Lo que hacemos viene determinado por lo que pensamos.
Esto lo podemos ver en cualquier ámbito de nuestra vida y en cualquier circunstancia. Nuestros pensamientos condicionan y mucho nuestras acciones.
Pongamos algunos ejemplos.
Si te levantas un día mal, has dormido poco y te sientes cansado, probablemente tu estado de ánimo no será bueno y ello puede afectar al resto de tu día.
Tienes dos opciones. Una, no hacer nada. Dejarte llevar por ese desánimo esperando a que termine el día, con el pensamiento enfocado en lo mal que estás. Ello te perjudicará en todo lo que lleves a cabo en esa jornada. Probablemente, no rendirás bien en el trabajo, no estarás bien ni te comportarás bien con las personas de tu alrededor, compañeros de trabajo, familia, amigos… Incluso tenderás hacia malos hábitos, comidas menos saludables, no harás deporte… Y tu mente te intentará quitar culpa argumentándote que cómo vas a estar bien en todos estos ámbitos con el día que llevas… Tu mente buscará excusas para ayudarte a aliviar el dolor de sentirte culpable por todas las acciones negativas que estás haciendo durante el día.
Segunda opción. Tomar conciencia de que sí, has pasado una mala noche, es cierto pero debes hacer el esfuerzo para que tu mente active una actitud positiva y que te dé un toque de humor. ¿He pasado una mala noche? ¡¡Pues hoy el día se merece dos cafés!!!! ¿Tienes un peor rendimiento en el trabajo? Quítate carga de culpa y rebaja tus exigencias para la jornada, dejando, si se puede, para mañana lo que requiera de más concentración. ¿Tienes menos ganas de hablar con la gente? Dilo con una sonrisa: “Hoy no me hagas caso que estoy fatal, me he peleado con la almohada y ¡¡ha ganado ella!!”. Quita hierro a tu mala noche, dale un toque de humor y lucha contra tu pesimismo. Puedes, solo debes quererlo y que tu mente esté convencida de ello.
Otro ejemplo.
Yo soy corredora desde hace años y en mis carreras y/o entrenamientos largos, hay momentos muy duros.
Puedes estar haciendo un maratón y en el kilómetro 30, el famoso muro, empezar a sentir una fatiga enorme. Tu mente empieza a boicotear tu carrera. Si sucumbes a ella, empezarás a decirte que ya no puedes más, que cómo vas a aguantar más de 10 km así, que si es que hace mucho calor y así no se puede continuar e incluso tu mente te llegará a decir que es mejor que pares sino quieres que ocurra algo peor… (cuando no está pasando nada que no sea normal).
Lo que ocurre es que, dentro de nuestra carrera, ha llegado un momento difícil y sufrimos. Ello nos lleva a buscar en nuestra mente aquella excusa que te ayude a parar. Y otra vez, tenemos las dos opciones. Dejarnos llevar por ella y creernos lo que nos está diciendo o hacerle frente y cambiar ese pensamiento por uno positivo. Siempre hay que ser consciente y realista de la situación, sino vivimos en la irrealidad. Pero dentro de eso, hay que aceptar la situación. Sí, estamos cansados y es un momento duro, toca apretar los dientes, recordar porque empezaste y qué te motivó, para buscar nuestra fuerza interior y seguir hasta la meta.
Lo podemos ver también en el trading, ¿verdad?
¿Por cuántos momentos hemos pasado donde queríamos tirar la toalla?
Este oficio es realmente duro. DURO con mayúsculas.
Sentiremos agotamiento de tantos intentos sin conseguir resultados.
Sentiremos decepción con nosotros mismos por fallarnos una y otra vez, repitiendo siempre los mismos errores.
Sentiremos vergüenza por llevar tanto tiempo intentándolo sin llegar a la consistencia y no querremos hablar de ello.
Sentiremos miedo de haber arriesgado tanto y que este largo viaje no tenga destino.
Y aquí el problema añadido, es que hay muchos hechos que lo corroboran y ya a nuestra mente, se le están acabando los recursos para ser positivos.
Creo que tod@s, lamentablemente, llegamos a este punto.
Hemos de ayudar a nuestra mente, hemos de darle ingredientes para que siga fuerte y optimista, porque si no controlamos nuestros pensamientos, mucho menos podremos controlar lo que hacemos.
Con una mente dispuesta, seguiremos.
Con una mente derrotada, es el final.
¿Cuáles pueden ser esos ingredientes?
Os propongo tres.
Uno, recuerda por qué empezaste. Cuál es tu objetivo, tu meta con el trading. Vuelve a tenerlo muy presente y materialízalo con algo, un dibujo, una imagen, una frase y recurre a él, cada día.
Dos, créetelo. Si tú no crees que es posible llegar a tener éxito en el trading, poder tener beneficios regulares, ¿cómo vas a seguir? ¿para qué? La consistencia no es un mito, no escuchéis a aquellos que os dicen que no se puede. El pasado de esta gente no es vuestro futuro.
Tres, cree en ti. Las habilidades que requiere el trading están disponibles en cada uno de nosotros, en tod@s. Has de descubrirlas y trabajarlas. Pero no eres menos ni peor que nadie, eres tú y eres capaz.
Los momentos difíciles aparecerán, en más de una ocasión. Pero la disciplina empieza con el dominio de tus pensamientos.
Quiero conseguirlo, es mi sueño. Se puede y yo puedo.