En esta y sucesivas entradas pretendo comenzar a diseñar un programa energético para España, que podría ser adoptado por cualquier partido, y que se basará en premisas simples para cumplir objetivos muy claros. Para ello tendremos en cuenta el marco de políticas europeas y mi visión personal de lo que creo es mejor para el sistema energético de este país.
El sistema energético español es claramente mejorable
A lo largo de numerosas entradas en este blog he denunciado, como cientos de miles de personas en este país, como unas pocas empresas que controlan la mayoría de los flujos de energía y sus transacciones económicas, y que realizan de forma conjunta actividades que se suponen deben estar separadas por Ley, tienen a los gobiernos como títeres para redactar la legislación a su antojo. El grado de manipulación para proteger sus intereses es tal que no se ha dudado en "pasar" de las Directivas europeas, de obligado cumplimiento en los 28 países de la Unión, que conminan entre otras cosas a liberalizar el mercado, a aumentar la cuota de renovables en el sistema y a realizar un ejercicio activo de ahorro energético. La etiqueta "oligopolio" les traerá un surtido de encendidos textos al respecto.
De entre todos esos artículos, el que resume quizás de forma más transparente y sencilla que es lo que ocurre en el sector energético español puede ser replicado por cualquier persona gracias a un comparador de ofertas de electricidad y gas: Comparen ofertas eléctricas. Verán que risa floja les entrará cuando comprueben que el precio de la electricidad es el mismo prácticamente para todas las empresas. De ahí que me guste decir que el mercado eléctrico español es de INcompetencia perfecta.
A cualquiera con dos dedos de frente le chirriará que un mercado emita tales señales de precios. Está clarísimo que algo no funciona y ya no se le puede echar las culpas a las malvadísimas energías renovables, causantes del famosísimo déficit de tarifa según los anarcoliberalistas pagados por el oligopolio. Pero ni tras habernos cargado la prometedora industria solar ni habiendo introducido incontables medidas retroactivas contra los dueños de las centrales renovables a los que se ha llevado a la quiebra, se ha logrado reducir el déficit de tarifa eléctrica que se produce año tras año.
Es totalmente lógico. El origen del déficit de tarifa no es tanto el pago de unas primas a una forma de producir electricidad, sino el hecho natural de que el mercado eléctrico está en un 75% en manos de dos compañías privadas, una de ellas recientemente exprimida y ya con nombre italiano, las cuales mueven los precios como les da la gana, puesto que son ellas las que dictan las normas al Gobierno y no al revés.
Ni siquiera compañías que están abiertamente en contra del oligopolio (por ejemplo, cooperativas nacidas contra el abuso y que comercializan exclusivamente energía renovable) pueden ofrecer precios mucho mejores (aunque sí servicios diferenciados y un inmenso respeto a sus socios, ojo), porque la Ley se ha reformado recientemente, por supuesto hecha a medida de los grandes grupos energéticos, para impedir que el consumidor pueda erigirse a su vez en productor de energía y de esta forma llegar a ser energéticamente soberano. Sencillamente a un oligopolio no le interesa convertirse en un mercado en competencia perfecta. Supondría un ahorro para el ciudadano y claro, una bajada de márgenes para los que ejercen el latrocinio energético nacional.
Está claro que este sistema energético no es el que más conviene a los ciudadanos de este país, pero sin duda sí a unas pocas empresas que gozan de una posición privilegiada.
Equo abrió el melón, pero Podemos tiene el protagonismo.
Debido a ello, la propuesta que hace el partido Podemos en su programa para las elecciones europeas de retomar el control de las redes de energía, que muchos tildan de radical, no me parece ninguna barbaridad. Antes bien, creo que puede ser una solución si se hace con cabeza.
Si se hace con cabeza, ojo.
Podemos no fue el primer partido que redactó un programa energético más valiente y sensato, sino que fue Equo, el único partido de ámbito nacional español "verde" que cuenta con el aval del ya poderoso Partido Verde europeo, cuarta fuerza política en el Europarlamento y el partido que más creció en las pasadas elecciones en número de representantes. Pero Equo no tiene el tirón de Podemos ni mucho menos su capacidad organizativa, se encuentran permanentemente perdidos en un mar de asamblearismo lamentable que les resta eficacia operativa.
Y es aquí donde quiero realizar mi aportación personal en forma de programa político con vistas al futuro que podría usar Podemos, pero también cualquier otro partido que priorice:
- El bienestar de los ciudadanos frente a los intereses de grandes empresas.
- El cuidado del medio ambiente y la salud frente al saqueo de la Naturaleza.
- El apoyo a la industria nacional frente a la importación de caros, contaminantes y peligrosos productos extranjeros.
- Las renovables frente a la nuclear y las energías fósiles, todas ellas agotables.
- La soberanía energética frente al control del suministro en pocas manos.
- El uso de la tecnología, la innovación y el talento para reforzar la industria energética nacional del sector.
Este programa puede ser de utilidad para cualquier partido político, y personalmente me alegraría de que cualquiera, incluso uno de los grandes, lo adoptara como propio. Pero el partido que tiene en España más posibilidades de llevar a cabo una necesaria y profunda reforma del sistema energético español en un futuro cercano, y de hacerlo con unas dosis de pragmatismo muy necesarias, a pesar de que muchos crean que se trata de un partido idealista, ciertamente es Podemos.
En la entrada donde realicé un análisis crítico de la parte energética del programa de Podemos para las elecciones europeas quedó patente que, necesariamente, mi visión personal de lo que es y debe ser la gestión de la energía en un país desarrollado como es España ha influido en ese análisis, por lo que no es de extrañar que el resultado del mismo haya sido un "aprobado" a las políticas energéticas de Podemos, quizás débilmente hilvanadas, desplegadas en el programa. A fin de cuentas, mi opinión de lo que debe ser el sistema energético de este país es similar a la de las miles de personas que han intervenido en redactar el programa de este partido político y tamibén similar a la de millones de españoles que entienden que hay unas cuantas cosas que deben ser más desarrolladas que otras y otras no desarrolladas o simplemente eliminadas de raíz. Pero los que redactaron el programa no son especialistas en la materia, un tema muy complejo, el de la energía y su uso, que toca también contaminación, salud, uso de agua, economía, etc, ni tampoco se ha realizado un ejercicio de síntesis final definitivo para dotar de coherencia a ese documento. Y claro, eso se nota. Por muy buena intención que exista, que la hay, creo que es necesario enmarcar las medidas en un marco coherente tanto con la realidad española como con las políticas europeas, y hacerlo de forma que el conjunto sea armonioso y se derive de él una Hoja de Ruta Energética que sirva por muchos años.
Así lo expresé en su día:
El programa, en su vertiente energética, merece mis simpatías en tanto en cuanto persigue el objetivo de democratizar el sistema energético en su totalidad, basándose en fuentes de energía renovable, hasta el extremo que la tecnología permita, lo que me parece un planteamiento coherente y valiente. Creo que es un buen punto de comienzo para converger con Europa en este sector y que el espíritu de cambio es adecuado. Sin embargo, el texto debe ser reformulado a la luz de las actuales políticas energéticas europeas.
Aunque traté de ser ecuánime en mis planteamientos (con tanto éxito que muchos me criticaron en menéame por atacar el programa, cosa que me sorprendió porque no hago sino realizar mi crítica personal para a continuación apoyarlo en el fondo), es posible que muchos piensen que mi visión de lo que debe ser el futuro sistema energético está sesgada. Si así lo creen, no seré yo quien deba convencerles de lo contrario: Lo harán las Directivas Europeas actualmente en vigor y otras próximas a publicarse.
Las Directivas Europeas como hilo conductor
Las Directivas Europeas no son sino textos legales que propone la Comisión Europea que, tras pasar por su aprobación por el Parlamento Europeo, esa institución a la que hemos enviado a 45 representantes votando durante las últimas elecciones y que representa a todos los ciudadanos de la Unión, son declarados de obligado cumplimiento tras su transposición. Es decir, tras una adopción del Estado Miembro en su ordenamiento jurídico nacional. Es importante resaltar que las Directivas no son de aplicación directa tal y como salen de Bruselas, pero no se pueden saltar a la torera por parte de un país perteneciente a la UE, al menos no teóricamente.
En nuestro país las Directivas suelen enviarse a los ministerios correspondientes, someterse a consultas entre varios actores, entre ellos las Comunidades Autónomas, y transponerse casi en el periodo límite desde su aprobación en la Eurocámara (para que correr...), normalmente dos años, en la forma de la figura de Real Decreto.
El Real Decreto, que suele ser la figura elegida para publicar reglamentos, es un texto legal con una fuerza menor a la Ley y puede ser modificada en el Consejo de Ministros en lugar de tener que pasar por Las Cortes Españolas. Por tanto, un gobierno sin mayoría absoluta podría modificar a su antojo muchos Reales Decretos cada semana en la reunión habitual del Consejo de Ministros (y cargarse de esa forma toda la industria renovable de un país...), pero lo tendrá crudo si el texto legal tiene rango de Ley: deberá convencer a 176 diputados en el Parlamento para empezar. Y eso, gobernando en minoría, no es nada fácil.
Por tanto, es oportuno señalar que si bien considero fundamental encuadrarse en las políticas energéticas europeas, considero que no es suficiente con construir el edificio energético a golpe de Real Decreto como se ha hecho hasta ahora, porque las Leyes que regulan las actividades económicas relacionadas con la energía (generación, transporte, distribución y comercialización) son bastante mejorables. Es por tanto necesario un texto legal que cuente con una fuerza vinculante suficiente y una legitimidad muy amplia para que los sucesivos vaivenes políticos y cambios de gobierno puedan dinamizarlo o modificarlo en las formas, pero respetar lo esencial. Idealmente el programa energético que aplique la nación deberá tener su aprobación en una consulta ciudadana y elevarse a Pacto de Estado del cual deberían emanar las leyes correspondientes. Si no fuera posible alcanzar un Pacto Nacional por la Energía, al menos se debería trabajar por conseguir que el texto que guíe el uso de la energía en España cuente con el respaldo más amplio posible. ¿Cómo? Lo veremos en breve.
Entiendo que existe una Comisaría de Energía, que combina el Cambio Climático en su labor diaria (¡como no podría ser de otra manera!) porque el tema tiene su importancia, tremenda importancia. La energía es la sangre de Europa. Actualmente vivimos gracias a transfusiones de 400.000 millones € cada año, pero la ambición europea es reducir esa factura y las consecuencias que genera en nuestra economía, salud y medio ambiente.
Una vez explicado el rollo legal, entremos en chicha.
Principios del pograma energético
Las tesis que articulan mi propuesta son pocas.
- Reconocimiento del ciudadano como eje central y elemento de decisión fundamental en el sistema energético. Poner al ciudadano en el CENTRO de las decisiones y designarlo como motor del sistema, no considerarlo como un mero consumidor pasivo que acepta lo que le echen.
- Elaboración de una Hoja de Ruta Energética que tenga como elemento de referencia a largo plazo el año 2050 y como hitos intermedios las metas acordadas por Europa, 2020 y 2030 son los hitos más inmediatos.
- Instalar el ahorro energético y la eficiencia como puntales permanentes del programa. Fomento, concienciación y educación al respecto.
- Fijar a largo plazo la utilización de las energías renovables como opción más recomendable y priorizar su consumo. Despliegue de estas energías acorde a al calendario dinámico fijado en la Hoja de Ruta teniendo en cuenta siempre la relación coste/beneficio más favorable.
- Priorizar el consumo de energía nacional (es decir, Europa) frente a la importación de productos provenientes de terceros países.
- Adoptar un enfoque global en la cadena de valor que tenga en cuenta no sólo el consumo de energía y su origen, sino también la huella de carbono generada y todo su impacto sobre los ecosistemas.
En realidad son pocos artículos, pero creo que no hacen falta muchos más. Se trata en esencia de devolver al ciudadano su soberanía energética, hacerlo partícipe del cambio de modelo y apoyarse en el ahorro y las fuentes renovables autóctonas para ese cambio. Simple, pero no fácil.
1. El primer punto del programa energético es la consulta popular. Referéndum.
A falta de Pacto de Estado, mal empezaríamos si no consultáramos al pueblo si está de acuerdo o no en un cambio de modelo energético. Y, aún contando con un amplio consenso en las Cámaras de las Cortes, hemos de asumir que quizás no se alcance, al menos eso nos enseña la historia española. Por tanto, recurro a las urnas igualmente.
Sí ya sé que el número de bobos que dicen que "la gente no entiende" es muy grande. Pero yo creo que no, que la gente no es estúpida. La gente es, simplemente, normal. Saben que quieren y lo que no quieren y saben que a veces hay que hacer sacrificios para conseguirlo. Después de todo, la mayoría de la gente son personas como yo y como tú, gente que se levanta a las seis o las siete de la mañana para realizar su sacrificio diario manteniendo la economía de este país en marcha a pesar de sus dirigentes.
Yo tengo fe verdadera en que el pueblo español es normal, es decir, tiene una inteligencia media y saben lo que les conviene. Me parecería una absoluta falta de respeto ir "de modernos" por la vida y empezar a aplicar un programa energético que no contara con el beneplácito del pueblo, sin ni siquiera haberles preguntado al respecto.
Preguntas muy básicas, no hace falta complicarse, pero importantes. Llevamos muchos años sin realizar un referéndum y esta es una buena oportunidad de lograr un necesario Pacto de Estado sobre Energía que recoja los deseos de los ciudadanos. Porque los resultados del referéndum irán a misa, y ¡ay del gobierno que pase de la expresión popular una vez se le pregunte al pueblo!
Es muy difícil redactar correctamente las preguntas adecuadas para un referéndum, pero creo que podrían ser de este estilo y que deberían centrarse sobre temas cruciales que ahora mismo son el caballo de batalla. Algunas preguntas podrían referirse a asuntos inmediatos y otras a definir una Hoja de Ruta a largo plazo. En todo caso son asuntos sobre los que Europa siempre deja libertad de decisión.
- ¿Está a favor realizar una auditoría de costes del sistema eléctrico?
- ¿Desea usted contar con nueva potencia nuclear, es decir, nuevos reactores o centrales nucleares en el sistema eléctrico en un futuro?
- ¿Está de acuerdo en elaborar un calendario de cierre de las centrales nucleares existentes en España para ir prescindiendo de ellas a medida que sea posible?
- ¿Le parece adecuada la propuesta de contar con un sistema energético cien por cien renovable para 2050 en España teniendo siempre en cuenta que la relación coste/beneficio sea aceptable?
- ¿Desea tener acceso a la posibilidad de producir y consumir su propia energía en casa o en el trabajo o de incluso cedérsela o vendérsela a terceros?
- ¿Le parece adecuado que se priorice el consumo de las energías renovables sobre cualquier otra?
- ¿Está favor de las actividades de prospección de hidrocarburos no convencionales en el territorio y aguas marítimas nacionales tales como la exploración en busca de "shale gas", "shale oil" y "fracking"?
- ¿Es favorable a la nacionalización por parte del Estado de las redes de distribución de energía a pesar del coste económico que podría llegar a suponer?
- Etc.
Esta primera parte la dejaré aquí por el momento sin apenas habernos asomado a las propuestas concretas. En siguientes posts empezaremos a elaborar el programa desde sus bases, suponiendo que tenemos la aprobación de los ciudadanos en sus líneas básicas, y teniendo en cuenta las Directivas en todo momento.