A raíz de las noticias sobre la reforma energética de México, en virtud de la cual el sector petrolero estatal deja de ser un monopolio en manos de Pemex, se suceden las alabanzas y análisis de buenas perspectivas de negocio porque representa una oportunidad de inversión para las empresas españolas, es decir, Repsol sobre todo. Sin entrar a valorar los beneficios comerciales de la reforma mexicana para países como España, que no dudo que los habrá y que por supuesto no implica que la renta petrolera cambie de manos, me gustaría compartir con vosotros algunas reflexiones de por qué creo esta pasando esto y que formas habría de afrontar el problema de base.
Las causas de la Reforma Energética mexicana
México ha visto disminuir su producción de petróleo desde 2004 de forma lenta pero inexorable. Como ocurrió en Argentina, se le acusa a la principal y única empresa petrolera que opera en el país de no acometer las inversiones necesarias para aumentar la producción. Pero tanto en el caso mexicano como en el argentino se trata de acusaciones con muy poco fundamento. Lo cierto es que tanto Pemex como Repsol-YPF invirtieron mucho dinero en su día en los respectivos países para darle la vuelta a la situación. Ninguna de las dos empresas son precisamente ejemplos extremos de eficacia de la res pública (me refiero a YPF, no a la privada Repsol, sobre la que guardo otra opinión bastante más positiva). Pero de ahí a culparlas de que el grifo no dé más de sí media un buen trecho. Claro que, si no, ¿a quién culpar? A alguien habrá que colgarle el sambenito, es mucho más cómodo e irracional que aceptar la finitud del planeta Tierra y sus recursos geológicos, ¿verdad?
Creo que ninguna empresa es culpable de la situación que viven estos países que asisten impotentes a la disminución de sus rentas petroleras. La respuesta se encuentra en los propios límites físicos del sistema.
Como ha pasado ya en muchos otros países, desde Austria en 1955, pasando por Estados Unidos en 1971 o Noruega, México o Dinamarca durante la década pasada, es un hecho físico innegable que la producción petrolera alcanza un pico en un determinado yacimiento, conjunto de yacimientos, región, país o continente (y alcanzará, o quien sabe si ya ha alcanzado, al planeta en su conjunto) y a continuación esta producción comienza a declinar por muchas inversiones en hidrocarburos no convencionales que se realicen y por más descubrimientos de yacimientos que se hagan. Os invito a visitar las referencias enlazadas en la Wiki sobre el historial de descubrimientos en México de los últimos años, donde se demuestra que, efectivamente, Pemex se ha puesto las pilas invirtiendo en darle la vuelta a la situación, y como este esfuerzo ha contribuido poco a aumentar la producción. Su mayor yacimiento, Cantarell, el otrora considerado segundo del mundo tras Al Ghawar en Arabia Saudí, no da más de sí a pesar de consumir la mitad de nitrógeno industrial del mundo (para aumentar la presión del yacimiento y facilitar la salida del crudo a la superficie). Su producción declina de forma irremediable.
Perforando más pozos sólo se posterga lo inevitable. El 40% de las reservas estimadas que quedan en México se encuentran en el campo Chicontepec, que fue encontrado en 1926. El campo ha quedado subdesarrollado debido a que el petróleo esta atrapado en roca impermeable, que requiere tecnología avanzada y un gran número de pozos de petróleo para extraerlo. Es decir, más dinero, más inversión, más esfuerzo, más energía para obtener energía, más gasto... cada vez más recursos necesarios de todo tipo para extraer una cantidad de energía finita. El resto de los campos en México son más pequeños, más caros de desarrollar, y contienen petróleo no convencional, que es una forma fina de decir que es de mala calidad y de difícil acceso. Si fuera de otra forma no serían sino convencionales, ¿no?
Producción de petróleo de México
Reservas probadas de petróleo de México (miles de millones de barriles). Las reservas presentes se consumirían en 140-150 días con el consumo actual de crudo del mundo
Se han escrito auténticas enciclopedias sobre el Peak-oil y sus consecuencias, algunas verdaderamente trágicas y que, personalmente, no creo que tengan lugar. Soy un gran defensor de la idea de que tenemos un repuesto, ya saben, esas energías que no se agotan. Lo que es seguro es que, y todos los organismos expertos en energía coinciden, llega a su fin la era del petróleo barato. Como referencia más institucional y conservadora, vale la pena mencionar que la Agencia Internacional de la Energía en su World Energy Outlook 2012, el informe mundial sobre energía más reputado del mundo, sitúa el pico de producción mundial a lo largo de esta década y dice que llegará no como un invitado distinguido, sino como un fantasma en un banquete. Ya sabemos por teoría microeconómica que ocurre cuando el mercado se percata de que la oferta está estrangulada pero la demanda sigue con buena salud. Los precios suben inmediatamente. Y aunque nuevos pozos se activarán a causa de la subida de precios, llegará un nivel de precios en que el petróleo tenga un serio competidor basado en combustibles no fósiles, es decir, renovables. Si la grid parity ha llegado ya a muchos puntos del mundo en el sistema eléctrico, la fuel parity de los hidrocarburos no va a ser una excepción.
Sin embargo, hay muchos motivos para preocuparse más por este evento. La sociedad moderna necesita petróleo para todo, no sólo para mover coches y camiones (que no es poco). Los suministros, parte de la producción de alimentos, los transportes aéreos, millones de puestos de trabajo... muchas cosas dependen de que la sangre negra que impregna la sociedad moderna siga circulando sin interrupción o bruscas subidas de precio. En el momento en que el mundo se percate de que el problema de suministro será permanente, y mi opinión es que ese momento llegará cuando el peak-oil saudí sea evidente, la economía mundial se conmocionará.
No soy partidario de la teoría de Olduvai, que supone nada menos que pasaremos automáticamente a vivir en la Edad de Piedra como pone de manifiesto alguna serie americana de argumento muy flojito. Quien crea en esta teoría debería revisar sus conocimientos en física, más concretamente termodinámica. Pero sí coincido en que el paradigma energético cambiará de forma irreversible por más petróleo convencional que se descubra, y que si no nos preparamos puede hacerlo de forma muy abrupta.
Y las fuentes renovables y los vectores energéticos que se desprendan de su poder, hidrógeno, electricidad, combustibles sintéticos de todo tipo, tomarán el relevo a un barril de petróleo que será caro y escaso. Llevo años preparándome para ese momento e intuyo que no queda mucho.
Formas de paliar el problema
Y si Solrac llevara razón, ¿qué hacer? Suponiendo que los respectivos países se tragaran el sapo de asumir que su petróleo va menguando de forma irremisible, que ya es decir ¿cómo actuar, cómo prepararse ante lo inevitable?
Creo que deberíamos fijarnos en aquellas sociedades colectivamente inteligentes, como Dinamarca. Dinamarca alcanzó su peak-oil particular a la par que México, en 2004. Pero no ha esperado a tener que importar petróleo como ha hecho Argentina, de hecho aún es el único país de la Unión Europea que exporta energía en lugar de importarla. A raíz de haberse encontrado con el pico de producción, el cual esperaban algún día, el gobierno danés, indudablemente influenciado por un poderoso informe del sindicato de ingenieros del país (IDA) que proponía un cambio de modelo, publicó en Febrero de 2011 el informe Energy Strategy 2050: From coal, oil and gas to green energy (Estrategia Energética 2050: Del carbón, el petróleo y el gas a la energía verde), donde se contempla prescindir por completo del uso de combustibles fósiles para 2050, lo que implica contar en el mix energético nacional con un porcentaje de energía renovable prácticamente del 100%.
Dinamarca no dependerá de combustibles fósiles en 2050, y tan pronto como en 2035 producirá toda su electricidad y energía térmica con energías autóctonas 100%. Es decir, con renovables o equivalentes. Es líder mundial en energía eólica, potencia el ahorro energético y por lo pronto los daneses realizan la mitad de sus trayectos en bicicleta. Cuando el peak-oil alcance al mundo el país sufrirá, claro, pero bastante menos que otros que se niegan a asumir la realidad que se avecina.
Hasta Arabia Saudí, que debe saber bastante sobre el petróleo que le queda por extraer, se prepara para un cambio de paradigma energético. Ojo.