El proceso de globlización iniciado en las últimas décadas, comenzando con la implantación comercial de internet a nivel mundial y siguiendo con los desplazamientos de mercancías y de personas low cost, se verá comprometido en la medida en que el coste energético se multiplique.
Hace alguna generación el consumo de fruta tropical más allá del mismo trópico era imposible. En un futuro inmediato, si la energía sigue encareciéndose, pasará de ser habitual a prohibitivo. La pregunta que podemos lanzar es la siguiente: ¿Es malo que volvamos a consumir sólo productos autóctonos de temporada y deje de haber en el primer mundo de todo y siempre? Mi respuesta sería, depende: Para los países desarrollados en general, no tiene porqué ser dramático, ni siquiera negativo, que sólo se consuman productos de temporada propios y que se deba volver a diversificar la producción autóctona para cubrir las necesidades regionales. En ese caso sólo se importarían productos lejanos necesarios como por ejemplo medicamentos, eso sí a precio de oro (negro, claro). Pero este mismo fenómeno sería pésimo para el mundo no desarrollado, ya que condenarlos a producir sólo para su mercado autóctono significa la extinción de sectores de población incalculables. Imaginar un país emergente o incluso sub-desarrollado sin posibilidad de exportar porque los costes del transporte les arranca de raíz su competitividad, es escalofriante. No obstante, lógicamente los costes del transporte no repercuten igual en un producto grande, pesado y barato que en uno pequeño, ligero y caro. Es decir, por ejemplo el encarecimiento de la energía no afectará tanto al transporte de videocámaras como al de bicicletas, aunque ambos productos sean chinos.
Si alguna ventaja tienen esos países con economías paupérrimas, es precisamente su mano de obra barata que hace atractivos sus productos al primer mundo. Pero en el momento en que cueste lo mismo o menos una sudadera made in Italy, Spain o France que otra (de probable peor calidad) made in Indonesia, Korea o Taiwan, nuestro mundo al que ya nos habíamos acostumbrado, será otro. Deberíamos abandonar la producción especializada que hemos venido evolucionando en el pasado final de siglo, para volver a la producción diversificada por la ausencia de globalización mercantil. El escenario con el que nos veríamos obligados a lidiar con un petróleo desbocado y sin alternativa presente es, cuando menos, inquietante. Sin duda un panorama involutivo a todas luces (con el permiso de los anti-globalización).
Sin embargo, el fenómeno de la globalización es algo difícilmente reversible, sólo un evento que afecte a todo el planeta y de gran calibre como un agotamiento energético, puede frenar (que no parar o eliminar) dicha globalización. Espero que después de haber constatado el peak oil hace tres o cuatro años, y antes de llegar a un agotamiento que vaya más allá del simple encarecimiento del crudo, hayamos sido capaces de desarrollar una alternativa realmente viable y global. De otro modo sí que podemos ver peligrar el hasta hoy vertiginoso ritmo de la globalización.
Metiéndonos en Economía-Ficción, aunque me temo que menos fictícia de lo que parece, vamos a imaginar el escenario de un coste energético insostenible y sostenido. Es decir, que nos pilla el toro (si es que no nos ha pillado ya) y nos vemos abocados a un mundo con los trazos que hemos definido, y además durante décadas. Que no somos capaces de encontrar una alternativa energética barata, abundante y global como lo era el petróleo hasta hace unos años. Imaginemos pues que el comercio internacional se ve modificado drásticamente en consecuencia, y que las industrias y las economías se tornan sensiblemente menos globales. Sin embargo a pesar de este escenario, los mercados financieros seguirían disfrutando del esplendor de los movimientos de la información, y casi ajenos a los problemas de los movimientos de las mercancías y personas. Planteemos algunas cuestiones interesantes: ¿Qué sucederá entonces con las inversiones financieras? ¿Qué estrategias de inversión deberíamos crear para que nuestro patrimonio siguiera una correcta progresión en un escenario de crisis energética drástica?
Sería muy revelador leer vuestros comentarios al respecto, sobre todo si no se reducen sólo a la compra de derivados de petróleo, claro :)
Quizás si empezamos a pensar cómo serían nuestras inversiones en ese escenario de economía-ficción, encontraremos alguna directriz interesante y aprovechable para el escenario real actual. Una estrategia de inversión a largo plazo podría necesitar hoy del análisis de esta situación futura.
La globalización de los mercados financieros no necesita petróleo y, de la mano de internet serían los grandes beneficiados de la incapacidad de movimientos físicos causada por la ausencia de energía barata. Y no cabe duda de que, en dicho escenario, las cotizaciones de equities, commodities, RF soberana o corporativa, y en definitiva cualquier producto creado por los financos, se vería profundamante alterado en sus respectivas cotizaciones. ¿Estáis pensando en el mismo sector que yo? ¿Quizás incluso en las mismas empresas?
Y es que la madre de todas las crisis no la concibiría sin la madre de todas las oportunidades.
Hay que encontrar un modo de preservar a las generaciones venideras de la avaricia o inhabilidad de las presentes.
Napoleón Bonaparte.