La viabilidad de muchas ideas empresariales depende de obtener la financiación necesaria en las etapas más tempranas del negocio de iniciación, semilla o expansión. De forma que en el ámbito del venture capital es fundamental contar con un plan de negocio que despierte el interés de los inversores, ya sean business angels u otras entidades de capital riesgo.
Para estos inversores el plan de negocio es, en muchas ocasiones, la tarjeta de presentación de la idea empresarial y, en consecuencia, debe permitir que el inversor conozca los rasgos fundamentales que le permitan decidir si el negocio es lo suficientemente atractivo para depositar su dinero en él y obtener una rentabilidad adecuada. Además, permite al emprendedor analizar más detalladamente las fortalezas y debilidades de su idea e, incluso, caer en la cuenta de aspectos en los que no había reparado.
Por tanto, un buen plan de negocio analiza la empresa desde los diferentes ángulos que son determinantes para decidir acerca de la viabilidad y potencial de la empresa. Hay que responder a preguntas tales como: ¿Cuál es mi producto? ¿Qué ventajas competitivas puedo obtener? ¿Cuántos clientes voy a ser capaz de conseguir? ¿Cuánta financiación voy a necesitar? ¿Cuándo voy a necesitarla? ¿Cómo voy a crecer?
Existe debate acerca de la conveniencia de que el plan de negocios lo lleve a cabo el mismo empresario o un experto ajeno a la empresa. Existen empresas de asesoría que ofrecen sus servicios al emprendedor valiéndose de su experiencia sobre lo que realmente valoran los inversores.
Sin embargo, también existen opiniones contrarias que defienden que el inversor es el mejor conocedor de su idea y que, por tanto, la elaboración por parte de empresas externas resta profundidad y realismo al plan de negocio. Si se opta por esta opción existen multitud de recursos en internet como guías o modelos a seguir, otra alternativa es acudir a alguno de los organismos públicos que ayudan al emprendedor a desarrollar su propio plan de negocio, podéis visitar webs como la de la Comunidad de Madrid o la de la red de Centros Europeos de Empresas Innovadoras de la Comunidad Valenciana (CEEI).
En todo caso, es fundamental una elaboración cuidada, que refleje claridad de ideas y profesionalidad, y que se gane la confianza del inversor a través de un documento:
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Claro: El inversor tiene que entender rápidamente cual es nuestra idea y qué ventajas tiene. Trayendo a colación la famosa premisa de Warren Buffet, un buen inversor no pondrá su dinero en un negocio que no entienda.
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Breve y bien estructurado: Los documentos interminables y con la información dispersa pueden dar a entender al inversor una falta de capacidades del emprendedor. Igual de necesaria es la confianza en la idea como en la persona que la va a llevar a cabo.
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Cuantitativo: El plan es un paso clave a la hora de concretar esa idea de negocio que el emprendedor puede tener más o menos difusa y una buena concreción requiere calcular aspectos tales como las necesidades de financiación, los ingresos o los costes.
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Realista: Es muy habitual hacer cálculos excesivamente optimistas sobre el futuro de la empresa: ventas sobredimensionadas o gastos infravalorados son errores habituales en los planes de negocio y, al margen de la desconfianza que puedan despertar en el inversor, los cálculos desvirtuados pueden llevar, por ejemplo, a estrangular la tesorería de la empresa. Igualmente, es necesario destacar los riesgos existentes para la empresa y el plan de contingencia pertinente ya que dotará de flexibilidad a la idea y redundará en una mayor confianza del inversor.
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Atractivo: Despertar el interés del inversor es clave, una presentación amena y apoyada con medios audiovisuales puede lograr que la información quede mejor fijada y realzar los puntos más fuertes de la empresa.
Una recopilación de los posibles apartados que debe contener un plan de negocio son:
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Resumen ejecutivo: Es el último elemento a desarrollar una vez concluido el resto de apartados. Su objeto es resumir la idea de negocio y los rasgos más característicos del proyecto.
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Naturaleza del proyecto: Se presenta el producto o servicio, al equipo de emprendedores, los datos básicos del proyecto y la historia de la empresa, si ya fuera una start up.
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Análisis del entorno: Se analiza el entorno en el que la empresa llevará a cabo su actividad. Incluye el análisis del entorno macroeconómico, legal, tecnológico y de la industria – analizando, fundamentalmente, las 5 fuerzas de Porter: Proveedores, clientes y distribuidores, competidores, sustitutivos, etc. -.
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Estudio técnico: Debe abordar las necesidades organizativas para llevar a cabo la actividad económica: Los factores claves de éxito, los recursos materiales y humanos necesarios y la forma de combinarlos, la tecnología, la localización, la interacción necesaria con el entorno, etc.
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Estudio económico y financiero: Se trata de describir la situación financiera y económica de la start up con un nivel de detalle elevado: En los primeros años los estados financieros deben preverse mensualmente con la finalidad de afinar lo máximo posible las estimaciones de flujos de caja, costes, inversiones necesarias, balances y otros indicadores. De esta forma evitamos llevarnos más sorpresas de las inevitables con la solvencia y liquidez de la inversión.
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Planificación temporal: Enumeración de los pasos que se deben llevar a cabo para la creación de la empresa, las fechas en las que se va a llevar a cabo y los plazos de tiempo necesarios para la creación de la empresa.
Cabe destacar que estos apartados son una guía orientativa, el contenido, dimensión e inclusión de todos ellos en el plan varía en función de las particularidades de cada empresa. Lo fundamental es que se encuentren incluidos todos los aspectos que definen el proyecto y que se destaquen los aspectos más innovadores de la idea.
En conclusión, llevar a cabo un plan de inversión no es tarea sencilla pero ayudará a explicar de forma más profesional nuestra idea de negocio y atraer a inversores que proporcionen la necesaria financiación para emprender nuestra aventura.