tenemos la cuestión de la depreciación de los activos. Como ya expliqué en los post de Saeta Yield, El insostenible dividendo de la Saeta y Los muertos en el armario de Saeta Yield, existe una serie de activos (centrales termosolares) que han sido machacados por la regulación retroactiva del gobierno español que no han sufrido la depreciación contable necesaria para reflejar que los ingresos esperados pueden ser incluso de hasta la mitad de los previstos. Ignoro cuantas centrales de este tipo alberga Abengoa en su interior y no han sido aún transferidas a la Yield, pero algo me dice que mantienen un critierio de depreciación demasiado optimista.
Creo que ahora ya entendéis de que se quejaban los Ribera. No les dejaban acceder a los libros. Si ellos con sus recursos no pueden obtener el estado financiero real de la empresa mejor no meterse en el fregado, ¿no? [1]
Conclusiones
Hay más cosas que podría comentar sobre las cuentas y los cuentos de Abengoa, pero creo que con esto es suficiente. Es una empresa que capitaliza por menos de 1.000 millones de euros, con una caja que seguro ya es la mitad de lo que era hace un mes, que da pérdidas en términos anualizados superiores a su propia capitalización, que pierde dinero a espuertas y que, en el mejor de los casos, presenta una deuda neta de 6.500 + 3.100 = 9.600 millones de euros, aunque mi criterio es estimar esa deuda neta hoy día en cerca de 11.000 millones de euros en previsión de presuntos agujeros que aún presuntamente no están a la vista.
Aunando toda la información, este es mi pronóstico a futuro para la empresa, como inversión:
- Concurso voluntario o forzado de acreedores, es siempre preferible lo primero.
- Los accionistas se quedan a cero, operación acordeón al canto.
- Ampiación de capital muy superior a los 650 millones famosos, yo estimaba mínimo 900, pero puede que de 1.500 millones visto lo visto hoy. [1]
- Quita entre bonistas, banca y acreedores varios de al menos el 60%, si no más, que es lo que vienen reflejando el mercado de bonos desde hace semanas.
- Desguace de la compañía por partes e intento de protección infructuoso por parte de institucionales, dado su tamaño.
- La parte de ingeniería sobrevivirá como "core business", pero posiblemente bajo el paraguas de otra compañía.
Espero que los trabajadores decentes que hay hoy dentro de Abengoa, aquellos que sólo aspiran a dar lo mejor de sí mismos a un proyecto y a sus propias familias, encuentren empresas serias entre los posibles compradores, como están hoy en Befesa y Telvent, otrora empresas de Abengoa, y que vean reconocido su talento allá donde acaben. Les expreso a todos ellos mi solidaridad, les deseo mucha, mucha suerte y que recuperen su hoy machacada autoestima y cierta tranquilidad, de cosas peores hemos salido.
Para los antiguos gestores de la empresa sólo tengo un deseo, que sean investigados por la SEC en EE.UU., tanto en la gestión de la empresa como en el destino de los fondos que han extraído vía dividendos durante años con un beneficio contable discutible. No acuso a nadie de nada en concreto, sólo me hago eco del deseo de varios trabajadores de la empresa.
[1] Este artículo estaba redactado desde ayer por la noche. La noticia de hoy del concurso voluntario de acreedores no me resulta sorprendente, por lo que ha encajado como un guante en el texto.